Título: Desde las sombras
Nombre de tu persona asignada:
intimiskyPersonaje/pareja: Sherlock, John, Molly, Lestrade, OCs (en orden alfabético: Harold J. Carter, William Clayworth, Phil Harmon, Carl Hewitt-Brown, Dean Jones, Mara Knight, Elizabeth McKinnon, James McKinnon, Nina Roberts, Penny Smith, Emma Stevens, Gary Weaver, Josh Weisz).
Clasificación y/o Género: Misterio
Resumen: John no ha vuelto a relacionarse con las investigaciones policiales desde la muerte de Sherlock. Sin embargo, cuando un ex compañero militar se pone en contacto con él, el doctor se vuelve a encontrar trabajando en la investigación de un crimen, el asesinato del famoso actor William Clayworth. Sin embargo, John no estará solo. Tendrá ayuda, desde las sombras.
Disclaimer: Los personajes de Sherlock, Watson y Lestrade son creación de sir Arthur Conan Doyle. Las versiones presentadas en esta historia, junto con Molly, pertenecen a la serie de la BBC “Sherlock”, creada por Steven Moffat y Mark Gattis.
Advertencias: referencias fandom por doquier, toca el tema de las enfermedades por transmisión sexual y la discriminación por orientación de género. Los datos médicos pueden no ser totalmente exactos. Hay algunos guiños al canon de los libros y cuentos.
Notas (si las necesitas): ¡Feliz Navidad! Me emocionó la idea de intentar hacer un case!fic y tengo que confesar que la cosa se me fue un poco de las manos. Espero que te guste y te interese el caso porque al final acabé bastante encariñada con todos los OC. No es algo propio de sir ACD pero te dejo una tabla de personajes al inicio que sirva de guía. En el texto sí es probable que encuentres varios guiños intencionales (y otros no tanto) a la obra de sir ACD.
Personajes originales:
-Harold J. Carter: creador y productor de la serie Hunter.
-William Clayworth: actor de la serie Hunter, interpreta a Matthew “Matt” Lovell, quien descubre a Hunter y se convierte en su aliado… o no. Ídolo de masas.
-Phil Harmon: exmilitar, médico y guardaespaldas de William Clayworth.
-Carl Hewitt-Brown: abogado de William Clayworth.
-Dean Jones: asistente de William Clayworth.
-Mara Knight: investigadora privada.
-Elizabeth McKinnon: Esposa de James, productora de la serie.
-James McKinnon: actor estelar de la serie Hunter, cuyo personaje Rob Hunter es un policía encubierto.
-Nina Roberts: agente de James McKinnon.
-Penny Smith: agente de William Clayworth.
-Emma Stevens: actriz de Hunter, interpreta a Kate Lovell, interés amoroso oficial de Rob Hunter.
-Gary Weaver: fotógrafo que seguía a William Clayworth.
-Josh Weisz: asistente de James McKinnon.
***
La época militar no era la favorita de John para recordar. De hecho, los viajes al pasado no solían ser de su agrado. Sin embargo, cuando había recibido esa mañana la llamada de Phil Harmon se había alegrado. Era un compañero en el ejército, también de formación médica. Se habían llevado muy bien el tiempo que habían trabajado juntos. No había vuelto a saber de él desde que se había visto obligado a regresar a Inglaterra por su lesión, pero al parecer Phil no había tenido problemas para localizarlo. Quería hablar con él.
John estaba seguro de que no se trataba solamente de un encuentro de antiguos conocidos, aunque no terminaba de entender para qué podría tener interés de reencontrarse con él su viejo compañero.
“Creo que puedes ayudarme” había dicho.
Personalmente, lo dudaba. No había sido de ayuda para nadie más que sus pacientes en mucho tiempo. Casi dos años ya.
En la parada del metro reparó en el lazo negro que habían puesto en la valla publicitaria de la principal cadena televisiva del país. En el cartel promocional del mes había un poster con los protagonistas de la exitosa serie Hunter. Durante los últimos dos días las noticias habían estado colapsadas de notas sobre la aparición de William Clayworth muerto en su camerino. John no solía ver la serie, pero sabía que su personaje, Matt, era mucho más popular que el principal, Rob Hunter. Todos aquellos que no iban con demasiada prisa dirigían la mirada aunque fuera un momento a la foto del actor de rasgos finos, ojos claros y aire misterioso que dominaba el cartel a pesar de que era el rostro de Hunter el que aparecía en primer plano.
En otra época John hubiera seguido la serie, pero desde que había conocido a Sherlock le había perdido el gusto a los procedimentales por encontrarlos huecos e ilógicos. Desde su muerte huía de todo lo relacionado con lo policiaco.
Desvió la mirada del cartel y continuó su camino.
Phil lo esperaba en el café en el que habían quedado. Los años habían hecho mella en él. Ahora estaba más grueso y había perdido mucho pelo, pero se mantenía en forma. Hablaron un rato de la misma manera que dos viejos conocidos. John le contó que estaba trabajando en el hospital diurno y Phil le enseñó fotos de sus dos hijos. Luego, cuando le preguntó a qué se dedicaba, su rostro se ensombreció.
-En parte de eso quería hablarte -dijo con seriedad-. Hasta hace unos días, trabajaba oficialmente de guardaespaldas.
-¿Qué pasó?
-Mataron a mi empleador.
Aquello no podía ser bueno, por supuesto. Sin embargo, John seguía sin entender exactamente lo que su amigo intentaba decirle.
-¿Pero… qué pasó? -repitió al tiempo que se reprochaba a sí mismo por volver a hacer la misma pregunta. Sin embargo, Phil no pareció notarlo.
-No lo sé -respondió bajando la voz, con tono confidencial-. Honestamente, no tengo idea de qué sucedió. Pero las cosas no se ven bien para mí. Oficialmente era su guardaespaldas, pero en realidad era su médico también. Al menos el que viajaba con él.
John frunció el ceño.
-¿Viajaba? ¿Quién era tu empleador?
Notó que Phil había estado esperando llegar a ese punto. Sonrió con tristeza.
-William Clayworth.
La gravedad de la situación aumentó con sólo escuchar su nombre. Phil miró a su alrededor como si temiera que alguien lo estuviera escuchando.
