Epílogo y notas. Fic: El Reino de las Mariposas [Star Trek 2009]

Aug 15, 2010 18:10


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El escritor solo puede interesar a la humanidad
cuando en sus obras se interesa por la humanidad.

Miguel Unamuno.


Epílogo

Sede de las Naciones Unidas en Nueva York.
Isla de Manhattan, NY. Estados Unidos de Norteamérica.
Final de la segunda semana de Diciembre 2003.

Kirk salió de la sala de conferencias en donde lo habían citado, acompañado de los otros tres periodistas y varios activistas de Amnistía Internacional, Cruz Roja y otras ONGs. Entre ellos, iban Spock y Uhura.

Se veía una enorme desilusión, y una gigantesca indignación en el rostro de todos, ya que, a pesar de las pruebas gráficas, los testimonios grabados y lo que varios de los activistas llevaban como reportes, la organización había restado importancia a los acontecimientos que ocurrían en Darfur, tomando la resolución de que necesitaban mayores pruebas para determinar si realmente se hablaba de un genocidio, o ellos sólo exageraban para recibir mayores recursos de las entidades de ayuda internacionales.

Kirk se detuvo cuando llegaron a pocos metros del Péndulo de Foucault, aún pensativo, mientras se colocaba los guantes y la chamarra. Posiblemente necesitarían ayuda de los medios masivos de comunicación para hacer de la denuncia todo un asunto a nivel mundial, y forzar de esa manera que se pudiese hacer algo en Sudán.

-Podríamos decir… -sus acompañantes se detuvieron también, escuchándolo-. Esto no debe desanimarnos. Es cierto que no quisieron reconocer lo que ocurre allá, pero las pruebas están ahí. No creo que debamos rendirnos por esta negativa.

-¿Qué podemos hacer? -Uhura, como presidenta de la Unión Africana, lo cuestionó-. Se supone que éste es el mayor organismo que pudo habernos ayudado…

-Olvidas el poder del Cuarto Poder, cariño -respondió Scotty, sacando el gafete de Prensa que llevaba aún colgado al cuello, adentro de su suéter, mostrándoselo-. Podríamos hacer una súper campaña, poniendo de acuerdo a todos los medios de comunicación, para dar a conocer esto.

-De hecho, tengo una entrevista pendiente con Derek Nolan -comentó Kirk con seguridad-. Me fui a entregar las muñecas diciéndole que tenía que pensar su propuesta. Ahora podríamos hacerla válida, y denunciar lo ocurrido no sólo con él.

-Por supuesto, también está Ophra -dijo otro de los activistas, ganándose una ceja levantada por parte de todos-. ¡Bueno, yo decía…!

En ese momento, el teléfono celular de Kirk se escuchó. Al atender la llamada, la voz de Christopher Pike le trajo un poco de tranquilidad.

-Hey, ¿cómo está todo por allá, Jimmy?

-¡Hey, Chris! Pues te diré que nos encontramos con una montaña más grande de nieve en la sala de audiencias, que en toda la avenida. No creyeron la historia que les trajimos. Nos han despachado sin una respuesta concreta a la denuncia del genocidio en Darfur.

El muchacho casi vio la indignación que lo atacó, sólo con escuchar su voz.

-¿Qué? ¿Cómo es posible? ¡Si les llevaron pruebas gráficas, e informes, y testimoniales!

-Lo sé, pero ni siquiera les prestaron atención. Lo que estábamos pensando, es utilizar nuestras influencias en el medio para hacer la denuncia a un nivel mayor.

-¿Estás diciendo… a nivel mundial?

-Chris, tú me lees la mente -aseveró mientras los otros seguían con atención sus palabras-. Y sé que tú tienes muy buenos contactos. ¿Podrías prestarnos algunos de ellos? Esto también te beneficiaría bastante, incluso si quisieras que yo….

-No tienes por qué chantajearme, James -lo cortó con tono de alegre reproche-. Por supuesto que puedo ponerte en comunicación con ellos. ¿Cuándo volverán?

