Un día de Piscina - Terminado o algo así.

Sep 10, 2010 12:23

Hay veces en las que yo misma me meto en unos líos adorables :-p, o no tan adorables… y muchas veces esos líos tienen que ver con fanfic y planes descabellados que aparecen en mi cabeza.

Uno de esto “líos” se llamaba “Un día de Piscina” y hablaba de Booth y Brennan desde el punto de vista de personas que no son ellos.
Las primeras las “Mamas ociosas”  del edificio de Brennan, luego el adorable Parker y su amiga Sandy  y por último la vecina de Brennan, Rachel. Pero claro, lo que ven los demás no es lo que realmente pasa, o puede estar pasando, así que decidí hacer un “pequeño” epilogo con el punto de vista de Booth y Brennan. 16 páginas y dando cortes mortales porque tenía ya un lio piscinero en la cabeza que ni os imagináis.

No me termina de gustar porque tengo la sensación que se notan los cortes, que se ve que quería terminarlo ya, así que si veis que realmente falta algo por ser contado. Vamos que me pase con la tijera. Decírmelo, e intentaré solucionarlo con el tiempo. No promesas, no soy buena cumpliéndolas. En lo que ha fanfic se refiere.

Se lo dedico a quelabones  a quien la debo un fic de cumpleaños, si te gusta para ti, sino te hare otro, aunque a lo mejor te llega para navidades.

He recapitulado todas las cosas que iba colgando…

Un día de Piscina
(Epilogo Booth y Brennan)

Era su tercera cita.

Su tercera “cita oficial“.

A Brennan no le gustaba mucho eso de tener que poner nombre a todo, etiquetas poco validas, para situaciones cotidianas, pero lo estaba llevando bien. Lo de las citas la permitió posicionarse en su nueva situación con tranquilidad.

Booth había sido tan paciente, tan bueno.

Él le había dado todo tipo de opciones cuando fue ella quien le rompió el corazón la primera vez. Y casi un mes después el cómputo general era tan positivo, que la parecía increíble que la hubiera costado tanto decidirse.
Un mes de citas, besos en la puerta, roces casuales de sus manos, llamadas telefónicas infantiles y mariposas en el estomago.

Todo aquello estaba excepcionalmente bien.

No lo aceptaría nunca, aún tenía una fama que salvaguardar (por si acaso venían malos tiempos), pero estaba encantada. Nunca nadie la había cortejado o mostrado tanto interese sincero por ella, aparte, claro, de Booth cuando sólo eran compañeros.

Compañeros.

Cada roce de su mano era una descarga eléctrica y nunca pensó, que eso, ir simplemente agarrados de la mano por el parque podía hacerla sentir tan feliz.

Había perdido tanto tiempo.

¿Cómo podría vivir ahora sin esa sensación de plenitud?

La pregunta se paseaba insistentemente aún por su cabeza, pero en un acto de locura decidió que era mejor perder algo, que haber carecido de ello siempre.

En aquel momento era feliz y no quería renunciar. No podía, no deseaba, no…

Pensaba en el gran dolor que había sufrido al perder a sus padres, pero que sin embargo, aunque racionalmente era absurdo, jamás hubiera prescindido de cada uno de los momentos que vivió junto a ellos.

Querer a Booth era algo bueno.

Le había dejado ser un macho alfa a su gusto y aún no estaba arrepentida.

Booth, por su lado, estaba intentando diferenciar esas citas oficiales, de las otras, de las que no lo eran pero sí, cuando sólo eran compañeros y él tenía que medir sus gestos y sobre todo controlar sus manos, aunque evidentemente nunca las controló demasiado, aunque evidentemente aún las tenía que controlar más de lo deseado.

El trato acordado fue ir despacio, paso a paso, treinta o cuarenta, los años que fuesen… pero un día tras otro, despacio. No quería que a Brennan le volviera a dar un ataque de pánico pensando que no podría, que no merecía ser feliz junto a él. Que lo que en ese momento sentía no duraría más de los 3 años de rigor que oficialmente dura el amor romántico.

No pensaba repetir la explicación científica en su cabeza.

Se negaba.

Ya le dolió bastante tener que escucharla.

Booth no creía eso, no creía que la ciencia pudiera determinar lo que sentía por Brennan. Él sabía que en 30 años seguiría amándola de la misma manera, pero por si acaso la doctora tenía razón, con respecto a ella claro está, deseo darla el regalo de ese primer amor real.

El de reconocimiento.

