Título: Corazón Robado.
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Personajes: Yamamoto Takeshi, Hibari Kyoya & Gokudera Hayato. Tsuna, y Uri también.
Género: Amistad. Un poco de Drama. Romance entre líneas.
Rating: T.
Advertencias: Shonen Ai. 8059 & futuro 1859.
Resumen: Hibari quería luchar contra Yamamoto Takeshi pero él no quería, ni tenía esa intención. Toda su atención la tenía cierto herbívoro rebelde, así que si quería hacerlo cambiar de opinión, Hibari tendría que fastidiar a Gokudera Hayato. Y eso es justo lo que haría.
Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! no me pertenece. Es de Amano Akira.
27/03/12.
Capítulo 3. - Conflictos.
Una semana ha pasado desde aquel incidente con Hibari y hasta donde Yamamoto sabe, éste no le ha dicho nada a Gokudera aunque él tampoco se ha confesado y en cambio, ha estado un poco distante con él.
No puede evitarlo.
Por más que lo piensa, que le da vueltas en su cabeza, no puede arriesgarse de esa forma y perder la amistad que tiene con la Tormenta si es que éste no corresponde sus sentimientos, lo que es lo más seguro.
Para Gokudera, él sólo es un amigo. Lo tiene muy presente. Alguien, con el que siempre puede contar. Aquello, ha quedado bastante claro luego de todo lo que han pasado tanto en su época, el presente, como en el Futuro con todo eso de la Mafia.
Por eso, es que simplemente no puede decirle así como así que lo quiere. Que lo ve más allá de un buen amigo como lo es Tsuna, por ejemplo, y que sería infinitamente feliz si de alguna forma correspondiera sus sentimientos.
No obstante, el italiano nunca ha mostrado otro tipo de interés por él, lo que confirma más su amistad.
"Cómo debería de ser".
Se repite constantemente y con cierta amargura... y sin embargo, ahí están esos sentimientos románticos por él que no hacen más que crecer dentro de su pecho con cada día que pasa y están juntos.
Cada día lo quiere más. Cada día se enamora más de Gokudera. Pero no se lo dice, y puede que nunca lo haga.
No ahora que Hibari lo sabe.
Y es que desde aquel día no ha hecho más que pensar en eso. Temiendo que en cualquier momento cuando se le acerque para saludarlo o decirle que se vayan juntos a casa, el bombardero lo mire con verdadero odio y repulsión en sus ojos y le diga que se aleje para siempre de él. Que no siente lo mismo y nunca lo hará. Qué lo detesta.
Eso, es lo que más teme.
Lo que trata de evitar a toda costa, y lo que lo retiene para confesarse.
Lo único que quiere es que Gokudera no lo odie y se aleje para siempre de su lado. No lo resistiría.
Y para que eso no suceda, entonces no debe de saber de sus sentimientos por él; que lo quiere. Al menos, no de momento. No, hasta que tenga la confianza y seguridad suficiente para hacerlo él mismo y esté seguro de que al menos tiene una posibilidad por mínima que sea.
Por ello, es que hasta dispuesto está de aceptar de una vez por todas luchar contra el prefecto (aunque sigue sin estar de acuerdo con la idea) si con esto se asegura de que no le dirá nada a la Tormenta sobre el tema.
Sin embargo, hay algo más que lo preocupa y que aún no termina de entender.
Y es que Hibari no ha vuelto a insistir de ninguna otra forma en que luchen y en cambio, una media sonrisa curva sus labios cuando sus miradas se cruzan en los pasillos, la azotea de la escuela o en alguna parte de la ciudad.
Sabe que algo está tramando aunque todavía no intuye qué. Y eso lo preocupa seriamente y más, cuando está con el de ojos verdes, siendo ese el motivo principal por el que lo evita en algunas ocasiones durante su estancia escolar.
Con Hibari Kyoya nunca se sabe, por lo que ser precavido no está de más.
Aun así, no puede estar tranquilo. No del todo. ¿Pero por qué será?
Se siente como si fuera un presentimiento... uno malo.
- ¿Yamamoto?
- ¿Qué estás haciendo, idiota del béisbol? ¡El Décimo te ha estado hablando, reacciona!
- ¿Eh?
La voz y presencia de ambos lo saca de sus pensamientos, viéndolos de pie a un lado de su banca. La primera clase del día parece haber terminado y él ni enterado.