-William estaba enfermo -confesó en voz baja-. Nadie lo sabía, en el canal no sabían que yo era un doctor también, no trabajaba para ellos sino para él. Parte de mi trabajo era cuidar que tomara su medicación, estar atento si aparecía alguna complicación y desde que enfermó propiamente cuidar de él. En los últimos meses empezaba a estar tan débil que estaba administrándole estimulantes de manera controlada para que pudiera cumplir con el trabajo y los compromisos de promoción, al menos hasta que terminara el contrato y aceptara someterse al tratamiento que necesitaba.
John hizo memoria. No había notado nunca que William Clayworth pareciera enfermo y Phil hablaba como si se tratara de algo grave de mucho tiempo. Quería preguntar pero sabía que no debía hacerlo. Sin embargo, su amigo siguió sus pensamientos:
-La autopsia lo revelará -señaló-. Aunque Penny está trabajando con su abogado para evitar que ese detalle salga a la luz. Penny es su agente.
La última oración la añadió probablemente al notar la confusión en su rostro al escucharle.
-¿Por qué lo ocultaron? -preguntó John tras unos momentos.
Phil resopló.
-Es complicado -señaló, como si quisiera ganar tiempo para acomodar sus ideas-. La gente en el canal no se lo hubiera tomado bien y hasta hace unos meses no amenazaba su desempeño. Hay condiciones médicas con las que se puede vivir con normalidad por años. Sin embargo, Will no llevaba un estilo de vida sano. El estrés del trabajo, los salvajes horarios de grabación, la exposición a climas y condiciones arduas para filmar, la vida nocturna de las premieres… No era el ritmo de vida que necesitaba. Además, si se hubiera hecho público habría afectado su imagen.
John asintió. Podía entenderlo.
-¿Qué es lo que te preocupa entonces? Apareció muerto en su camerino. Incluso se habla de que pudo ser suicidio -dijo ya intrigado, lamentando no haber puesto más atención a las noticias de su muerte.
-Descubrirán los estimulantes y averiguarán quién se los daba -señaló con un estremecimiento-. Era todo legal, pero al hacerlo en secreto, se ve mal. Además, no han revelado la causa de la muerte pero creo que pudo ser una sobre dosis de estimulantes. Van a sospechar de mí, John. Por eso necesito tu ayuda.
La petición lo sorprendió y despertó en él recuerdos poco agradables. No tenía ya tratos con Scotland Yard. Aquello formaba parte de una vida que había dejado atrás con la muerte de Sherlock. Tras la larga crisis que había sufrido, ahora intentaba no pensar en ello.
-No puedo hacer nada -replicó de inmediato. Quizá demasiado de prisa.
Pero su amigo no iba a dejarlo tan fácil.
-Tienes que tener contactos en la policía -insistió-. Sé que en una época trabajaste con ellos. Si pudieras hablarles bien de mí… O si pudieras echar un vistazo al caso, seguro que te escucharían. Por favor, John. Te aseguro que quería a William, era un buen chico. Nunca le hubiera hecho daño. Lo conocía bien, también estoy seguro de que no hubiera terminado con su propia vida. No ahora. No quiero que su asesino quede impune. ¡Por favor, John!
Phil lo subestimaba. Apenas y mantenía algún contacto ocasional con Lestrade. Molly era probablemente la única persona con la que seguía en un contacto más o menos continuo.
La única forma de vivir sin Sherlock Holmes era no seguir en el mismo mundo que habían compartido juntos.
Sin embargo, junto a una punzada de dolor, volvió a sentir la misma oleada de emoción de encontrarse con un caso. Hacía mucho que no sabía de Phil, pero habían trabajado juntos en campamentos médicos durante la guerra. Lo veía incapaz de usar sus conocimientos en medicina para matar.
-No creo que pueda hacer algo -señaló a pesar de que una parte de él no pensara que fuera buena idea-, pero puedo intentarlo.
El rostro de Phil se iluminó con esperanza.
-Siempre fuiste un hombre listo, John. No sé yo por qué decían tantas mentiras sobre tu amigo Sherlock, pero si tú le creías, yo también. De la misma forma sé que debes haber aprendido más de él de lo que crees. Sabía que eras la persona indicada para ayudarme.
John optó por no repetirle que no tenía idea de si podría hacerlo.
***
La única manera que se le había ocurrido para ayudar a Phil era llevarlo a declarar antes de que la policía lo buscara. Lo llevó con Lestrade, a quien le explicó más o menos lo mismo que su excompañero le había comentado. El inspector formaba parte del equipo que trabajaba el caso. Era una situación de alto perfil, por lo que Scotland Yard estaba poniendo todos sus recursos en ella.
El inspector se había mostrado dispuesto a escucharlo, ignorando intencionalmente todos los meses que habían pasado sin hablarse, lo que John decidió hacer también. Sin embargo, no puedo evitar preguntarle por el yeso que llevaba en el brazo sobre el que hasta ese día, no había sabido nada.
Una vez que se reunió con Phil, el hombre no le había dicho mucho más que al mismo John, excepto que no tenía idea de quién podría haber matado a Will y se negaba a pensar que fuera un suicidio. Tampoco estaba tan enfermo para que se tratara de muerte natural.
-También creemos que pudo ser algo más, no un suicidio -declaró Lestrade antes de asegurarle que iban a investigar el caso hasta el fondo.
Se despidió de ellos y salió de la salita de reunión donde les había recibido. Intentaba sin éxito disimular que intentaba rascarse el interior del yeso con un lapicero que llevaba en su mano. Fue entonces que John le siguió para convencerlo de llevarlo con él a la autopsia.
-No. No puede ser -replicó Lestrade apresurándose hacia la salida del edificio. Se había fracturado un brazo hacía un par de semanas y llevaba un brazo en cabestrillo, lo que tal vez ayudaba a restarle velocidad.
Sin embargo, John no le iba a dar tiempo de escapar.
-Sabes que me debes una -dijo en voz alta, en lugar de seguirlo.
El inspector se detuvo en seco al escucharlo. John sabía que no era cierto. Se la debía a Sherlock, pero él ya no iba a poder cobrarla. Se creía en el derecho de heredarlo y al parecer, Lestrade también lo creía. Se giró hacia él con una expresión distante, aunque John creyó distinguir la sombra de su amistad ahí en la mirada. Y de la culpa.