Él siempre sería su primer amor verdadero y aquello era un honor, aunque prefiriera ser el último.
El hombre siempre tuvo en cuenta que sólo hay dos amores verdaderos a lo largo de la vida y él pensaba estar en el cómputo general, eso seguro.

El jueves por la noche.

Booth la había pasado a recoger a las seis y ya estaba perfecta, como siempre. Sus vestidos cada vez eran más cortos, de eso se había dado cuenta. ¡Cómo para que no! La había abierto la puerta al salir de su casa, la dejó pasar primero, la colocó la silla en el restaurante y ella simplemente sonrió. Habían ido a cenar, pasearon por el parque camino del teatro y allí estaban, a la puerta de la casa de Brennan. Otra noche más.

Servicio puerta a puerta había dicho Booth.

Brennan volvió a sonreír dentro de su propia tolerancia, pero esa noche esperaba más… algo más. La parecía un poco absurdo con las horas que Booth había pasado en su casa a lo largo de esos años, que ahora se negara a entrar pasadas las 10 de la noche.

Entendía el punto, no era estúpida, le parecía absurdo, lo aceptaba como era, pero aquella era su tercera cita. Y quería más, desde su propio punto de vista había avanzado más que satisfactoriamente en su nueva relación amorosa y monógama. Sin embargo tras el delicado beso de buenas noches, Booth parecía más que dispuesto a irse.

Brennan le sujeto de la chaqueta.

- Pasa - le dijo con dulzura mientras acariciaba su brazo.
- Mejor no - dijo Booth no muy convencido de sus palabras.
- ¿Por qué? - dijo la doctora evidentemente desconcertada, era su tercera cita...
- Es muy tarde.

Brennan sonrió con condescendencia, evidentemente esa escusa no la valía.

- ¿Tienes miedo a querer hacerme el amor? ¿A dejarte llevar por tus impulsos? ¿A que no me guste tu parte de animal irracional y cambié de idea? - lo dijo sin pensar, justamente porque era lo que pensaba, pero intentó que ese Booth desconcertado frente a su puerta lo entendiera - No sería la primera vez que entras a tomar una cerveza a mi casa a estas horas de la noche y más tarde.

Booth sonrió y paro su marcha definitivamente, dándose la vuelta y colocándose frente a ella, la acarició el rostro y le dijo tras una larga respiración.

- Estamos en la fase de ir agarrados de la mano y sentirnos cómodos ante nosotros mismos como algo más que compañeros de trabajo.
- Yo me sentiría cómoda si entraras - dijo la mujer con una de esas sonrisas infantiles que Booth no sabía de dónde salían - Se me van a caducar las cervezas.

Booth sonrió, no lo podía evitar cuando Brennan intentaba bromear y la cosa la salía medianamente bien. Sin embargo aquello no era divertido, intento ponerse un poco serio, aunque la sonrisa y mirada expectante de Brennan no se lo permitían muy bien. Realmente el también deseaba entrar.

- Creí que habíamos quedado en hacer las cosas despacio y bien - Brennan puso morritos-. Andar cada paso. Aprender por el camino. Que tú te sintieras cómoda para que no te diera el pánico de repente.

Brennan sonrió con convencimiento.

- Estoy cómoda - dijo sensual mientras agarraba la corbata de Booth-. De verdad - y rozo su nariz por la barbilla del agente-. Podemos dar el siguiente paso. Creerme. Las veces que quieras.

Booth sonrió ante la insinuación de su compañera.

Sus labios estaban tan cerca.

Él también estaba preparado para el siguiente paso.

Sin apartarse un ápice de su compañera, apoyo sus manos en la puerta, encerrándola entre su cuerpo. Beso su nariz, su mejilla y bajo hasta sus labios. La sonrisa de Brennan era tal que apenas noto el primer contacto de sus labios. La mujer se dejo caer sobre la puerta, mientras Booth saboreaba su boca con delicadeza, dio paso a su lengua por su boca, acepto de buena gana sus caderas pegadas a las suyas y no dejo de suspirar ni un solo momento cuando los labios de su “amante” pasaron a su cuello e incluso a su escote.

Ni se dieron cuenta de que el ascensor se había parado en su planta, ni de que las puertas se estaban abriendo, pero sí que se terminaron por dar cuenta de que Rachel estaba frente a ellos sin saber muy bien qué hacer. En cuanto todos se percataron de la presencia de todos, la joven corrió y con un leve “buenas noches” entró en su casa.