- ¡A-Ah, lo siento! -se disculpa, riéndose despreocupado como siempre.- Estaba distraído. ¿Qué me decían?
Su respuesta y actitud sólo consiguen que una venita aparezca en la frente del italiano y lo mire con fastidio para luego gritarle más fuerte por momentos.
- ¿Quién te crees, eh? ¡Ni creas que el Décimo te repetirá las cosas de nuevo, idiota!
Y como es de esperarse, Tsuna trata de calmarlo de inmediato.
- ¡Vamos, Gokudera-kun, cálmate por favor! ¡Está bien, no pasa nada!
- ¡Pero Décimo, este idiota...!
- Está bien, tranquilo.
Le repite con nerviosismo, mientras Yamamoto observa todo esto en silencio con una sonrisa en sus labios.
Le encanta ver a Gokudera enojado y frunciendo el ceño pues sabe que después hará un puchero por las palabras que Tsuna le diga, haciéndolo ver aquello sumamente adorable.
En momentos como estos, cómo le gustaría poder acercarse a él, revolverle sus cabellos y darle al final un beso en la frente como una pequeña muestra del cariño que le tiene.
"¿Eh?".
Claro que no lo hace (no se atreve) pero al darse cuenta de los pensamientos que está teniendo y ver de nuevo a Gokudera, su sonrisa se desvanece, volviéndose su expresión seria, afligida, por lo que eso significa.
Sí, cada día lo quiere más pero también... cada día se convence más que estar juntos, tenerlo de la forma en que él quiere y necesita es más que imposible.
Aquello duele.
Y de momento no lo puede ocultar. No, teniendo a Gokudera y a Tsuna a su lado por lo que esconde su cabeza entre sus brazos al recostarse en su escritorio.
- ¿Yamamoto?
Su acción, se gana la atención de sus amigos y un par de miradas confusas que se miran entre sí al no saber qué es lo que le pasa. ¿Se siente mal? ¿Le duele algo? Pero él se los aclara o esa es su intención cuando habla.
- No es nada, Tsuna… sólo de repente me dio un poco de sueño y cansancio, pero estoy bien. No se preocupen.
Puede decirles esto, a media voz y sin mirarlos a los ojos, aunque no sea así.
- ¿Estás seguro? -vuelve a insistir el castaño, pues algo le dice que no es como su amigo les dice.
- Sí. Estoy bien, de verdad... -bosteza a propósito para terminar de convencerlos.- Sólo quiero descansar un poco antes de que la siguiente clase inicie.
Tanto Gokudera como Tsuna lo observan unos segundos más, restándole después importancia el de ojos verdes pues si es como Yamamoto dice que"está bien", entonces no hay razones para preocuparse por lo que cambia de tema.
- Décimo, ¿le gustaría ir por algo de beber?
- S-Sí, supongo que sí. -antes de marcharse vuelve a mirar al beisbolista que no se ha movido de su lugar.- ¿Gustas que te traigamos algo, Yamamoto? ¿Un jugo, agua?
- No, gracias. -a penas y alza la mano para agregar.- Vayan antes de que llegue el profesor.
- De acuerdo.
Una vez que ambos se han ido suspira, alzando un poco su vista y pensando con detenimiento en por qué el amor puede ser tan complicado y la mayoría de las veces, unilateral.
Y a eso... no encuentra ninguna respuesta posible.
Las clases continúan como de costumbre cinco minutos después, o al menos hasta el cuarto período cuando sucede aquella disputa.
.::.
Por otra parte y pese a los días transcurridos, una semana completa desde su "conversación-desafío" con Yamamoto Takeshi, Hibari está de lo más tranquilo y calmado con respecto a lo siguiente que va a hacer contra el Guardián de la Lluvia.
La idea de luchar contra él se ha vuelto menos importante, quizá porque el Caballo Salvaje está en la ciudad y ya lo ha obligado a luchar en repetidas ocasiones con él, desapareciendo gran parte de su aburrimiento y energía acumulada.
Aun así, no quiere dejar pasar desapercibido el asunto de los estúpidos sentimientos que el beisbolista tiene por el herbívoro rebelde.
