I'm not gay [RPG Fanfic]

Apr 14, 2010 18:05


Hace un tiempo empecé a escribir de cierta pareja slash, la primera de la que me da por escribir... Soy una novata en esto, y quizás no valga la pena como para publicarlo en ningún sitio, pero me apetecía traerlo aquí. Supongo que irá dividido en partes, y que algún día haré un post maestro para decir el orden en el que hay que leerlos, pero de momento tengo muy poco, así que lo subo como está y ya. Los personajes nacieron en un foro de rol con poco éxito de duración, así que mi mente los trasladó a otro lugar; el fanfic. Ellos revivirán en el rol que he creado junto con unas amigas "Across the Universe", pero antes de eso hay muchas cosas que contar, y supongo que las contaré aquí.

Título: I'm not gay
Capítulos: Tres
Estado: Finalizado
Paring: Félix/August
Advertencias: Slash
Fandom: RPG Château Bertrand

I'm not gay



Capítulo Uno - I gotta feeling

Después de aquel incidente en la habitación de August, Félix y él eran más amigos que nunca. Y Félix suponía que era normal. Es decir, ¿cuántos tíos podían decir que la misma noche habían intentado quitarse la tía el uno al otro, habían casi logrado un trío con ella, había llegado un cuarto a estropearlo todo, se habían ido a por cinco tías después de planear una venganza contra él, habían logrado acabar con las cinco en la habitación de uno de ellos, se habían peleado, se habían besado y se habían alejado los dos sin dramas? Seguramente tan solo ellos dos. Y eso los unía.

Por eso a partir de ese momento se veían más que antes. Principalmente intentando planear como acabar de hundir a Jay, pero pronto empezaron a llamarse tan solo para salir a beber, o a ligar, y luego para ir a algún concierto o, sencillamente, para hablar cuando no había nada mejor que hacer. Y era normal, porque ambos eran muy competitivos en todo, porque tenían una forma de pensar que parecía cortada por el mismo molde, porque se dieron cuenta de que tenían gustos musicales parecidos, que no soportaban al mismo tipo de gente, y porque ambos sentían un placer desorbitante cuando se trataba de molestar a los empollones, sobre todo cuando era el medio hermano bastardo de Kerrygan, aquel niñato empollón al que Félix metió en las taquillas del gimnasio para diversión y deleite de August.

Y joder, todo eso los hacía colegas. Y a Félix le molaba porque era guay tener un colega de verdad. Los que habían sido sus amigos ahora estaban muy lejos, y en aquella academia tan sólo se había topado con niños pijos repelentes, empollones, putas y maricones. Y August no era nada de eso. Bueno, puede que sí fuera un poco maricón, pero sólo un poco. Podían ser amigos a pesar de eso.

Por eso ahora estaban de fiesta juntos, bailando entre un grupo de mujeres bastante numeroso que no dejaba de sonreír cada vez que ellos les hacían un poco más de caso a una en concreto. Se los estaban rifando y, como ellos sabían lo divertido que podía ser no quedarse tan sólo con una, no se centraban en ninguna, sino que iban jugando con todas. Habían hecho eso mil veces, era tan sencillo, que a veces perdía parte del encanto que Félix había creído ver antes en ese ritual. No tardaron nada en estar en una cama con ellas y ahí fue dónde empezaron los problemas.
La primera vez fue un roce casual sin mucha importancia, estaban en una cama redonda con dos chicas más y, al moverse, chocó contra August; un roce sin ninguna segunda intención, un roce que decía “Aparta, que quiero follarme a esta”, por eso Félix ni se molestó en buscar más explicaciones a según qué reacciones. Ambos follaron con las chicas, las invitaron a marcharse, y rieron un rato aún tirados en la cama, fumando y desnudos, hablando de fútbol mientras una sábana apenas les cubría.

La segunda vez fue mucho peor. Estaban los dos, pero sólo había una chica. No era la primera vez que lo hacían así, y Félix solía bromear con August a su costa cuando, al hacerlo de esa forma, él se quedaba con la parte de atrás de la chica, le decía cosas como “Eres maricón hasta con las mujeres...” Nada muy grave entre ellos, no solían pelearse por eso. August le respondía con un “Un día te vas a enterar de hasta que punto soy maricón.”, ambos reían, y ya. No había nada más. Pero ese día algo cambió.

