Título: Arbitraje
Pareja: Jongin/Kyungsoo (diminuto Jongin/Sehun/Luhan)
Fic original de:
fumerieRating: NC-17
Género: street race AU…. O no.
Número de palabras: 8,750/~25,000
Resumen: Hay tres pistas en la vida de Do Kyungsoo. Pista A, comerciante en un banco de inversiones. Pista B, nuevo recluta de un equipo de carreras llamado EXO. Pista C… la pista C incluye a alguien llamado Kai y un montón de malas decisiones.
Arbitraje:
3. m. Com. Operación de cambio de valores mercantiles, en la que se busca la ganancia aprovechando la diferencia de precios entre unos mercados y otros.
arbitraje
Kyungsoo se despierta al notar cómo el áspero asfalto le araña la cara, y el olor húmedo y terroso de la llovizna le asalta la nariz con cada bocanada de aire que inspira. Es la clase de lluvia que lleva cayendo semanas. Fría, cansada, que trae olor a humedad. Lluvia de primavera. Hace mucho tiempo que no llovía así en Seúl. La cara le duele cuando su piel se restriega contra el asfalto, mientras se estremece y se esfuerza por levantarse del suelo. El pavimento está húmedo y frío bajo sus dedos, y las gotas de lluvia salpican la parte de atrás de su cabeza. Se nota las mejillas sensibles, en carne viva, y le duelen los huesos. Cuando consigue incorporarse y quedarse sentado, el suelo está salpicado de manchas oscuras que no parecen deberse a la lluvia. Parece que hacen juego con los largos arañazos sangrantes que hay en las palmas de sus manos. Kyungsoo sisea cuando las gotas de lluvia golpean donde la piel está desgarrada.
Aún puede oír el eco de su corazón, que late fuerte e insistente en el silencioso aire de la mañana. Porque decide que aún es por la mañana temprano al mirar el color gris pálido del cielo. Las calles están vacías, empapadas de persistente sueño. Le lleva un rato que sus extremidades le obedezcan otra vez, sus dedos aún están rígidos a causa de los últimos restos de adrenalina. Tiene que pararse a respirar hondo un par de veces, intentando decidir dónde se encuentra. Las calles le resultan familiares, a un par de manzanas del garaje. A un par de manzanas de su piso. Se tropieza una y otra vez, pero el paseo no se le hace tan largo. Los corredores matutinos y los ejecutivos apenas le dirigen una mirada cuando se lo cruzan. La llovizna no es suficiente para empaparlo, pero la fría humedad le provoca escalofríos, colándose a través de sus capas y capas de ropa.
Las ventanas de la primera habitación empezando por la derecha del segundo piso de su edificio están abiertas cuando llega ante él. Kyungsoo se para al pie del edificio, mirando hacia arriba, mirando hacia las ventanas abiertas, y se siente algo perdido y desorientado. Hay un Genesis Coupé negro aparcado en la calle, y Kyungsoo se acerca a él y se apoya, sopesando sus opciones. Se palpa con la mano y se saca la cartera del bolsillo trasero de su pantalón. Lleva dinero suelto, tarjetas, una polaroid embutida de cualquier manera, un fajo de recibos. Kyungsoo se separa del coche, lanzando una última mirada a las ventanas abiertas antes de girarse y echar a andar en dirección contraria.
Pasa junto a un puesto de periódicos y coge uno, echa un vistazo a los titulares y le fallan las fuerzas cuando mira la esquina superior derecha, justo sobre «El impuesto sobre la renta asciende un 2.4%» y «Colisión múltiple en el Puerto Norte de Incheon». Vuelve a poner el periódico en su sitio cuidadosamente, y cuando alza la vista, hay alguien mirándolo fijamente desde la ventanilla bajada de un Hyundai azul parado a un lado de la calle.
-Hey -el conductor le sonríe-. ¿Quieres que te lleve? Parece que te hace falta.
Kyungsoo camina arrastrando los pies. Aún llueve.
-Estoy bien.
-Eres Kyungsoo, ¿verdad? Te he visto por las pistas. Me llamo Jongdae -el conductor sigue sonriendo, y saca una mano por la ventanilla, ofreciéndole un apretón de manos. Sus arraigados modales lo impulsan a dar un paso adelante y aceptarlo-. No, en serio, insisto. Está lloviendo, y parece que acabes de salir de un accidente de coche -dice, y sus ojos se desvían hasta los rasguños de los brazos de Kyungsoo. Éste retira la mano-. Te llevaré a casa, sin problemas. ¿Está muy lejos?
Kyungsoo se muerde el labio inferior.
-Yo… Está bien. No tengo adonde ir ahora mismo -es otra forma de decir que no tiene ni puta idea de adónde va, la verdad.
Jongdae parpadea, con las cejas arqueadas.
-Oh.
Y de algún modo, acaba en el asiento del copiloto del Hyundai, totalmente quieto, con las manos sobre su regazo en un cuidadoso intento de no manchar de sangre la tapicería; mientras que Jongdae le lanza miradas periódicas durante el tiempo que dura el viaje. Tal vez podría ayudarle, le dice Jongdae. Kyungsoo considera sus posibilidades, sopesa los pros y los contras y calcula el riesgo compuesto.
-Han estado preguntando por ti, ¿lo sabías?
Kyungsoo murmulla en voz baja, se apoya contra la ventanilla, mirando los coches y los edificios que pasan volando a su lado, Seúl pintado en tonos monocromáticos.
-Hay un garaje, a unas calles de aquí, llamado EXO. ¿Lo conoces? Son amigos míos, y están buscando un nuevo conductor que se una a su equipo para la próxima Guerra de las Carreras. Deberías ir a echar un vistazo, ellos también te han visto en las pistas -Jongdae pasa la mano por el volante. Es una de esas personas que no pueden parar de hablar cuando están con otra en un espacio cerrado. Un conversador compulsivo-. Han preguntado por ti.
Iban de camino a casa de Jongdae, había dicho. Había un piso vacío junto al suyo en ese momento, tal vez Kyungsoo podría mirarlo. Qué coincidencia tan maravillosa. Como si la vida estuviera hecha de coincidencias y buena suerte.
-¿Seguro que estás bien? ¿No necesitas ir al hospital ni nada? Te sale sangre del oído.
Kyungsoo se lleva una mano a la oreja, y cuando la retira, sus dedos están manchados de sangre.
-¿Una noche salvaje? -Jongdae gira la cabeza hacia él, con los ojos fijos en cierta parte de su cuerpo-. Espero que te hayas apuntado ese número en algún otro sitio. Alguien podría estar esperando una llamada.
Kyungsoo mira hacia abajo, y sus dedos se mueven automáticamente hasta el lugar que Jongdae está mirando. Hay tinta negra sobre la pálida piel de su palma, trazos temblorosos y torpes, líneas rectas que acaban torcidas como si las hubiera escrito un niño, casi ilegibles, difuminadas por la lluvia y surcadas de pequeños rasguños. Una hilera de dígitos, no tan larga como para ser el número de teléfono de nadie.