-Hoy mismo nos pondremos en camino a Iowa, antes de que piensen cerrar el aeropuerto por la ventisca. Tenemos que armar nuestra estrategia, además de que los he invitado a pasar Las Navidades en la granja. Que de hecho, tú no me has contestado. ¿Irán tú y tu novia?

-Aún no conozco sus planes, pero es posible que sí. Te responderé cuando te vea en persona.

-O.k., Chris. Entonces, te veo en unas horas. Gracias por llamar.

-Hasta pronto.

Cuando terminó la llamada, los demás casi podían asegurar que su sonrisa iluminaba el recinto.

-Bien, señores. Ya escucharon. Nuestro trabajo apenas empieza.

-¿Y se supone que nos vamos a ir todos contigo? -cuestionó Spock, revisando una de sus agendas.

-¡Por supuesto! Mi departamento es confortable, y podríamos caber todos en la recámara si sacamos la estructura de la cama. Por otra parte, no creo que ahora se corten porque volvamos a dormir juntos.

Spock y Uhura se sonrojaron furiosamente, ante la vista sorprendida de los otros corresponsales.

Tom Paris sólo levantó las manos, haciéndoles saber que no deseaba saber más de eso, también disponiéndose a salir del edificio.

-Yo paso de esos planes. Kirk, Scotty. Los veo en Iowa.

-Si, nos vemos. Bien, creo que es hora de irnos. ¿Nos acompañarán? -preguntó a los otros miembros de la ONG que habían estado también ahí.

-Erh… no, no creo -respondió uno de ellos-. Tenemos asuntos pendientes qué resolver, antes de volver a la sede de Europa. Pero me gustaría estar en contacto con ustedes, para ver en qué podemos ser útiles cuando hagan la denuncia a nivel mundial.

Kirk se presentó entonces con ellos, entregándole una tarjeta con sus datos.

-James Kirk, corresponsal independiente. Ellos son la doctora Nyota Uhura, presidenta de la Unión Africana, el señor Spock, de la Agencia de Atención de Crisis de Amnistía Internacional, y ellos tres: Thomas Paris, del Iowa Herald, Montgomery Scott y su ayudante, Andrei Chékov, corresponsales independientes también.

-Malcolm Reynolds, de Helping Hands. Y ellos: la embajadora Inara, Zoe y el doctor Simon Tam. El resto de mi equipo está esperándonos en el viejo mundo. Gracias por permitirnos acompañarlos a la audiencia; espero volver a verlos.

-Claro que si. Buen viaje.

Cuando se fueron, cada grupo por su lado, Scotty alcanzó a Kirk y le sonrió con cierta picardía.

-Creo que puedes ser un excelente director de relaciones públicas. ¿Qué te parece si pensamos en lanzar un diario digital?

-No estaría mal, Scotty. Podríamos proyectarlo en cuanto estemos instalados y tibios en el departamento. ¿Qué dices?

-¡Por supuesto! Además, yo sé que ése es el futuro del periodismo. Ya nos veo. ¡Enterprise Magazine! ¿No es un buen nombre?

Mientras parloteaba entusiasmado, salieron hacia el helado ambiente decembrino de la ciudad de Manhattan, dispuestos a continuar con sus planes.

Granja de la familia Kirk. Condado de Riverside, Iowa.
Estados Unidos de Norteamérica. Navidades 2003.

La granja estaba inusualmente adornada con el espíritu de la temporada, y el ambiente en el interior era de gran festividad, algo que ninguno de los miembros de la familia Kirk habían tenido en años.

James Kirk observaba a sus invitados, apostado en la escalera, a mitad de la estancia, con aire melancólico. Todos se divertían horrores, contando anécdotas y hablando de muy variados temas con los padres del periodista.

Pike se le acercó, extendiéndole una taza con una humeante y aromática bebida.

-Espero que no estés aburrido.

El joven negó con un gesto, recibiendo la taza con aire agradecido.

-No, en lo absoluto. Es sólo que hacía mucho que no teníamos una fiesta como esta.