Eso, se lo ha tomado muy personal. A tal grado, que ahora es él mismo quien vigila al Guardián de la Tormenta en busca de alguna forma para poder utilizarlo a su favor y hacerle pagar a Yamamoto Takeshi la insolencia del otro día porque esa no se la perdona.
¿Quién se cree que es para amenazarlo de aquella forma con respecto al tema del bebé? Esa, se la iba a cobrar muy caro.
Oh, y hablando de herbívoros rebeldes... divisa al mencionado unos metros más allá en el pasillo, solo.
Una sonrisa presuntuosa curva sus labios cuando se encamina hacia él. Quizá, molestarlo un poco no está de más.
- ¿Qué estás haciendo aquí, herbívoro? -le dice, atrayendo con esto su atención.
- ¡Hibari!
Gokudera deja de recargarse en el muro al verlo, adoptando una pose defensiva. No obstante, le contesta con un escueto:
- ¡Qué te importa!
A diferencia del prefecto que al escuchar sus palabras entrecierra sus ojos divertido al ver que como siempre, Gokudera Hayato lo reta a la menor provocación.
Esa parte le es interesante en él, porque aunque la diferencia de fuerzas y poder entre ambos es más que evidente, el herbívoro no se cansa de atacarlo aunque sepa que no es rival para él. Sin mencionar que tampoco le tiene miedo, no le importa para nada sus amenazas o que lo muerda hasta la muerte, y el herbívoro rebelde sigue estando ahí una y otra vez para desafiarlo cada que puede y hoy no parecer ser la excepción.
Eso le gusta a Hibari.
- Hn. -así que lo mira fijamente al detenerse a unos cuantos pasos de él.- Esa no es la manera adecuada para dirigirse a un prefecto, herbívoro.
- ¿Hah? ¡Y crees que me importa!
Los dos se miran con detenimiento, manteniéndole la mirada al otro. La atmósfera entre los dos se va volviendo tensa y pesada, pero no por ello significa que vayan a pelear. Al menos, no en ese preciso momento.
Y es que hoy, extrañamente y a estas alturas ninguno de los dos ha sacado sus tonfas o dinamita para desafiar al otro. Quizá por eso, es que Hibari invade un poco más su espacio personal para ser más directo y claro con sus palabras.
Éste, es un buen momento para aclararle las cosas.
- Creo que ya va siendo hora de que alguien te enseñe a obedecer correctamente las ordenes y reglas a tu alrededor, Gokudera Hayato.
- ¡Eh! -lo desafía, sonriendo arrogante ante sus palabras.- ¿Y debo suponer que ese alguien serás tú, cierto?
El de cabellos negros imita su gesto burlón, contestándole con la misma autosuficiencia.
- ¿Quién más que yo, el prefecto del Comité de Disciplina, para hacerlo?
- Claro. ¿Pero qué crees, Hibari? -su ceño se frunce un poco más.- ¡A mí, nadie que no sea el Décimo me dice que es lo que debo o no de hacer! ¿Lo entiendes?
- ¿El herbívoro de Sawada Tsunayoshi? -se burla.- ¿Por qué no me sorprende?
- ¡Hey, no te refieras al Décimo así!
Al enojarse se acerca más a él, tomándolo con ambas manos de su pulcra camisa blanca y estando ahora sus rostros a una mínima distancia. Ahí, sus ojos verdes quieren fulminar a los presuntuosos azules, pero Hibari no se inmuta para nada. Todo lo contrario, aquello le parece divertido. Lo está sacando de sus casillas, y aún no ha terminado.
- Me refiero a él como yo quiera. Trata de impedírmelo si puedes, herbívoro…
- ¡Maldito!
La Tormenta está consciente de que no puede hacer nada contra eso por lo que gruñe entre dientes y afila más su mirada, pero no lo suelta. Sigue desafiándolo y queriéndolo hacer volar en mil pedazos.
En ese preciso momento, Yamamoto camina por los pasillos en busca de Tsuna y Gokudera que como es de esperarse en éste último al considerarse su Mano Derecha, lo acompaña a todos lados y sí, eso incluye el baño.
A veces, situaciones como esas lo hacen sentir celoso aunque no se lo dice a nadie y en cambio se convence a que se debe al cariño y devoción que el bombardero siente por Tsuna al ser la persona que lo salvó y le dio un sentido a su vida, y que para nada tiene que ver con sentimientos románticos sino simplemente de amistad.