20211130.
-Espero que recuerdes el nombre de la persona afortunada.
*
Embrague, mete segunda. Siente algo parecido a una onda expansiva atravesar su cuerpo cuando el motor del coche sube a 4500 revoluciones. Suelta rápidamente el embrague y siente la enorme sobrecarga de poder que casi lo lanza de espaldas cuando las ruedas traseras pierden tracción y el coche se sacude fuera de control, levantando una nube de polvo de la pista. Aunque en realidad no, porque el truco consiste en cómo subirse a la ola y pelear con las vueltas y las curvas, dejando que el coche derrape. Frena, acelera, gira. La masa de metal y goma chirría fuertemente contra el asfalto por encima del sonido del motor. Le da la vuelta al volante con un movimiento demasiado amplio, y el coche recorre un gran arco antes de que pueda recuperar el control de nuevo, y siente una sutil sacudida que atraviesa su cuerpo cuando la parte trasera del coche está a punto de chocar contra un pilar de cemento.
Deja que el coche gire sobre sí mismo por cuarta vez, y mientras tanto observa fijamente al hombre que está de pie, como un punto focal, en medio de la pista de pruebas. Puede ver su mirada calculadora y la curva de su sonrisa satisfecha, siguiendo su propia mirada, con los brazos cruzados sobre el pecho tranquilamente, a pesar de estar en el camino de un coche que da vueltas, fuera de control. Su pie pisa el freno, el coche chirría mientras termina el último giro y se queda justo frente al otro hombre, y el sonido es ruidoso y estridente. Ninguno de ellos se estremece. El hombre alto deja caer calmadamente sus brazos a cada lado de su cuerpo y los vuelve a levantar, aplaudiendo lentamente. Kyungsoo suelta un pequeño suspiro, apaga el motor, se desabrocha el cinturón y sale del coche. Cierra la puerta de un golpe, y lo recibe el sonido de la gente que le está aplaudiendo y silbando.
-¡Increíble! ¡Sabía que serías una buena pieza desde que te vi en la pista de Bukak Skyway!
La expresión de ese chico ofensivamente alto ha pasado de la calma calculadora a la excitación más frenética. Sus ojos, abiertos como platos, ocupan la mitad de su cara, piensa Kyungsoo mientras se aleja subrepticiamente del chico. Su sonrisa es todo dientes. Unos dientes ofensivamente blancos y rectos, fruto de una higiene dental excepcional.
-¡Chanyeol, relájate un poco, joder, lo estás asustando! -le grita uno de los chicos que están sentados en un banco alto de metal-. ¡Parece que se le vayan a salir los ojos!
-¡Relájate tú, Kris! ¿Y por qué coño estás aquí? ¡No eres de este equipo!
-Tengo que comprobar a tus nuevos reclutas para asegurarme de que no tendré que buscar a alguien que despegue tus restos de la pista de carreras -el chico rubio retuerce los labios, formando algo a medio camino entre una sonrisa provocadora y una mueca, y tira una colilla al suelo. Se pone de pie, y el chico rubio es tan ofensivamente alto como Chanyeol, si no más. Kyungsoo suelta un quejido mudo cuando se da cuenta de que son prácticamente torres a su lado-. No es malo, supongo. Mejor que el tío que te llenó el patio trasero de cristales rotos -el chico rubio lo está mirando fijamente ahora, y en sus labios quedan los vestigios de una sonrisa.
-Lárgate, Kris. No tengas celos porque vayamos a darte una paliza y tu bitchface vaya a besar el suelo este año gracias a este enano -es lo que dice Chanyeol mientras se cuelga de los hombros del chico rubio… de Kris. Sonríe como un loco mientras Kris le da codazos en las costillas para quitárselo de encima.
-Suponiendo que podáis ponerlo en forma en los pocos meses que quedan.
-Tiene un talento innato, lo veo -otro chico se acerca a ellos, sonriéndole. Suho, recuerda Kyungsoo de cuando lo ha oído presentarse antes, cuando entró al garaje. Él había dicho «he oído que me estáis buscando», y el chico Sonrisa Bonita, Suho, le había contestado «enséñanos lo que sabes hacer». Qué típico, pensó, pero el corazón aún le latía con fuerza en el pecho mientras todos se acercaban a su coche en el patio trasero del garaje, que era mucho más grande de lo que debería ser un patio cualquiera-. ¿Cómo habías dicho que te llamabas?
-Kyungsoo -se apoya suavemente contra el coche, y se siente bastante incómodo por el par de ojos que lo recorren de arriba abajo-. ¿Qué, necesitas comprobar mis antecedentes, o algo?
-Quizá todavía no -dice un chico delgaducho, riéndose. Habla con ceceo, y sus ojos se transforman en medias lunas cuando sonríe.
-Está bien. Los buenos conductores son uno entre un millón, necesitáis a alguien que esté un poquito descontrolado -dice Kris, apoyando el codo en los hombros de Chanyeol-. Le falta un poco de técnica, el coche le patina y a veces pierde el control… pero tiene algo.
-Eh, ¿quién te ha contratado como nuestro encargado de recursos humanos? -Chanyeol pone los ojos en blanco y aparta al chico rubio-. Pero sí que nos recuerda a alguien, ¿verdad? -Chanyeol sonríe mientras se acerca, acorralándolo con su impresionante altura. Kyungsoo pega aún más la espalda al metal de su coche.
-Su forma de conducir, sí… Me recuerda al crío ese -Kris se da la vuelta de repente para mirarlo fijamente, evaluándolo-. Los dos conducen como si se murieran por chocar. Como putos temerarios. A veces eso no es tan buena idea.
Kyungsoo frunce el ceño, y ya tiene la boca abierta para replicar cuando otra persona se mete, con las manos en las caderas y mirando a Kyungsoo de arriba abajo.
-Es genial que tengamos a este chico como su sustituto, ¿eh?
-Nadie es el sustituto de Kai, Baekhyun. Kai sigue en el equipo -Suho le da unos golpecitos en el hombro, con gesto exasperado.
-Bueno, es que a veces me cuesta recordarlo, teniendo en cuenta que a su excéntrica majestad no se le ve el pelo la mitad del año -Baekhyun pone los ojos en blanco-. ¿Le habéis preguntado siquiera si se va a apuntar a la Guerra de este año?
Todos se miran los unos a los otros y se instala entre ellos un silencio dubitativo.
-…La última vez que lo vi fue antes del anuncio oficial de la Guerra de las Carreras. Hace más de un mes -el chico delgaducho se encoge de hombros, visiblemente incómodo.
Baekhyun levanta los brazos, exasperado, como si quisiera decir «no tengo nada más que añadir».
-Entonces… -Kyungsoo pasa su peso de un pie a otro-. ¿Estoy dentro?