-No debería -señaló, aunque de una manera menos cortante. Notó como miraba a su alrededor, como si quisiera ver una señal de lo que debía hacer-. Es un caso de alto perfil. Pero tal vez pueda hacerte pasar por mi asistente. El departamento dijo que no podía pagarme uno y con un brazo así necesito ayuda. Sólo… mantente alejado de Donovan, ¿de acuerdo?
No tenía que hacerlo prometérselo, Sally Donovan era una de las personas que menos le gustaban.
***
-¡John!
La última persona a la que Molly había esperado ver de nuevo en la morgue del hospital era a John Watson. Sin embargo, ahí estaba, acompañando a Lestrade y saludándola con una expresión que mezclaba incomodidad y disculpa a la vez. Siempre mantenían mucho menos contacto del que decían que tendrían. John no parecía querer recordar su vida con Sherlock y ella tenía que disimular demasiado cuando le veía, de manera que ninguno parecía esforzarse demasiado por mantenerse en contacto.
-El doctor tiene interés en el caso de Clayworth -dijo Lestrade por toda explicación - Veníamos a ver qué nos puedes decir, lo trajeron aquí.
Will. Tuvo que obligarse a respirar profundo, pero desvió la mirada un momento mientras se contenía. No era la primera vez que veía en una mesa de la morgue a alguien que conocía en cierta medida, pero nunca antes había tenido allí al protagonista de su tablero con más pines en Pinterest o su tag de búsqueda obligatoria en Tumblr.
Probablemente ninguno de ellos lo entendería pero era de lo más difícil que había tenido que hacer en su vida.
Will Clayworth. Aún no podía creer que estuviera muerto.
-Sí, así es. Pero se lo llevaron ya para hacer el reporte de autopsia, lo preparé -dijo, controlando su voz lo más posible, aunque notó la curiosidad en la mirada de John y la diversión en los ojos de Lestarde, seguro que adivinaba que era una de sus fans. No era divertido, pero como había pensado, no lo entendería.
-Ya se están tardando en tenerlo -se quejó Lestrade-. ¿Nos puedes adelantar algo?
Molly lo meditó un momento. Miró con cierto reparo a John, después de todo no era policía.
-Viene conmigo -le recordó el inspector, algo impaciente.
De acuerdo, aquello tenía que bastarle.
-Tiene una contusión importante en la cabeza, muchas marcas de inyecciones recurrentes, algunas muy recientes… Y estaba enfermo. Muy enfermo.
-¿Qué tenía?
No era una respuesta tan sencilla.
-Tumores. Habían hecho metástasis ya. Su cuerpo no podía pelear con ellos.
-¿Cáncer? -preguntó Lestrade poco impresionado.
-Y sida -admitió Molly con una punzada de dolor al recordar el momento en que había leído el expediente-. Tenía sida, su carga viral era muy alta y sus defensas muy pobres. Con los tratamientos actuales podría haber estado mucho mejor pero… no creo que se cuidara mucho.
La pena se le había colado en la voz y lo sabía. Por suerte, ni John ni Lestrade comentaron nada al respecto. Ambos se estaban viendo como si acabaran de entender algo.
-Ese era el secreto -señaló John.
Lestrade parecía particularmente contrariado.
-Dudo que la noticia fuera del agrado de muchos en el canal… No es extraño que no quisiera decir nada. -Se giró hacia Molly-. ¿Se estaba muriendo?
La autopsia lo diría con exactitud, pero por lo que ella había visto, no le quedaba otra opción que asentir.
***
Molly dudó un momento antes de levantarse a abrir la puerta sin apartar la mirada del televisor. Justamente seguía la escena en la que Matt confrontaba a Rob tras descubrir que era un policía encubierto, una de las escenas claves del inicio de la serie. Sin embargo, a la segunda llamada cayó en cuenta que sólo una persona podría ir a buscarla hasta su apartamento con ese deje de impaciencia.
Corrió a abrir y efectivamente, Sherlock estaba al otro lado.
Sobresaltada se hizo a un lado para dejarlo pasar y antes de cerrar la puerta se aseguró de que no había nadie observando en el pasillo. Al girarse notó que el hombre ponía los ojos en blanco con irritación.
-Lo único sospechoso de mi llegada a tu apartamento es que hagas eso todas las veces.
Se veía distinto. Las tres veces que había ido a verla a lo largo de los casi dos años que tenía oficialmente muerto había ido de la misma manera, con ropa sport y una ridícula gorra en la cabeza que le cubría los rizos más cortos de lo habitual y de un color rojizo al que ella no se acostumbraba. Él insistía en que así era una persona intrascendente en la calle y ella se guardaba bien de decirle que él nunca iba a ser el tipo de hombre que pasaba desapercibido.
-Creo que la vecina de abajo cree que tengo un amante esporádico -dijo ella con una risita nerviosa, a la que él no correspondió. Se adentró en el salón, dejando la gorra en una silla. No se quitó los guantes que llevaba. Molly estaba segura de que no se los quitaba nunca.
Notó como su mirada se quedaba un momento en el televisor, donde Rob tenía a Matt acorralado contra una pared mientras intentaba convencerlo de que no le delatara. Sin embargo, no le siguió prestando atención, sino que se centró en ella.
-Dijiste que John está trabajando con Lestrade.
Como siempre, quería ir directo al punto. Tenían unos cuantos canales seguros de comunicación para los que le había dado estrictas instrucciones sobre cuándo utilizar. La mayor parte de ellos estaban relacionados con John Watson y la posibilidad de que estuviera en algún tipo de problema o peligro. Molly no estaba segura de si trabajar con la policía calificaba como tal, pero le había parecido extraño y había pensado que nada perdía informándolo.
-Sí. Se presentaron ayer en la morgue, parece que John tiene un amigo que trabajaba con Will Clayworth y quiere ayudarlo.
-Clayworth -repitió Sherlock antes de desviar la mirada hacia la pantalla de nuevo. Molly dudaba que viera el programa, o en general que viera televisión, pero probablemente había leído del caso.
-No sé si sea un peligro -se apresuró a añadir ella-. Creo que iba a acompañar a Lestrade a unos interrogatorios, no tiene nada que ver con… Moriarty. Pero pensé que debías saberlo.