Y Félix ni tan siquiera quería pensar un sólo segundo en el motivo. Le daba demasiado miedo el buscar una razón a por qué cada vez que rozaba el cuerpo de August, el propio se estremecía, a intentar comprender por qué su cuerpo no se calmaba cuando agarraba las piernas de aquella chica para tenerla más cerca, a darse cuenta realmente de que no era a ella a quien miraba cuando sentía que su cuerpo llegaba al éxtasis. Por eso no lo pensaba, por eso abría las piernas de la chica sin molestarse en saber siquiera su nombre, o si era rubia o morena. Eso no importaba cuando lo único que buscaba era dejar de sentir esa sensación que le recorría por la espalda y acababa palpitante entre sus piernas.

Y lo logra una vez, y cinco, siete, doce… pero cada vez le cuesta más, cada día le es más difícil el lograr sentirse saciado, cada noche su apetito sexual va a más. No pasa mucho tiempo hasta que llega el día en el que Félix, en lugar de quedarse en la cama tranquilamente, descansando y hablando con August después de echar a las chicas, empieza a sentirse demasiado extraño en aquella cama, mucho más desnudo de lo que jamás se ha sentido, con August junto a él, fumando un porro de marihuana que llena el aire de un humo pesado y denso.

La habitación huele a sudor, a sexo, a porros y alcohol. Huele como siempre huelen las habitaciones donde ellos acaban, a una buena noche de diversión, a esas cosas que comparten los dos y que les gustan, que les marcan como diferentes a los demás. Y Félix sabe que siempre lo pasan bien cuando las chicas se van, que bromean y ríen, que apuran ese último porro hasta el máximo aunque no haya necesidad porque tienen más marihuana en el cajón, pero ninguno de los dos quiere levantarse de esa cama porque ambos están cansados y la tele de plasma se ve de coña desde ahí. Además, no es raro que estén juntos y desnudos porque acaban de tener a alguna chica entre los dos, sólo que la chica no importa y por eso ahora no está, y ellos dos son amigos, así que está bien que estén así.

-¿Quieres o no?

La voz de August saca a Félix de sus pensamientos, le mira sin entender muy bien qué es lo que su amigo le está ofreciendo y repitiéndole a su entrepierna que no habla de sexo y que no tiene que huir. De hecho empieza a creer que lo que le ofrece es ese porro que tiene entre los dedos de la mano que está extendida hacia él.

-Sí, sí... -responde agarrándolo y fumando.

Casi sin darse cuenta aprovecha para taparse un poco más con la sábana, lo hace con disimulo, con tanto que es imposible que August no se dé cuenta de que ese gesto no es normal, pero August no dice nada. Sabe que Félix es raro a veces, pero no le importa, son colegas y lo pasan bien cuando salen, así que si el chico ahora quiere arroparse cuando suele pasear completamente desnudo por su habitación, él no le va a decir que no.

Y se arropa y fuma el porro, intentando ser lo más normal posible, pero no puede. No puede porque está tenso, porque nota el sabor de la saliva de August en aquel filtro del porro que está húmedo y sabe igual que huele la piel de las tías con las que August se enrolla, y de pronto Félix se da cuenta de que quiere ese olor en su piel, y es cuando se gira y le mira, y se da cuenta de que August tiene unos labios suaves y jugosos, casi como los de una tía, y los recuerda perfectamente saboreando la piel de la chica que acaban de echar y es cuando Félix nota que eso que le palpita entre las piernas, se vuelve más y más insistente.

Sin siquiera mediar palabra se destapa, se levanta de la cama, se pone los pantalones, la camisa, agarra el resto de su ropa y sale de la habitación de August ante la mirada atónita de su amigo. Tres minutos después está bajo el chorro helado del agua de su ducha, luchando por no pensar más en su amigo y porque esa prominente erección desaparezca sin tocarse. Le cuesta mucho más de lo que antes le costó nunca. Al cabo de una hora está visitando a Fleur en las cocinas, desnudándola de forma demandante en uno de los cuartos de la despensa y poniéndola de espaldas para hacérselo por detrás.