Pike asintió, comprensivo. Entonces, recordó que debía decirle algo.

-Antes de que lo olvide... Te llamaron de la Universidad Medill. Parece que están nominándote como candidato a la Medalla al Valor en Periodismo por la crónica.

Le extendió un papel con los datos y un número de teléfono.

-Vaya, y yo que deseaba pasar desapercibido -comentó Kirk al sujetarlo, con una media sonrisa irónica.

-Oh, no. Olvídate de eso. De ahora en adelante serás bastante reconocido.

-Podría ocultarme…

-¿Tú, ocultarte? ¡Pero si te encanta ser público, visible y tocable, James! -no evitó una leve carcajada al verlo sonrojarse repentinamente-. Te recuerdo que tienes varias publicaciones en el ambiente, y algunos trabajos más que saldrán el siguiente año. De hecho, puede que llegues a ser nominado a un Pulitzer.

Scotty llegó con ellos, con un vaso en la mano ya casi vacío. Se notaba el efecto del alcohol en él, en la nariz y las mejillas rojas, y los ojos brillantes. Burbujeaba como la cerveza de contento.

-¿Qué estoy oyendo? ¿James, candidato al Pulitzer? ¡Esa es noticia de primera mano! ¡¡Oigan todos…!!

Al escucharlo, todos los presentes guardaron silencio, volteando hacia él.

-Te lo dije. Disfruta tu momento de fama.

-Oye, pero no todo lo hice yo...

Pike se encogió de hombros, y dejó que el alboroto de esa noticia empezara a levantar el vuelo por sí solo.

Y mientras en la granja de la familia Kirk en Iowa se brindaba por una carrera brillante y un futuro prometedor para James y los que habían trabajado las crónicas del genocidio, en una región cercana al campamento de Farchana, en Darfur del Norte, la historia del Reino de las Mariposas llegaba hasta una pequeña tribu de nómadas bereberes.

Las mujeres que habían ido al campamento para hacer trueques con los refugiados, hablaban a los hombres que rodeaban el abrevadero. Entre ellos, un hombre silencioso y cabizbajo, por primera vez en meses levantó la vista, extraviándola en el árido paisaje que se extendía más allá del campamento.

Medill School Northwestern University
Evanston, Ilinois. Estados Unidos de Norteamérica.
Mediados de Enero 2004. 7:40 pm

Kirk se acomodó la corbata frente al enorme espejo del área de sanitarios, por quincuagésima ocasión, incómodo. Mientras lo hacía, recordaba cada momento en que McCoy y todo el equipo de voluntarios se movilizaban en medio de Ardimi, entre los refugiados, sin importarles el calor, las nubes de moscas y mosquitos, trabajando de manera incansable por esas personas en desgracia.

Se sintió indigno de recibir ese reconocimiento, aunque Pike, Spock y Uhura, y varios más le aclararan que lo merecía.

De hecho, ellos lo habían acompañado, junto con los inseparables Scotty y Chékov, apoyándolo en ese importante momento en que recibiría el premio por su artículo. Y él se sentía enormemente agradecido por eso.

Salió del área de sanitarios, tratando de acostumbrarse a la presión tanto del elegante traje que vestía ahora, como del nerviosismo que había hecho presa de él desde esa tarde. Uhura y Winona lo alcanzaron en el corredor que llevaba a la sala de conferencias, elegantemente ataviadas para la ceremonia. Sin embargo, la ausencia de Spock llamó su atención.

-Doctora Uhura, ¿en dónde dejaste a tu prometido? -cuestionó al tiempo que extendía su brazo izquierdo en un gesto de caballerosidad. Su madre lo sujetó por el brazo derecho.

-No lo sé. Recibió una llamada cuando estábamos en el hotel, hace como cuarenta y cinco minutos. Sólo me dijo que me adelantara, y que él nos alcanzaría aquí.

-Tendré que reclamarle -dijo con fingida indignación, dirigiéndose a la sala-. Es imperdonable que te haya dejado sola para responder una llamada. En fin, que lo retaré en cuanto todo esto se acabe. ¡Y más le vale que llegue temprano, o le doblo el reto!

