Pero ni uno ni otro podrán aguantar más. Están al límite y si no hacen nada, se correrán sin más. Tiene que entrar en él. Ahora.
Kai abre más sus piernas, dándole más espacio a que el ruso se acomode entre ellas, y una vez que logra esto, comienza a penetrarlo. La invasión apenas y es perceptible, sin forzar más allá de lo que se puede, entrando poco a poco para que éste de acostumbre a él. Tomar sus piernas y subirlas sobre sus hombros es necesario una vez que se ha abierto paso y el bicolor se acostumbra otro tanto.
Su expresión sigue igual de tensa (por ahí nota algo de dolor y displacer) y sus músculos se contraen cada vez que él se abre paso. Ahí, todo está tan caliente y estrecho y si el pelirrojo no se mueve ya, se va a correr sin haber hecho nada.
Por suerte, es el bicolor quién comienza a moverse. Incitándolo a que continúe, dándole la pauta para que siga y no se detenga. Se siente tan caliente y abrumado, que algo dentro de él se va a romper. Lo presiente. Pero con cada embestida del ruso, una ola de placer comienza a llenarlo y se expande desde sus entrañas por todo su cuerpo.
Se siente tan bien.
Y ahí está, el de urbes violetas acaba de golpear un punto dentro de él que le hace ver estrellas y querer que repita la acción porque el placer es inmenso y lo está seduciendo por completo.
- Ah...
Suelta otro gemido ante la estocada, abrazándose con fuerza y ansias al ruso para que no lo suelte; sí lo hace, se perderá por completo en esa ola que le romperá desde adentro.
Ivanov, está en las mismas condiciones. Su respiración acelerada, entrecortada, y la dificultad que se le presenta al ser apresado con mayor insistencia por el nieto de Voltaire, lo llevan al límite. Explotará de un momento a otro, así que una embestida más y...
- K-kai...
Es todo, ahí viene la gran vorágine.
- ¡Ta...la!
Se deja llevar, y el orgasmo lo arrasa por completo. Se corre con fuerza (está tan caliente) y la ola de placer se expande con violencia por todo su cuerpo, sintiendo como el líder de los Blitzkreig le sigue e intensifica al doble la sensación desde adentro.
Puede sentirlo. A él, tan caliente, aún en su interior y el semen dentro de su cuerpo. Todo es tan irreal que apenas y es consciente de los pequeños espasmos que siguen a la replica del gran orgasmo, y como es que éste mismo le ha dejado sin aire y con la respiración tan irregular y al mismo tiempo, una satisfacción y calma que nunca había sentido.
Sin duda, acaba de tener el mejor orgasmo de su vida pero algo le falta. Unas palabras para completar el momento.
Como su cuerpo se lo permite, se lo dice.
- También me... gus-gustas...
Y entonces, abre sus ojos y se da cuenta de un pequeño detalle que le hace gruñir molesto una vez que entiende la situación.
- Maldición...
Porque está solo en la habitación, acostado sobre su cama y con el pijama puesto, pero eso sí, mojado y con una leve excitación.
“Un maldito sueño erótico”.
Se reprende molesto, más que nada avergonzado por lo que acaba de soñar. Todo era tan real, que aún puede sentir a Ivanov dentro de él... cosa que lo hace sonrojar y enojar al mismo tiempo.
Esto sin duda, confirma lo mal que está. Y todo es gracias a...
- Ése idiota...
Murmura enojado, poniéndose la almohada sobre el rostro.
Porque hasta en sus sueños, Ivanov tiene que aparecer y volverse su coestrella, incitándolo a hacer cosas que él... bueno, no es como si no quisiera hacerlo pero... ¡No, nada! ¡Ni hablar!
¡Y por supuesto que aquel sueño no era la realización de sus deseos como algunos analistas dirían por ahí, eh! Sólo era... producto de su mente, al preocuparse tanto por la desaparición del ruso. Sí, a eso debía deberse, eso era todo. Pero...
