Título: Entre el Odio y la Pasión.
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Personajes: Gokudera Hayato y Hibari Kyoya.
Género: Romance.
Rating: T.
Advertencias: Shonen Ai. 1859.
Resumen: Hibari ya no estaba satisfecho con lo que tenían, quería más. Pero Gokudera no quería eso, ¿qué haría entonces?
Disclaimer: Katekyo Hitman Reborn! no es mío, es de Amano Akira-sama :D
12/10/11.
A Gokudera le hacía falta...
En los últimos cuatro meses se había acostumbrado a él, a Hibari Kyoya, a sus "Te morderé hasta la muerte" para luego proceder entre golpes y galones a besarse y morderse con desesperación. A arrancarse prácticamente la ropa y tener sexo desenfrenado y apasionado en cualquier lugar en el que se enfrentaban hasta quedar completamente satisfechos y con sonrisas presuntuosas para luego continuar cada uno con su camino como si nada hubiera pasado.
Pero Hibari… hoy, ni ayer, ni el día anterior a ese, estaba. Cada día se alejaba más de él y lo ignoraba cuando se encontraban.
A Hayato le daba igual, no le importaba... aunque eso era mentira.
Sus ojos lo buscaban en los pasillos, en el patio y en la azotea a todas horas, disminuyendo cada vez más la atención y cuidados que tenía hacia su Décimo o las discusiones y el tiempo de "caridad" que pasaba con Yamamoto.
Todo, por aquel maldito bastardo que ya no estaba satisfecho con lo que le daba cuando estaban juntos, con lo esporádicos encuentros o minutos contados para hacerlo. Hibari quería más, quería que fuera sólo suyo y todo el mundo lo supiera. Quería la exclusividad (el derecho legal) de poder tocarlo, besarlo y hacerlo suyo cada que quisiera. El problema radicaba entonces que la Tormenta no quería ni buscaba eso. El sexo con él era increíble, no lo iba a negar, pero no quería "intimar" más con el Guardián de la Nube, y eso era lo que Kyoya no entendía.
Lo que lo molestaba, y el motivo por el que ahora ignoraba totalmente al italiano. Si el herbívoro no quería tomar en serio lo que tenían, entonces no estaba interesado en seguir teniendo sexo con él, que se buscara a otro... a ver si ése herbívoro era tan bueno como lo era él.
Pero había algo más allá del sexo con el presidente del Comité de Disciplina. Gokudera se dio cuenta rápidamente de eso, por lo que contra todo pronóstico y haciendo a un lado su orgullo es que lo decidió. Terminó haciéndose a la idea de sus condiciones y las aceptó. Sólo por eso y al verlo en el patio desde la ventana de su salón de clases es que decidió ir a hablar con él pese a las protestas y gritos de su profesor por hacer que regresara a su lugar.
A tan solos unos cuantos metros de distancia fue que le habló.
- ¡Hibari!
Pero el aludido, como otras veces, lo ignoró. Pasó a su lado sin decirle nada o siquiera mirarlo, haciendo caso omiso de su presencia.
No quería saber ni tener nada que ver con Gokudera Hayato.
- ¡Hey, escúchame! -le gritó, dando un par de pasos al frente.- ¡Te quiero! ¿Lo entiendes, maldito bastardo? ¿Contento, ahora?
Consiguiendo al menos que el de cabellos negros se detuviera.
- ¿Disculpa? -volteando a verlo segundos después, con una expresión neutra en su rostro.
- ¡Y-Ya lo dije, no lo voy a repetir! ¿Me oyes?
Gokudera miraba molesto hacia otro lado, queriendo ocultar el leve sonrojo que tenía. Hibari, sí que era un bastardo al ponerlo en esa situación tan vergonzosa y patética, pero todo era porque en el fondo también lo quería y sentía algo por él.
- ¿Y qué gano yo con saber eso, eh?
Por primera vez en la semana, Kyoya le estaba dirigiendo la palabra y hasta invadiendo su espacio personal al acortar los pasos que los separaban.
- Yo… ¡Yo qué sé! -se enoja.- ¡Tú querías que dijera eso! ¿No? ¡Yo no tengo ni la menor idea, no me preguntes a mí!
- Hn. ¿Qué no eres el herbívoro más inteligente de esta escuela? -una media sonrisa curva sus labios, al jalarlo de la corbata y acercarse hasta su oído para poder susurrarle.- Significa entonces que te gano a ti. Eres mío ahora, y para siempre.
Le muerde la oreja, sonriendo ante el quejido que suelta.
- ¡Qué mierda me estás haciendo, idiota! -se separa.
- Te dejo mi marca.
- ¡Tu marca, y una mierda! -le reclama, a punto de sacar su dinamita.- ¡Eres un maldito sádico!
- Y aún así me quieres.
Ante eso, Gokudera no puede objetar nada. No ahora que lo ha aceptado y se lo ha dicho.
- ¡Cállate! -murmura en cambio, jalándolo ahora él de la corbata.- ¡Te odio!
- Ya somos dos, herbívoro.
Sin decir nada más, ambos eliminan el espacio que los separaba y se besas con pasión. Minutos después, caminan hasta una de las bodegas más cercanas para continuar con lo que están haciendo.
Tanto uno como otro, ya extrañaban y les hacía falto esa clase de sexo, ¿cierto?
¡Por supuesto! Sólo hacía falta ver cómo se tocaban, besaban y las veces que volvieron a repetirlo ese día y al día siguiente también. Era como si quisieran ponerse al corriente, y eso en definitiva estaba muy bien.
Fin.