Pues no pensaba que fuera posible, pero lo ha sido: aquí tenéis el último capítulo del megahiperdramón adolescente. Aún no me lo termino de creer. Es largo (¡qué raro!) y va en dos entradas. Y quería que, como en el capítulo anterior, pudiésemos enterarnos de los pensamientos de ambos dos: así que en letra normal va el POV Justin y en cursiva el POV Brian.
Y que espero que os guste y gracias por leer y me alegra haber compartido con todas vosotras el que creo que es el tostón más largo que he escrito hasta la fecha!!*
*Y que mi musa insiste en añadirle un epílogo y ya me tiene casi convencida... así que lo más probable es que quién sabe!! -soy mala gente, lo sé... :) -.
Título: Eres un crío, Taylor
Autora: ulrike_44
Rating: NC-17
Personajes: Brian y Justin
Nota: AU. Brian y Justin son adolescentes y estudian en la Academia St. James. Lo demás ya lo iréis descubriendo.
Advertencia: No creo que sea el caso conociéndonos, pero por si a alguien le molesta advierto que el Justin de mi historia es bastante jovencito y sexo hay.
Disclaimer: Que sí, que ya, que todos sabemos que los personajes no me pertenecen ni tengo ánimo de lucro ni blablabla.
ERES UN CRÍO, TAYLOR (Capítulo Final)
- ¿Puedo quedarme con tu iPod?
Tú miras a Daphne dolido y ella te devuelve la mirada y tú eres incapaz de enfadarte con ella porque aunque esté sonriendo hay algo en su mirada algo de comprensión y de cariño y de decirte que sí que te comprende pero que hasta para ella puede que sea un poquito demasiado haberse pasado la tarde oyéndote lamentarte y oyéndote decir que esta noche piensas morirte en cuanto Brian se vaya y porque sabes que bromea que intenta bromear contigo sólo para animarte y porque de cualquier forma enfadarte es algo que requiere demasiadas energías y tú no las tienes las energías y tú sólo tienes un sentimiento profundo y devastador e insoportable de abandono aunque Brian aún no te haya abandonado.
- Lo digo en serio, Daph.
- Y yo. ¿Puedo quedarme con tu iPod cuando te mueras?
Y tú vuelves a mirar al techo y sientes la mano de Daphne que está tumbada a tu lado en la cama de su dormitorio y sientes la mano de Daphne posarse tranquilizadora y consoladora primero en tu brazo y luego sientes la mano de Daphne unirse a la tuya y sus dedos se entrelazan con los tuyos y te confortan y tú te sientes un poquito sólo un poquito reconfortado y sólo por un momento muy breve.
- Puede que… - dice Daphne.
- Brian no quiere intentarlo.
- Aún te queda esta noche para convenc…
- No he conseguido convencerle en dos meses… ¿por qué hoy iba a ser diferente?
- Porque es la última noche.
Lo es es la última noche que vas a estar con Brian antes de que se vaya antes de que se vaya para siempre porque ese es el único para siempre en el que cree Brian y tú no puedes hacer nada para evitarlo esta vez no, no puedes hacer nada salvo estar jodidamente triste y sentirte jodidamente desolado y hacer lo posible por no echarte a llorar aunque incluso ahora, estando aquí con Daphne en su habitación que es donde se supone que vas a pasar la noche porque es la única forma que tienes de pasar la noche fuera de casa aunque no vayas a estar aquí claro porque vas a estar con Brian, incluso ahora sientes ya el sabor de las lágrimas en el fondo de la garganta cada vez que tragas saliva y sientes un escozor molesto en los ojos cada vez que parpadeas.
- Eso no importa.
No no importa o al menos no le importa a Brian o al menos no le importa lo suficiente o no le importas lo suficiente tú y tal vez te estés engañando tal vez lleves semanas engañándote cada vez que sentías la mirada de Brian en ti y creías leer en su mirada algo de cariño algo de dulzura algo que iba más allá mucho más allá en realidad del simple deseo que oscurecía los ojos de Brian al principio y tal vez estabas engañándote cuando te convencías de que entendías a Brian de que de alguna forma extraña siempre podías leer en Brian mucho más de lo que Brian expresaba con palabras y tal vez estabas engañándote cuando llegaste simplemente a pensar que a Brian le importabas y ese pensamiento es devastador claro, es tan devastador que lo sientes como un dolor físico en el pecho y no es una metáfora realmente sientes como si tu corazón doliera de verdad porque ese pensamiento es devastador claro, pero no tanto como el pensamiento que le sigue no tanto como el pensamiento que más que pensamiento es la certeza de que no te equivocabas entonces no, te equivocas ahora dejando que esas dudas pululen por tu mente porque tú sabes lo sabes que no te engañabas cuando leías cariño en la mirada de Brian y no te engañabas cuando de alguna forma extraña podías leer en Brian mucho más de lo que Brian nunca llegó a decir y no te engañabas cuando pensabas que a Brian le importabas y saberlo saber todo eso y saber que nada de eso importa es más devastador todavía.