Lo miró expectante, a cada segundo con la sensación de que se había equivocado al contactarlo. El rostro de Sherlock se había tornado serio, mientras observaba la pantalla.
-Los hombres de Moriarty podrían pensar que está haciendo algo más con Lestrade. Será mejor que el caso termine cuanto antes.
Molly suspiró. Parecía que había acertado. Además, ella también quería que se resolviera lo antes posible, por la memoria de Will.
-Si estuvieras con ellos seguro que lo resolvías pronto -dijo con una breve sonrisa, aliviada.
El detective la miró como si hubiera dicho algo demasiado obvio.
-Por eso voy a resolverlo -declaró-. Háblame sobre William Clayworth.
-¿Yo? -Molly se sonrojó. ¿Por qué creía que ella podía hablarle sobre el actor? Sherlock desvió la mirada con marcada impaciencia.
-Estás mirando su serie a dos días de que apareció muerto, tienes una caja de pañuelos desechables al frente, el descansador de pantalla de tu computadora que estoy viendo en el reflejo del espejo tiene distintas fotos del actor y has desviado la mirada a la pantalla cada vez que Clayworth va a hablar, antes de que lo haga. Es evidente que tienes algo que decir sobre él.
Bueno, era cierto, sabía bastantes cosas sobre William Clayworth. Sin embargo, la idea de pasar la noche contándole a Sherlock todo lo que sabía sobre su actor favorito era algo que nunca había imaginado.
***
Con la justificación del brazo quebrado de Lestrade y la falta de recursos que le brindaban para que alguien pudiera acompañarle a tomar sus notas, el inspector se había armado para llevar a John con él a los interrogatorios. Por suerte, el trabajo no faltaba y Sally Donovan se estaba encargando de bastantes cosas importantes como para no tener tiempo de hacer problemas al respecto.
La primera entrevista fue con Penny Smith, agente del fallecido. Era una mujer de mediana edad, algo rolliza y estatura alta. Probablemente solía verse perfectamente seria y controlada, pero lo rojizo del borde de sus ojos la delataba. Había estado llorando mucho o durmiendo poco. O ambas cosas. Parecía muy afectada por la muerte de Will.
Era algo frustrante saber que por más que se fijara en todos los detalles que podía no sacaba más que hipótesis que no podía comprobar, cuando Sherlock con un vistazo hubiera sabido todo lo que era posible conocer sobre la mujer. Sin embargo, estaba haciendo su mejor intento para prestar atención y conseguir alguna información, mientras Lestrade procedía a hacerle las preguntas del caso. Se encontraban en la oficina de la mujer en los estudios de Hunter.
-Will era un buen chico -dijo por enésima vez ante la pregunta del inspector sobre cómo eran sus relaciones en el set-. Era muy amable con sus subalternos e intentaba ser un buen compañero. Además, siempre sabía decir lo correcto: la prensa lo amaba, sus fans lo idolatraban… Tenía sus cosas, como todo el mundo…
John notó que Lestrade sonreía un poco. Ya le había advertido que en casos como aquellos los muertos siempre eran santos mientras no se interrogara lo suficiente. Era extraño trabajar con alguien que necesitaba interrogar a profundidad a las personas para después debatirse sobre si mentían o no. Por algo había necesitado tanto a Sherlock.
Se obligó a concentrarse en lo que sucedía frente a él y no dejarse llevar al pasado.
-¿Qué tipo de cosas?
La señora Smith se rebatió incómoda, John notó como cruzaba los pies por debajo de la silla mientras pensaba cómo decir lo que estaba pensando. Su trabajo siempre había sido poner el nombre de Will Clayworth en lo más alto, seguro que nunca había tenido que decir una mala palabra sobre él.
-Nada realmente malo -se apresuró a señalar-. Tenía bruscos cambios de carácter, eso es cierto. Podía ser arisco y distante. En cámaras era una persona muy accesible y cálida, en privado también pero… sólo con la gente que consideraba cercana. En ocasiones, se encerraba en sí mismo incluso para nosotros. No era alguien fácil de tratar cotidianamente, pero era imposible no tomarle cariño.
John tuvo la impresión de que Penny Smith había jugado un rol hasta cierto punto maternal con su cliente.
-Entonces, ¿tenía problemas con alguien? -preguntó Lestrade con tacto, aunque podía notarse la ansiedad en su voz. Necesitaban sospechosos.
La mujer se quedó pensándolo un momento.
-Supongo que no es un secreto que no era del agrado de Emma. Después de todo, el personaje de Will debía morir a los pocos capítulos para introducir al personaje de ella pero al quedarse en la serie Matt Lovell, el personaje de Kate Lovell ha tenido mucho menos desarrollo y tiempo en pantalla del que se había planteado inicialmente.
John tuvo que revisar la ficha que tenía con los nombres de todos los actores y personal de Hunter. Emma Stevens era la mujer protagonista de la serie, el interés amoroso de Rob Hunter y hermana de Matt, el personaje de Will. Era una mujer muy atractiva, pero la audiencia parecía disfrutar más de las intrigas, alianzas y desencuentros de Rob y Matt que del romance no concretado entre Rob y Kate.
De hecho, habían sido James y William los que habían ganado un premio ya por mejor química en pantalla. No le extrañaba que la mujer no estuviera muy feliz.
-El señor Clayworth hizo un gran trabajo haciendo querer a su personaje -señaló Lestrade de manera educada.
Sherlock nunca había tenido que utilizar esos métodos para ganarse la confianza de las personas y así hacerlas decir lo que necesitaba saber. Sin embargo, la señora Smith sonrió particularmente orgullosa. No le extrañaba, no era sólo trabajo de un actor posicionarse de aquella manera: estaba seguro de que la mujer frente a ellos había trabajado muy duro para tener a Will Clayworth en el candelero.
-Así es -declaró con firmeza.
-¿Tenía problemas con alguien más? -insistió el inspector mirando su libreta con fingida atención, como si estuviera sólo comprobando que no faltaba mucho más por preguntar.
Penny Smith torció el gesto.
-Tampoco era santo de la devoción de Harold -declaró de mala gana. Probablemente notó la confusión en Lestrade y él mientras revisaban sus listas, porque se apresuró a aclarar a quien se refería-. Ya saben, el creador de la serie.
Harold J. Carter. John encontró el nombre en el encabezado de la lista.