-Ya no puedes salir ni aunque quieras -Suho se le acerca, con la mano extendida para un apretón de bienvenida-. Bienvenido a EXO-K.
Kyungsoo lo mira fijamente unos segundos antes de estrechar su mano, sin apartar la mirada de esos ojos que están clavados en los suyos.
-Llevadlo a la pista de Incheon esta noche -exclama Kris, despidiéndose con la mano antes de alejarse.
Seúl en primavera es todo luces brillantes y asfalto mojado. El murmullo de la ciudad se amplifica con el sonido de docenas de motores de coches que recorren la autovía del Puerto Norte de Incheon, bestias de metal de todas las formas y colores alineadas entre la muchedumbre, que parlotea animadamente. Desde los mega altavoces de unos coches enormes resuena una irritante música dance, y sus propietarios, niños chaebol, se exhiben a su alrededor con chicas preciosas cogidas del brazo, presumiendo del dinero de sus familias con ostentosas luces LED y alerones gigantes. El grupo de los que de verdad tienen dinero está reunido a un lado, directores de mediana edad y empleados del gobierno que miran con desprecio a los demás; apoyados en sus coches de mil millones de wons, bestias de serie brillantes y sin mácula, de color rojo Ferrari o negro BMW.
Kyungsoo aparca su Genesis negro junto a un GT-R de color rojo fuego con rayas plateadas fluorescentes en el capó. Chanyeol y Baekhyun están sentados encima, Chanyeol está masticando ruidosamente un montón de patatas con sabor a salsa barbacoa, y Baekhyun le roba patatas de la bolsa sibilinamente cada cinco segundos. Kyungsoo tiene que mirar de nuevo a Baekhyun; parece una persona completamente diferente con esas cantidades obscenas de eyeliner y esos anillos de metal adornando sus dedos. Lo saludan cuando sale del coche, y al mismo tiempo un Audi Velvet Purple se detiene al otro lado del GT-R. Kyungsoo lo ha visto antes, en el garaje, pero el brillo de la pintura es absolutamente deslumbrante bajo la luz de las farolas.
-¡Hey, Sehun! -Chanyeol le choca la mano rápidamente al conductor cuando éste sale del coche. El chico delgaducho se arregla sorprendentemente bien, con el pelo peinado hacia atrás y una chaqueta de cuero de marca, que podría costar la mitad que el coche que está conduciendo, colgada de los hombros. El retrato perfecto de un irritante niño chaebol, mimado por el dinero de sus padres y con demasiado tiempo libre, que busca algo de adrenalina en la pista de carreras.
-Lo gracioso es que Suho es el niño chaebol ricachón -se ríe Chanyeol, su voz suena profunda y demasiado potente por encima de los motores revolucionados y la música atronadora. Kyungsoo se apoya sobre el robusto capó del GT-R, escuchando cómo Chanyeol y Baekhyun intercambian cotilleos sobre las carreras mientras esperan a que se hagan todas las apuestas. Chanyeol saluda a Suho, que está hablando con otros junto a un Eclipse naranja. Kyungsoo sigue su mirada y divisa los ojos de Kris en el grupo-. El Audi V10 en realidad es de Suho, pero es demasiado buen tío para competir de verdad, así que se lo presta a Sehun. Gran estrategia, desde luego. Sehun es un buen cebo, hace creer a todos los creídos del circo que es sólo otro niño rico con demasiado dinero y tiempo libre. Gana bastante pasta en las carreras.
-Bueno, tú también, ¿no? -Baekhyun sonríe, tirándole una patata a Kyungsoo-. Con esa cara de sorpresa, todo el mundo pensará que eres un pobre niño que se ha perdido y que ha llegado dando tumbos a la pista, por casualidad. Pero no eres nada de eso, ¿no? Te he visto correr. Puede que entres dando tumbos a la pista, pero no creo que estés perdido. Kris tenía razón sobre lo de cogerte… Tiene ojo para estas cosas. Esa curva en la pista de la montaña Bukak… Fue algo impresionante. Tienes el potencial y eres un desconocido, así que no saben de lo que eres capaz. Podrías ser nuestro as en la manga.
Kyungsoo se quita el trozo de patata del hombro, sacudiendo la tela de su chaqueta con el ceño fruncido.
-¿Por qué pensasteis que iba a correr para vosotros?
-Bueno, estás aquí, ¿no? Y sabes que no es sólo por nosotros. Podríamos decir que es por dinero, pero tampoco es eso.
Chanyeol se ríe, saludando en dirección a un Skyline blanco que acaba de aparcar junto al Audi. Un chico esbelto sale del mismo, de ojos enormes, obscenamente joven, pero las líneas definidas y los ángulos de su rostro hablan de algo más cuidado. Sehun lo atrapa en un abrazo.
-Das esa impresión. Como si te importara una mierda que todo se fuera al infierno, pero siempre frenaras en el último momento porque de repente recuerdas que se supone que no te tienes que estrellar. Ya te lo he dicho, me recuerdas a alguien.
-¿A vuestro amigo, el que se fue?
-Kai no se ha ido -Chanyeol niega vigorosamente con la cabeza, como si quisiera sacudirse esa idea de encima-. Es sólo que… no aparece tanto como debería.
A su lado, Baekhyun suelta una risa que parece un bufido.
-¿Esos son los del equipo de Kris? -Kyungsoo mueve la cabeza en dirección al grupo con el que Suho y Sehun están hablando.
-Sí, es el equipo M. Ése es Kris, bitchface y rey de la pista, ya lo conoces. El chico bajito del Eclipse naranja es Yixing. El rubio mono que ha salido del Skyline blanco ahora mismo es Luhan. El del 370z azul hielo es Minseok. El Genesis color verde selva es de Tao, el que parece un asesino kungfu que está al lado de Kris. En realidad es muy majo. Ah, y el que está ahí hablando con Suho es… Jongdae. El… ¿coordinador de M? ¿Su manager? Algo así. Al final los conocerás a todos.
Jongdae lo saluda con la mano cuando ve los ojos de Kyungsoo en medio de la multitud.
-La Guerra de las Carreras, tienes que haber oído hablar de ella, ¿no? Es como la ceremonia de premios de fin de año de aquí, máximo cinco coches por equipo. Por eso compartimos garaje pero estamos divididos en dos grupos, K y M. Viene gente de todo el país, tuneadores coreanos, ricachones presumidos, tenemos de todo. El lugar cambia cada año, este año es la pista de montaña de Galma. Por eso hemos estado buscando a alguien nuevo, un trotamundos. Nuestro equipo es bueno, tenemos nuestros ases en la manga, pero necesitamos sangre nueva.
-Porque nuestro excéntrico as en la manga no es de fiar. Es bueno, pero trabajar en equipo con él es difícil cuando nadie tiene ni idea de dónde está -Baekhyun hace un puchero.
