Jul 28, 2006 19:37
[Tono: palabra que usan los gemelos con Tamaki. Pareciera significar algo asi como Lord o Señor]
Rodeados por la semioscuridad dejada por las velas que iluminaban las paredes, los gemelos se entregaron a un beso pasional lleno de ansiedad y deseo. No importaba que intentaran tranquilizarse o expresar sus preocupaciones, sabían de antemano lo que pensaban y sentían. Bastaba menos que una mirada, un gesto o un suspiro.
La primera vez que se besaron pensaron que -simplemente- era de las pocas cosas que les faltaba hacer juntos.
Hikaru cerró sus dientes en el ángulo entre el cuello y el hombro, logrando el ansiado movimiento de Kaoru, quien -arqueando su cuerpo -, dejó absolutamente libre el cuello mientras sus torsos y caderas chocaban entre roces de telas y cinturones inútiles.
El mayor volvió a reclamar la boca del menor lamiendo desde la barbilla hasta la comisura de la boca. Amaba el sabor a manzana de su hermano porque era una de las pocas diferencias absolutas que tenían (sino la única). Entrecerrando sus ojos dorados comenzó a rehacer el camino desde los labios ahora rojos, bajando por el pecho terso al tiempo que quitaba la camisa molesta, tironeando los botones esperando ver los amados pezones que tanto le gustaba estimular.
Cuando por fin pudo lanzar lejos de la cama escarlata el trozo de tela, notó que su hermano jalaba de su propia ropa, ayudándolo a desvestirse y desvestirlo en un juego casi acrobático, en el que la amplia cama se hacía pequeña en comparación a la gigantesca cama que cada uno tenía en una habitación de la mitad del tamaño del Gran Salón.
Kaoru reía mientras tiraba de sus propios pantalones montado en Hikaru cuando vio que su hermano miraba hacia la entrada de la habitación. Al voltear, estaba su Señor Tamaki-senpai, con una cara de sorpresa digna de ser comparada con la que puso cuando vio que Haruhi era una chica.
Al recordar a la princesa del host, la expresión de Kaoru decayó un momento. De antemano sabía que el corazón de su senpai y -aunque no quisieran admitirlo ninguno de los dos -el de su hermano estaban sobre la pequeña plebeya.
-Yo... ehm... perdonen. -tartamudeó, forzando una sonrisa- Hagan como que no me vieron! yo bajo de nuevo, byeeee...
Agitando una mano el rubio quiso salir de la habitación, pero la voz siseante de Hikaru le detuvo.
-Tono… ¿No prefiere quedarse? -preguntó con tono inocente mientras rodeaba la cintura de su hermano con un brazo al tiempo que se sentaba en la cama. Kaoru abrió enormes los ojos al darse cuenta de lo que estaba buscando su reflejo -Es mejor que estar solo en un lugar desconocido ¿no?
Kaoru vio que su senpai se la estaba pensando mientras un rubor suave teñía sus mejillas.
-Anda Kaoru -le susurró el mayor -Ve a buscarlo…
Así, con el pantalón abierto, el pecho descubierto y completamente despeinado, el muchacho caminó balanceando ligeramente las caderas, hasta quedar frente a Suou.
-Mi Señor… sabemos que tiene sueño -le sonrió.
Antes de darse cuenta realmente de lo que pasaba, Tamaki se vio de espaldas sobre la colcha roja, con un gemelo sobre él y el otro a un lado, acariciándole el cabello.
Sin saber cual era cual, el rubio se vio pronto rodeado de caricias y cosquillas que le arrancaron risas y lagrimillas, hasta que una boca se apoderó de la suya, y unas manos curiosas levantaron su camisa, recorriendo la piel sensible.
El gemelo que le había besado se sentó sobre su pecho y se lamió los labios desde ahí. Suou tuvo que admitir que al ordenar su cabello con las manos, el Hitachiin -fuera el que fuera -era una de las visiones más excitantes que su temprana y bilateral vida sexual podían asegurar.
Entonces un escalofrío lo recorrió. Otro par de manos, ocultos en la espalda de su jinete, se ocupaban de desabrochar su pantalón y dejarlo lejos, lejos, en donde no molestara.
Solo en el momento en que la frialdad de la piedra acarició su piel vio como el otro gemelo aparecía abrazando por la espalda, mirándole desde arriba con picardía y algo de lujuria mal escondida.