-¿Por qué? Clayworth catapultó su serie al éxito -señaló John sin plantearse si era prudente decirlo.
Consiguió una sonrisa despectiva de parte de la señora Smith, aunque no iba dirigida a él.
-Precisamente por eso. Harold nunca quiso que el personaje de Will se quedara en la serie. Modificaba por completo la idea original que tenía para Rob Hunter y odiaba que el canal hubiera influido en la trama de su historia para conservar a Matt Lovell.
-¿Alguien más? -insistió Lestrade.
La mujer lo pensó un poco y negó, aunque no parecía convencida.
-¿Qué hay de James McKinnon? -preguntó John tras revisar que estaba diciendo bien el nombre-. Will se estaba llevando toda la atención.
Penny sonrió con tristeza.
-James y Will se llevaban bien. No como solían presentarse ante la prensa, no eran realmente tan cercanos, mucho era estrategia publicitaria. Hay que darle a los fans lo que quieren. Pero James no es un tipo rencoroso, no lo creo. Es sólo que, como les decía, Will era reservado con todos excepto a quienes nos consideraba más cercanos. No tenía más familia que su madre enferma, así que Dean, Phil y yo éramos lo que tenía.
Era evidente que se seguía considerando parte del grupo cercano. John frunció el ceño.
-¿Sabía de la enfermedad de Will? -preguntó tras dirigir una mirada a Lestrade antes de intervenir.
Penny Smith inspiró profundo y levantó ligeramente la barbilla.
-Sí. No me lo dijo hasta que empezamos a hablar de renovar o no con la serie, porque no había querido preocupar a nadie. Podría haber vivido con la infección muchos años, el problema eran los tumores.
Por supuesto. La gente no moría de sida, John lo sabía bien. Con el tratamiento apropiado podían vivir años portando el virus del VIH sin ni siquiera bajar las defensas del cuerpo. Sin embargo, cuando estas se debilitaban se favorecía el desarrollo de infecciones y enfermedades. En el caso de Will, según la autopsia, había desarrollado un rápido cáncer de hígado que había empezado a extenderse.
-¿No pensaba renovar? -preguntó Lestrade frunciendo el ceño.
La señora Smith suspiró.
-No lo había decido pero no era buena idea. Necesitaba tiempo para llevar el tratamiento, si era posible. No estoy segura de qué lo hacía dudar, es cierto que su carrera estaba en su mejor momento, pero que viviera era lo más importante.
Su voz se quebró al final de la frase y agachó la cabeza para que no la vieran contener las lágrimas. John sintió una profunda pena por ella.
-¿Quiénes sabían de su enfermedad? -preguntó Lestrade tras darle un momento.
Penny inspiró profundo.
-Phil, su abogado y yo. Nadie más. Estoy segura.
Lestrade dio por finalizada la entrevista tras pedirle que se mantuviera accesible para ellos y que ya la buscarían si necesitaban algo más. Cuando la mujer los dejó solos, el inspector lo miró con desaliento. No habían sacado muchos en claro y nada que sonara a motivo de asesinato.
***
La noche anterior le había contado a Sherlock todo lo que sabía sobre William Clayworth. En un inicio pensó que el detective desdeñaría datos más propios de la biografía y la trivia de la IMDB que de una investigación policial, pero parecía dispuesto a saber todo lo que fuera posible sobre la víctima y el mundo en el que se movía.
Cuando ella había bostezado él la había mirado frunciendo el ceño.
-Puedo estudiar al individuo solo. ¿Qué páginas debería consultar según tus conocimientos?
Aún no estaba segura si había hecho bien al mencionar Tumblr y Pinterest. Cuando se despertó al otro día se dio una ducha rápida y se vistió antes de dirigirse a la sala, donde, tal como suponía, continuaba Sherlock pegado a su computadora.
-He ampliado mis concepciones sobre la capacidad del ser humano de desperdiciar su tiempo en temas sin importancia -manifestó el detective sin levantar la mirada hacia ella siquiera.
Cuando Molly se acercó notó que estaba viendo las fotos de James y Will en la cancha de tenis. El día que se había hecho público que ambos actores compartían tiempo fuera del set yendo a jugar el deporte favorito de ambos, el fandom había hecho implosión. Los fics RPS ubicados en el club de tenis eran tantos que se volvían repetitivos pero nadie se cansaba de ellos. Además, probablemente nadie había estado en el exclusivo club donde ocurrían los juegos reales entre los actores, así que tenían un campo muy abierto para la fantasía.
No estaba segura de que Sherlock hubiera comprendido el concepto exacto de fandom la noche anterior, pero tenía que admitir que era mucho que asimilar, incluso para alguien como él. O tal vez por lo mismo.
-¿Ha sido útil? -preguntó ella con cierto tiento. Temía una respuesta brusca de su parte. Sin embargo, estaba demasiado concentrado para eso, simplemente mostró una expresión molesta por ser distraído.
-En alguna medida. Will Clayworth estaba muy vigilado por los paparazzi y controlado por sus fans y los paparazzi.
Había cierto tono de desdén al referirse a las fans. Tampoco podía decir que eso le sorprendiera.
-Pero no ha salido casi nada sobre el asesinato -dijo ella con un suspiro. Por supuesto que había estado atenta al tema.
-Tumblr está lleno de teorías ilógicas sobre su muerte y otras tal vez no tan erróneas. De cualquier manera, las personas actúan como si esto fuera otro capítulo de una serie -en esta ocasión el desdén y tedio en su voz eran evidentes-. Anoche aprendí algunos términos interesantes, como “RPS”. Eso ni siquiera es un nombre.
Molly inspiró profundo esperando que no hubiera encontrado la cantidad de RPS que existía en línea sobre John y él.
-¿Llegaste a alguna conclusión ya?
-Sólo una: William Clayworth tenía una magnífica agente. Un as en publicidad.
-¡Era un buen actor! -saltó Molly a defenderlo.
Sherlock chasqueó la lengua con impaciencia.
-Hay muchos actores buenos que no tienen a buena agente. También lo contrario.
-¿Crees que ella sabía que estaba tan enfermo?
El detective le lanzó una mirada de suspicacia.
-Podría haber sido un móvil -señaló Molly, inquieta-. Se iba a quedar sin trabajo y así es… un mártir. Venden más.