-Ay, hombres -Winona sólo puso los ojos en blanco, en gesto irónico.

Medill School Northwestern University.
Sala de conferencias. 8:35 pm.

La ceremonia dio inicio con algunas actividades más, antes de pasar a la entrega de reconocimientos en varias áreas del periodismo, como investigación y desarrollo de tecnologías, periodismo en áreas de medicina, y finalmente, periodismo humanitario.

Entonces llegó el momento en que Kirk fue llamado al estrado. Mientras éste avanzaba hacia el frente de la sala de conferencias, varias diapositivas que él había tomado en las distintas regiones en las que había estado fueron expuestas al auditorio, al tiempo que se leían fragmentos significativos del artículo.

Con una enorme sonrisa, James Kirk recibió entonces el galardón, escuchando emocionado la fuerte ovación de parte de sus amigos y familiares.

Parado ante el estrado, dispuesto a dar un pequeño discurso de agradecimiento, volvió a acomodarse la corbata, buscando con la vista a todos los que lo apoyaban. No encontró a Spock, aunque sabía que no era momento para preocuparse por eso.

Carraspeó un poco, tratando de contener la emoción que se había atorado en su garganta, e inició.

Agradeció a sus padres, a sus profesores, en especial a Christopher Pike. Mencionó en grandes rasgos lo cabeza dura que había sido, y cómo su estancia en Darfur lo había hecho cambiar su pensamiento frío y ególatra al ver el sufrimiento de las personas. Mas, en el momento en que intentó hacer un pequeño memorial para los voluntarios asesinados, entre ellos el doctor McCoy, su voz se quebró. Guardó silencio y bajó la vista, tranquilizándose a duras penas, mientras un intenso y emotivo silencio envolvió la sala de conferencias, interrumpido sólo por el sonido mecánico de algunas cámaras fotográficas y leves carraspeos.

Tallando un poco sus ojos, levantó la vista otra vez, dispuesto a terminar con ese homenaje. Sin embargo, al ver a Spock en la puerta de la sala, junto a Jonathan Archer y un hombre vestido de harapos, cubierto con una manta, con el cabello largo desaliñado y una barba de varios meses, su voz se negó a salir. Sólo pudo mencionar en un apagado susurro ese apodo que lo hacía tan especial para él.

-B-Bones…

Fue un sobresalto simultáneo para sus acompañantes al escucharlo.

-Me lleva… -Scotty y Chékov fueron los primeros en reaccionar, preparando las cámaras mientras salían de sus lugares.

Todos voltearon hacia la puerta de entrada, al mismo tiempo que Kirk bajó del estrado de un salto, y sin importarle nada más, se apresuró a llegar hasta ellos. Se detuvo a dos pasos, respirando agitado no sólo por haber corrido, aún sin asimilar del todo lo que veía.

Hasta que McCoy le sonrió, haciendo un comentario sarcástico.

-Así que… periodismo humanitario, ¿eh, Jim?

Kirk se abalanzó hacia él, dejando que su emoción hablara al abrazarlo con desesperación.

A pesar de la confusión que se había suscitado en la sala de conferencias, los presentes empezaron a entender lo que estaba sucediendo. Y de pronto, en medio de una lluvia de flashes, una creciente ovación se levantó en el lugar, contagiándose todos por ese emotivo e inesperado encuentro.

Medical Center of Northwestern University.

Evanston, Ilinois. 9:15 pm.

-¿En dónde dices que te encontró? -preguntó Scotty, cruzado de brazos ante ellos.

-En Farchana, cuando estábamos bajando los costales con granos. Había una multitud alrededor, gritando y amontonándose, cuando lo vi. Ya se imaginarán mi sorpresa, cuando salió de entre el montón de gente, hablándome por mi nombre -dijo Archer, relatando la forma en se que había encontrado con McCoy.

-¿Qué querías que hiciera, John? -regañó Uhura, sentada a un lado de la cama, aún abrazando al médico-. Además, tú tienes la culpa por ser tan distraído.