... ni él mismo se la creía. Porque estaba claro que algo había “ahí”, y las últimas palabras que dijo... ¡Dios! Sus mejillas vuelven a ponerse rojas y siente algo de calor con tan sólo recordarlas.
¿No podían ser ciertas... o sí?
.::.
El 31 de Diciembre por fin había llegado. Si bien había estado nevando en la mañana, en la tarde el tiempo se compuso y ahora sólo hacía frío.
Pero Kai, no lo entiende.
No sabe por qué ahora va a casa de Tyson (cuando en la mañana decidió que no iría y que mañana se disculparía con sus amigos) pero al ver la caja forrada que lleva bajo el brazo, lo recuerda perfectamente. Una simple oración ejemplifica todo: Tala Ivanov.
Hacía sólo media hora atrás, estaba en su departamento cuidando a su pequeño conejito mientras veía la televisión tranquilamente, hasta que alguien lo llamó... Era Bryan.
Lo supo cuando escuchó su voz al dejar su mensaje en la contestadora, viéndose obligado a tomar la llamada cuando dijo:
“Tala, está aquí”.
En realidad el mensaje era más largo, pero en resumidas cuentas eso fue lo que lo hizo tomar el teléfono y contestar, ignorando el regaño del ruso porque aún estaba en casa, y tal parecía que no iba a ir, y mucho bla bla bla.
Y estaba en lo cierto... hasta que supo que el pelirrojo había reaparecido.
Así que luego de la breve explicación que Kuznetzov le dio y terminar la llamada, se vio buscando qué ponerse para salir e ir de inmediato para allá.
Después de tantos días de incertidumbre tenía muchas cosas que arreglar, y otras tantas, que reclamarle al idiota de Ivanov. No por nada, se había pasado una semana buscándolo como loco.
Y ahí estaba, luego de una caminata de quince minutos delante de la entrada del dojo Kinomiya y desde ahí, se escuchaba la música y el escándalo que adentro hacían. Sólo por unos segundos se lo piensa, pero al final decide armarse de valor y entrar.
Ha venido con el único propósito de matar y hablar con Tala, y no precisamente en ese orden. Todo depende de cómo surjan las cosas.
Tal parece que la fiesta es en el dojo principal, pero en el pasillo o en el patio se encuentra con algunos bey-luchadores que lo saludan o lo miran raro. Le da igual.
En cuanto llega al lugar, divisa a Bryan y se acerca a él para hablarle.
- ¿Dónde está?
Va directo al grano.
- ¡Ah, Kai! -el ruso se sorprende una fracción de segundo al verlo a su lado, pero como es típico de él, no lo demuestra.- Así que al final sí veniste. Claro... olvide que si se trata de Tala, ahí siempre te interesa, ¿no?
Éste ignora por completo cada palabra de esa oración.
- No vine a escuchar tus tonterías, Bryan. Sólo dime dónde está.
- ¡Eh, tranquilo! -le calma, o esa es su intención.- No hay necesidad de estar tan impaciente. No se va a ir a ningún lado, Kai...
Pero como éste afila un poco más su mirada y ve que no está para bromas, simplemente le señala el lugar.
- Está allá... con Tyson y los demás.
Sí, ya lo vio.
Está de espaldas a ellos, pero desde ahí puede ver que se la está pasando muy bien. Aquello lo molesta, y sus músculos se tensan como prueba.
- Oye, espera... -el de urbes grises lo retiene del hombro al verlo avanzar con paso decidido.- ¿Qué vas a hacer?
- No es de tu incumbencia, Bryan. Así que suéltame.
Sin más se libera, continuando con su camino.
- Kai... ¿Qué le pasa? -pregunta Spencer, al ser ignorado por éste.
- No lo sé. Supongo que cosas de parejas...
Se encoge de hombros, ganándose una mirada de advertencia por parte del más alto.
- Bryan... ¿sabías que muchas veces eres tú el causante de diversos “sucesos”?