Por la reacción de Sherlock, sus palabras fueron tomadas como alguna especie de insulto. A ella le sonaban lógicas.
Sin embargo, cuando habló, tuvo la impresión de que el problema del detective no era lo que había planteado:
-No hago hipótesis hasta tener suficiente información, y no la tengo. Iré a buscarla hoy. No es mucho lo que puedes aprender sobre alguien por lo que dice a las cámaras. Necesito más.
-¿Qué vas a hacer? -Moría de curiosidad por saberlo, no pudo contener la pregunta.
No obtuvo una respuesta inmediata. Sherlock se recostó en el espaldar de la silla inspiró profundo. Molly tuvo la impresión de que sus ojos estaban desenfocados y miraba algo que ellos no, por lo que se sobresaltó cuando habló de nuevo.
-Tengo otra conclusión: sé quiénes pueden saber lo suficiente sobre William Clayworth. Iré a buscarlos.
-¿Quiénes? -preguntó de inmediato. Aquella era una noticia. Sherlock la ignoró.
-También necesito ver la escena del crimen. Escuchar a los involucrados. Tengo que entrar al set, no puedo conformarme con lo que puedas contarme de él.
-Nunca he estado allí -señaló ella bajando la cabeza. Realmente quería ayudar en ese caso, mucho más que en cualquier otro.
La mirada de incredulidad que recibió de vuelta la hizo enfadar ligeramente.
-Creía que era parte de los deberes de una fangirl como tú -señaló con cierta ironía-. Hay un tour en el interior el día que se practicarán los oficios en honor de Clayworth. ¿Quieres ir?
Molly asintió antes de siquiera pensarlo.
-Bien. Mañana -dijo Sherlock con firmeza, antes de volver a sus papeles-. Hoy tengo trabajo. Llama a John, invítalo a cenar hoy. Lo necesito fuera de su casa.
***
Poco había para saber sobre la vida privada de William Clayworth. Según lo que otros compañeros de Lestrade habían averiguado, era tan reservado que ni siquiera su asistente personal sabía todo sobre él. Tan solo le dejaba manejar algunas horas de su agenda. No tenía chofer y el mismo Phil, su guardaespaldas, no trabajaba tiempo completo. No tenía familia y al parecer Penny Smith y su agente eran las personas más cercanas en su vida. Sus registros telefónicos estaban casi vacíos, así como sus cuentas de correo electrónico. Lestrade pensaba que probablemente tenía otros números y cuentas, pero no lograban encontrar ninguna a su nombre.
Todos los que le conocían concordaban sin embargo en que era una buena persona. Distante, reservado y con un humor bastante cambiante, pero en general alguien agradable. Su asistente, Dean Jones, lo idolatraba. Lo había acompañado en todos sus viajes promocionales y decía haber aprendido mucho de la vida junto a él. Negaba conocer quién podría querer hacerle daño o algún secreto peligroso de su jefe. Lo habían entrevistado antes de que John se sumara al caso, el mismo día que se investigó la escena del crimen. Fue quien dio fe de que no faltaba nada en el camerino donde lo habían encontrado.
Por su parte, el abogado del difunto, Carl Hewitt-Brown, supo darles un poco más de detalles sobre Will que los demás.
-No es raro que los hombres en su posición sean reservados. Me hacía controlar con mucho cuidado lo que salía en la prensa sobre él, pero no creo que tuviera algo oscuro que esconder. Se preocupaba por su madre, tenía una asignación fija para la institución donde la cuidan y su testamento dejó contemplado el pago continuo a la misma, así como una fuerte donación.
La madre del actor estaba enferma e incapacitada para movilizarse con libertad, así que el chico le había conseguido un buen lugar para quedarse que él pudiera pagar con sus ingresos.
-¿Tenía su testamento actualizado? -preguntó Lestrade, aunque a John no le extrañaba, el hombre había estado muy enfermo-. ¿Usted sabía por qué?
El abogado asintió, incómodo. Era evidentemente que no le gustaba hablar de los secretos de sus clientes.
-Sabía de su enfermedad. Se había preocupado sobre su derecho de callar su condición al canal. Era un aspecto delicado pero no quería compartirlo. El trabajo era todo lo que tenía y no quería perderlo.
John se encontraba particularmente identificado con eso, aunque le hubiera gustado no pensar en ello. Desde la muerte de Sherlock se había encontrado en un limbo extraño. Al retomar la práctica médica había encontrado al menos algo que hacer con su día a día, pero eso era todo. Dejar pasar el tiempo.
-¿Quién se beneficia de su muerte? -preguntó Lestrade sin insistir en el tema.
-La institución en la que está recluida su madre y dos ONG que trabajan con enfermedades que afectan principalmente a niños de escasos recursos con enfermedades raras. Dudo que sean su móvil, inspector.
John también lo dudaba. Todo sonaba a que William Clayworth tenía algo muy turbio en su pasado que quería esconder de todas maneras o bien, a que si efectivamente el trabajo era su vida, tenía que ser algo de su ambiente laboral lo que había terminado con él.
***
Estaba cansado de interrogatorios. Ese no era para nada el trabajo de investigación que recordaba. En más de una ocasión Sherlock se limitaba a observar la escena, hacer un par de preguntas y con un pequeño ejercicio demostrar su hipótesis.
-Sí, la mayor parte de las veces yo había hecho todas las entrevistas y le decíamos los resultados -señaló Lestrade cuando se lo comentó.
John decidió no corregirlo, aunque estaba seguro de que Sherlock desechaba casi todo lo que los inspectores deducían por sí mismos de lo que la gente les decía.
Elizabeth McKinnon entró a la habitación con paso firme y actitud de saberse dueña del lugar. El peso de la producción de Hunter estaba sobre sus hombros y había insistido en que estaba muy ocupada para entrevistas. Esas primeras horas eran cruciales para salvar la serie. Sin embargo, Lestrade no le preguntó por eso en un inicio.
-Will era magnífico -declaró Elizabeth quitándose los anteojos y poniéndolos sobre la mesa, al tiempo que cruzaba las piernas. Era una mujer muy atractiva, alta, con el cabello rubio sobre sus hombros y la mirada dominante-. Después del primer casting que se hizo para Matt el encargado nos dijo que creía que ya sabía quién sería nuestro actor, pero no nos dijo cuál de los preseleccionados era su favorito. En el instante que lo vimos, todos supimos que era él.