Sonriente, Kirk permanecía al otro lado de la cama, en la habitación que le habían asignado a McCoy. La misma estaba llena de personas, entre gente del medio periodístico, como todos los allegados al grupo de Ardimi. Eso, hasta que uno de los médicos de jerarquía del hospital se hizo presente y los echó a todos.

-Señores, la hora de visitas terminó. Mañana podrán acompañarlo.

Entre expresiones de inconformidad se despidieron, asegurándole que volverían. Finalmente, Kirk cerró la puerta cuando la habitación quedó vacía.

-Estaba ansioso por quedarme a solas contigo -le dijo al acercarse de nuevo a la cama.

McCoy había recuperado parte de su aspecto, ya duchado y afeitado, aunque quedaba todavía el que pudiese cortar su cabello. Estaba sumamente delgado, y aún se notaban en su rostro las evidencias de la odisea que había vivido en esos meses.

-¿En verdad? -Recibió el beso del corresponsal con una sonrisa, acariciándolo mientras el otro se acomodaba a su lado- ¿Tanto me extrañaste?

-¡Por todos los cielos, McCoy! ¡Por supuesto que te extrañé! ¡Pensé que estabas muerto!

El médico lo abrazó, asintiendo.

-Lo sé. Fue todo tan extraño.

-¿Cómo sobreviviste? -preguntó con curiosidad, acariciando su pecho sobre la ropa del hospital, sintiendo un par de cicatrices que no tenía antes de que fuesen atacados.

-Fue por el río. Al principio, pensé que me iba a ahogar debido a la corriente y las heridas. Pero no tomé en cuenta que la crecida arrastra mucha basura: animales, escombros, ramas y árboles pequeños. Creo que me atoré en una de esas islas de basura, y fui arrastrado hasta un oasis, muy al norte, casi cerca de Time. El patriarca de la tribu de nómadas que me encontró, me dijo que duré muchos días sin despertar, delirando por las heridas. -Kirk lo veía intensamente, pensativo-. No recuerdo mucho de mi estancia con ellos. Veía pasar los días y las noches, y no les prestaba atención. Hasta que la tribu decidió moverse hacia Farchana. Fue ahí cuando escuché que las mujeres hablaban de un hombre con ojos del color del cielo, que contaba de un reino lejano. El Reino de las Mariposas, y que había dado a unas niñas tres muñecas.

McCoy fijó su mirada en la del corresponsal, en una mezcla de agradecimiento y ternura, al tiempo que éste intentaba decir algo.

-Yo… no podía faltar a tu encomienda, Bones. No habría podido vivir con eso encima.

-Lo sé. Y el saber que habías cumplido con ella, fue lo que me hizo reaccionar. Cuando escuché lo que esas mujeres decían, fue como salir de un limbo de desesperanza. Fue cuando encontré a Archer, e hice todo lo posible por volver aquí, contigo.

Kirk asintió, incorporándose un poco para alcanzar su boca otra vez. Se besaron como si no tuviesen otro día para hacerlo, y se extrañaron cuando sus labios se separaron por un momento.

-¿Volverás a África? -preguntó el corresponsal, algo indeciso. McCoy mordisqueó su barbilla, causándole un agradable cosquilleo.

-No lo sé, posiblemente. Pero no quiero irme solo. ¿Crees que puedas acompañarme?

-Por supuesto, aunque tenga que entrar en forma ilegal a Sudán. A propósito, supe de un médico que metió varios litros de alcohol al país de contrabando. ¿Crees que me pueda ayudar a entrar así?

McCoy soltó una leve carcajada, abrazando al corresponsal.

-Tal vez, pero dejemos eso para más adelante. -Esta vez, comenzaron a acariciarse con un poco más de atrevimiento-. ¿Tienes planes cercanos?

-Bueno, Scotty me propuso ser socio en un diario digital. Además, tengo algunas publicaciones pendientes, y posiblemente deba hacer un recorrido por los Estados Unidos cuando salgan a las librerías, y cuando me llamen para entregarme el Pulitzer, y las entrevistas y esas cosas.

