Una simple maldita película española

Sep 26, 2011 20:30

Ya sabéis que a veces, y en este LJ tenéis ejemplos varios, me da por hablar de sociología filogenética. Vamos, que me gusta analizar de qué pie cojeamos, donde nos vamos a tropezar, y si caemos, cuan doloroso será el trastazo. 
Ahora que ya se acerca unas nuevas viejas elecciones, el panorama está plagado de huelgas, declaraciones capciosas que luego caen en el olvido (siempre pensé que cuando acaban las elecciones las papeletas son derramadas de las urnas a un inodoro y los electos tiran de la cadena hasta vaciar bien la cisterna), indignados, indignados de los indignados, y además, por si no fuera poco, indignados que están indignados de los indignados de los indignados... pues no sé, me ha dado por volver a pensar en el viejo carácter dualista que está instalado como un inconsciente colectivo en este país. Ya sabéis: que si somos rojos o fachas, del Barça o del Madrid, coca cola o pepsi, antena 3 o Telecinco, privatizadores o publicistas, antitaurinos hasta empitonados por un toro o pro-taurinos en el mismo caso, vaya... y un sinfín de cosas más en las que,  indefectiblemente, somos unos puñeteros reaccionarios, que, como niños pequeños, nos situamos en el punto de vista exactamente opuesto al del otro, simplemente porque no nos gusta y no nos da la gana pararnos a pensar que razones tiene el otro para pensar eso, y por tanto, tener una referencia moral para encontrar nuestra posición.
Ese dualismo yo siempre lo llevo hasta los tiempos de la Guerra Civil, pero incluso hay quien podría pensar que es anterior. No sé, no soy historiador y francamente, no tengo ni repajolera idea sobre el tema, así que prefiero no argumentar mucho para que no me den sopa con ondas. Sin embargo, cuando los políticos han acudido una y otra vez sobre nuestra guerra para politizar de nuevo al personal, es por algo. Les era rentable, y como cualquier buen maldito político, tienen que acudir a nuestras emociones más viscerales para convencernos de su programa. Incluso parece como si hubieran echado mano al argumento de la película de "Origen" para insertar ideas preconcebidas en la gente joven que incluso va perdiendo la posibilidad de escuchar testimonios directos de aquellos tiempos. Yo no puedo presumir de lo contrario puesto que mi abuelo no me llegó a contar lo que fue su vida en Francia durante aquellos tiempos alejado de un país que se mataba. Claro, un niño no estaba interesado en esas historias como cuando uno empieza a ver el horizonte de cultivar canas poco a poco y se va interesando por de dónde viene y porqué está aquí. Sé que tenía un tío comunista pero también murió - por causas naturales - antes de siquiera naciera yo. Así que en el fondo, puedo asegurar que cuento casi con las mismas herramientas a la hora de juzgar que un chaval de 15 años de ahora. Bueno, no todas. En mis tiempos contaban poca cosa en las aulas de la guerra civil, ahora prefiero no pensar lo que cuentan. A ojos de mi educación: se mató mucha gente y Franco de repente apareció y puso orden. ¡Se sienten, coño! Y poco más o menos... ah,si, el asunto de la Cruz de los Caídos no les quedaba más remedio que contarlo como fue, aunque siempre suavizando el tema. 
El caso es que en estos años de Gobierno se volvió a politizar a la sociedad con el asunto de la memoria histórica. La verdad que me cuesta valorar si fue acertado o no este tema, aunque en general pienso que no. Como mínimo, debiera haber sido mucho más discreto y menos pomposo, pero claro, de algo había que hablar en aquellos tiempos en el congreso, que si no se aburrían al no hacer nada más de provecho. El caso es que nos volvimos a dividir, mira tú. Podrían haber montado un debate entre la familia Martinez Bordiú y la familia Bardem y hubiera superado al de PetaZetas y Rojojoy. 