Booth notó como sus mejillas se sonrojaban, pero no pudo ver cómo estaban las de Brennan, quien estaba abriendo de espaldas a él su puerta.

- Segundo paso - dijo dando un beso en la mejilla a Brennan-. Muestras de afecto publicas y compartir nuestra felicidad con los que nos quieren. Nos vemos mañana.
Y según se alejaba hacia el ascensor que se cerraba dejando a Brennan desconcertada comentó casual.
- Estoy en paz con mi parte de animal irracional y sé que te va a encantar…

El viernes por la tarde.

Seguramente el grito se escuchó por todo Washington.

A primera hora de la mañana Brennan entro en el despacho de Ángela y sin más preámbulos lo dejo caer. “Llevo manteniendo una relación amorosa y monógama con Booth desde hace más o menos un mes”.

Silencio. Y después el grito… con saltitos incluidos.

Más tarde, la doctora bajo a las aulas escolares para invitar a su padre a almorzar.

Max no gritó.

El hombre la sonrió como sólo él podía hacer y comentó…”Ya empezaba a pensar que realmente era gay. Me alegro por ti cariño. Booth es un buen hombre”

Y entonces la dio un fuerte abrazo y se fue.

Brennan se sintió satisfecha.

A las cinco Booth pasó a recogerla por el Jeffersonian. En el aparcamiento el agente se encontró con Max, cosa nunca vista hasta el momento, quien le dijo con voz tranquila y el rostro sereno “Sé que serás bueno con ella”. A Booth le pareció una advertencia, o más bien una amenaza.

“Siempre he esperado lo mismo de ti”. Contestó calmado.

Max sonrió ligeramente y se alejó camino del edificio.

El agente caminó sobre sus pasos al departamento de antropología. Al llegar a la plataforma Ángela se le lanzo a los brazos y le hizo un comentario que no pudo llegar a entender. No hubo tiempo para nada más. Brennan ya estaba lista y le arrastró fuera del Jeffersonian sin dar oportunidad de réplica.

Había sido una mañana dura.

Ángela quería saberlo todo y lo de compartir su felicidad estaba bien hasta cierto punto, que la permitiera trabajar.

Sin embargo, y a pesar de la actitud demasiado entusiasta de su amiga, la doctora se sentía muy orgullosa de sí misma, había cumplido satisfactoriamente el segundo paso del plan.

Estaba preparada para lo que fuera.

No se imaginaba que lo más difícil estaba aún por llegar.

Eran las seis menos cuarto de esa misma tarde.

- ¿Estás seguro? - dijo Brennan con cierto aire de preocupación, mientras ambos tomaban un batido en el Dinner.
- Completamente - dijo el hombre convencido-. Tú cumpliste tu parte del trato, ahora me toca a mí.
- Pero... - la doctora quiso intervenir pero no supo bien como, estaba asustada.
-¿Tú estás segura? - Booth era capaz de percibir la inseguridad en el tono de voz de su compañera.

Brennan sonrió intentando que su ansiedad no se mostrara demasiado patente. Era cierto, ella ya había cumplido su parte del trato, ¿cómo es posible que aquello la afectara tanto?

Respiro hondo.

-A mi padre le caes bien - comenzó diciendo-, no es algo que comprenda teniendo en cuenta que le has detenido en varias ocasiones y que una vez os pegasteis, pero parecía muy satisfecho ante la noticia - Booth sonrió, aunque nunca lo diría en alto él también apreciaba a Max-. Ángela ya compró un pijama para nuestro primer hijo hace un año. No era muy complicado adivinar su reacción, siempre ha dicho que somos el uno para el otro- Brennan estaba más asustada de lo que podría ni tan siquiera imaginar-, pero estamos hablando de tu hijo. ¿Y si me odia?

Booth podía entender el recelo de Brennan. Ya que ella siempre había aceptado que lo primero en su vida era su hijo.

-¿Cómo iba a odiarte?
-Mucha gente lo hace - dijo la doctora consciente-. Sobre todo los niños - comentó asustada - y a los padres tampoco les caigo bien.

Booth capturo la mano de su novia por encima de la mesa y la acarició con dulzura, mientras la miraba comprensivo.

-Le gustas a Parker, adora tu piscina, y sabe que yo te quiero - dijo sonriendo intentando calmarla-. Él quiere que yo sea feliz. Todo saldrá bien.