- ¿Yo? -se hace completamente el desentendido.- No sé de lo que me hablas...
- Sí, claro...
Ambos miran como el ruso-japonés se abre paso entre los demás bey-luchadores hasta ir a dónde el pelirrojo está.
- ¡Miren, es Kai!
Las miradas de aquel círculo recaen en él, girándose Tala para verlo.
Es cierto. Y con sólo verlo, sonríe de lado. Pero... ¿por qué va con el ceño fruncido y un aura rojiza que augura que habrá sangre?
- Kai... -es él quién le habla primero.- Pensamos que no ibas a venir. Te tardaste mu...
Sus palabras quedan inconclusas y la sonrisa arrogante de su rostro desaparece al estrellarle éste en la cara un objeto que en un principio ni él ni nadie más identifica.
La cosa se complica pues la música cesa de repente y todos son testigos de aquella peculiar escena que se da ante sus ojos. Nadie se atreve a hablar, y el “¡Hmf!” de Kai, se escucha claramente segundos después.
Tyson, que es el primero en reaccionar dice algo.
- ¡Viejo! ¿Qué estás...?
- No te molestes Tyson... -le advierte.- Esto es entre Ivanov y yo.
La caja cae del rostro de Tala, dejando ver una gran marca roja que contrasta con su tono de piel. Y eso sin duda, debe de doler.
- ¿Tala, estás bien?
Max, que junto con Ray salen de su trance inicial, se acerca para ver si el afectado está bien.
-Sí... -es su leve respuesta.
Alrededor, todo el mundo comienza a hablar sobre el comportamiento del dueño de Dranzer. Y a él, le da igual. De todos modos ya se va.
Sin decir nada más se da la vuelta, ignorando los llamados de sus amigos para que les explique qué pasa y entre ellos, está el del ruso que va tras él.
- Tala, ¿Qué es lo que le pasa a...?
- No sé, Bryan... -le interrumpe al encontrárselo a mitad del camino.- Pero si descubro que esto es cosa tuya en venganza por no haber estado en Navidad... te juro que no la cuentas.
- ¡Pero si no he hecho nada!
- Por tu bien, Kuznetzov... espero que así sea.
Sin perder más el tiempo se abre paso entre los bey-luchadores que miran aquella marca que aún tiene en la cara, y al final del pasillo alcanza a ver al ruso-japonés. Apresura su paso, estando más cerca cuando salen de la casa de Tyson.
- ¡Kai!
Le llama, pero éste le ignora. Continúa con su rápido andar.
- ¡Hiwatari!
Su mano alcanza su brazo y logra detener sus pasos, sin embargo éste se suelta al instante al sentir una pequeña descarga eléctrica que lo deja anclado en su sitio.
- ¿Qué te pasa, y qué ha sido aquello, Kai? -ante la referencia, mira hacia atrás. Notando que el dojo Kinomiya está unas casas más allá.
La nieve por otra parte, comienza a caer ante ellos, y el bicolor no tiene la intención de contestar. Lo está ignorando a propósito.
- Kai...
Cuando trata de tocarlo, éste da un paso hacia atrás y lo encara por primera vez después de días. A él, le parecen siglos.
- No es de tu incumbencia. -se limita a decir, mirando hacia otro lado porque ahí está su corazón acelerándose y sus mejillas comienzan a calentarse.
Tala sigue provocando cosas en él.
- Lo es, si vienes a golpearme. Eso duele, idiota... -hasta entonces, su mano toca la zona afectada. Y sabe que sigue igual de roja sin tener que verlo. Las palpitaciones que siente se lo dicen.
- Eso te lo mereces... -apunta, cruzando sus brazos y relajando un poco su semblante.
Luego de haberlo golpeado, se siente mejor.
- ¿Sí? ¿Y eso cómo por qué... Hiwatari? Sólo porque tú lo dices.
- No exactamente, más bien... porque eres un idiota.