-No te oigo quejarte cuando junta dinero para nosotros cada quince días -Suho se acerca a ellos, dándole una palmada en el hombro a Baekhyun. Sehun lo sigue-. Vamos, estamos en la cuarta carrera.
Chanyeol se da palmaditas en las mejillas mientras sube al GT-R rojo.
-¿Quién conduce esta noche?
-Sehun y Kyungsoo. Sehun ya tiene bastantes apuestas hoy. Ah, y no van a cerrar las carreteras. Pista extendida para todos -Suho sonríe, y a Kyungsoo se le ponen de punta los pelos de la nuca. No se cierran las carreteras, sólo habrá puestos de vigilancia. Van a competir con civiles esta noche… aunque tampoco es que a las dos de la mañana vaya a haber atascos en esta parte de la carretera. Suho les da a Sehun y a él un par de auriculares negros y micrófonos-. Para que nos coordinemos -le dice Suho, y su voz suave resuena en los oídos de Kyungsoo cuando monta en el asiento del conductor.
El Genesis verde y negro y el Skyline blanco como la nieve se reúnen con ellos en la línea de salida. El chico rubio, Luhan, sonríe y le saluda, y Tao simplemente asiente, el pelo oscuro le cae sobre los ojos y en su cara hay un gesto de sombría concentración mientras agarra el volante con fuerza. Un Nissan Silvia de color verde chillón con demasiados vinilos de GT-R y luces LED azules se para al otro lado, junto a un Mercedes S350 plateado. La pista iba a estar bastante concurrida en esta ronda.
Kyungsoo deja que el murmullo de los motores le llene la cabeza, ahogando el ruido de la muchedumbre, como si pusiera al resto del mundo detrás de un cristal insonorizado. Siente un ligero temblor bajo las manos, que vibra a través de su cuerpo. Ante su mirada fija al frente se extiende una autovía que se eleva sobre edificios de cemento y oscuras montañas, iluminada por farolas y por los faros de los coches. La voz de Suho en sus oídos es un recordatorio diminuto y distante.
-Preparados. Listos. Ya.
Y todo el público se inclina hacia adelante.
Sehun va el primero, junto al Mercedes plateado. El Audi lila vuela por delante de ellos durante unos doscientos metros antes de que el Genesis verde oscuro lo alcanza, colándose entre Sehun y el Mercedes plateado. El molesto ruido del silenciador del Silvia verde neón está empezando a ponerlo de los nervios, así que Kyungsoo se desvía hacia la derecha y deja que la parte trasera de su coche choque contra el Silvia, arrancando buena parte de la pintura, y ve satisfecho cómo uno de los paneles LED parpadea, roto. La fuerza del impacto hace que el Silvia se vaya hacia el otro lado de la autovía, y Kyungsoo suelta una risita al verlo luchar por volver a la pista mientras los coches de civiles que vienen en dirección contraria tocan el claxon al pasar junto a él, a punto de golpear de nuevo la parte trasera del Nissan. El conductor del Silvia baja la ventanilla para gritarle, pero Kyungsoo ya está avanzando a toda velocidad, muy cerca del Genesis verde oscuro.
Van a velocidad constante, hasta que llegan al final de los siguientes cuatrocientos metros y de repente, Tao empuja al Mercedes a un lado. A Kyungsoo le lleva un par de segundos darse cuenta de que está abriéndole paso a Luhan, hasta que el Skyline acelera, salido de la nada, a unos centímetros de su coche y casi rozando el de Sehun antes de girar a la izquierda.
-¿Qué…? -Kyungsoo parpadea. Se había olvidado por completo del Skyline. El coche blanco avanza a toda velocidad hacia el Mercedes y el Audi de Sehun en los siguientes segundos, convirtiéndose en un fantasmal borrón blanco en la oscura carretera.
-¿Luhan acaba de adelantar? Por cierto, es el as del equipo M -le informa Suho alegremente a través del auricular, y deja a Kyungsoo mirando al coche, desconcertado. El monísimo chico rubio conduce como el puto diablo. Al parecer, Tao es el cebo de M y a nadie se le ocurrió que estaría bien informarle de eso-. ¡Kyungsoo, te toca!
Sehun da un volantazo repentino, empujando tanto al Genesis de Tao como al Mercedes plateado hacia un lado, abriendo la carretera delante de Kyungsoo. Se muerde el labio y pisa a fondo el acelerador.
-¡Giro en U a 100 metros! -grita Suho a través del auricular.
Kyungsoo deja que la velocidad disminuya brutalmente, empujando el peso del coche hacia las ruedas delanteras. Las bandas de los neumáticos delanteros chirrían contra el asfalto cuando las ruedas traseras pierden tracción y empiezan a derrapar. Kyungsoo gira el coche, formando un perfecto ángulo de 180º antes de pisar el acelerador de nuevo, avanzando hasta la línea de salida. Ahora está en segundo lugar, y acelera hacia Luhan, que ya lleva la delantera, mientras oye los chirridos de los coches que derrapan, muy por detrás de él. Sin embargo, de repente hay unos faros muy brillantes justo a su lado, y un coche bestial y muy pesado lo golpea con fuerza en un lateral mientras lo adelanta como una exhalación. Kyungsoo apenas consigue girar el volante y volver a su carril a tiempo de evitar un choque frontal con otro coche el carril opuesto.
-¿Qué coño ha sido eso? -sisea, incrédulo, porque el coche que se acaba de colar entre el Skyline blanco y él es nada más y nada menos que un Jaguar XJ Saloon, con su chasis plateado, enorme e intimidante en toda su carísima gloria. Obviamente, no forma parte de la carrera, pero ningún civil conduce así, y mucho menos el propietario de un Jaguar…
-Mierda -la risa entrecortada de Chanyeol le llega por el auricular, ruidosa e irritante-. Joder, ¡es su majestad! Por supuesto, ha decidido salir de la nada y colarse en la carrera después de estar un mes entero desaparecido. Enano, ¡ni se te ocurra meterte en su camino!
-¿¡Qué?!
-¡El del Jaguar, es Kai! ¡Mantente alejado si no quieres acabar tirado en una cuneta con los restos de tu coche! ¡Ahora va a por Luhan!
Fiel a las palabras de Chanyeol, en el siguiente segundo, el Jaguar plateado choca lateralmente con el Skyline de Luhan, casi sacándolo de la carretera. El Skyline se recupera rápido, pero de algún modo ha perdido la inercia, y parece desesperado por mantenerse fuera de la trayectoria del Jaguar.
-Joder, Luhan se va a cabrear…
Kyungsoo sisea casi por compasión cuando el conductor del Jaguar se las apaña para raspar la mitad de la brillante pintura plateada del lado de su coche. Si pudiera colarse en medio del tira y afloja entre el Jaguar y el Skyline… Pero la parte trasera del Jaguar golpea con fuerza su faro delantero cuando intenta meterse, haciendo añicos su propio faro trasero.