Brennan pareció relajarse un poco y sonrió levemente, sin embargo…

-¿Y Rebeca?
- Rebeca sabe que no voy por ahí presentándole mujeres a mi hijo con quienes no tengo intenciones…

Booth se acobardo a la hora de hablar de futuro y cortó la frase en seco, no quería agobiar a Brennan, aunque aquello le agobiara a él. Bajo su mirada hacia la mesa y sus ojos se oscurecieron. La antropóloga sonrió entendiendo, la sorprendía ser capaz de entender esos nuevos matices, fue ella la que en esta ocasión acaricio la mano de su novio sobre la mesa.

-Sigo aquí - dijo la mujer- sé que esto no está siendo fácil para ti, pero no tengo intenciones de irme a ninguna parte. Tengo miedo, pero nunca he sido más feliz.

Booth levantó la cabeza para ver la sonrisa de Brennan que le iluminaba la cara. Ella seguía allí y con un poco de suerte, siempre lo estaría. Vio como se levantaba del asiento y acercaba su cara a la suya, juntando sus labios con los de él suavemente, saboreándose por unos segundos, para poco después separarse.

- Muestra de afecto público - dijo con una amplia sonrisa que invito a Booth a intentar prologar el beso.

Sin embargo por el rabillo del ojo el agente pudo ver como por la puerta entraban Parker y Rebeca, se sonrojo un poco instintivamente y reculo hacia su asiento dejando desconcertada a Brennan.

La cada vez menos infantil voz del hijo de su novio se clavo en sus tímpanos, mientras el pequeño les saludaba.

Muestras de afecto publicas y compartir nuestra felicidad con los que nos quieren.

Sólo esperaba que el niño pudiera quererla, o por lo menos no odiarla.

El sábado por la mañana.

Brennan no sabía donde parar. Su cabeza era un remolino de idas y venidas. De ideas siempre conflictivas. Su razón se peleaba con su lógica y su lógica se peleaba con ella misma, con lo que sentía, con lo que no podía controlar, con aquello que durante años guardo en lo más profundo de su cabeza intentando ganarle la batalla al amor.

Primero intentando convencerse de que no necesitaba sentirlo, más tarde auto convenciéndose de que no existía. Y sin embargo ahí estaba, tanto tiempo después, perdida.

Completamente enamorada.

Se había levantado pronto, muy pronto.

Apenas había dormido.

Caminaba errática y nerviosa por toda su casa, con una gran caja de cartón donde guardaba todo aquello que la parecía “inadecuado”.

Los niños nunca habían sido sus amigos, ni siquiera cuando ella era una niña. Y no solían visitarla. La verdad, es que menos Booth, Ángela, Max y en otro tiempo algún amante ocasional no solía recibir visitas. De hecho nunca se hubiera dado cuenta de lo peligrosa que podía ser su casa para los infantes hasta que Russ, Amy, Emma y Hayley la visitaron años atrás.

Hayley por poco se clavó una daga sumeria mientras jugaba con su hermana. Y la pregunta que Emma dejo caer sobre qué era aquello tan…

¡¡Dios!!

Que obsesión con mentir a los niños.

Su hermano la corto alterado cuando vio que iba toda dispuesta a contestar. “Sólo era la reconstrucción de un pene de elefante que en la cultura de…”

Daba igual.

A la caja.

Estaba tan estresada que el repentino ruido de su teléfono móvil la desestabilizo, casi dejando caer su caja de objetos “prohibidos” al suelo.

Ni siquiera sabía donde había dejado el móvil.

Estaba tan nerviosa tras la conversación con Booth del día anterior que no podía dejar de pensar en que irremediablemente se había convertido en un ser absurdo, carente de lógica y con el razonamiento trastocado. Sus nuevas prioridades eran como poco, estupideces. Y sin embargo… era completamente feliz.

Booth tenía razón, merecía la pena.

De hecho cuando dejo la caja en el sofá y consiguió llegar a su teléfono, una oleada de estúpidas mariposas atacaron su estomago al descubrir que era Booth quien la llamaba. Y aquello la pasaba siempre desde hacía más de un mes.

No podía controlarlo.

- Buenos días Bones - oyó la voz de su “novio” al otro lado del teléfono.
- Buenos días, Booth - dijo dejando escapar un pequeño suspiro apenas imperceptible.
- ¿Dónde estás? - dijo un poco ansioso el agente- ¿Cuándo subes? ¿Por qué no estás aquí? - Brennan rió ante la desesperación de su “compañero”- Hay unas señoras que me miran mal - Terminó el hombre con un deje dramático, ligeramente burlón.
- Sólo te miran Booth - dijo la mujer con voz dulce y tranquila-. No las culpes, eres agradable de ver - de hecho mirarle se había convertido en los últimos tiempos en su actividad favorita.