Para él funciona porque sabe que así es. Ellos sólo son amigos... quizá los mejores, y de eso no debe de estar celoso; y sí, hoy no lo está.
- Haha. ¿Me pregunto adónde habrá ido Gokudera y...?
- ¡Te digo que te retractes, maldito!
Más adelante escucha su voz, apresurando sus pasos hasta casi correr. Su sonrisa no desaparece porque aquello es tan típico (y gracioso, por qué no) de él.
Y ahora, ¿con quién está peleando?
- Gokude…
Al ver la escena se queda sin palabras, su sonrisa desaparece y casi le da un ataque al corazón.
No lo entiende.
Por qué… ¿por qué Hibari y Gokudera están juntos? Y lo que es más importante, ¿por qué están tan cerca?
Su cuerpo se tensa, sus puños se cierran con fuerza y tiembla, aunque no se percata de esto.
Lo único que está en su mente en estos momentos son ellos dos, juntos, uno muy cerca del otro y no puede tolerarlo más. Quiere saber qué es esto y separarlos de inmediato. Hacer que el italiano deje de "tocar" a Hibari y que dejen de mirarse de esa manera tan intensa.
- ¡G-Gokudera! ¿Qué estás haciendo aquí?
Es claro que se controla con mucha dificultad para articular su pregunta y no acortar los pasos que los separan para hacer a un lado y de muy mala forma al prefecto, ganándose con eso un épico y justificado "te morderé hasta la muerte".
- ¿Eh?
Los dos voltean a verlo, encontrándose con el Guardián de la Lluvia. Que para su desgracia, ellos ni siquiera se alejan, siguen en la misma posición y Gokudera no suelta por nada a Hibari; sigue igual de aferrado a él.
Como es de esperarse, es el Guardián más fuerte quien reacciona primero luego de ver al beisbolista ahí.
- Miren lo que tenemos aquí... -una media sonrisa curva sus labios.- A Yamamoto Takeshi.
Al escuchar su nombre y ver la mirada que éste le dirige, un escalofrío recorre todo su cuerpo. Y es que puede ver en sus ojos la intención que tiene en ese momento de decirle a Gokudera lo que siente por él.
Vamos, que es su oportunidad perfecta para hacerlo, y lo peor de todo es que él mismo se la presentó en bandeja de plata.
"¡Rayos!".
Actuó sin pensar. Y ahora, ¿qué va a hacer?
Ajeno a todo esto, el italiano suelta por fin a Hibari pero no se aleja ni dos pasos de él. Mira fijamente a Yamamoto, dirigiéndose a él con un deje de molestia en su voz pues ahora resulta que su Décimo ni él pueden ir tranquilamente al baño sin que el idiota vaya a buscarlos tres minutos después.
¡Es el colmo!
- ¿Tú qué estás haciendo aquí, idiota del béisbol? ¡Deberías de estar en clases!
Su reclamo y gritos consiguen sacarlo de su trance para hacerlo aparentar que todo está bien. Que la presencia y mirada penetrante del prefecto no lo está afectando en lo más mínimo, aunque sea todo lo contrario, y esté por completo ante su expectativa.
- A-Ah, es que como Tsuna y tú se fueron desde hace rato… pensé que ambos habían decidido saltarse la clase sin mí. -e intenta reírse, pero no puede.
Se siente demasiado presionado para hacerlo, pero tiene que seguir aparentando que está bien. Tiene que esforzarse más y hacer que Gokudera se alejen lo más pronto posible del prefecto y se vaya, antes de que él le diga algo y arruine para siempre su amistad y las esperanzas de estar juntos que puedan llegar a tener.
- ¿Hah? -al escuchar su respuesta y mirar de reojo a Hibari lo niega para proteger a su capo.- ¡El Décimo nunca haría eso, idiota!
- ¿E-Eh? ¡Tienes razón! Haha. Cómo sea, ¿q-que tal si volvemos al salón, Gokudera? -se gira con esa intención, esperando que la Tormenta acceda y se vaya con él.
Que se aleje de inmediato de Hibari que está observando todo con lujo de detalles, y es que la expresión y media sonrisa que tiene en el rostro no augura nada bueno.
- ¡Vete tú! Yo estoy esperando al Décimo... -se cruza de brazos, entrecerrando tranquilamente sus ojos pues después de todo está ahí, esperando a que su querido capo salga del sanitario.