-¿Le causaba algún tipo de conflicto ver que Will catapultaba la serie? Después de todo, el protagonista de la serie es su esposo -señaló John.
El rostro de Elizabeth se tornó duro.
-A la gente le gusta decir que no hay Hunter sin Matt Lovell, pero parece olvidar que tampoco hay Hunter sin Rob Hunter.
La mujer hizo una dramática pero ensayada pausa en su discurso que ninguno interrumpió.
-Otros actores sí vieron afectado su espacio en publicidad y tiempo en pantalla, como Emma. Pero Will nunca se robó nada del show. Se lo dimos, porque sabíamos que con su efecto en la gente haría la serie grande. Y lo hizo.
Parecía particularmente orgullosa de la manera en que se había expresado, aunque John no le creía una palabra. Habían sabido aprovechar la fama de Clayworth, pero dudaba que lo hubieran planificado todo con tan buena medida.
-¿Entonces, siempre fue el plan que Matt Lovell se quedara? -preguntó John confundido. Lo que había leído en Internet era otra cosa.
Elizabeth le sonrió con condescendencia.
-Penny Smith nos lo dijo desde el mismo cast. Nos advirtió que no querríamos deshacernos de él. Su papel estaba pensando para morir en el noveno capítulo, siempre se dijo que era un personaje recurrente para un número de capítulos limitados pero ya para su quinto capítulo teníamos la recepción inundada de cartas con encendedores como los que usa Matt Lovell todo el tiempo, rogando que lo hiciéramos personaje regular de la serie. ¿Quiénes éramos para renegar del éxito que estábamos teniendo? Harold fue el único que nunca lo aceptó bien.
-¿Carter? ¿El creador de la serie? -preguntó Lestrade revisando sus notas -. ¿Por qué no?
Elizabeth torció el gesto con desdén.
-Dijo que habíamos violado su idea original y se arrepentía de haber vendido los derechos. Tampoco le gustaba la publicidad que hacíamos utilizando la relación de Rob y Matt. No parecía entender que la supervivencia de una serie depende ahora también de su movimiento en las redes sociales y eso era lo que vendía.
Algo que ahora ya no tenían. No había necesidad de que lo dijera.
-Supongo que entonces la posibilidad de que no renovara con la serie era inquietante -comentó Lestrade mirándola con tanta intensidad que era evidente que esperaba una respuesta importante.
Elizabeth se acomodó el cabello hacia atrás con lentitud, como si no tuviera prisa alguna por contestar.
-Iba a renovar. Siempre lo hacen. Primero se niegan porque quieren negociar mejoras en el contrato, pero estábamos dispuestos a hacer propuestas que le sería imposible rechazar.
John miró con duda a Lestrade. ¿Iba a revelarle la condición de Will? El inspector parecía tenerlo ya decidido.
-¿Qué sabía de la salud de William Clayworth?
La mirada de Elizabeth fue de incomprensión total.
-¿Tenía que saber algo? -preguntó por toda respuesta.
-Estaba enfermo. Muy enfermo -enfatizó John-. Necesitaba mucho tratamiento y reposo. No creo que fuera a renovar.
Elizabeth los miró con incredulidad. Era una mujer controlada, pero aquella información no le había caído nada bien.
-Habríamos buscado la manera de manejar la situación -declaró finalmente.
John pudo notar la manera en que apretaba la mandíbula. No estaba tan segura de lo que estaba diciendo como aparentaba.
***
Sherlock había deducido varias cosas sobre William Clayworth durante toda la noche navegando entre fotos, gifsets, entrevistas, artículos y delirios varios sobre el actor. Sin embargo, lo que le había quedado más claro era que el hombre había logrado hacerse famoso sin revelar nada importante sobre sí mismo.
Claro, la gente sabía dónde había estudiado, que tenía afición a jugar al tenis y que tenía un perrito pequeño. De hecho, había podido apreciar en aquellas fotos de alta calidad que había ocasiones en las que se podía distinguir cabellos de canino en los puños de sus mangas, así que probablemente se hacía cargo de él personalmente. Tenía una serie de habilidades de las que hacer gala en entrevistas y programas televisivos.
Sobre cotidianidad, Sherlock había averiguado poco. Había imágenes suyas entrando a clubes nocturnos de categoría, yendo al club de tenis privado donde solía jugar con su compañero de reparto e incluso en una gasolinera. El tipo de fotos que le hacía pensar que efectivamente existían fotógrafos que le seguían en su día a día, pero que vendían muy poco de lo que veían.
Falto de más información, había decidido buscar a los paparazzi que tenían las fotos más simples del actor. Tras algunas averiguaciones había encontrado al primero.
Gary Weaver era un tipo gordo, rondaba los 50 años y todavía tenía archivos de fotos con cámaras de rollo. Era fotógrafo de carrera, paparazzo por sobrevivencia y oportunista de cuidado. Sherlock contaba con ello.
-Sabía que no tardarían en aparecer -dijo el hombre después de que se presentó como un autor en busca de ser el primero en publicar la biografía de William Clayworth: se vendería como pan caliente-. Aunque creo que alguien tuvo aún más visión de futuro y empezó a trabajarla antes de su muerte. Ya tuve una visita como esta hace una semana.
Sherlock lo miró con incredulidad.
-¿Otro biógrafo?
Weaver se encogió de hombros.
-No dio demasiados detalles. Era una mujer preciosa. Si es de su gremio debe conocerla. Rubia, no muy alta, de delantera generosa… Si hubiera sido más abierta con su vestuario hubiera sido un espectáculo. La chaqueta cerrada, el pelo recogido y los zapatos bajos no ayudaban mucho, es como si hubiera querido pasar desapercibida.
Parecía contrariado por eso último. A Sherlock empezaba a caerle particularmente mal el fotógrafo, pero estaba siendo incluso más útil de lo que había pensado.
-Tal vez, pero supo venir al lugar apropiado -dijo con su mejor tono políticamente correcto.
El hombre se infló como un pavo real.
-Dudo que alguien se sepa mejor que yo el día a día de ese hombre. Pero tampoco voy a venderle mi material al primero que venga a buscarlo. Tengo que ver ofertas. Ella dijo que volvería.