Booth sonrió, Brennan le había llamado guapo, o algo así. Sin embargo el agente sabía perfectamente que no sólo le miraban, sabía cuando le estaban haciendo un scanner completo con reconocimiento de voz.
Aunque no le gustaba sentirse observado, normalmente no le importaba que una mujer guapa le mirara, se sentía alagado por esas atenciones gratuitas y contestaba siempre con su sonrisa sexy. Sin embargo aquellas señoras del fondo de la piscina le estaban poniendo muy nervioso.

- ¿Cuándo vienes? - dijo Booth cariñoso.

Brennan sonrió al teléfono.

- ¿Quieres que demuestre mi reciente sentimiento de territorialidad sobre ti ante mis vecinas?

El agente sonrió. La antropóloga ni se imaginaba lo mucho que aquello le gustaría a Booth.

- No estaría mal - dijo el hombre casual-, pero con qué vengas me vale. Te echo de menos - dijo mimoso.
- Iré en cuenta pueda. Estoy guardando algunas cosas.
- ¿Por? - pregunto Booth curioso.
- Parker.

Brennan lo dijo sin ninguna maldad, de hecho estaba tan preocupada por la visita de Parker y había pensado tanto en ese momento, que jamás se pudo imaginar que ese comentario molestaría a Booth, sin embargo lo hizo.

Booth no podía creer que Brennan estuviera escondiendo cosas a su hijo, como si fuera un delincuente o algo así…

- No hace falta - terminó por comentar Booth con tono cortante.
- Si hace falta - replico Brennan con tono exigente.
- Parker es un buen chico no te va a romper nada - dijo claramente enfadado el agente.

Brennan se sintió repentinamente amenazada y herida. No podía creer que Booth la estuviera acusando de guardar cosas para que Parker no las rompiera. Ella sólo…

Las lágrimas se la vinieron a los ojos.

¿Por qué aquella acusación la sentaba tan mal?

¿Por qué sentía que era una acusación?

¿Por qué…?

- Ya sé que es un buen chico. No guardo las cosas para que no se rompan - dijo enfadada por la acusación de Booth, pero sobre todo por lo que esa acusación la había hecho sentir. Las lágrimas amenazando a la salida de sus ojos no la gustaban nada- ¿Quieres que deje a la vista el pene de elefante? - dijo contundente.

Booth se quedo callado, entendiendo de golpe lo muy equivocado que estaba. Lo mucho que había avanzado Brennan y lo tonto que era él.

Se sintió fatal.

Casi había hecho llorar a Brennan. Y aparte de que antes se moriría que hacerla llorar a posta… ella sólo se estaba preocupando por su hijo.

- No deberías de guardarlo - intentó bromear-, tendrías que tirarlo. Ahora me tienes a mí.

Brennan no pudo por menos que sonreír ante la bravuconeada, pero intento mantenerse seria.

- Mucho presumir, pero aún ni siquiera me has dicho en qué consiste el paso 3 de esta relación.
- Créeme que el paso 3 te va a encantar y que no vas a echar de menos al elefante.

La risa salió de la garganta de la doctora sin su permiso, su voluntad era mantequilla desde que salía con Booth. Tenía tantas ganas de… Se puso roja de sólo pensarlo.

- No deberías de sentirte amenazado por ese paquidermo, Booth.
-No me siento amenazado baby, no tengo motivos - dijo Booth calmado de una forma chulesca - ¿Y cuando dices que vienes?

Brennan entorno los ojos y decidió dejarlo por imposible. Booth era Booth y le adoraba, incluso cuando intentaba no hacerlo.

- Aún tengo que bajar a comprar algo que pueda beber un niño, ayer se me olvido - dijo sería la antropóloga
- Algo ¿cómo qué?
- Algo sin alcohol. A no ser que quieras que le ofrezca sólo agua, o una cerveza.

Booth sonrió para sus adentros, ese iba a ser un camino largo, pero estaba deseando andarlo.

- ¿Qué tal batido?
- El batido está bien - dijo Brennan pensativa-, a Parker le gusta el batido, a ti también te gusta el batido, es sano, nutritivo… ¿Cuál compro?
- Estás demasiado preocupada - dijo Booth comprensivo.
- ¿Tú no? - dijo la doctora sin ocultar su preocupación- Nunca me han presentado a un hijo.
- Ya conoces a Parker - dijo Booth con su mejor tono conciliador.
- No eras tú quien entendía los dobles significados de las frases - refunfuño Brennan-. ¿Qué batido compro?