Y en el fondo de la garganta ahí donde late el pulso y ahí donde laten las lágrimas que aún no has derramado ahí está también ese latido más sordo más punzante más poderoso que tú ya has aprendido a reconocer como furia que no es ira no es irritación no es nada de eso porque eso la ira o la irritación son sentimientos controlables son sentimientos razonables y el que tú sientes no lo es no es ninguna de las dos cosas, la furia que sientes hacia Brian por marcharse así por no querer mirar atrás por no querer siquiera intentarlo no puedes controlarla igual que nunca has podido controlar ninguno de tus sentimientos hacia Brian. Y no quieres estar furioso con Brian esta noche en serio que no en serio que no quieres desperdiciar la última noche que vas a pasar con Brian estando furioso con él ni quieres que lo último que hagas con Brian sea dejar salir esa furia que a veces te quema en la garganta igual que no quieres derramar esta noche esas lágrimas que también te queman aunque de distinta manera no esta noche y no delante de Brian igual que te has prometido a ti mismo que no vas a suplicarle no otra vez no esta noche y sabiendo que si lo consigues si consigues pasar esta última noche sin que ninguna de esas tres cosas ocurran no será porque tengas el absurdo deseo de que sea perfecta esta última noche que lo tienes y no será porque ni ponerte furioso ni llorar ni suplicar van a servir de nada que no van a servir, no no será por eso será por la mirada que viste en los ojos de Brian después de que Brian sacara con tu móvil esa foto que has mirado mil millones de veces al día desde entonces y será por esa mirada que te dijo de alguna forma te lo dijo que no hacía falta que tú dijeras a Brian nada hiriente porque Brian ya estaba herido.
Así que te lo propones de nuevo te lo propones con más ganas te convences con más empeño te lo repites mil veces más en la cabeza que esta última noche será perfecta sin furia ni lágrimas ni súplicas y luego…
Y luego han pasado las horas y ahora sientes a Brian y apenas puedes pensar en nada mientras sientes el aliento de Brian humedeciendo tu hombro y mientras sientes que a su aliento le sigue su lengua que lame y chupa y deja un rastro ardiente de saliva en tu hombro en el hueco bajo tu garganta justo sobre la clavícula en tu garganta al fin tu pulso latiendo fuerte y doloroso e incontrolable contra sus labios suaves y hambrientos sus labios que te besan con fuerza sus dientes rozándote apenas en ese punto donde mañana tendrás una marca la marca de los labios de Brian como un recordatorio de que ahora estás entre sus brazos como si tú fueras a necesitarlo como si tú fueras a necesitar un recordatorio de que ahora estás entre los brazos de Brian y mañana ya no vas a estarlo.
Pero ahora lo estás ahora estás sentado en su regazo y estás desnudo y él está desnudo y un brazo de Brian rodea tu cintura y el otro abraza tu cadera y sus dedos tontean apenas cerca de tu culo y tus propios brazos rodean su cuello y sientes en la piel el cosquilleo de su pelo húmedo y has echado la cabeza hacia atrás y la boca de Brian se pasea por tu garganta sube hasta tu oreja se detiene un momento delicioso en el lóbulo sensible de la oreja y su aliento te quema en el oído y su respiración parece acariciarte el cerebro
Y los labios de Brian llevan al menos cinco minutos demorándose en todas partes en tu hombro en tu clavícula en tu garganta evitando deliberadamente encontrarse con tus labios aunque tú lo has intentando lo has intentado un par de veces lo de que tus labios se encuentren con los suyos y él se las ha arreglado para esquivarte y para que sus labios que están en todas partes en todas menos en los tuyos sonrían perezosos mientras su recorrido hace que tu respiración se acelere hace que tus párpados se cierren hace que tu corazón empiece a bombear con fuerza hace que tu polla esté a punto de estallar sólo sintiendo debajo el roce cálido y firme y suave del estómago de Brian de la piel de su vientre contra la que no puedes evitar arquearte un poco sólo un poco porque tampoco eso te deja hacer Brian tampoco te deja buscar ese desahogo porque sus manos están firmemente ancladas en tu cintura y en tu cadera y también ahí es Brian quien decide tus movimientos y tú apenas puedes hacer nada más que respirar muy fuerte nada más que cerrar muy fuerte los párpados nada más que dejar que tu polla gimotee en silencio mientras Brian te tortura y mientras Brian te enloquece lentamente y nada más que suplicar aunque te habías jurado a ti mismo que esta noche no suplicarías porque al fin y al cabo no te referías a este tipo de súplica.
