El capítulo final del fic Eres un crío, Taylor sigue
Respondes tú con los labios aún pegados a la garganta de Brian aunque ésta es una de las cosas que te habías prometido que no ibas a hacer te habías prometido a ti mismo que no ibas a suplicarle y no sabes si lo estás haciendo si estás suplicando y ahora mismo no te importa ahora mismo lo único que puedes pensar es en lo maravilloso en lo increíble en lo extraordinario que sería que Brian te dijera que no que ésta no va a ser la última vez que ésta no va a ser la última vez que Brian te folle la última vez que Brian y tú folléis la última vez que Brian te bese o te mire o te diga que le mires cuando tú apenas puedes abrir los párpados la última vez que Brian te torture paseando sus labios por tu cuello y tú puedas leer en tu piel la sonrisa que se dibuja en ellos ladeada y perezosa y un poco burlona la última vez que Brian suspira hondo en tu pelo antes de separar un poco tu cuerpo del suyo antes de rozar apenas tu mejilla con sus labios antes de dirigirte una mirada fugaz antes de apartar la mirada para que tus ojos no se encuentren con los suyos y Brian no te dice nada claro.
Brian se inclina hacia el salpicadero del coche buscando su paquete de tabaco y se las arregla para que con ese gesto tu cuerpo se recueste sobre el volante a tu espalda y deje de reposar sobre el suyo aunque aún sigas sentado encima de él y saca un cigarrillo y tú observas cada uno de sus gestos observas cómo juguetea un momento con el cigarrillo entre sus dedos índice y pulgar observas cómo finalmente se lleva el cigarrillo a los labios y lo enciende y tú aprietas los labios y sientes las lágrimas quemar un poco y te das cuenta de que otra de las cosas que te habías prometido no hacer tampoco sabes si vas a lograr cumplirla no lo sabes porque las lágrimas están ahí en el fondo de tu garganta esperando esperando sólo el momento en bajes un poquito solamente un poquito más la guardia y esperando a que esto duela sólo un poco sólo un poquito más y tú inspiras muy fuerte por la nariz un instante y parpadeas muy fuerte un instante y sigues mirando a Brian sigues observándole mientras Brian inspira hondo una calada larga y lenta y te mira de reojo y observas sus ojos velados que miran por un momento la estela humeante del cigarrillo y luego finalmente te miran a ti.
- ¿Quieres? - te pregunta Brian tendiéndote el cigarrillo encendido el cigarrillo que deberías y él lo sabe sabe que deberías haber encendido tú.
- Ya te he dicho lo que quiero.
Te obligas a decir y piensas que tal vez haya sido simplemente que Brian no se ha dado cuenta de que siempre eres tú siempre eres tú el que le enciende el cigarrillo en momentos como éste siempre lo has sido desde la primera vez o casi, pero sabes estás seguro de que Brian no lo ha olvidado y sí se ha dado cuenta y lo ha hecho aposta lo sabes por cómo ha jugueteado un momento con el cigarro entre sus dedos antes de decidirse a encenderlo y puede que sea una chorrada como lo de que ese pequeño ritual con el maldito cigarro sea una de las cosas que a ti te dicen más alto y más claro que sois una pareja que tenéis una relación que la tenéis aunque Brian se niegue a decirlo y seguramente se niegue incluso a pensarlo pero tú sabes que lo sois y que la tenéis por un rato más al menos y por eso sabes que no ha sido una chorrada lo de que Brian haya encendido el cigarro tú sabes que no lo ha sido que no lo ha sido para ti y que no lo ha sido para Brian y que ha sido deliberado y que Brian intenta decirte algo con ese gesto y tú sabes lo que quiere decirte claro y sabes que Brian ya ha empezado a marcharse un poquito al hacer ese gesto aunque aún siga aquí y tú sigas sentado sobre su regazo y aún se esté enfriando su sudor sobre tu piel.
- No es tan grave, ¿sabes?
- ¿El qué? - preguntas aún concentrado en que la punzada ahí en el fondo de tu garganta se quede donde está.
- Esto. Que yo me vaya. Ahora crees que lo es, pero en realidad… - se encoge de hombros y sus ojos miran a través del parabrisas a la oscuridad a algo que está lejos a algo que no está ahí a cualquier cosa que no seas tú -. Dentro de un año ni te acordarás de mí - añade al fin.
