“Me quiere…, no me quiere…, me quiere…”
“…”
“Otra vez igual”, pensó. Se tumbó, resignada, en el césped, con los brazos extendidos hacia los lados, mirando con sus ojos entrecerrados el intenso azul del cielo que se extendía sobre ella.
Giró su cabeza hacia la derecha, localizó la flor más cercana a su mano y la atrapó entre sus dedos, sin
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