El agente sonrió, después de todo él nunca había presentado a su hijo una mujer. La tranquilidad que le daba presentarle a Brennan, de esa forma, sólo venia de la mano de que estaba convencido de que ella era la definitiva. Seguramente que la doctora estuviera tan preocupada por el batido era una buena señal.

- Extra de chocolate - contesto al fin.

La respuesta de Brennan se hizo esperar.

-¿No será demasiada azúcar?
-No por un día - dijo sereno Booth - Tranquila. Con batido extra de chocolate te adorara aunque no tengas tele.
La antropóloga sonrió complacida de que por fin su novio se estuviera tomando eso en serio.
- Bien, gracias ¿algo más?
- Te quiero.

Las palabras salieron de la cabeza de Booth directamente hacia su boca. Sabía que ella era la definitiva, que iba a ser una gran madre y una compañera perfecta de fatigas. Sabía que esas declaraciones espontaneas solían asustar a Bones, pero no pudo evitar decirlo y la respuesta le sorprendió aún más que su propia impetuosidad.

- Yo también te quiero.

No es que fuera la primera vez que lo decía. Que se lo decía a él. Nunca antes se lo había dicho a nadie, pero a él ya se lo había dicho. Fue difícil. De hecho fue una declaración sincera de sentimientos lo que provoco que empezaran a ser una pareja más o menos normal hacía un mes, pero a Brennan esas palabras nunca le habían salido de la nada.

La sorpresa se marco en su cara al oír sus propias palabras resonar en su cerebro.

“Yo también te quiero”.

La daba muchísimo miedo pensar que todo su mundo actual se resumía en esas cuatro palabras. Brennan no pudo ver la sonrisa y la felicidad de la cara de Booth al oír aquellas palabras sin aparente poder, pero sí que pudo sentir una paz dentro de su alma que nunca había experimentado.

- No tardes mucho en venir.
- No lo haré.
Y ambos colgaron el teléfono con una sonrisa bobalicona en la cara.

*****

Una hora después y tras haber hecho las compras oportunas y alguna otra de último minuto, Brennan entraba en la piscina con un discreto bañador negro. Era el que utilizaba para nadar, nunca se lo hubiera puesto si sólo hubiera quedado con el agente, pero ese le pareció el más adecuado dado que iba a hacer de anfitriona de un niño.

Iba tan ensimismada con todas las dudas y preocupaciones que se agolpaban en su cabeza, directa a donde había divisado a Booth, quien la miraba con una sonrisa de esas de las suyas, que no se dio cuenta de la presencia de Parker a pocos metros de ella, dentro de la piscina. Si no llega a ser porque el niño movió sus manos para llamar su atención, hubiera pasado de largo sin más. Y eso no hubiera sido un buen comienzo.

-Hola Parker - dijo mientras se agachaba a su lado - ¿Te lo estás pasando bien?
-Estupendamente - dijo el niño feliz.

Una niña rubita de más o menos la misma edad de Parker se puso al lado del chaval y se dedico a mirarla de forma inquisitiva. La sonaba su cara, pero decidió no prestarla mucha atención, tenía que centrarse en Parker.

-Me alegra. Luego podemos subir a almorzar a mi casa, he comprado batido del que te gusta.
-¿El extra de chocolate?

Los ojos de Parker se agrandaron ante la expectativa y Brennan sonrió feliz. Booth tenía razón, iba a acertar de lleno con el extra de chocolate. Aunque siguiera pensando que tenía demasiada azúcar.

- Sí, ese - dijo Brennan divertida mientras no perdía de vista a la niña rubita, que no la dejaba de mirar. La estaba poniendo nerviosa -. Hola - se atrevió por fin a decir a la pequeña.

La niña se tenso de repente. Parece ser que el sentimiento que irradiaban era mutuo.

-Doctora Bones esta es mi amiga Sandy - hablo al final Parker con un tono muy diplomático.
- Encantada Sandy - dijo Brennan dirigiéndose a la pequeña, lo más amable que pudo.

La niña saco la mano del agua y saludo con fuerza.

- Parker me ha dicho que es usted la mejor científica del mundo - dijo Sandy abriendo mucho los ojos.