El caso es que, ahora que todo está más olvidado porque los parámetros del debate son otros, se me ha ocurrido hoy un magnífico argumento para un guión cinematográfico. Una película que, al estilo español más vanguardista, provocaría tantas ampollas como sabañones. Sería tan devastadoramente cáustica contra unos y otros, y si hubiera tino en el rodaje, rebajando la comedia lo máximo posible, enseñaria lo absurdo de la confrontación moral tantos años después. 
Imaginemos una familia obrera española.  Una que acude en pelotón a la puerta del Sol a debatir sin objetivos, a comulgar con la vieja y estulta idea de que la masa cabreada tiene la razón por el sólo hecho de hacer bulto y ruido. A gritar por una tercera repúblicaTienen clavada la espina de la horrible matanza que los nacionales perpretaron en algún pueblo turolense perdido, en la que perdieron a sus abuelos a los que tanto cariño tenían. Evidentemente, nunca han logrado encontrar los cuerpos de sus ascendientes. Entonces, en una mezcla de locura revanchista y de comprensible sanación de heridas lejanas, se les ocurre una extraña y bizarra idea: quieren invocar a los espíritus de los golpistas para lograr arrancarles la verdad, que les den los nombres de los asesinos y que estos a su vez les digan dónde arrojaron los cadáveres. La primera vez invocan al General Yagüe, pero el espíritu comprende las intenciones de los perroflautas y no suelta ni prenda. Entonces, comprenden que no pueden lograr engañar a los ectoplasmas tan fácilmente, y pergreñan una segunda parte del plan en la que tratan de caracterizarse, de disfrazarse, de personajes más amables para dichos elementos: Vizcaíno Casas, Camilo José Cela,  Salvador Dalí, Carmen Sevilla, Hitler, etc etc (incluso Rouco Varela, por eso de recordar a la Iglesia su papel, con algo de mala baba). Esta representación teatral espiritista surte efecto, obteniendo cada vez más datos y evidencias, aunque también algunas informaciones que no son de su "agrado" en cuanto a las muertes provocadas por los republicanos. Desentierros de fosas comunes que estaban perdidas para encontrar un diario de un soldado nacional, búsquedas en archivos desvencijados escondidos en parroquias semi-abandonadas... en fin, una road-movie por los pueblos que mancharon vergonzosamente sus tierras de sangre, con personajes caricaturescos no exentos de cierta pasión noble pero ignorante. Al otro lado, espíritus de los vencedores asesinos, que, en complicidad con sus burlescos mediums, cuentan sus horrores y los horrores de su gente, incluso como murieron algunos en el más absoluto de los rencores y desprecios. El desenlace llega, cuando, inevitablemente, hay que convocar al espíritu de Franco, puesto que conoce el dato que abre la puerta a la situación exacta de los cadáveres presumiblemente violados y fusilados. Un ectoplasma con las psicofonías del No-Do acude a la sesión, y revela grandes sorpresas de un subterfugio de arrepentimiento del dictador, que se ve rápidamente reemplazado por la furia criptorquídica al darse cuenta que todos los allí presentes son unos impostores judeomasónicos. Aún así, con el dato ya revelado, perseguidos por la sobrenatural presencia del Generalísimo, emprenden el último viaje hacia la tumba olvidada de sus abuelos. Y, cuando, desentierran los huesos y encuentran otro diario escrito por ellos mismos, comprueban con estupor que en realidad se suicidaron colectivamente varios amigos y familiares del pueblo porque, no eran capaces de acatar las respectivas órdenes de disparar unos contra otros. La herida cerrada y curada por fin, ante tal sacrificio de humanidad inimaginable por los simplistas políticos que avivan los odios y no el concilio de los que siguen buscando a sus familiares.
Santiago Segura, Banderas, Bardem....bueno, no, Bardem mejor que no... anda, a ver si me lo comprais. Una última cosa: no quiero aparecer en los créditos. 
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