- Claro. Y tú no lo eres, ¿cierto?
Aquello comienza a transformarse en una de sus típicas y ya casi olvidadas peleas, pero el clima sigue empeorando.
- Vamos... -da media vuelta al notar que la nieve cae con más fuerza.- Volvamos adentro o nos mojaremos.
- Kiryu, me espera...
- ¿Quién?
Pero Kai no le contesta. Hacerlo implicaría hablar sobre eso, y ya no quiere hacerlo. Después de golpearlo, el coraje y el valor que tenía se esfumaron. Ahora en lo único que piensa, es en el sueño que tuvo con él y eso no ayuda en absoluto.
- Te acompañaré entonces, a tu departamento.
Sin esperar respuesta el ruso pasa a su lado, continuando con su camino pese a que Kai no lo siga. Algo atrae su atención, y es precisamente lo que éste lleva bajo el brazo. La caja que le estampó en la cara.
¿Por qué la trajo?
Fue un impulso el tomarla luego de saber dónde estaba Tala. Quizá... ¿por qué aquello lo compró para él el día anterior cuando salió de compras?
- Kai, ¿vienes o tendré que arrastrarte hasta allá?
No. En definitiva no puede permitir que eso pase. Aquello implicaría contacto, y su cuerpo no lo soportaría.
Así que sin más, comienza a caminar. Luego lo hacen uno al lado del otro, en completo silencio.
De vez en cuando, el bicolor nota que Tala lo mira y eso le hace fruncir el ceño y sentirse incómodo. Teme que pueda ver a través de él, y descubra lo que le pasa o... piensa.
- Kai...
Su llamado le hace dar un leve brinco.
“¡Maldición, se dio cuenta!”
- Te preguntaré algo... -y continúan caminando.- ¿Por qué hace rato estabas tan enojado conmigo? Bueno... sé que sigues enojado, pero no tanto.
- No estoy enojado... -masculla, caminando más aprisa.
- ¡Ey!
Y él, casi tiene que correr tras el bicolor.
- No quiero hablar de eso.
Es la simple respuesta que le da luego de alcanzarlo.
- De acuerdo... -por lo que piensa en otro tema de conversación. Sonríe arrogante al saber sobre qué hablar.- Dime... ¿te gustó tu regalo de Navidad?
El bicolor agacha la cabeza pues siente que está rojo hasta las orejas. Ivanov y su maldita capacidad de tocar los temas de los que él no quiere hablar.
¿Lo hará a propósito?
- Porque sabes... -y de paso lo ignora.- Fue pasar por la tienda de mascotas y enseguida lo supe. Ése conejito estaba bien. Además de que a ti te gustan muchos los...
Pero da igual si lo haga a propósito o no. Porque aquello que ha estado acumulando en esos días... La preocupación, el coraje, la ansiedad. Todo se libera en esos momentos en que el otro tiene su monologo y desconoce su situación.
- ¡Hablemos de otro cosa! Por ejemplo... -se detiene, tomando el control de la conversación.- ¿En dónde diablos es que estabas? ¿Y por qué ni siquiera te dignaste en avisarme?
Su tono, la expresión que tiene, sorprende y confunde un poco al pelirrojo.
- ¿Qué?
Porque no entiende, por qué actúa así.
- ¿Quién diablos te crees, Tala? -y comienza a reclamarle, porque al fin lo tiene enfrente y le puede decir todo aquello que quería y antes no podía.
- ¡Vienes y desapareces cuándo y cómo te da la gana! ¡Volteas mi mundo de cabeza, y a ti te da completamente igual! ¿Y todavía crees que porque me diste un regalo, todo va a estar bien? Estás muy equivocado, ¿sabes?
- Entonces... -ahora el de ojos violetas entiende mejor la situación.- Por eso estabas tan enojado conmigo, ¿cierto?
Su silencio le da la respuesta.
