Los ojos contrarios le vieron fijamente, acusándolo de manera silenciosa. El mayor dio un suspiro, llevándose la diestra al rostro y respirando hondo antes de sonreír levemente, completamente vencido. Había perdido, otra vez. Ciertamente, ya ni siquiera recordaba en qué momento había dejado de contar sus victorias y se había acostumbrado a las
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