-Mi Señor…
Esa sola palabra bastó para que King pudiera saber que Hikaru estaba sobre su pecho y Kaoru sobre… sobre…
Un quejido rompió el aire cuando los gemelos se movieron juntos, las manos del menor perdidas dentro del pantalón del otro, mientras sus caderas se rozaban de modo imposible.
Tamaki tuvo que tapar su boca con ambas manos cuando el gemelo ejerció aún más peso, incrementando de manera insoportable el contacto…
-¡Kaoru!
Hikaru sonrió complacido. Por fin tendrían a King ahí donde querían, para poder demostrarle de la forma más explícita al nivel en que se encontraban a su servicio.
Luego de minutos que parecieron eternos entre vaivén y vaivén, quejido y quejido, la boca suave de Hikaru se posó nuevamente sobre la suya, besándole e intercalando palabras que Suou podría haber entendido de no haber estado con la mente nublada de excitación y lujuria contenida.
Casi sin darse cuenta el rubio se vio abrazando al gemelo y recorriendo su cuerpo mientras sus lenguas se revolcaban en un juego de dominación difícil de acabar.
Kaoru no les miró mientras bajaba por las piernas de su señor para acabar de rendir a King al deseo. El escalofrío que recorrió al mayor cuando el pelirrojo le rodeó con sus labios solo podía compararse a aquella terrible vez que terminó atrapado con un chico de cursos superiores en una sala de música luego de un temblor. Vaya manera que tuvo su senpai de tranquilizarlo.
Hikaru evitó todos los intentos que su superior hizo para quitárselo de encima y detener a su hermano, quien con suaves movimientos ya tenía empalmado el real miembro de su majestad. Ese fue el momento en que Tamaki creyó morir. El gemelo mayor se hizo a un lado permitiendo al rubio tener amplia panorámica del pelirrojo devorando su carne, y luego -tan campante -se unió a su hermano, jugueteando con los muslos, lamiendo el ombligo y dando ocasionales contactos a su pene.
Ambos comenzaron a lamer solamente el erecto miembro arrodillados frente a él, dejando a Tamaki libre decisión de detenerlos o no, aunque sabían de sobra que su senpai estaba lo suficientemente idiotizado con el placer que sentía como para negarse a continuar.
El orgasmo se venía a pasos agigantados, y Suou ya se preparaba para recibirlo cuando los gemelos dejaron de actuar sobre él. Sus ojos dorados y gatunos se entrecerraron mientras su presa temblaba de frustración…
-Ustedes… No pueden…
Cada palabra era un jadeo doloroso. Su erección dolía y esperaba ansiosa. Bastarían unos segundos más de lenguas sobre ella y todo acabaría bien, pero parecía que los gemelos tenían otro plan…
Kaoru comenzó a gatear desde las piernas hasta quedar sobre su senpai. Apoyando el peso en rodillas y codos, rozó los labios de Tamaki por primera vez, otorgando un beso lento, distinto al dado por su hermano, pero que poco a poco tomaba fuerza. El rubio extendió las manos, buscando pezones y piel que arañar y sentir. El cuello del menor fue el blanco de sus dientes, mientras sus dedos bajaron por el torso hasta buscar el miembro desantendido del quinceañero, perdiéndose así la vista de Hikaru acomodándose para preparar a su hermano para lo que venía….
Libres de gemir tan alto como quisieran, Kaoru y Suou se dejaron agasajar por Hikaru, bordeando el éxtasis con lascivia y sumisión.
Nuevamente los gemelos se abrazaron mientras Tamaki sentía como su excitación bajaba lentamente, desatendida y sola. Sin embargo no alcanzó a proferir ninguna queja cuando vio como el gemelo mayor guiaba a su hermano para montar su miembro.
-K-Kaoru…
En un instante de sentido común detuvo las manos de Hikaru que ya sostenían en alto su pene para penetrar al otro, pero el menor tomó la iniciativa y -apartando ambos pares de manos -se empaló por sí solo contra su Señor, arrancándose un quejido de la garganta, cayendo ligeramente hacia atrás, siendo sostenido por su hermano, que le daba suaves besos en el oído y el cuello, mientras una de sus manos bajaban al miembro de Kaoru para hacerle olvidar el dolor. Al tiempo, con la mano libre atraía a Suou a un beso por sobre el hombro del menor, propiciando el contacto y los leves movimientos que llevarían al éxtasis que poco a poco se apoderaría de él.