- Hn. -suspira, por lo divertido de la situación.- No sé de qué te quejas, Kai... Si toda tu vida siempre has hecho lo mismo cuando se trata sobre nosotros. Te vas sin decirnos nada, y luego de cierto tiempo vuelves otra vez. Contigo... siempre es así. Ya hasta estamos acostumbrados.
- Eso no es... ¡No estoy hablando de eso! ¡Estoy hablando de...!
- Es lo mismo. -le dice.- El problema aquí, es que esta vez te lo hicieron a ti y por eso estás tan enojado conmigo. Lo entiendo, Kai...
No. ¡Él no lo entiende!
No sabe todo lo que ha tenido que pasar y sentir desde que tocó a su puerta aquella noche, para luego esfumarse en el aire y no tener noticias de él.
- Además... -el ruso atrae su atención.- Desde un principio sabías por qué estaba aquí, y por qué terminé en tu casa. Y es cierto, no lo negaré... -admite ante sí, y el bicolor.- Quería verte, y eso hice... aunque tú no estuvieras muy alegre con la idea.
- Yo nunca dije...
Desvía su mirada y susurra por lo bajo, un poco sorprendido por las últimas palabras de Tala. ¿Él... quería verlo, y por eso fue esa noche a su casa?
- No necesitabas hacerlo, te conozco, y sé lo incómodo que estabas por mi presencia. -su mirada se encuentra con la otra.- Admitámoslo, Kai... sólo te hice un favor. Te ahorré la molestia de decirme que me fuera.
- Eso no es...
- ¿Cierto? -completa, con una sonrisa burlona.- Claro.
Tala no le va a creer. Cualquier cosa que diga le va a entrar por un oído y le va a salir por el otro. Pero... ¿por qué se hizo esa idea? ¿Fue por cómo actuó con él esa noche?
- Sé que no somos ni seres los mejores amigos, Kai. Pero luego de casi un año de no vernos, por un momento pensé que... estaría bien.
Curioso.
¿El dueño de Wolborg se está sincerando?
- Pensé... que sería mejor hablar en persona que por teléfono como hemos estado haciendo desde entonces. Sin embargo, me di cuenta de que me había equivocado. ¡Hmf! -se ríe, como si hubiera recordado algo gracioso.- ¿Y todavía vienes tú a reclamarme, que no te haya avisado que me iba? Disculpa si me río por lo irónico de la situación.
- En ningún momento pensé que fuera un error que estuvieras ahí. -le aclara.- ¿Qué no fui yo él que te dijo que se quedará a dormir ahí?
- Porque no tenías elección, era tarde. -contrapone.
- Yo siempre tengo elecciones, Tala. Y quería que te quedarás ahí… la estaba pasando bien, pese a que estuviera “incomodo”, es cierto. Pero eso era por otro motivo. -susurra esto último.
- No te entiendo, ¿de qué estás hablando?
- Que con tu presencia o si ella, me pones incómodo. Sólo que es más inquietante y exasperante cuándo no sé nada de ti. Como en los últimos días… por ejemplo.
De acuerdo. El pelirrojo no sabe qué es todo eso, o a dónde quiere llegar Kai. ¿Cómo que lo pone “incómodo” si está y no está con él?
- Bryan y Spencer te lo pueden confirmar… -prosigue.- Pero toda esta semana te estuve buscando. Estuve pensando dónde diablos podría estar. Y al final resulta que todo este tiempo estuviste aquí, en la suite del Hotel Ludacry o turisteando por todo Japón, para luego aparecerte en casa de Tyson como si nada hubiera pasado. Eso es lo que más me desespera, Tala. Lo que me molesta de verdad, y la razón por la que te he golpeado en cuanto te he visto.
- No tenía idea... de que me estuvieras buscando, Kai.
- Sí... de eso ya me di cuenta. -suspira.
- Pero entonces... ¿debo suponer que estabas preocupado por mí?