-No, mierda -Chanyeol sigue riéndose por el auricular-. ¡No sabe que el enano está en nuestro equipo! Kyungsoo, escucha, Kai no está aquí para ganar la carrera, sólo está bloqueando a nuestros competidores, así que mantente a un lado y…
Kyungsoo respira hondo y echa los hombros hacia atrás. En el siguiente segundo, deja que su coche choque brutalmente contra el Jaguar. El sonido de cristales que se hacen pedazos y metal chirriando explota en el diminuto espacio que hay entre ellos; no puede ver al otro conductor tras los cristales tintados de negro de las ventanillas del Jaguar, pero juraría que siente unos ojos clavados en él. Todo lo que ocurre después es una nebulosa, mientras aceleran uno junto al otro hacia la línea de meta. En su cabeza sólo hay una confusión chirriante, diminutos estremecimientos atraviesan su cuerpo con cada impacto. Tiene la ligera impresión de que alguien le está gritando muy fuerte en los oídos, pero no consigue distinguir las palabras.
Entonces el Jaguar se separa, y todo se detiene con otro fuerte chirrido.
Cuando Kyungsoo vuelve a abrir los ojos, Chanyeol está ahí, sacándolo del coche y abrazándolo, riendo y sacudiéndolo vigorosamente. La multitud silba y aplaude a su alrededor, y Kyungsoo apenas acaba de entender qué ha pasado cuando Suho salta sobre él desde atrás y le estruja las mejillas.
-¡Estás como una puta cabra, enano! -Chanyeol lo coge del brazo, atrayéndolo hacia el coche-. Acabas de cargarte el lado derecho de tu coche enterito para ganar esta carrera, ¡pero supongo que eso es lo que hace falta para ir cabeza a cabeza con el otro loco!
Cuando alza la vista, el Jaguar plateado está junto a su Genesis, su lateral en el mismo estado de destrucción, el metal arañado y con abolladuras. Entonces se da cuenta de que la ventanilla del conductor está bajada, y el otro loco está mirándolo directamente a los ojos, con una sonrisa adorando sus labios gruesos y enrojecidos. Kyungsoo siente los latidos de su corazón martilleando en su pecho, la corriente de adrenalina aún recorre sus venas y envía cosquillas hasta las puntas de sus dedos. Aprieta las manos en puños, las uñas se le clavan en las palmas, como si pudiera arañar esa sensación estremecedora que siente bajo la piel. Entonces el Skyline blanco se detiene junto al Jaguar, y su contacto visual se rompe al bloquearlo el Skyline. Kyungsoo parpadea.
-¡Kai! ¿Vas a ir a la Guerra de las Carreras? -grita Luhan desde su coche, y Kyungsoo cree que no suena ni la mitad de cabreado de lo que tendría que sonar alguien a quien casi acaba de sacar de la carretera un coche cualquiera, salido de la nada.
-Sí. Sí, creo que lo haré -el timbre grave de su voz hace que Kyungsoo levante la cabeza. Puede que sólo sea su imaginación, pero sus ojos se encuentran otra vez, y Kyungsoo se siente paralizado.
El Jaguar gira y desaparece en medio de la noche, antes de que el resto de coches de la carrera lleguen por fin a la línea de meta. Sehun le da un grueso fajo de billetes al final de la noche. Kyungsoo parpadea.
-No dejes que Jongin te meta miedo.
-¿Quién es Jongin? -pregunta Kyungsoo, pero Sehun ya ha desaparecido entre la ruidosa muchedumbre.
Puede que sea sólo su imaginación, pero Kyungsoo vuelve a ver el Jaguar plateado mientras regresa a casa a primera hora de la mañana, con los faros traseros destrozados y la puerta hundida, el chasis plateado casi colgando de las junturas. Kyungsoo mira fijamente cómo el Jaguar cruza a toda velocidad por la autovía y gira hacia el lado contrario en una curva, lanzándose de cabeza y chocando con el asfalto que hay debajo con un terrible estruendo. Todo metal chirriante y demolido y cristales reventados. La cacofonía de sonidos es lacerante en horas tan tempranas, y desgarra el suave brillo de la mañana. El metal derrapa y araña el asfalto. No hay ningún dramático incendio, ni ninguna explosión, sólo ruinas de metal destrozado sobre la fría carretera en una mañana en Seúl.
Kyungsoo se sienta en el coche y espera a que los primeros rayos de sol iluminen el cielo de la ciudad, pero nadie sale de los restos del coche, lo único que queda del Jaguar plateado. El corazón le late con fuerza en el pecho. Se distrae mientras espera organizando su colección de música (por artista por álbum por género por año) una y otra y otra vez. Desde esta distancia, no puede ver la sangre.
*
Está lloviendo otra vez cuando abre los ojos. El asfalto está frío y húmedo, la llovizna primaveral le empapa los pantalones. Le duelen las rodillas, como si se las hubiera dejado en carne viva contra la tela. Kai se pasa una mano por el pelo. Seúl es monocromático, la lluvia infinita. Nada cambia demasiado por aquí. El paseo hasta su casa es largo, pero su cuerpo aún aguanta por las horas blancas de adrenalina, así que va por el camino más largo. Pero la lluvia lo coge a medio camino, y hace una mueca antes de meterse en el primer supermercado que ve. Tiene las manos frías, y cuando tiene frío parece que su cuerpo le pide café.
Sólo hay otro cliente en la tienda. Un chico bajito con una sudadera azul oscuro, plantado en medio del pasillo, decidiendo qué marca de tomates en lata comprar como si el tomate en lata guardara los secretos del universo. Kai lo reconoce. Sólo lo vio unos segundos, estrujado entre los brazos de Chanyeol, y el Skyline de Luhan lo bloqueaba a medias, pero reconoce la forma en que esos ojos enormes ocupan la mitad de su cara, haciendo que parezca en parte aterrorizado y en parte perplejo. Vio cómo esos ojos lo miraban fijamente a través de los cristales tintados de sus coches, metal y cristal rompiendo el espacio entre ellos. Mejillas redondas que parecen suaves, labios bonitos, pelo oscuro y limpio; sujeta una cesta de la compra de plástico color rojo. Kai se acerca, pasándose una mano por el pelo desesperadamente para quitarse el agua.
-Eh -sonríe, dulce y simpático, como si acercara a un cachorro quisquilloso-. ¿Una compra rápida bajo la lluvia?
El chico bajito se da la vuelta y lo mira con unos ojos abiertos de forma impresionante, como si acabara de ver un fantasma y no estuviera seguro de si tiene que salir corriendo y chillando.
-Soy Kai -le dice, más como recordatorio que como presentación. De algún modo, duda que este chico lo haya olvidado. Éste se pasa la cesta torpemente de una mano a otra, murmurando algo que suena a «ya lo sé» entre dientes, y entonces coge una lata de tomates a toda prisa y se la aprieta contra el pecho como si fuera un escudo, y sus ojos le rehúyen. Kai frunce el ceño-. Lo siento por lo del coche, de la última vez. No fue nada personal, lo juro. ¿Espero que siga funcionando?