- Eso es una estupid…
- Encontrarás a otro que…
No te deja terminar y tampoco termina él la frase que ha empezado y sólo hace un gesto vago un gesto que podría significar cualquier cosa con la mano en la que sostiene el puto cigarro y tú sabes que sí lo es joder que sí es una estupidez que tú nunca jamás ni en un millón de años vas a encontrar a otro que ni siquiera vas a buscar a otro que joder no quieres a otro porque lo único que quieres es que Brian te diga que no vas a perderle que no vas a perderle para siempre que ese gesto con el puto cigarro no significa lo que significa, lo único que quieres es a Brian y por lo que a ti respecta no existe otro no existe ningún otro simplemente no existen más tíos en el mundo ni ahora ni nunca porque si no puedes tener a Brian lo único que quieres lo único que puedes esperar lo único por lo que puedes rezar es por morirte del modo más rápido posible en cuanto veas desaparecer su coche por la carretera.
- ¿Cómo sabes que encontraré a otro? - preguntas estúpidamente.
- Prométeme que lo harás.
Brian te mira te mira y sus ojos no parecen sus ojos porque están muy oscuros y tienen una expresión extraña que tú nunca has visto y que no sabes identificar y Brian te acaricia el mentón con el dedo pulgar muy suavemente y tu piel se eriza un poco bajo su dedo un poco áspero y apoya la palma de su mano en tu cuello y tú recuerdas la primera vez que Brian te besó hace mil años y tú recuerdas que aquella vez también la palma de la mano de Brian se apoyó así en tu cuello su pulgar recorrió así tu mentón y tú estuviste a punto sí estuviste realmente a punto de deshacerte en mil pedazos aquella vez la primera vez que Brian te tocó, y entonces la identificas su mirada la mirada de sus ojos muy oscuros y no es extraño que te haya costado identificarla porque es cierto que no la habías visto antes nunca habías visto antes que Brian te suplicara con la mirada.
Te suplica que se lo prometas claro que le prometas que lo harás y tal vez sea porque eso le haría sentirse menos culpable por marcharse así sin querer intentarlo siquiera o tal vez sea porque realmente quiere que lo hagas lo de encontrar a otro cuando él se vaya o tal vez sea una mezcla de las dos cosas y lo cierto es que te da igual, te da igual porque tú no piensas prometerle nada tan absurdo ni tan estúpido ni tan imposible y no piensas hacerle esto más fácil siendo razonable o mintiéndole o prometiéndole o lo que quiera que Brian quiere que hagas y a estas alturas ya te da igual que ésta no vaya a ser la noche perfecta una última noche perfecta con la que fantaseabas hace horas en casa de Daphne y ni siquiera entonces te habías creído realmente que pudiera serlo y no lo ha sido no lo ha sido en ningún momento o casi en ninguno porque casi lo ha parecido por un rato cuando Brian te ha hecho callar y cuando te ha dicho ven aquí y cuando has sentido a Brian realmente le has sentido y no te refieres a su polla dentro de ti ni a sus manos sobre tu piel ni a sus labios magullando los tuyos no te refieres a eso o no sólo al decir que has sentido a Brian contigo tan cerca tan dentro tan presente que parecía en ese momento lo parecía parecía imposible pensar en un adiós y tal vez por eso ese momento ha sido perfecto porque no era del todo real o porque te ha permitido olvidarte de la realidad sólo ese rato.
- No quiero a otro. Te quiero a ti.
- Joder, Justin - suspira Brian.
- Te quiero - repites y te importa una mierda eso también te importa una mierda ahora mismo que Brian no quiera oír eso aunque sabes que eso es lo último que Brian quiere oír ahora mismo -. Para siempre. Eso no va a cambiar.
Oyes a Brian expulsar muy fuerte el aire por la nariz y le ves intentar apartar de nuevo la mirada le ves intentarlo y no lo consigue o no lo intenta con suficientes ganas o lo que sea porque su mirada sigue encadenada con la tuya y hay ese brillo en sus ojos que apenas consigues adivinar porque Brian no quiere que lo veas claro pero que tú sabes que está ahí aunque no lo veas porque puedes presentirlo porque Brian no consigue esconderlo del todo porque puedes sentir cómo cada célula de tu piel se quema un poco con ese brillo herido o vulnerable o lo que sea con que los ojos de Brian te dicen que le prometas imposibles.