- Por favor…
- Mírame, Justin.
Y Justin te mira. Te mira a ti y mira a través de ti porque le cuesta un momento enfocar la mirada, pero al fin lo hace. Y cuando lo hace sus ojos apenas parecen ya azules porque están cubiertos de humo y entonces y sólo entonces tu polla se abre camino dentro de él. Y sientes la familiar sensación de que joder está jodidamente estrecho y mierda te encanta follarle cuando está así, como está ahora, sentado en tu regazo y deslizándose de este modo sobre tu polla, con este movimiento fluido que en él parece casi instintivo, hasta que toda tu polla está dentro de él, hasta que toda tu polla está rodeada de él. Pero sobre todo te encanta ver cómo sus ojos se vuelven incandescentes tras los párpados entrecerrados, cómo sus dientes pequeños y muy blancos muerden con fuerza su labio inferior, cómo toma una súbita bocanada de aire muy corta y luego se queda sin respirar un instante…
Y esa expresión en su cara es la que nunca vas a conseguir quitarte de la cabeza, lo sabes. Hay otras expresiones y otros gestos y otras palabras - joder, hay palabras a millones siendo Justin como es- que recordarás, lo sabes, durante mucho más tiempo del que te gusta ni siquiera pensar… pero su cara al sentir cómo entras en él, en ese instante justo en el que aún no has empezado a follarle, en que puedes mirarle y él no te mira a ti porque simplemente está demasiado concentrado en acomodarse sobre tu polla, en sentir cómo vuestros cuerpos encajan con una perfección que a veces aún asusta, en recibirte dentro de él con ese movimiento de cadera natural y dulce y jodidamente caliente… esa es la expresión que sabes que te vas a llevar grabada a fuego en el cerebro.
Y te quedas muy quieto un momento simplemente mirándole y simplemente sintiéndole y él se queda muy quieto contigo y sus dedos se crispan en tu nuca y casi te hacen daño y hasta es posible que sus uñas estén dejando alguna marca en tu piel y la verdad es que no te importa una mierda que la dejen. Y entonces sí, entonces vuestras miradas se encuentran y se encadenan y tú no podrías dejar de mirarle ni aunque quisieras y por fin aparecen las lágrimas que tú has intuido tantas veces y nunca han llegado a aparecer pero sí aparecen ahora, brillando en sus ojos fijos en los tuyos sin llegar a derramarse, pero doliendo a pesar de ello o quizás precisamente por ello, porque sabes que no van a derramarse no ahora mismo pero duele ver que están ahí. Casi tanto como duele el silencio de Justin, que sólo te mira con los ojos demasiado brillantes y temblando un poco entre tus brazos.
Cierras los párpados y hundes los dedos en los mechones un poco largos de su nuca y atraes su rostro hasta el tuyo y le besas. Buscas sus labios casi con violencia buscando en el beso borrar las lágrimas y borrar las palabras que Justin no va a decirte, no ahora, y borrar el nudo que tú también puedes sentir en tu estómago o en tu corazón o donde sea y borrar cualquier cosa que no sea este momento. Borrar cualquier cosa que no sean sus labios magullando los tuyos, cualquier cosa que no sean vuestros dientes entrechocando, cualquier cosa que no sean vuestras lenguas chupándose, peleándose, abrazándose dentro de su boca o de la tuya, lo mismo da, en ese lugar y en este momento donde el aire se vuelve denso y tú ya no sabes si tú estás robando su oxígeno o él está robando el tuyo. En este momento donde Justin empieza a moverse y tu polla se clava en él o él se clava en ti con hambre con avidez con desesperación y tu brazo rodea exigente su cintura y pegas su cuerpo al tuyo con tanta fuerza que puedes notar el latido de su corazón como si estuviera debajo de tu piel, como si pudieran fundirse vuestras pieles.