El chico bajito por fin suelta una risa, echando la lata de tomate en la cesta. Un paquete de pasta, un paquete de queso. Productos básicos y solitarios para una vida básica y solitaria.
-No tengo muchas esperanzas puestas en él.
-Perdón… -Kai lo intenta de nuevo, dedicándole su sonrisa más cautivadora-. Puedo pagártelo.
El chico bajito se dirige a la caja, y Kai lo sigue, cogiendo una lata de café por el camino.
-¿Me estás siguiendo? -el chico frunce el ceño cuando ambos están de pie bajo la marquesina de la tienda. Sigue lloviendo, grandes gotas de lluvia golpean fuertemente el asfalto.
Kai señala el paraguas que el chico lleva bajo el brazo.
-Tienes un paraguas, y seguramente vas a preparar algo de comer.
El chico bajito se da la vuelta para mirarlo fijamente.
-¿Qué te hace pensar que puedes seguirme hasta mi casa para tener comida gratis?
-¿Que eres una persona amable, que yo estoy empapado y que he tenido una noche muy, muy larga?
Acaban caminando juntos bajo la lluvia, con un paraguas demasiado pequeño, hecho para una sola persona. Kai acaba medio empapado de todas formas, porque el chico bajito insiste en llevar su propio paraguas, y los afilados picos golpean sin parar la cabeza de Kai, a pesar de que éste se encoge. La lata de café está caliente contra sus dedos.
-¿De verdad no tienes miedo de que te asesine cuando me metas en tu casa? -pregunta cuando el chico bajito (Kyungsoo, había dicho) abre la puerta de su apartamento-. Eh, reconozco este edificio. ¿No es aquí donde vive Jongdae? Ya sabes, ¿un chico sonriente, con unos pómulos brutales, parte del equipo de M? Tienes que haberlo visto, ahora que sales con esa gente y tal.
-Tengo más razones para preocuparme de que te desmayes en mi piso que de que me asesines -bufa Kyungsoo, sosteniendo la puerta abierta para él-. Pareces un caniche mojado. Quédate ahí y deja que vaya a por una toalla.
-Sólo estaba bromeando cuando te dije que te seguiría hasta tu casa -dice Kai, quitándose su pesada chaqueta y tirándola al suelo con un sonido húmedo-. Pero de verdad me has traído, eh. A lo mejor eres tú el asesino del hacha, y me has atraído hasta tu guarida con la promesa de comida y una toalla seca-. Lo cierto es que el lugar podría ser perfectamente la guarida de un asesino del hacha; escasa y sombría, paredes vacías, muebles vacíos. Los cojines están colocados ordenadamente sobre el sofá, como si nadie lo hubiera usado nunca. Se quita la camiseta, y está desabrochándose los vaqueros cuando Kyungsoo vuelve al salón y chilla, tirándole la toalla a la cara.
-¡¿Qué estás haciendo!?
-¿Qué pasa? -se pone la toalla sobre los hombros desnudos-. Mi ropa está mojada. Tengo frío -se desnuda hasta quedar en ropa interior. Kyungsoo le lanza una mirada asesina, pero recoge el montón de ropa y desaparece en el interior de otra habitación. Kai se envuelve con la toalla, se sienta en la cocina a ver la tele mientras Kyungsoo prepara un extraño plato de cocina de fusión que él llama kimchi spaghetti. El queso huele bien, y hay kimchi, así que Kai está más que contento con eso.
-Eres terriblemente amable con un extraño que casi estrelló tu coche en una carrera -dice, mientras se llena la boca de spaghetti con unos palillos.
-Eres terriblemente amigable con un extraño cuyo coche casi estrellaste. ¿Cuánto ha pasado desde la última vez que fuiste al garaje? -pregunta Kyungsoo-. Creo que quieren verte.
-No sé. No me acuerdo -le da toquecitos al kimchi. Algo rojo gotea en el plato. Antes de que pueda contestar, Kyungsoo le estampa un montón de pañuelos de papel en la cara.
-Qué asco, no te pongas a sangrar encima de la comida.
Kai se echa a reír, avergonzado, sujetándose los pañuelos contra la nariz. Kyungsoo lo lleva hasta el sofá, lo hace tumbarse boca arriba, y se queda ahí quieto mientras Kyungsoo limpia la cocina.
Se queda dormido en el horrible sofá color mostaza de Kyungsoo poco después. Las gotas de lluvia siguen golpeando el cristal de las ventanas cuando se despierta en una habitación silenciosa, el cielo es de un tono gris oscuro y fangoso contra las brillantes luces de la ciudad de noche. Aún nota la cabeza pesada, el cuerpo cansado y dolorido, así que vuelve a quedarse dormido al son de la llovizna.
Cuando se levanta por segunda vez, el cielo está más iluminado, y su ropa está cuidadosamente plegada, seca y cálida, en la mesita de café junto a él. Kyungsoo no está por ninguna parte, así que se marcha, sintiéndose extrañamente como la parte abandonada a la mañana siguiente de un affair secreto.
Coge la línea verde del autobús de la parada de la esquina. Se apoya en uno de los postes, siente el murmullo de los neumáticos contra el asfalto bajo sus pies. Chanyeol es el primero que lo divisa cuando gira una esquina y ve el garaje. Antes de que se dé cuenta, ya lo tiene atrapado en una presa, y está dándole vueltas.
-¡Kai! -se ríe Chanyeol, revolviéndole el pelo. Probablemente ha echado un poco de menos esa cara de loco-. ¡Vaya, no esperaba volver a verte tan pronto! Ha pasado menos de una semana, ¡esto es un nuevo récord!
-¿Sí? -se separa suavemente del agarre de Chanyeol y saluda al resto de chicos que salen para ver por qué tanta conmoción.
-Bueno, apenas nos vimos esa noche en que te colaste en la carrera con tu flamante Jaguar la semana pasada, pero yo contaría esa vez como casualidad -Tao lo abraza, mientras que Kris se acerca y trata de darle palmaditas en la cabeza, pero con una llave inglesa.
-¿Dónde está Luhan, para que pueda suplicarle perdón por cargarme la pintura de su Skyline? -Kai se ríe, pero ya sabe la respuesta. Por la mañana, las únicas personas que están en el garaje son las personas que de verdad trabajan ahí. Y son sólo Kris, Yixing, Chanyeol, Baekhyun y Tao.
-Bueno, Luhan no está aquí, pero puedes suplicarle perdón a Kyungsoo en su lugar -Yixing le da un empujón hacia el interior del garaje, y Kai parpadea al ver a Kyungsoo inclinado sobre un portátil en un banco de trabajo. Éste alza la vista y también parpadea, sus enormes ojos miran a Kai con perplejidad cuando sus miradas se encuentran-. ¡Te presento al nuevo miembro del equipo de EXO-K, el del Genesis negro que casi te llevaste por delante la semana pasada!