A Brennan la idea de que Parker pensara que ella era la mejor científica del mundo la hizo muchísima ilusión, más que el homenaje que le hizo el gobierno egipcio, y eso que Parker no era ninguna personalidad relevante en la materia y por lo tanto su opinión no era más que una apreciación vana.

Todo en su cabeza era últimamente muy raro.

“La mejor científica del mundo”.

¡¡Qué mono!!

Tal vez después de todo aquello no iba a ser tan complicado. Sólo tenía que respirar hondo y no fastidiarla.

- Parker es muy amable - dijo dirigiéndose a la niña-, pero sólo soy la mejor antropóloga forense del país.

Las cosas había que dejarlas claras.

Brennan espero la respuesta, pero no la tuvo. De todos modos, debía de haber contestado de forma conveniente porque los niños sonrieron. La doctora hizo lo propio y se despidió de los pequeños.

Mucho estrés para tan pocos minutos.

La antropóloga siguió camino hacia donde estaba Booth, quien la miraba aún con más intensidad. Brennan no sabía cómo las piernas aguantaban su propio peso cuando él la miraba así. Se dejo caer a su lado como si nada más hubiera a su alrededor, feliz simplemente de estar allí y de rozar su piel en la caída. Entonces no pudo evitarlo, recorrió el pequeño espacio que había entre ellos y posó un pequeño beso muy cerca de la comisura de sus labios.

- ¿Y eso? - dijo Booth sorprendido.
- ¿Te parece mal? - dijo la mujer un poco preocupada.
- Para nada - dijo el agente con una gran sonrisa, al darse cuenta que su comentario podía haber sido malentendido-. Puedes repetirlo cuando quieres y puedes incluso tocarme los labios, si quieres.
-Pensé que era lo correcto - dijo Brennan un poco tímida-. Lo suficiente para escandalizar a las vecinas, pero no para que tu hijo se enfade.
- Que lista.
-Aprendo rápido - dijo la antropóloga coqueta y contenta de sus propios avances.

Booth tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad, para no encerrarla entre su cuerpo y la toalla y devorarla sin compasión. Siempre supo que era ella, pero su auto convencimiento en los últimos días se había multiplicado por mil.

*****

Una hora después habían conseguido sacar a Parker del agua.

El niño estaba sentado en el salón de Brennan mientras su padre y la doctora colocaban el almuerzo sobre la mesa. En una de las entradas a la cocina, Booth no pudo aguantar más y agarró a Brennan, empujándola con suavidad contra la pared de la cocina para besarla con pasión y tocarla más de lo permitido en público. Lo deseaba desde su primer encuentro en la piscina y el deseo le estaba consumiendo. No pensaba excederse era consciente de la situación, pero lo necesitaba. Lo necesitaba para seguir adelante ese día. La antropóloga se quiso resistir y llego a protestar ante la cercanía del niño, pero no pudo… las emociones la arrastraban sin remedio y las manos de Booth sabían instintivamente donde tocar. Un gemido discreto salió de la boca de Brennan al mismo tiempo que la voz de Parker, quien resulto que se encontraba con los brazos en jarras frente a ellos.

-Entonces es verdad, me habéis mentido ¡¿Sois novios?! - dijo enfadado.

La realidad les golpeo en la frente.

-¿Qué? - Booth se había separado de Brennan, pero aún no era capaz de articular palabra.
-Os estabais besando en la boca - dijo el niño todo ofendido- y la estabas tocando el culo. ¡¡Es asqueroso!! - sentenció.

Booth miro a Brennan desconcertado, de repente toda su seguridad se había esfumado. Su hijo, de nueve años, les había pillado y era…

-Somos novios - se atrevió a decir Brennan ante el silencio de Booth-, tienes razón. Y sí, nos estábamos besando, pero no es asqueroso es…
-¡¡¡Bones!!! - Booth sabía que tenía que intervenir antes de que aquello se le fuera de las manos, pero se había quedado en blanco.
-¡Nos ha visto! - dijo Brennan frustrada hacia la manía de no dejarla explicar las cosas a los niños, pero fue Parker el que prosiguió.
-¿Por qué no me lo dijisteis? - dijo el niño acusador.

Booth se fue a acercar a su hijo pero la doctora se le adelanto, Brennan se acerco al niño y se agacho a su lado.

-Hace muy poco que somos novios, sé que no estaba bien que no te lo dijéramos, pero te lo íbamos a decir hoy. Tú eres lo más importante para tu padre y nunca te lo quiso ocultar. Sólo queríamos hacer las cosas bien.

