Dos Corazones
Título: Dos corazones
Fandom: Supernatural
Advertencias/Spoilers: Podría decirse que es una escena perdida del 3x04, así que lo dicho, spoilers para Sin City. Hum, y hay algo de temática religiosa, que no sé si sea una "advertencia" propiamente dicha, pero mejor avisar por si acaso.
Personajes: Dean, Sam, Bobby y dos "OC", supongo.
Resumen: Los demonios no son los únicos interesados en los Winchester.
Notas: Escrito para fanfic100_es en un desesperado intento de retomar mi escritura. El título es lo más LAME del mundo, pero bueno, sigo siendo un desastre con ellos.
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Los ve salir de la vieja casa abandonada, ambos en silencio, mirándose lo suficiente para saber que una larga plática queda descartada en este instante; tal vez para otra ocasión, tal vez para siempre.
Ellos no pueden verle, por supuesto; y quizás sea mejor así porque de los dos hermanos, el primero no cree y el segundo va en camino de perder hasta la fe en sí mismo. Así que se limita a observar, con su presencia agazapada entre los matorrales no pierde cuenta de ningún detalle que envuelva a ambos hermanos.
Desde su escondite puede sentir con claridad el latido de sus corazones; uno bombea con duda y preocupación; son golpes desesperados que abrigan un atisbo de terror y hay un soplo de culpa. Es que siempre, cuando se trata de él, el mayor, siempre hay un trocito de culpa. El otro, en cambio, golpetea con tonadas inconfundibles. Miedo, horror en estado puro; pero de ese remolino de pánico, hay una pizca de resignación, de rendición ante las circunstancias
-Sabía que estarías aquí- siente la presencia de su hermano justo atrás, pero eso no le preocupa. Su atención continúa en los hermanos que casi llegan al punto de término, el coche.
Antes de subirse al vehículo, el mayor hecha un último vistazo a su hermanito. Siente cómo el corazón aquel da un vuelco, el atisbo de duda que antes había se transforma en una brecha que sangra despacio, gangrena el alma o lo poco que queda de ella gracias a esa cuenta regresiva de la que ya tuvo conocimiento.
Oh, los humanos; capaces de tantas cosas por amor. Vender el alma al diablo es una de esas frases que usan en su diario vivir sin demasiado temor, casi con altanería, pero los hay como el mayor de los Winchester -Dean- quienes harían eso y más, mucho más.
Quizás por eso pesa más la sonrisa despreocupada que regala el muchacho a su hermano, antes de subir al coche. Sam, el menor, se queda en pie con la puerta abierta y mira a todos lados, como si se hallara perdido en un callejón sin salida, víctima de las consecuencias. El hombre que les acompaña, empero, le saca de su ensimismamiento dándole un par de palmadas en el hombro para que se suba al auto y los tres puedan salir de ese terreno maldito de una buena vez
-Parece que ya terminó tu espectáculo, Gabriel-
Aún luego de las palabras de su hermano -Rafael-, permanece en silencio otros minutos más, mucho después que los humanos se alejaron. Todavía hacen eco en el ambiente los palpitares de esos corazones, tan llenos de vida y tan próximos a la muerte, cada uno a su manera.