Yixing lo empuja hacia delante, casi haciéndolo trastabillar. Sus labios se curvan en una sonrisa irónica, y Kai camina lentamente hasta Kyungsoo.
-Sí, vale… de acuerdo. Lo siento mucho por tu Genesis. ¿Empezamos de nuevo? -extiende la mano-. Soy Kai -esta vez sí es una presentación.
Kyungsoo duda unos segundos, y luego extiende su propia mano para aceptar el apretón, sus dedos cálidos y pequeños bajo los de Kai.
-Soy Kyungsoo. Y yo no lo siento por tu Jaguar.
Chanyeol se echa a reír tras ellos.
-Nadie lo siente por el Jaguar.
Kyungsoo inclina la cabeza hacia un lado, confuso.
-¿Conoces el dicho de que todos los hombres matan las cosas a las que aman, excepto los inteligentes? Los inteligentes les pagan a otros para que lo hagan por ellos. Ahí es donde entra Kai. Es un sicario -Chanyeol le da palmaditas en las mejillas. Disfruta contando esta historia-. Eso es lo que hace para ganarse la vida. Por eso ya no viene a las carreras. Al menos, no por dinero.
-No me pareces un asesino -dice Kyungsoo. Menudo cumplido, piensa.
Se sienta junto a Kyungsoo en el banco. El otro hombre no se aparta cuando sus hombros se tocan.
-Un brillante Ferrari 360 Spider rojo, un Lamborghini Gallardo LP 570-4 amarillo, un Jaguar XJ Saloon plateado, un Porsche Carrera S blanco heroína, un Maserati Spyder azul cielo mate. Haz cuentas. Super coches impecables, perfectos para exposición, sueños definitivos de lujo y autoestima moderna que acaban marchitándose en garajes privados o en cualquier aparcamiento. El sueño de alguien, que se ha quedado estancado. En esta ciudad, siempre hay viejos con coches que valen miles de millones y que buscan estrellarse.
Coches que van a perder en complicados divorcios o en fiascos hereditarios. Coches cuyos dueños, que han ido a la quiebra, ya no pueden pagar. Coches que conducen amantes desdeñadas. Fraudes al seguro. Venganza. Desesperación. Amor. Hay todo tipo de razones para tirar un coche por un barranco. El chirriar de las ruedas contra el asfalto o los arañazos del metal contra paredes de cemento no son más que los sonidos de un sueño que se ha ido a pique.
-Eso es lo que él mata. Los viejos sueños de esos asquerosos ricachones. Un fajo de billetes que se convirtió en amor, y que ahora se convierte en ruinas de metal a un lado de la carretera.
-Pagan bien -dice Kai, apoyándose contra el capó destapado de un viejo Silvia blanco-. Sorprendentemente, la gente paga muchísimo dinero por la destrucción.
-No todos tienen el corazón para estampar un flamante Porsche contra una farola y después lanzarlo por un acantilado. La gente paga mucho por la crueldad. No hago más que pedirle que nos dé las partes que se puedan vender antes de estrellarlos.
-No es lo mismo. Esas amantes solitarias merecen una muerte digna si no van a tener una buena vida.
-Por eso ya no compites. Porque ahora te dedicas a conducir para estrellarte -dice Kyungsoo, con el ceño fruncido mientras piensa. Estaría mejor si sonriera, piensa Kai.
-¿Y cómo te ganas tú la vida? -pregunta, recorriendo con los ojos las uñas bien cortadas de las manos de Kyungsoo. Manos que están fuertemente entrelazadas sobre su regazo.
-Yo… trabajo en un banco. No es tan emocionante si lo comparas con tus trabajos.
-Haciendo cálculos, controlando el dinero del mundo. Un empleado de un banco que busca un poco de emoción los fines de semana -sonríe, provocándolo. Kyungsoo se limita a asentir.
-Algo así.
-¡Eh, deberías venir con nosotros a tomar algo esta noche! Sehun y Luhan vendrán después -Yixing le da una palmada en la espalda al pasar por su lado.
-Voy a tener que hacer un Kris esta vez -dice Kai, mientras los otros se quejan, exasperados-. Quizá la próxima vez, tíos. Tengo que irme. Decidles hola de mi parte.
Puede que sea un accidente, o puede que no, pero Kai ve el abollado Genesis negro cuando va de camino a casa esa noche. El coche ya le resulta familiar, con sus ventanas medio rotas y su pintura arañada. Si mirara muy atentamente, podría ver motas plateadas de la pintura del Jaguar. Ya no llueve, pero aun así el coche derrapa salvajemente, fuera de control, hasta que choca contra la mediana y da una vuelta en el aire, como si el enorme chasis metálico fuera ingrávido. Cae contra el suelo bocabajo, da un par de vueltas más hasta que por fin se detiene, hecho un montón destrozado de metal, cristales esparcidos y gasolina a su alrededor.
Algunos transeúntes gritan cuando el coche se incendia, la llama sisea y crece en forma de nubes negras mientras derrite el caucho y el metal hasta que no es más que un caos ennegrecido. Nadie sale de los restos. Kai fuma un cigarrillo tras otro hasta que el camión de los bomberos aparece.
*
Kyungsoo se queda parado a tres escalones del final de las escaleras que llevan a su piso. Probablemente debería sorprenderse de ver a Kai sentado frente a su puerta, con la capucha de una sudadera gris puesta, pero no lo hace. Es obvio que Kai lleva un buen rato ahí, a juzgar por las colillas esparcidas por el suelo a su alrededor. Kyungsoo lo esquiva al acercarse a abrir su puerta. Kai da un salto cuando la puerta se abre.
-No puedes fumar aquí -Kyungsoo le lanza una mirada asesina, y Kai levanta sus manos vacías para asegurárselo; la sonrisa que se extiende en su cara lo hace parecer ridículamente joven. Kai entra tras él, oliendo a humo y a lluvia matutina.
-¿Qué has comprado? -Kai se asoma por encima de sus hombros, mientras Kyungsoo saca tofu y un cartón de huevos de la bolsa de papel que llevaba y lo pone sobre la encimera de la cocina.
-¿Otra vez estás aquí para cenar gratis? -Kyungsoo pone los ojos en blanco, y le da un codazo a Kai para que se aparte y poder ir a guardar una pequeña caja de leche en el frigorífico.
-Te puedo pagar, pero no creo que te haga falta el dinero, Señor Banquero-a-escondidas.
-¿Qué te hace pensar que me escondo?
-Bueno, es evidente que te acabas de mudar aquí, la casa está completamente vacía. Y estoy seguro de que ganas lo suficiente para vivir en un lugar mejor que este vertedero. Das esa impresión. Siempre tan impoluto, tan perfectamente arreglado -Kai le sonríe, con un brazo apoyado sobre la encimera y el otro colgando de los hombros de Kyungsoo-. ¿Qué es lo que hiciste, eh? ¿Robaste unos cuantos miles de millones de wons de la caja fuerte de tu banco?