- No hay nada para siempre - dice su voz sin entonación plana esa voz suya que te hace sentir un poco de frío -. Te lo dije, pero tú nunca escuchas…
- Pero.
- Asúmelo, Justin. Eso no va a pasar.
- Pero…
- No hay peros.
- Es porque tú no quieres…
- ¡No, no quiero, joder!
Y tú incumples otra de las promesas que te habías hecho esta noche la incumples porque primero sientes un dolor devastador sí lo sientes cuando Brian casi te grita casi te grita esas palabras y cuando Brian se muerde después el labio y oyes su respiración agitada y entonces es la furia la que aparece la que deja de estar agazapada en ese punto de tu garganta donde acompañaba a las lágrimas y las ahoga a las lágrimas y arrasa al dolor y te hace difícil tragar saliva y te hace imposible preguntar otra vez por qué y te hace imposible preguntar nada ni suplicar nada y la sientes vibrar la furia dentro de ti y hasta Brian debe sentirla tal vez en su mano que aún reposa un poco ausente en tu cuello debe sentirla porque Brian mira ahora fijamente su mano esa que reposa aún un poco ausente en tu cuello.
- Dentro de un año ni te acordarás de mí - repite obstinado.
Y no sabes si el tono de su voz tenue y apagado y casi indiferente no te permite adivinarlo no del todo y por eso no sabes si está intentando convencerte a ti o está intentando convencerse a sí mismo de que eso realmente puede ocurrir de que realmente pueda ser posible que tú te olvides de él le olvides a él y entonces haces algo que nunca pensaste que tú podrías que tú querrías hacer lo haces cuando te separas de Brian del cuerpo de Brian, te separas de Brian y vuelves a tu asiento al asiento del copiloto del coche de Brian y ésta vez eres tú quien se aparta de Brian y nunca pensaste que eso podría pasar y Brian no te lo impide claro, Brian no te lo impide y tú no puedes evitar pensar que lo que él está diciendo que tú te olvides de él que tú le olvides a él es algo que simplemente no va a pasar claro, pero lo contrario lo contrario tal vez sí pase tal vez sí pase lo de que Brian te olvide a ti porque ni siquiera ahora no ni siquiera ahora parece que le importes no lo suficiente al menos para que quiera intentarlo para que quiera intentarlo contigo así que dentro de un año dentro de un maldito año…
- ¡Querrás decir que dentro de un año tú no te acordarás de mí! - le escupes tu furia y tu dolor y tu miedo y sientes las lágrimas peligrosamente cerca.
Ojalá. Ojalá fuera tan fácil. Ojalá Justin estuviera en lo cierto. Aunque tienes la molesta certeza de que dentro de un año te acordarás de él. Y después probablemente también. Pero no se lo dices, claro. No le dices ni eso ni ninguna otra cosa mientras miras de reojo cómo su cuerpo tiembla un poco en su asiento -que ya no es simplemente el asiento del copiloto, incluso dentro de tu cabeza ése es el asiento de Justin- y no sabes si es porque tiene frío o por… Qué coño, lo sabes, claro que lo sabes. Sabes que Justin no tiene frío. No la clase de frío que está relacionado con la temperatura. Y tú también. Ahora que ya no tienes su cuerpo sobre el tuyo lo tienes, ahora que el cuerpo de Justin está temblando en su asiento, lo sientes. El frío. Y tampoco tiene nada que ver con la temperatura.
- Dijiste que me echarías de menos - te reprocha Justin con voz sorda.
Y tú tampoco contestas a eso. Ahora que te das cuenta, piensas mientras vuelves a buscar un cigarro en el paquete de tabaco y mientras lo enciendes esforzándote por no mirar a Justin porque sabes que ahora él sí te está mirando a ti… ahora que te das cuenta, llevas toda la noche haciéndolo. Lo de no contestar preguntas. Llevas haciéndolo desde que has cenado en casa de los Novotny. La jodida cena de los viernes. Sólo que hoy es domingo. Y ésta cena ha sido la última.
- Ya sabes que ésta siempre será tu casa.
