Abrazo
Título: Abrazo
Género: Humor del fail(?)
Clasificación: G / K
Advertencias: -
Palabras: 217
Notas: Escrito para el crack_and_roll
-¡Recuerda Japón! ¡Tal y como te lo enseñé! -fue lo último que escuchó Ludwig al entrar a la sala de reuniones y antes de oír un “buen día, Alemania-san” y ser abrazado robóticamente.
Se quedó helado en su lugar, mientras su cuerpo era rodeado por unos brazos finos y delicados, vestidos de blanco puro y brillante. Japón era más bajo que él, y no, su mirada no podía alcanzar a ver su rostro -lo cual el nipón hubiera agradecido, porque nunca se había sentido tan avergonzado en su vida-.
Veneciano, por su parte, los contemplaba dichoso, orgulloso de haber unido aún más -tanto física como sentimentalmente- a sus aliados. Los observó y examinó, pero su cerebro no era capaz de computar el total despiste del alemán y las ganas del japonés de ser tragado por la tierra. Él solo veía dos personas abrazándose.
-¡Ve! -dijo sonriente a todo pulmón esa sílaba propia y únicamente suya, que nadie, ni probablemente él, sabía lo que significaba. Cuando los países del eje se quisieron dar cuenta, se habían fundido en un surrealista (para Ludwig), vergonzoso (para Kiku) y tierno (para Feliciano) abrazo.
Se quedaron así casi quince minutos. Uno sin saber cómo reaccionar, otro queriendo llevar a cabo el rito del seppuku y el último feliz de la vida.
Género: Humor del fail(?)
Clasificación: G / K
Advertencias: -
Palabras: 217
Notas: Escrito para el crack_and_roll
-¡Recuerda Japón! ¡Tal y como te lo enseñé! -fue lo último que escuchó Ludwig al entrar a la sala de reuniones y antes de oír un “buen día, Alemania-san” y ser abrazado robóticamente.
Se quedó helado en su lugar, mientras su cuerpo era rodeado por unos brazos finos y delicados, vestidos de blanco puro y brillante. Japón era más bajo que él, y no, su mirada no podía alcanzar a ver su rostro -lo cual el nipón hubiera agradecido, porque nunca se había sentido tan avergonzado en su vida-.
Veneciano, por su parte, los contemplaba dichoso, orgulloso de haber unido aún más -tanto física como sentimentalmente- a sus aliados. Los observó y examinó, pero su cerebro no era capaz de computar el total despiste del alemán y las ganas del japonés de ser tragado por la tierra. Él solo veía dos personas abrazándose.
-¡Ve! -dijo sonriente a todo pulmón esa sílaba propia y únicamente suya, que nadie, ni probablemente él, sabía lo que significaba. Cuando los países del eje se quisieron dar cuenta, se habían fundido en un surrealista (para Ludwig), vergonzoso (para Kiku) y tierno (para Feliciano) abrazo.
Se quedaron así casi quince minutos. Uno sin saber cómo reaccionar, otro queriendo llevar a cabo el rito del seppuku y el último feliz de la vida.