Esto no estoy seguro de la finalidad que tiene, a veces serán pequeños recordatorios, reflexiones, divertidas aventuras de la vida real, pensamientos pasajeros o símplemente por mantener este journal un poco vivo... Pero a todos los mentirosos les gusta de sincerarse alguna vez, si bien con unas botellas por barrera, en este caso una pantalla de cristal líquido... así que hala, apártense todos ante el primer y azoroso trozo de mierda que me pase por el cerebro:
(Patrocinado por Braueberei Beck & Co. y Camel)
Yo me doy la vida padre, oigan. No me puedo quejar y me quejo, me rasco las pelotas cuanto quiero, asumo y resuelvo todas y cada una de mis responsabilidades de una forma un tanto irresponsable, y como carne cada día. Hinco la polla de vez en cuando, variando además. Suelo encontrar buenos amigos a los que no suelo apreciar todo cuanto debería pues me suele parecer natural habérmelos ganado. Me gustan músicas chungas y sé dónde encontrarlas. No me van los videojuegos modernos y mi ordenador es suficiente bueno para rular todo tipo de emuladores, así que me pego auténticas viciadas al Zelda, a los Marios, a juegos de la PSX, al Street Fighter...
Un día sin viciar no es un día completado
Me gusta leer, desde que me vine a Alemania leo bastante más, antes atravesé una etapa en la que disfrutaba leyendo a drogadictos absurdos de los años '50 y '60, ahora leo a drogadictos absurdos del siglo XVII. La mayor diferencia radica en que los segundos te cuentan cuentos bellos y horribles y magníficos y sangrientos y sexuales y apasionados y humanos, te dibujan la vida en letras. Los primeros te escupen su vida en forma de zurullo. No obstante, también disfruto leyendo vidas fecaloides ya que a veces en el infierno que gusto de montarme hace tanto frío que para pasar algo de calor prefiero orinarme encima en vez de buscar una estufa, un abrigo o unas tetas.
¡Tetas! Paso de escribir más, me aburro. Hasta más ver.