Y tú sabes por qué Debbie te dijo eso: por tus padres. Por tu padre. Porque siempre has sospechado que Debbie lo sabía aunque nunca te haya dicho nada. Y por eso te adoptó a su particular manera cuando apareciste en la vida de su hijo y por eso está empeñada en que te quede claro que la adopción no caduca sólo porque tú seas un chico mayor que se va a la universidad. Y te lo dijo mientras estabas cenando con ella y con Mickey en su casa hace unas horas: cena de los viernes y toda esa mierda que sabes que va a ser la única otra cosa que vas a echar de menos y que tampoco va a volver a repetirse. Y por eso Mickey se ha pasado la noche mohíno jugueteando con la comida de su plato y hablando sólo con monosílabos. Y ha sido duro verlo. Y más sabiendo que lo que te quedaba lo sería aún más. Sabiéndolo y sin poder evitar pensar en ello mientras le comentabas a Debbie que ya tenías todas tus cosas en el maletero del coche y que no, que no tenías -ni pensabas, por cierto- que volver a pasar por tu casa.
Entonces fue cuando te lo dijo, lo de que la suya siempre sería tu casa. Y tú no querías oírlo, joder. Aunque siempre lo hubieras sabido. No querías oírlo y no querías pensar en ello. En que hay una alternativa. Que podrías buscar una forma de intentarlo, tal y como desea Justin, porque el que Debbie te ofreciera su casa de esta manera era otra forma de decir que no volver a la tuya no significa necesariamente que no puedas, que no haya forma de que vuelvas a Pittsburg cuando y si realmente quieres hacerlo, lo de volver alguna vez. Y ella sabía perfectamente lo que te estaba ofreciendo. Y tú no querías que te lo ofreciera, joder.
Y cuando ya estabais en la puerta y Mickey había subido a su habitación con los ojos llorosos y tú te ibas a marchar, Debbie te había preguntado por Justin, claro. Que si te habías despedido de él ya. Y tú dijiste que aún no, con una advertencia en los ojos. Que Debbie leyó, porque nadie te conoce como Debbie, excepto tal vez Justin. Y luego ignoró la advertencia, como hubiera hecho Justin.
- Tú le quieres, ¿no? - dijo Debbie.
- ¿Importa eso? - respondiste tú encogiéndote de hombros y sin contestar a su pregunta porque tú no contestas -ni te haces, por cierto- ese tipo de preguntas.
- Eso es lo único que importa, Brian. Creí que ya te habrías dado cuenta.
Y tú tampoco querías oír eso, joder.
- Lo dijiste - te repite Justin ahora.
En realidad no llegaste a decirlo, piensas. No con tantas palabras. Ni siquiera con una. Pero no lo niegas. No lo niegas porque sabes que en cierto modo sí que lo dijiste y de alguna forma él sí que lo escuchó. Y no lo niegas porque, en cualquier caso, es cierto. Le vas a echar de menos. Más de lo que él imagina, probablemente.
- Debería ponerme en camino ya - dices en cambio porque en algún momento tendrás que hacerlo, lo de ponerte en camino. Y nunca va a haber un buen momento para hacerlo, así que supones que éste lo es. Es un momento tan bueno o tan malo como cualquier otro.
- ¿Y qué te lo impide?
Justin empieza a vestirse y tú le observas un largo instante memorizando sus gestos tan familiares al pasarse la camiseta por la cabeza, al apartar el pelo de su frente con un movimiento impaciente, al ponerse los pantalones, al… Y luego empiezas a vestirte tú también y cuando ya lo estáis, cuando ya estáis vestidos, y cuando él sigue sentado en su asiento aunque es como si su cuerpo estuviera a kilómetros de distancia por la forma en que su cuerpo te dice a gritos que está furioso contigo, que le has hecho daño, que en este momento, en este mismo momento, te odiaría si pudiera… te oyes hablar.
- Creí que… - te oyes decir en voz baja, aunque no sabes muy bien qué es lo que creías.
- ¿Qué creíste?- su voz suena furiosa y dolida y cansada todo al mismo tiempo - ¿Qué te iba a soltar otra gran declaración? ¿Otro gran discurso sobre…? ¿Qué creíste, Brian?
Sonríes un poco. No sabes por qué. Porque lo cierto es que lo último que te apetece en este momento es sonreír.
- Algo así.
- Ya. Pues no me apetece - dice mientras termina de abrocharse las deportivas.
- A ti siempre te apetece - le recuerdas.
- ¿Cambiaría algo?
- No.
- Entonces ¿para qué?
- No sé… puede que a mí sí me apeteciera oírlo.
Justin te mira increíblemente dolido. Y furioso. Y tal vez sí. Tal vez en este momento sí que te odie un poco.
- Bueno, supongo que no siempre podemos tener lo que queremos ¿no?
