Respuestas de UtenaPuchiko.

Dec 14, 2008 20:58


Titulo: Nunca digas nunca.

Fandom: Harry Potter.

Claim: Sirius Black, Harry Potter, Severus Snape.

Beta: 788.

Palabras: Ross_Potter.

Advertencias: indirectas (¿O directas?) de slash; Spoilers de todos los libros, pero no-canon para algunas partes del 7mo.

Notas de Uko-chan: Respuesta a la última actividad del mini-período del Foro Los Malos Fics. Soy miembro de La Sociedad de Cancerberos.

Summary: El tiempo se encargará de que Severus vea lo que en verdad siente su corazón.

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Nunca digas nunca.

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Después de la “broma” que los Merodeadores le jugaron en su quinto año, Severus juró que jamás perdonaría a ninguno de los cuatro Gryffindors, ni siquiera a Lupin, quien casi no tenía culpa en ese fiasco. Apenas pudo tolerar que Dumbledore no los expulsara y eso sería siempre un punto frío entre ellos.

El tiempo pasa, sin embargo, y éste es conocido por llevar consigo rencores y memorias malas. Pero Severus Snape implacable con su testarudez.

-Si esto es una de tus otras bromas de mal gusto Black, sinceramente, es la peor de ellas -siseó Severus, tieso y dándole la peor de sus miradas al pulgoso.

Sirius puso los ojos en blanco.

-Vamos, tratándose de ti, ¿crees que yo podría bromear con algo como esto?

Snape abrió la boca para contestar, pero la llegada de toda la tropa Weasley lo detuvo de hacer tal cosa. Dando un gesto de desprecio, el pocionista salió de la cocina. No pudo llegar muy lejos, puesto que Sirius lo interceptó al final del pasillo.

-No escuché una respuesta -dijo Sirius, deteniéndolo por un brazo.

Severus se zafó del agarre y le dio una mirada que debió incinerar allí mismo al animago. Lamentablemente, el Slytherin todavía no tenía ese poder.

-Ni bajo Imperius abriría mis piernas para ti, Black -espetó.

El Gryffindor suspiró, masajeando su nariz.

-No deseo que abras tus piernas para mí… al menos no todavía. -Hizo una mueca. -Podríamos empezar con algo más sutil, como…

-No deseo escucharlo -gruñó Snape, luciendo horrorizado-. Mi respuesta sigue siendo no, bola de pulgas. Y cuando digo no, es no. Nunca. Ni aunque muriéramos y fuéramos resucitados, ¿entiendes?

El tiempo pasó otra vez, por supuesto. Y entre ese tiempo, Sirius cayó por el Velo de la Muerte, haciendo que Severus se sintiera inseguro de su respuesta aquel día en Grimmauld Place, pero tuvo muy poco tiempo para ello, puesto que después Dumbledore lo convocó para decirle su plan para el final de la guerra.

Hoy día, con Voldemort ido para siempre, Snape se sentaba en su cama del hospital, sintiéndose miserable, ya que Madame Pomfrey acababa de llorar en su hombro, diciéndole lo feliz que estaba de que estuviera vivo. Si eso no lo hizo incómodo, ciertamente lo hizo cuando le dijo que Potter fue quien lo salvó, quien sabe cómo, de morir debido a la mordida de la maldita serpiente del Señor Oscuro.

Tres meses después, Minerva le había sacado la promesa de que regresara a Hogwarts y él se encontraba en su casa, revisando algunas notas, cuando su chimenea ardió en un fuego verde y la cabeza de Harry Potter se hizo ver.

-Potter, ¿cómo demonios consiguió mi dirección de flú?

Harry frunció el ceño, para nada intimidado por el tono de su profesor.

-El retrato del profesor Dumbledore me la dio -respondió, con voz tranquila, sin inmutarse por la mirada asesina de Severus-. Y fue él mismo quien me dijo que lo buscara.

-¿Para qué, si puedo saber? -siseó.

-Sirius está en el ala del hospital de Hogwarts -contestó, mucho a la sorpresa del hombre mayor-. Por alguna razón, el director considera que usted quisiera saber.

Dicho eso y sin dar más explicaciones, la cabeza del Elegido desapareció.

Severus se sentó en la butaca más cerca que tenía a mano. La noche llegó, dando paso luego al día y el hombre siguió en su mismo lugar, casi sin pestañear y no haciendo caso de la mirada preocupante de su elfo doméstico. Repentinamente, él se levantó y fue hacia su chimenea. Llegó a Hogwarts y no se detuvo hasta llegar al hospital; una vez allí, buscó con la mirada la cama que contenía al animago del perro y se acercó a ella.

No importaba el cómo o el por qué en ese momento para él, sino el hecho de verlo allí, vivo y respirando. Esta vez, Severus no luchó contra el impulso que tuvo mucho tiempo atrás, repetidamente.

Sólo extendió una mano y acarició el cabello de Sirius Black.

Un segundo después, horrorizado, retiró su mano, como si ese pelo quemara y se dio media vuelta, dispuesto a irse y no volver nunca más.

Cuando cerró la puerta de la enfermería, los ojos grises de Sirius se dejaron ver y había una sonrisa en su rostro.

El reloj siguió corriendo, claro está. Severus siguió visitando a Sirius en la enfermería en las noches, cuando creía que nadie lo notaba, y Black siguió fingiendo estar dormido cada vez que esto pasaba. Haciendo eso, podría disfrutar de las caricias del pocionista, porque por las mañanas Snape aparecería en la enfermería y lo miraría con desprecio, haciéndole saber en alta voz que hubiese deseado que se quedara en el agujero del infierno al que cayó.

¡¡¡Fin!!!

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