-¿El Pulitzer? Significa que vas a estar muy ocupado.

-Bueno, eso es a mediano plazo. Por lo pronto, creo que retomaré las lecciones contigo. Porque, en serio, Bones, ¿tan mal profesor he sido? ¡No has aprendido a besar decentemente!

-Falta de práctica, Jim. Ahora, cállate y bésame, o seguiré sin aprender.

Kirk apagó la luz, alcanzando al médico nuevamente, en parte para evitar que su risa se escuchara en los pasillos del hospital. Ya habría tiempo para hacerlo fuera de ahí, para reír con todas sus fuerzas, y llevar esa alegría a lugares en los que ésta parecía haber desaparecido.

Por lo pronto, recuperarían el tiempo perdido, haciendo planes en total libertad, sin promesas que acarrearan dolor, o que fuesen cargas, porque ahora no lo harían por el deseo de alguien más. Lo harían por África misma, por esa tierra que les había robado el corazón, y que a cambio les había dado algo mucho mejor.

-----------------------------------------------------------Teh FIN...

¡¡Finalmente llegamos al finaaaaal!!
Espero que no se hayan aburrido. Yo disfruté mucho el escribirlo, aunque fue un buen de trabajo.

Y... bueno, las notas, por este lado, para los que quieran ver mis justificaciones.



Notas y cosas de esas...

Notas 1: Las villas y aldeas Laikaba, Al-Sebhire, Mahadeyi, Sarif es Salam, Havot-Maquir, así como el campamento de refugiados Ardimi, son enteramente ficticios. Hice mención a las poblaciones más importantes, cercanas a los lugares señalados como las zonas reales de destrucción, debido a las referencias que se necesitaban para situarlos geográficamente y no perderme en el relato. Las fechas no son las mismas en la que los acontecimientos reales ocurrieron, pero son muy cercanas.
Notas 2: Por desgracia, esta historia está basada en hechos reales que aún no se han solucionado, aunque no hemos tenido mucha información al respecto. El fic está ambientado en las regiones fronterizas de Sudán y la República del Chad, en el terrible suceso del genocidio más reciente que se ha registrado en tierras africanas, llamado “el conflicto de Darfur”, perpetrado tanto por el cuerpo militar oficial, como por las guerrillas que apoyan causas tiránicas. Este lamentable suceso ocurrió entre Febrero del 2003 y Junio del 2004.

Años más tarde, gracias a la insistencia de activos voluntarios peleando en las fronteras con Chad por los refugiados sudaneses, y otros en las sedes internacionales de diversas organizaciones humanitarias, La ONU reconoció el genocidio de Darfur.

Ninguna entidad periodística tuvo una idea clara de este enorme crimen contra la humanidad, hasta que años después, las crónicas, artículos y escritos, realizados en diversos medios por valientes corresponsales, fueron los que obligaron al mundo a voltear hacia ahí, condenando las acciones del gobierno sudanés contra su propio pueblo.

Sin embargo, y para vergüenza de esta civilización, esos crímenes aún continúan.

Notas 3: Como extra:  hice por ahí una recopilación de música para este fic. Vamos, un Fanmix. Lo llamé Oni Afrika, de distintos autores e intérpretes. Es una recopilación de varias regiones y artistas africanos, así como europeos y americanos que utilicé para inspirarme. A un mes de que llegara la fecha para publicar la historia, me enteré que Uwe Boll realizó en el 2009, una historia llamada Darfur. No me basé en su película, ni en el documental de Ted Braun, Darfur Now. La historia surgió por una conversación por msn, misma que me motivó a investigar del tema, del conflicto y de la forma en que se ha desarrollado el mismo hasta estos días.
Te recomiendo que los veas y los escuches. Son denuncias de este mismo hecho, uno con datos reales, otro en formato novelado, sin embargo, ambos valen la pena.

Y ya para terminar, te diré que llevo trabajando en esta historia desde Noviembre del 2009, aunque no abundé en lo que de verdad debería haber hecho.

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