La implicación le hace dar un respingo y mirarle con desconfianza, encubriendo el leve sonrojo que quiere aparecer al tener al ruso tan cerca y esperando una respuesta.
- N-no es que haya estado preocupado... aunque... -escenas de su sueño se le vienen a la mente y eso sí que lo hacen sonrojar de verdad.
- Por cierto... -por suerte, el ruso se distrae al reparan en lo que lleva cargando desde que salieron de la casa de Tyson, mostrándole aquel paquete.- ¿Qué es esto?
- Ah... es para ti.
- ¿Un regalo?
- Algo así. -la mirada que Tala le dirige lo fastidia un poco porque busca el significado de su acción.- ¡Sólo ábrelo! -le dice.
Y así lo hace, alzando una ceja al encontrarse con...
- ¿Un móvil?
- Estaba molesto, ¿de acuerdo? Pensé que si tenía uno... sería más fácil localizarte. Por eso es que lo compré.
- Yo... no te traje nada, Kai.
- ¡No te estoy pidiendo nada! -masculla, sintiéndose ridículo ante esa situación.
Ni que fueran novios o algo, para tener que darse regalos en esa fecha.
- Pero... ¡Es extraño que me des algo y yo no!
- ¡Lo mismo pensé cuando me diste a Kiryu, y sin embargo, yo no me quejé! ¿O sí?
- ¿Kiryu? ¡Ah! -ya entiende.- ¿Así le pusiste al conejito?
- Hn.
- No esta mal. -alardea el ruso.- Pensé que le ibas a poner un nombre más feo como... “Kai”, o algo así de parecido.
- ¿Disculpa?
- ¿Y cómo está? -ignora su mirada asesina, volviendo a caminar otro tramo.- ¿Le has dado de comer, lo estás cuidando bien?
- Me ofendes, Ivanov. ¿Quién crees que soy? ¿Ming-Ming?
- No me extrañaría.
La replica de Kai pasa a segundo plano cuando comienza a escucharse la cuenta regresiva de los vecinos de aquellas casas.
- ¿Ya va a ser media noche?
- Eso parece... ¡Kai! -Tala parece recordar algo importante, y lo toma del brazo.- ¡Dime qué quieres que te dé antes de que se acabe el año, será el primer regalo que recibas en la mañana en Año Nuevo!
- ¡Hmf! Te dije que no quiero nada, no lo hice para...
- ¡Pide cualquier cosa!
El ruso está tan cerca de él, que puede verse reflejado en sus ojos. A lo lejos, el bicolor escucha el “8... 7... 6...”
- ¿Kai?
Y es todo lo escucha pues sólo se centra en una cosa.
- ¿Lo que sea?
- Sí. -le ve asentir.
El final está cerca...
“3... 2...”
- Quiero esto...
Sin más lo toma de la chaqueta, presionando sus labios contra los otros.
Cuando el 1 llega, se escucha los gritos de felicidades dentro de las casas y los fuegos artificiales que explotan uno tras otro en el cielo nocturno que esa noche les regala nieve. Todo mundo se abraza y se felicita, mientras afuera, en la calle, ambos rusos se separan por la falta de aire.
- Tú dijiste que... podía pedir lo que fuera.
Tras esa excusa se escuda el bey-luchador, evitando ver a Tala a los ojos. Se da la vuelta para continuar con su camino, recriminándose un millón de cosas, y sobre todo, lo que acaba de hacer.
“¿Pero qué diablos he hecho?”.
- Feliz Año Nuevo, Kai.
El ruso lo retiene de la muñeca, atrayéndolo hacia sí para que lo mire.
No está enojado, y la sonrisita arrogante que tiene le hace ver que está complacido con aquello que a último momento ha pedido. De hecho, busca eso de nuevo porque no ha podido corresponder como es debido, y se ha quedado muy corto en ese arte que se le da tan bien.
- Creo que este año será mejor que el pasado, ¿no crees?
Éste asiente, y sonríe de la misma forma que él.
- Espero que sí.