Y recorréis el camino hasta la casa de Daphne en silencio. Tú le miras de reojo mientras conduces y él clava su mirada obstinadamente en la ventanilla aunque afuera aún está oscuro y la voz rasposa de Leonard Cohen queriendo bailar hasta que se termine el amor es el único sonido que os envuelve. Y tampoco hay nada que decir, de todas formas. Ya no. Y cuando aparcas delante de la casa de Daphne Justin apoya la mano en la manija de la puerta y sus ojos están clavados en la alfombrilla del suelo y tú le oyes suspirar y se queda inmóvil y tú sabes que está reuniendo fuerzas para mirarte por última vez.
Y tú decides que a la mierda. Que una mirada triste y dolida y furiosa para la que él no consigue reunir el valor y que tú no sabes si tienes fuerzas para enfrentar no es lo último que quieres tener de él. Y le agarras de la nuca y le obligas a girarse y a levantar la cabeza y buscas sus labios y no le das oportunidad de mirarte. Y él se resiste un instante, como si no quisiera darte ese último beso porque sabe que es el último. Pero tú sí lo quieres, este último beso. Así que le obligas a juntar sus labios con los tuyos. Y cuando le besas por fin, cuando su boca responde por fin a la tuya, cuando te permite por fin perderte por última vez en su boca cálida y suave y joder tan deseable, sus labios no saben a fresa. Saben a agua y a sal. Saben a las lágrimas que al final han llegado.
Le abrazas y él te lo permite sólo un instante hundiendo su rostro húmedo en tu cuello. Y tú apoyas otra vez, la última, tu rostro en su pelo que, éste sí, sigue teniendo ese vago aroma a fresa. Y Justin se abraza a ti con tanta fuerza, sus dedos clavándose en tu espalda y su aliento quemándote en el cuello, que te hace daño. Y luego se separa de ti y te mira y apenas te da tiempo a ver la lluvia en sus ojos, el temblor de sus labios, antes de que baje del coche.
- Justin…
Se para esperando. Mirándote a través de la puerta aún abierta del coche. Esperando. Lo ves en su mirada anegada porque Justin nunca ha sabido evitar que cada maldita cosa que siente se le vea en la cara. Y por eso sabes que está esperando, aún ahora, aún después de esta noche, aún después de… Aún tiene esperanza. Y tú parpadeas muy rápido un instante y respiras hondo porque, joder, tampoco eso querías verlo. Y tú estabas a punto de decirle algo. Que sí, que le echarás de menos o algo así. Pensando que ésta vez tal vez sí podrías decírselo. Con todas las palabras, como a él le gustaría oírlo. Pero te das cuenta de que no puedes hacerle eso.
- Cuídate - dices al fin.
Él no dice nada. Y le observas alejarse sin mirar atrás. O eso piensas hasta que le ves volverse y quedarse de pie quieto mirándote desde el porche de la casa con los brazos rodeando su cuerpo como si tuviera mucho mucho frío. Y se le ve frágil. Y muy joven. Y tan vulnerable. Y entonces la puerta de la casa se abre y tú consigues entrever de reojo la cabeza llena de rizos de su amiga asomarse por la puerta entornada.
Y tú arrancas el coche y pisas el acelerador y no quieres pensar en nada mientras no puedes evitar pensar que no vas a volver a verle. No vas a volver a verle ni frágil, ni vulnerable, ni… ni jodidamente decidido y exasperante y persistente y con sus millones de palabras mareándote y enredándote en su tela de araña ni vas a volver a ver su cuerpo caliente su cuerpo jodidamente caliente y deseable y hambriento y encajando tan perfectamente con el tuyo ni… Y te repites que esto es lo que quieres. Lo que tiene que pasar. Y esperas que si te lo repites las veces suficientes terminará por ser verdad.
Y a pesar de todo mientras conduces y mientras pones la radio a todo volumen para intentar ahogar el sonido de tus propios pensamientos y mientras te dices que necesitas un trago de algo, de lo que sea y te importa una mierda tener que conducir dos mil kilómetros, en cuanto veas un bar piensas agenciarte uno… mientras haces todo eso, no puedes evitar pensar en que te hubiera gustado oírlo una última vez. Lo de que te quiere. Para siempre. Que eso no va a cambiar. Aunque sólo fuera para poder decirle que sólo un crío puede creer que existe algo como el para siempre.
¿THE END?