Empujado por su gemelo, el joven comenzó a moverse lentamente, sin pedir permiso, cerrando los ojos ante el incómodo roce que generaba tantas y tan distintas sensaciones dentro de su cuerpo.
-Ta-Tamaki-senpai… -gimió cuando el rubio tomó sus caderas y las elevó para sobrellevar la molesta posición.
King quedó de espaldas y dejó caer a Kaoru, clavándolo hasta lo más profundo, golpeando con brutalidad su próstata y pasando a llevar cuanta resistencia hubiera osado interponerse. El muchacho lanzó un grito de placer mientras su gemelo jugueteaba con él, esperando paciente su turno.
El menor se mordió la mano por costumbre. En la mansión -si bien, era gigantesca -la distancia con la habitación de sus padres y sirvientas no era tal, por lo que aplicar dolor o -simplemente- morder lo primero que tuviera a la mano, siempre fueron las maneras de aplacar sus registros sonoros. La visión de la sangre correr por el brazo, tiñendo la comisura de la boca y la pálida piel generaron nuevos y desconocidos bríos en Tamaki, que -volteando posturas -decidió que era hora de enseñar al gemelo lo que era el placer.
Aprovechando el cambio y la necesidad de silencio, Hikaru tomó su miembro erecto y lo acercó a los labios de su hermano, frotándolo contra el puente de su nariz y sus mejillas, divertido de ver como abría la boca y buscaba tomarlo, sin lograr su cometido.
-Buen provecho Kaoru…
Cuando por fin aquella boca le rodeó con su humedad y calidez, ambos dejaron salir suspiros ansiosos.
El mayor se inclinó a tomar una vez más los labios del rubio.
El menor se elevó un poco para chocar su nariz respingada contra el vello púbico de su hermano y juguetear con sus testículos y ano, que quedaban al alcance de su mano libre, mientras torturaba la otra con todo el peso de su cuerpo más la fuerza ejercida por King al embestirle sin ninguna consideración. Los dedos de Hikaru pronto se unieron a los suyos, abriendo, preparando, simplemente tensando para dejar volver.
La gracia era sentir placer.
…El móvil no importaba…
Minutos después, en el instante en que Hikaru notó que Suou prolongaba intencionadamente la espera el orgasmo de su hermano, hubo un cambio de posiciones nuevamente, cosa que aprovechó el mayor para quedar en un delicioso 69 con su gemelo, la boca llena de carne y el trasero de Tamaki a la mano para jugar un rato con él. Quien sabía si hasta terminaba encajándosela a su Señor.
El primer orgasmo dejó marcados los dedos del rubio en la cadera de Kaoru, y los dientes de este en el muslo de Hikaru.
El Rey del Host sacó lentamente su miembro mientras el menor se dejaba caer a un lado, tan agotado como la primera vez que tuvo un trío. Hikaru aprovechó entonces para jugar un poco con su amo, dándole mimos e intentando excitarlo nuevamente, y aunque el objetivo estaba siendo logrado, el sueño cerraba esos ojos azules tan profundos que lo provocaban.
-¿Ves? Sabíamos que tenías sueño Tono… -susurró contra sus labios antes de un último beso.
Tamaki fue hacia su cama casi sin darse cuenta, durmiéndose bajo las colchas escarlatas en cuento apoyó la cabeza en la almohada.
Hikaru por su parte, miró a su hermano y se inclinó sobre su trasero a beber la esencia del rubio. Luego la compartió con Kaoru, besándose por largos minutos, hasta que el menor le rodeó con las piernas la cintura y le espetó el no haberlo penetrado al tiempo de su rey.
-No está acostumbrado… la razón hubiera vuelto a él… Prometo que la próxima vez será.
Besos en el cuello y los pezones, manos recorriendo las zonas húmedas hasta que Kaoru le insistió el roce, apretando su abrazo con las piernas.
Penetró a su hermano de golpe, bombeando ese punto que a su gemelo hacía desfallecer, hasta que el nuevo orgasmo los hizo estallar, rindiéndose al sueño y la humedad de sus cuerpos.
Como siempre, a la mañana siguiente sería Kaoru el primero en despertar y ducharse y sería también quien lavaría a su hermano y su señor, preparándose para ir a clases.