Eso, el espadachín no se lo esperó.
- ¡Pero...!
La sonrisa burlona del prefecto se ensancha un poco más con la respuesta del herbívoro rebelde y la clara desesperación que aprecia en el beisbolista. La Tormenta (sin querer) no se la pone fácil. Mejor para él.
- Si yo fuera tú, Yamamoto Takeshi... -da dos pasos hacia delante, dejando a Gokudera Hayato tras él sin que éste lo llegue a notar, pero muy diferente del aludido que se tensa un poco más por su acción que para él no pasa desapercibida.- Regresaría en este preciso instante al salón si no quieres que "te muerda" y no quieres eso, ¿cierto?
La breve mirada que le da a Gokudera le hace entender a qué se refiere con esto. Si no se va ahora mismo le dirá sobre los sentimientos que tiene por él, y no, no quiere eso…
… ¡pero tampoco quiere dejarlo con Hibari!
No le gusta la idea, se siente celoso y sobre todo inseguro.
Hibari Kyoya es capaz de hacer cualquier cosa, y no puede permitir que lastime de ninguna forma a Gokudera. No se lo perdonaría, y más si es por su culpa.
- Yo… -baja su vista, empuñando con más fuerza sus manos. De verdad que no sabe qué hacer y tiene que hacer algo, tomar una decisión, ya.
Aunque quizá no tenga que hacerlo. Al menos en está ocasión.
- ¿Gokudera-kun, qué es todo este…? ¡Hii! -sus palabras quedan inconclusas al ver al de cabellos negros unos pasos más adelante.- ¡Hi-Hibari-san!
Tsuna, que sale en ese momento del baño da un paso hacia atrás hasta quedar recargado contra la puerta completamente asustado. No entiende nada.
"¿P-Por qué Hibari-san y Yamamoto están aquí? -se pregunta, y su expresión cambia por una de incomprensión y desconfianza al notar otro detalle.- "¿Y… qué es toda esta tensión que siento alrededor?".
- ¡Ah, Décimo! -la expresión de Gokudera se ilumina, pero no tanto como la de Yamamoto al verlo aparecer.
- ¡Tsuna! -dice feliz, pues nunca le dio tanto gusto ver a su amigo en toda su vida.
Sin duda alguna le traerá mañana algo de sushi como agradecimiento por aparecerse en el momento preciso y "salvarlos" tanto a Gokudera como a él.
Ahora, ya se podrán ir.
Sin entender qué es lo que pasa, el castaño disimuladamente y sin hacer movimientos bruscos se acerca a su amigo para poder preguntarle qué sucede ahí.
- G-Gokudera-kun… -susurra por lo bajo.- ¿Qué está pasando aquí? ¿Yamamoto y Hibari-san están peleando o algo?
- No. ¡No se preocupe por eso, Décimo! -le sonríe con entusiasmo.- En realidad era yo quién estaba teniendo una disputa con Hibari pero luego el idiota del béisbol vino a interrumpir. Yamamoto ya se iba al salón de todos modos.
"¡Eh!".
¿Por qué su respuesta no lo sorprende?
Suspira, sintiéndose de pronto cansado. Gokudera-kun siempre metiéndose en problemas, ¡y vaya clase de problemas! Menos mal que Yamamoto había estado ahí para evitar una catástrofe aunque el ambiente entre ellos siga siendo tenso.
Lo mejor es irse antes de que Hibari-san los muerda hasta la muerte, y Yamamoto parece haberle leído la mente.
- Tsuna, volvamos al salón. -le dice el beisbolista unos metros más allá con una de sus mejores sonrisas, fingida, en esta situación.
Él tiene razón, por lo que asiente.
- S-Sí. Vamos Gokudera-kun.
- ¡Sí!
Yamamoto se dirige a Tsuna, pues ya sabía que en automático Gokudera lo seguirá y no se equivoco.
Pero Hibari que entiende a la perfección su acción, su forma de actuar, y que para nada le ha gustado, no dejará que las cosas terminen así.
- Así que el herbívoro de Sawada Tsunayoshi, eh…
Al escucharlo decir esto, la Tormenta se detiene y se gira para verlo. En cuestión de segundos elimina la distancia que los separa y lo vuelve a tomar con fuerza de su camisa hasta llevarlo contra uno de los muros.