-Primero, aún tengo trabajo, para tu información. Segundo, no trabajo en un banco comercial. No hay caja fuerte -saca dos huevos del cartón, se queda quieto un segundo y saca dos más antes de devolver el cartón a su estante. Cocinar es más complicado cuando tienes que multiplicar las porciones. La comida se acaba antes.
-¿Y en qué clase de banco trabajas? ¿Estás preparando una tortilla?
-Sí -Kyungsoo suspira, exasperado-. Un banco de inversiones, ¿vale? ¿Qué importa, de todas formas? No te importa una mierda lo que hago. Es un aburrido trabajo administrativo, como otro cualquiera -huevos, beicon a trozos, sal, chili, cebolleta, aceite. La sartén caliente chisporrotea, ruidosa, y lo distrae. Kyungsoo pone un pequeño cazo de agua para la sopa de tofu.
-Eh, ponle más chili. Tienes razón, no es que me importe. Es que estoy aburrido. Así que, Señor Banquero de inversiones, ¿qué es lo que hace en su trabajo?
-Compro y vendo valores. Cierro tratos. Hago cálculos. Intercambio un contrato por otro, saco beneficios de los arbitrajes. Cosas aburridas -comprueba cuánto arroz le queda. Apenas hay para dos, pero tendrá que bastar. Kai extiende la mano, coge un puñado de arroz con la mano y se lo echa a la boca. Kyungsoo le da un golpe en la muñeca con la espátula.
-No creo que el dinero sea aburrido -Kai se lame los dedos, su lengua húmeda roza la yema de su pulgar y el gesto es lento y sugerente, como si estuviera lamiendo miel en lugar de un par de granos de arroz blanco. Kyungsoo vuelve a su salteado de beicon.
-Qué sorpresa.
-El dinero es lo más cerca de la inmortalidad que podemos llegar en estos momentos. No los fajos de papel que tocamos, sino la corriente, el sistema, el flujo de números y secuencias electrónicas que pueden destruir países y futuros. ¿Dónde trabajas? ¿En Yeouido?
-Yeouido. Isla financiera de cristal, acero y números verdes brillantes. Cubos de granito y rascacielos de cromo -Kyungsoo vierte la mezcla de huevo sobre el beicon, y su codo golpea a Kai en las costillas otra vez. Necesita una sartén más grande para esto.
-Tiene sentido. El que seas tan reservado; dinero, números y camisas blancas perfectamente planchadas. Brillantes zapatos de cuero. Un pequeño pañuelo cuidadosamente doblado en el bolsillo de la pechera de tu carísimo traje de cachemir, junto a una pluma estilográfica de color negro brillante. Un cuidadoso corte de pelo. Comidas fugaces en las torres de cristal junto al río Han. Yo te veo así. Y entonces vas y compites por una autovía a 300 kilómetros por hora con unos críos locos a las dos de la madrugada. Un poco de adrenalina.
La comida huele bien. Comen en el horrible sofá color mostaza en lugar de en la mesa de la cocina.
Conducen hasta Yeouido una noche, en un Maserati GranTurismo de color gris plomizo a apenas unas horas de su muerte, empapándose de las miradas de asombro y envidia de los peatones, sintiendo el suave ronroneo del motor, dulce bajo sus pies, el cálido cuero negro de los asientos es suave como crema bajo sus dedos. Lleva a Kai a la azotea de uno de los rascacielos de cristal y acero después de medianoche, el viento sopla fuerte y brusco en lo alto de la ciudad. Desde esta altura no pueden ver a la gente, pero el brillo de la ciudad lo compensa.
-El dinero se convierte en vida a través de los brillantes suelos de estas torres financieras de cristal y acero. Billones y trillones se escanean y se codifican en las máquinas, olas rítmicas e infinitas, el dinero se mueve y cambia de forma hasta que es un trozo de papel que después se convierte en números electrónicos, secuencias, códigos, chips magnéticos, líneas de colores sobre una tabla en una pantalla de quién sabe dónde. Intercambio dinero, pero no creo que haya tocado nada de efectivo en mucho tiempo.
Ha visto las salas de codificación. Ha visto cómo el dinero se condensa en algo que ya ni siquiera parece dinero. El dinero como idea, dinero como datos inmortales, dinero como escapada espiritual, dinero como medida de autoestima, dinero en forma de BMWs de exposición quemados hasta que no son más que un montón de metal negro y derretido, cristal y goma, abandonado a un lado de la carretera.
-Parece que los financieros están más avanzados espiritualmente que los monjes -Kai tiene aspecto de querer trepar por encima de la barandilla. Kyungsoo se aleja del borde.
-El que tiene dinero, tiene poder y visión, te lo aseguro. Nosotros calculamos el futuro.
Conducen hasta la montaña Galma después de eso, Kai pisando a fondo, volando sin cuidado por las curvas y recodos de la carretera de montaña. Van con las ventanillas bajadas, dejando que el viento silbante y el ruidoso rugido del motor ahoguen su conversación. Kai da un repentino volantazo hacia el lado contrario de una curva a medio camino; el coche está a segundos de precipitarse hacia una muerte brutal cuando pisa el freno, y deja un par de metros entre las ruedas delanteras y el borde del precipicio. Salen del coche, Kai deja la llave en el contacto, apaga todas las luces y la alarma, pisa el acelerador y deja que el coche se deslice hasta la muerte, convirtiéndose en ruidos atronadores y luces parpadeantes que desgarran la noche.
Se quedan en el borde, viendo juntos cómo el Maserati se estrella y se incendia al pie de la montaña. El camino de vuelta es largo, pero Kyungsoo supone que Kai es un compañero de conversación aceptable.
-He oído que Chanyeol decía que eres muy bueno derrapando.
-Es un deporte basado en la noción de perder el control.
(n. de la t): porque me gustan demasiado los coches ok.
Genesis Coupé (Kyungsoo),
GT-R rojo (Chanyeol),
Audi V10 Velvet Purple (Sehun/Suho),
Eclipse naranja (Yixing),
Nissan Skyline blanco (Luhan),
370z azul hielo (Minseok),
Genesis verde selva (Tao),
Nissan Silvia verde (carrera),
Mercedes S350 plateado (carrera),
Jaguar XJ Saloon plateado (Kai en la carrera),
Ferrari F360 Spider,
Lamborghini Gallardo LP 570-4 amarillo,
Porsche Carrera S blanco,
Maserati Spyder azul cielo,
Maserati GranTurismo gris plomo (Kai y Kyungsoo). PD: Esta primera parte puede parecer un poco mindfuck, pero me aseguraré de que esté pronto la segunda y lo entenderéis todo creo o/
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