Y le follas como nunca le has follado, como si fuera la primera vez o como si fuera la última. Y vuestras bocas siguen juntas y siguen jugando o abrazándose o peleándose y por eso sientes en tus labios en tu garganta el gemido, el jadeo, el suspiro que escapa de los suyos brusco, errático, incontrolado. Y lo oyes. Lo oyes porque es atronador. El silencio. No hay palabras. No hay susurros entrecortados. No hay dulzuras tontas acariciándote el oído. No hay nada más que ese gemido, ese jadeo, ese suspiro que Justin simplemente no puede evitar que salga de sus labios mientras se corre sobre tu estómago, mientras tú te corres dentro de él y muerdes con fuerza un labio, el tuyo o el suyo, para que el silencio sea completo. Para que no escape tampoco de tus labios palabra alguna porque no hay palabra alguna que puedas que quieras que debas decir, no esta noche. No si no la has dicho antes de esta noche. No si no la vas a decir después de esta noche.
Y luego él entierra la cara en tu garganta y tú apoyas los labios en los mechones húmedos de su pelo y tus dedos siguen enredándose en ellos durante un rato que probablemente es demasiado largo. Y tú no sabes ni quieres preguntarte en qué está pensando él. Tú piensas en el momento en que os habéis encontrado esta noche, hace ya un par de horas de eso. Y piensas en cómo Justin se ha montado en tu coche y te ha mirado y ha murmurado un “hola” apagado y luego ha apartado la mirada y ha empezado a enredar con la radio, como hace siempre, sólo que nada esta noche es como siempre. Y tú le has dejado que lo haga durante un instante, lo de enredar con la radio, hasta que finalmente él te ha mirado un poco sorprendido al ver que no tenías la menor intención de arrancar el coche y ha abierto la boca para preguntarte algo y tú has aprovechado para buscar su boca con la tuya y deslizar tu lengua entre sus labios entreabiertos y le has besado hasta que él te ha devuelto el beso y ha apoyado una mano en tu mejilla y se ha olvidado de la radio y después tú también le has dicho “hola” con tus labios aún descansando sobre los suyos.
Y apenas habéis hablado desde ese momento, te sorprendes ahora cuando lo piensas. Apenas cuando has arrancado el coche ni cuando tú has puesto rumbo a ese lugar cerca de la autopista donde follasteis en este coche por primera vez. Y probablemente que hayas elegido ese lugar para estar con él esta noche no tenga nada que ver con eso, con que ese fuera el primer lugar donde follasteis en este coche. Probablemente. Y probablemente ni se te ha ocurrido pensar que si no fuera porque aún es verano y no tienes forma de entrar en la jodida Academia St. James, no estaríais follando en el coche. Probablemente. Porque eso probablemente es el tipo de cosas que se le ocurren pensar a él, no a ti.
Justin sí ha hablado, recuerdas. Te ha contado no sé qué de Daphne que, como otras veces, es su coartada para pasar la noche fuera de casa sin responder a preguntas incordiantes de su padre. Te ha contado… Tonterías. Banalidades. Le ha dado al verbo parlotear un nuevo sentido, la verdad. Sin mirarte apenas. Mirándote constantemente de reojo cuando creía que no te dabas cuenta. Como si intentara memorizarte. Hasta que finalmente le has apoyado una mano en la mejilla y le has hecho callar apoyando el pulgar en sus labios y él finalmente te ha mirado, te ha mirado de verdad por primera vez en toda la noche. Con sus ojos líquidos, tristes, inmensos.
- Ven aquí - le has dicho.
Y él se ha sentado en tu regazo y ha pasado los brazos alrededor de tu cuello y tú has abrazado su cintura con los tuyos. Y ahí siguen horas después sus brazos, rodeando tu cuello. Y ahí siguen los tuyos, abrazándole. Y su cara enterrada en tu garganta. Y tus labios respirando el aroma afrutado de su pelo que ahora se mezcla con el olor tan familiar, tan embriagador, del sudor que lo humedece. Con su olor. Y ahí sigue el silencio. Que no sabes si es mejor o es peor que el parloteo de antes.
- Quiero follarte otra vez - susurras en su oído.
Aunque sólo lo dices para que… joder, para que desaparezca el maldito silencio, para que reaccione, para que diga algo, lo que sea, para que desentierre esa cara que no quiere dejarte ver del lugar donde está, para que…
- Y yo quiero que me digas que ésta no es la última vez que vas a hacerlo.
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