Vicios 27. 28. y 29
Reto: 27# - Miedo
Severus aguanta hasta entrar en sus aposentos. Entonces se derrumba, dejando caer su peso sobre la pared, y poco a poco se desliza hasta sentarse en suelo. No llora, aunque si alguien lo vises podría pensarlo. Está temblando, con el corazón desbocado y los brazos rodeando las rodillas en posición fetal.
¿Cómo ha podido ser tan estúpido? Lo último que
(Sirius)
Black necesitaba en esos momentos era que alguien le recordase era que se le había encarcelado en Grinmauld Place y que se le estaba apartando de toda la acción. Ahora sí que el ex-merodeador va a hacer todo lo posible por escaparse.
Pero no puedo contenerse. El regreso de Sirius (y no se da cuenta de que ha vuelto a llamarlo por su nombre, aunque sea sólo en sus pensamientos) lo está trastornando. No soporta volver a tenerlo tan cerca y a la vez tan lejos, mirarlo a los ojos y ver que sólo albergan rencor y furia hacia él, porque Azkaban le ha borrado todos los recuerdos sobre los dos.
Y Severus no se atreve a hacerle recordar. Tiene miedo por sentirse tan vulnerable en su presencia. Tiene miedo de que llegue a descubrir que en realidad no siente odio hacia él sin haber recuperado todo lo que se ha borrado de su mente. Y sobre todo, tiene miedo del carácter impulsivo de Sirius, ahora más que nunca, porque sabe que lo acabará conduciendo a la muerte.
Reto: #28 - Música
Por una vez, Grinmauld Place 13 no parece tan sombría. Remus le ha dejado su viejo gramófono, y ahora suena por toda la casa un saxofón rebelde y un piano gamberro. Jazz, por supuesto.
Sirius se deja llevar por la música, animado como no lo ha estado en mucho tiempo. Siempre le gustó más el rock, pero es el jazz quien hoy ha alejado los fantasmas. Está, de hecho, con tan buen ánimo que decide no hacerle ningún comentario a Snape cuando entra en la cocina. Por hoy lo dejará pasar.
O esa era su intención, porque no puede evitar levantarse indignado cuando el “pelograsiento” se acerca al gramófono y la música deja de sonar. Pero su ira pronto se aplaca, porque el jazz ha cesado, pero ahora suenan las primeras notas del álbum de “The Wall”, de los Pink Floyd, el que ha sido siempre uno de los favoritos de Sirius (no es el favorito porque existen los cuatro caballeros de Liverpool, pero sin los Beatles seguramente lo sería).
Se queda tan sorprendido, que por unos instantes no es capaz de reaccionar, y cuando por fin recupera el control, Snape ya ha desaparecido.
¿Qué coño ha sido eso?
Reto: #29 - Salida
Sirius está confuso, muy confuso. Es más, si diesen un premio a la persona más perdida y que no tiene ni idea de lo que está pasando, se lo llevaría él. De cajón.
No entiende lo que pasa con Snape. Primero fue cuando le puso su álbum favorito, ¿Cömo pudo saber que era “The Wall”? ¿Y por qué lo había hecho? Pero eso no había sido lo único, no. Snape también sabía cuál era su libro favorito, su alergia al marisco, y que era hemofílico. El otro día le había dejado una poción mientras le decía con desgana “Dumbledore no quiere que te desangres”. Pero Sirius sabía (se lo había preguntado él mismo) que el director no le había comentado nada. ¿Cómo sabía Quejicus tantas cosas sobre él?
Sabe que tiene algo que ver con los recuerdos que Azkaban le ha quitado. Faltan algunos relacionados con Snape, pero por más que lo intenta lo único que consigue es verse a sí mismo oliendo café, ¿qué se supone que significa eso?
Está confuso, desesperado. Así que la próxima vez que se encuentra con Snape hace lo que en ese momento le parece la única salida posible a su dolor de cabeza.
Lo coge desprevenido, sin darle tiempo a usar su varita y lo acorrala contra una pared, agarrándole de las muñecas para evitar que se escape. Y de repente, un flash
Choque de lenguas, gemidos susurrados que se escapan sin control. Unas manos que se chocan contra la camisa, intentando desesperadamente desabotonarla. La necesidad de dejar piel libre que tocar. Un fuego que se extendía por todo su cuerpo. Unos ojos negros que lo miran con pasión…
Los mismos ojos negros que ahora lo miran con sorpresa y temor. Por fin había recordado. Y se dejó arrastrar por su cuerpo, que tenía mucho más fresco que su mente lo que debía hacer. Posó voraz sus labios sobre los del otro hombre. Por fin había encontrado respuestas. Por fin había encontrado la salida a toda la tristeza que lo estaba ahogando.