Parker pareció estar meditando su próximo paso y Booth se asombro de la tranquilidad y la corrección con la que Brennan estaba llevando esa situación.

-¿Quieres a mi papa?

Brennan sonrió, parecía complacida ante la pregunta del muchacho.

-Mucho Parker, le quiero mucho - y era asombroso lo fácil que era decirlo una vez aceptado.
-¿Os vais a casar?

Sin embargo la doctora no estaba preparada para aquella pregunta, se hubiera caído para atrás si no hubiera estado ahí Booth para sujetarla.

-Es un poco pronto para pensar en eso campeón - dijo Booth mientras ponía la mano en el hombro de su novia.
-¿Por qué me dijiste que no podíais ser novios? - el niño se dirigió a su padre y este miro a Brennan, aún bloqueada a su lado.
-Porque teníamos miedo.
-¿De qué? - insistió el chaval y Brennan pareció volver a la realidad.
-Yo tenía miedo Parker, y mucho - contestó la doctora mirando al niño, mientras acariciaba la mano de Booth-. Tú padre nunca tiene miedo, es fuerte, valiente, un gran soldado - el niño sonrió ante esa afirmación que para él era la única verdad-. Yo era la que tenía miedo, miedo de querer tanto a otra persona que olvidara quien soy yo. Miedo de no ser buena para tu papa. Miedo de que tú me odiaras.

El rostro de Parker se pacifico y la dedico una sonrisa encantadora, de las que tanto lucia Booth papa.

-No tienes porque tener miedo - y el pequeño se acercó y le dio un beso en la mejilla-. Me caes bien. Eres guapa y muy lista. Mi papa y yo te protegeremos de todo. ¿Verdad papa?

Booth se iba adelantar al comentario de Brennan y decir que ella no necesitaba protección, que no se trataba de eso, pero mientras una lágrima la caía por la mejilla, a la doctora sólo la salieron unas palabras de su boca.

-Gracias Parker.

Y le abrazó con fuerza. El niño se dejo hacer sin problemas, mientras veía como su padre le miraba orgulloso.

-Entonces ¿Mañana podemos volver a la piscina?

El domingo por la noche.

Booth se sentía como un animal en celo. Le parecía fatal su propio comportamiento. Había decidido dar espacio a Brennan, ir poco a poco.

Era su plan, ni siquiera era el plan de ella y sin embargo ahí estaba.

Había pasado todo el día con Parker, había pasado todo el día con Parker y sin Brennan. Había disfrutado mucho de la compañía del niño, se lo habían pasado genial, como siempre, y el estar ellos dos solos había sido decisión suya. A Parker no le hubiera importado volver a la piscina.

Las cosas había que hacerlas bien.

Sin embargo, según se dirigía a su casa tras haber dejado a Parker con su madre, se había empalmado de sólo pensar en el aroma del cabello de Brennan y en cómo sus cuerpos encajaban perfectamente cuando se besaban.

¡¡Dios!! ¡No había nada como engancharse a Brennan.

Sin lugar a dudas era un horrible animal en celo, un cerdo, un desgraciado, un… pero ahí estaba, frente a la puerta de Brennan, dispuesto a llamar. Pensaba que le tenía que dar vergüenza, pero realmente sin darle vergüenza alguna.

Brennan le abrió la puerta con una sonrisa, estaba en bata, esa bata china tan bonita con la que estaba tan guapa y dejaba tan poco a la imaginación… Ya le había visto a través de la mirilla.

-¿Qué haces aquí? - dijo picara, leyendo perfectamente en su cara lo que le había traído hasta su puerta.
- He pensado…- la verdad es que en el fondo le daba un poco de corte.
- ¿Sí?
- Como el paso dos ha salido tan bien… - dijo acercándose poco a poco a ella, mientras ella sonreía sin moverse de su posición.
- Aja…

Booth cerró la puerta a su espalda y se puso a jugar con el lazo de la bata de su novia.

-¿Quieres una cerveza? - dijo Brennan incitadora al ver el silencio de Booth, mientras le colocaba las manos en el cuello con delicadeza.
-No - dijo seriamente mientras la miraba directamente a los ojos - Quiero que tires el pene de elefante…
Brennan sonrió y Booth termino de recorrer el espacio hacia su boca, besándola con pasión.

FIN.

No tengo fuerzas para un NR-17.

Lo siento.

La frase de hoy, que no significa que mañana haya ninguna.

Amar no es solamente querer, es sobre todo comprender.
Françoise Sagan. Escritora francesa.

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