Logra calmarse gracias a eso, porque hacerlo con una tía por detrás no es de maricones, así que no pasa nada, además, ha estado bien, y a ella también le ha gustado, y quizás nunca se lo diga a August y cuando compartan chica seguirá haciéndolo como siempre, pero estaba más estrecho y eso le ha producido mucho placer, pero lo deja de pensar en cuanto se da cuenta de que se está preguntando si a August alguien se lo ha hecho por detrás y nota como de nuevo su cuerpo le pide más.

Pasan pocos días antes de que de nuevo salgan de fiesta y conozcan a unas chicas, y pasa aún menos tiempo hasta que vuelven a compartir una cama con más gente. Y Félix está con una rubia impresionante, de pie mientras ella está en la cama, con August frente a él, tumbado con otra tía encima, y eso le jode. Le jode mucho. Por eso agarra a la chica con fuerza y se lo hace con el mismo ímpetu que cree que la chica se lo está haciendo a August, y su amigo le mira y Félix no aparta la vista, no está pensando con claridad y no es capaz de recordar que se juró a sí mismo no pensar en él, pero lo hace.

Es en él en quien piensa mientras se pega a la chica, mientras entra en ella. Y esa vez lo hace sin dejar de mirarle, y nota la mirada pesada de August también clavada en la suya, pero ninguno se detiene, aunque Félix no deja de preguntarse si quizás August tiene las mismas ganas que él de echar a las chicas y poder estar a solas, de terminar eso sin tanta gente en medio. Pero no dice nada, ni se detiene, y August tampoco lo hace. Y cambian de posturas y se rozan de vez en cuando, con los ojos clavados el uno en el otro, pero tampoco dicen nada, ni hacen nada. Y terminan, cada uno en brazos de una chica, revueltos en una cama que ahora le parece muy pequeña.

August está muy cerca, tanto que casi puede sentir su respiración contra él, agitada y jadeante, y eso le excita, pero no se mueve. Permanece tumbado boca abajo, sin mirar a su amigo, notando como cada vez está más excitado y haciéndose el dormido mientras cierra los ojos y se concentra en no pensar, aunque es incapaz de hacerlo.

La mente de Félix se nubla con el olor de la respiración caliente y húmeda de August, y no logra dormir a pesar de que es lo que más desea en el mundo; cerrar los ojos y olvidarse de todo, pero su mente no olvida nada. De hecho su maldita mente se dedica a repasar cada uno de los momentos en los que August le ha mirado mientras lo hacía con aquella chica, y Félix siente que esa mirada significa mucho. Por eso cierra los ojos y se dice a sí mismo que si en ese momento y en ese lugar August se mueve y le roza, él no se alejara, que si los labios de August se pegaran a su piel, él no huiría, que si su amigo acabara enroscándose sobre él, le besaría como si no existiera un mañana.

Pero August no se mueve, y Félix no duerme. Y las chicas se van pero August sigue sin tocarle y Félix sigue fingiendo que duerme, esperando ese momento que no llega nunca. Toda la sangre de su cuerpo se ha acumulado de nuevo entre sus piernas, y nota el deseo latente extendiéndose por todo su ser, quemando bajo su piel, pidiendo algo que sabe que no podrá decir en voz alta.

Pero August no hace nada y el tiempo pasa y, cuando Félix nota que su amigo se ha dormido, se mueve y le mira. Está dolido porque quería. Está sufriendo porque sabe que tiene que ser él. Está cabreado porque no ha hecho nada. Así que se levanta y se va.

Y esa es la primera vez que se masturba en el baño dejando que su mente le ayude a imaginar que es August quien le está tocando. Se siente sucio, y quizás algo culpable, pero está acostumbrado a sobrellevar ese tipo de sentimientos. Nunca ha sido demasiado honrado, así que no es nada nuevo.

Además, la culpa y la vergüenza se van por el sumidero mezclados con aquel líquido espeso y blanquecino que le recuerda a Félix que quizás, y sólo quizás, él también es un poquito gay.

Se pueden lanzar tomatazos si quieren, pero las críticas constructivas serán mejor recibidas.

Château Bertrand, Félix Yákov, fanfic, august kerrygan, rpg's, slash, across the universe

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