Severus aguanta hasta entrar en sus aposentos. Entonces se derrumba, dejando caer su peso sobre la pared, y poco a poco se desliza hasta sentarse en suelo. No llora, aunque si alguien lo vises podría pensarlo. Está temblando, con el corazón desbocado y los brazos rodeando las rodillas en posición fetal.
¿Cómo ha podido ser tan estúpido? Lo último que
(Sirius)
Black necesitaba en esos momentos era que alguien le recordase era que se le había encarcelado en Grinmauld Place y que se le estaba apartando de toda la acción. Ahora sí que el ex-merodeador va a hacer todo lo posible por escaparse.
Pero no puedo contenerse. El regreso de Sirius (y no se da cuenta de que ha vuelto a llamarlo por su nombre, aunque sea sólo en sus pensamientos) lo está trastornando. No soporta volver a tenerlo tan cerca y a la vez tan lejos, mirarlo a los ojos y ver que sólo albergan rencor y furia hacia él, porque Azkaban le ha borrado todos los recuerdos sobre los dos.
Y Severus no se atreve a hacerle recordar. Tiene miedo por sentirse tan vulnerable en su presencia. Tiene miedo de que llegue a descubrir que en realidad no siente odio hacia él sin haber recuperado todo lo que se ha borrado de su mente. Y sobre todo, tiene miedo del carácter impulsivo de Sirius, ahora más que nunca, porque sabe que lo acabará conduciendo a la muerte.
Reto: #28 - Música
Por una vez, Grinmauld Place 13 no parece tan sombría. Remus le ha dejado su viejo gramófono, y ahora suena por toda la casa un saxofón rebelde y un piano gamberro. Jazz, por supuesto.
Sirius se deja llevar por la música, animado como no lo ha estado en mucho tiempo. Siempre le gustó más el rock, pero es el jazz quien hoy ha alejado los fantasmas. Está, de hecho, con tan buen ánimo que decide no hacerle ningún comentario a Snape cuando entra en la cocina. Por hoy lo dejará pasar.
O esa era su intención, porque no puede evitar levantarse indignado cuando el “pelograsiento” se acerca al gramófono y la música deja de sonar. Pero su ira pronto se aplaca, porque el jazz ha cesado, pero ahora suenan las primeras notas del álbum de “The Wall”, de los Pink Floyd, el que ha sido siempre uno de los favoritos de Sirius (no es el favorito porque existen los cuatro caballeros de Liverpool, pero sin los Beatles seguramente lo sería).
Se queda tan sorprendido, que por unos instantes no es capaz de reaccionar, y cuando por fin recupera el control, Snape ya ha desaparecido.
¿Qué coño ha sido eso?
Reto: #29 - Salida
Sirius está confuso, muy confuso. Es más, si diesen un premio a la persona más perdida y que no tiene ni idea de lo que está pasando, se lo llevaría él. De cajón.
No entiende lo que pasa con Snape. Primero fue cuando le puso su álbum favorito, ¿Cömo pudo saber que era “The Wall”? ¿Y por qué lo había hecho? Pero eso no había sido lo único, no. Snape también sabía cuál era su libro favorito, su alergia al marisco, y que era hemofílico. El otro día le había dejado una poción mientras le decía con desgana “Dumbledore no quiere que te desangres”. Pero Sirius sabía (se lo había preguntado él mismo) que el director no le había comentado nada. ¿Cómo sabía Quejicus tantas cosas sobre él?
Sabe que tiene algo que ver con los recuerdos que Azkaban le ha quitado. Faltan algunos relacionados con Snape, pero por más que lo intenta lo único que consigue es verse a sí mismo oliendo café, ¿qué se supone que significa eso?
Está confuso, desesperado. Así que la próxima vez que se encuentra con Snape hace lo que en ese momento le parece la única salida posible a su dolor de cabeza.
Lo coge desprevenido, sin darle tiempo a usar su varita y lo acorrala contra una pared, agarrándole de las muñecas para evitar que se escape. Y de repente, un flash
Choque de lenguas, gemidos susurrados que se escapan sin control. Unas manos que se chocan contra la camisa, intentando desesperadamente desabotonarla. La necesidad de dejar piel libre que tocar. Un fuego que se extendía por todo su cuerpo. Unos ojos negros que lo miran con pasión…
Los mismos ojos negros que ahora lo miran con sorpresa y temor. Por fin había recordado. Y se dejó arrastrar por su cuerpo, que tenía mucho más fresco que su mente lo que debía hacer. Posó voraz sus labios sobre los del otro hombre. Por fin había encontrado respuestas. Por fin había encontrado la salida a toda la tristeza que lo estaba ahogando.