- ¡Te dije que no te refirieras al Décimo de esa forma, bastardo!
- ¡G-Gokudera-kun!
- ¡Gokudera!
Ambos corren para quitarle de encima a su amigo al prefecto que no hace nada por apartarlo.
- ¡Retráctate, discúlpate con el Décimo ahora, Hibari!
Pese a las circunstancias, su pequeña sonrisa arrogante no desaparece. No lo hace, porque puede ver la expresión del herbívoro rebelde y las reacciones desesperadas de Yamamoto Takeshi por hacer que lo suelte y que se aleje de él.
Interesante.
- Oblígame, herbívoro… -le dice para provocarlo más y para retenerlo de esa forma a su lado.
- ¡Lo haré! ¡Ya verás que lo haré y te borraré esa estúpida sonrisa de la cara!
- ¡Gokudera, suéltalo ya! ¡Regresemos al salón!
- ¡No!
- ¡Y-Ya basta, Gokudera-kun!
Los dos tratan de apartarlo de Hibari pero no pueden. Éste se aferra cada vez más a él sin soltarlo ni un milímetro y para el colmo el de ojos azules no hace ni dice nada, tampoco.
- ¡Debe de disculparse con usted, Décimo! ¡Respetarlo y tratarlo como usted se lo merece!
- ¡Sabes que no me importa eso, Gokudera-kun! ¡Vamos, suéltalo ya! ¡Regresemos al salón como dice Yamamoto!
"¡Gokudera!".
El beisbolista no soporta más esta situación. Le da la impresión como si Hibari estuviera disfrutando este momento y lo hiciera a propósito; la mirada que le lanza y la media sonrisa que tiene en sus labios le dicen eso.
¿Será así?
- ¡No hasta que se disculpe! -sigue insistiendo la Tormenta mientras presiona con más fuerza al bastardo contra la pared y él.
Y entonces, Yamamoto llega a su límite.
Lo suelta pero no se aleja de él, su expresión se vuelve sería al igual que su voz cuando le habla.
- ¡Tsuna te lo está pidiendo! ¿No acatarás lo que tu "querido Décimo" te está diciendo, Gokudera? ¿Qué no se supone que eres su Mano Derecha? -con esto, deja bastante claro que está enojado. Enojado y desesperado.- ¡Pues no te estás comportando como tal si lo estás ignorando y preocupando al mismo tiempo! ¿Sabes?
- ¿Eh?
Tanto uno como otro se sorprenden por las palabras que su amigo acaba de decir y éstas por supuesto que tienen el efecto esperado.
- Yo… -Gokudera por fin suelta a Hibari y mira apenado a su capo.- ¡L-Lo… lo siento mucho, Décimo! -se disculpa una y otra vez, sin atreverse a mirarlo a los ojos.
Yamamoto tiene razón. Ha ignorado lo que su Décimo le estaba diciendo y además lo ha preocupado, a ambos, en realidad. Y como su Mano Derecha no debería de causarle estos problemas; por momentos se siente más impotente, más frustrado y avergonzado.
- N-No. ¡No te disculpes por favor, Gokudera-kun! -esto es tan vergonzoso e innecesario que no sabe hacia dónde mirar.- ¡R-Regresemos! Volvamos al salón, ¿sí?
- Sí.
Él no opone resistencia ni se queja, fastidiando aquello al Guardián de la Nube cuando lo ve alejarse de su persona y medio escucha las palabras de Sawada Tsunayoshi.
- ¡L-Lo sentimos mucho, Hibari-san! ¡Ya nos vamos!
Además de eso, Yamamoto Takeshi no deja de mirarlo como si quisiera reclamarle algo pero al final no lo hace, desvía su mirada y se va con los dos herbívoros que apenas y comentan algo por lo bajo cuando se encaminan hacia su salón.
Extrañamente las cosas terminan así ese día.
Él no mordió a ninguno de los tres herbívoros hasta la muerte y tampoco agregó nada para impedir que se fueran como si nada.
Hibari no vuelve a ver a Yamamoto Takeshi o al herbívoro rebelde en lo que queda del día, y ellos tampoco vuelven a encontrarse por suerte con el prefecto.
El resto de la semana transcurre así, sin complicaciones o más enfrentamientos entre ellos.
Hasta ese día.
Parte II.