Buscaba provocarlo para hacer una generosa oferta, considerando su predisposición hacia la chica, lo que hubiera funcionado si hubiera tenido algún interés real en comprar las fotos.
-Tengo que ver el material antes de hacer una oferta -replicó Sherlock con aplomo.
Estaban en una desordenada oficina de mala muerte, donde los archivos de fotos se apilaban en todo lado. Con un par de vistazos supo que el hombre tenía una amante con quien solía verse en aquel despacho, su esposa también tenía un amante y la hija de ambos estudiaba en un costoso colegio privado. Nada particularmente interesante.
El hombre lo miró con perspicacia y finalmente, sacó una Tablet de la gaveta del escritorio y tras manipularla un poco, se la pasó. William Clayworth era ya de la era digital.
-Una muestra -declaró con sencillez.
Sherlock empezó a mirar las fotos. La mayor parte ya las había visto en la prensa. Puso el aparato sobre el escritorio con hastío.
-Si eso es todo lo que tiene, no me interesa. Quiero algo diferente. Nuevo.
Notó como Weaver dudaba.
-¿Algo como qué? Tengo toda una colección McWorth, a ese par le gustaba dar el espectáculo. Siempre se vendían bien.
McWorth. Una manera burda que utilizaban las fans para unir ambos apellidos y etiquetar todo lo que parecían considerar evidencia de una relación amorosa entre ambos actores. Había visto las fotos.
-¿Qué más tiene? - Notó que Weaver empezaba a ponerse incómodo. ¿Se había equivocado acaso? No. No era eso. No tenía mucho más que mostrarle que pudiera resultar interesante-. Me vendría bien tener fotos de su cotidianidad. Lo que la gente no sabe.
El fotógrafo lanzó un resoplido disconforme.
-No sé de dónde piensa sacar una biografía de ese tipo. Como no le dé a las fans McWorth lo que quieren, es poco probable que encuentre algo de interés. Era el actor más aburrido que he seguido. Aparte del set, iba a jugar tenis, a visitar a su madre, entrenamiento con su profesor de actuación y al menos dos visitas semanales al dentista, la mayoría de las veces, tres.
Sherlock frunció el ceño al escuchar eso. La dentadura de William Clayworth rallaba la perfección. Había pasado por más de un post de sus fans hablando sobre su “maravillosa sonrisa”.
-Lo sé -continuó Weaver, malinterpretando su expresión-. Seguro que no les gustaría saber que su ídolo tenía la boca podrida.
Se rió de su propio comentario de manera mezquina.
-Quiero las fotos del dentista -señaló Sherlock, cortando su risa. Weaver arqueó una ceja y volvió a tomar la Tablet.
-Tengo unas pocas de él entrando al local. Sólo un par saliendo. Después de allí se iba directo a su apartamento y podía tardar horas en salir.
Sherlock forzó una sonrisa de empatía.
-Por supuesto. No importa: las quiero.
El hombre parecía gratamente sorprendido. Probablemente no había esperado colocar esas fotos nunca. Pero no había terminado.
-También quiero de más personas en su entorno.
Weaver bufó con desprecio.
-Poca gente. Aparte de McKinnon, su agente Smith y su asistente, se le veía con poca gente. Ya he colocado casi todas las que eran con amigos o conocidos.
-Su asistente -repitió Sherlock. Justamente lo que buscaba.
***
Emma Stevens era preciosa, aunque su porte no dejaba de ser altivo y desdeñoso. John sabía que tanto Lestrade como él habían puesto cara de idiotas al verla en persona, lo que no parecía impresionarla. Tomó asiento y declaró con total tranquilidad que Will Clayworth se había robado su tiempo en pantalla en la serie, aunque parecía culpar más a Elizabeth McKinnon, la producción y Penny Smith.
-Clayworth sabía cómo hacer que todos comieran de su mano -aseguró con desdén-. Pero no tenía la inteligencia para tramar su popularidad. Todo eso es obra de esa vieja de Smith, su agente. McKinnon le hacía caso en todo: le daba igual que su esposo se paseara abrazado de la cintura de Clayworth o fingieran que iban darse un beso en un programa con tal de ganar más dinero.
-¿No tenía una buena relación con él? -preguntó Lestrade innecesariamente.
-No, no tendría sentido disimularlo -dijo con una mueca de asco-. Era un buen actor, hacíamos buenas escenas, pero eso era trabajo.
-¿No era una persona agradable? -preguntó John arqueando una ceja. Contradecía lo que todos los demás habían dicho hasta entonces.
-Lo era, con quien quería serlo -señaló Emma mientras cruzaba las piernas y dejaba caer el cabello sobre su hombro izquierdo, con un ademán más que ensayado-. Ese asistente suyo, Dean, lo idolatraba. Los McKinnon veían en él su pequeña mina de oro, igual que Smith. La agente de James también lo adoraba. Sin que ella moviera un dedo Clayworth y Smith habían transformado Hunter en la gallina de los huevos de oro. Pueden tener Hunter sin Kate Lovell, pero no sin Rob. Todos sabemos quién salió mal parada en este asunto.
El resentimiento era tan evidente en su voz que no había manera de que Emma Stevens fuera culpable. No se delataría de esa manera. A menos que fuera lo suficientemente lista para intentar engañarlos de esa manera.
-No parece temer el hecho de revelar su antipatía hacia él -señaló John.
La mujer torció el gesto con desdén.
-No creo que valga la pena disimularlo. Si usted estuviera en mi lugar, como el interés amoroso de Rob Hunter, pero viera que son Will y James los que se llevan el premio por votación popular a la mejor química sabría que su humillación es demasiado pública como para intentar disimularlo.
John había leído al respecto. De la misma manera que el primer año de la serie William se había llevado el premio entregado a los BAFTA para el actor revelación escogido por el público, al año siguiente los actores se habían llevado el premio a mejor química en pantalla. Según Dean Jones, el asistente del difunto, James y él solían turnarse la posesión de la estatuilla ganada en su camerino. Sin embargo, al momento del asesinato no estaba en manos de Clayworth.
Se preguntó si entrevistarían a McKinnon en su camerino y podrían verlo.
Lestrade cambió el tema, devolviéndose a los puntos de interés para su entrevista.
-¿Dónde estaba usted la tarde del martes?
Emma sonrió con seguridad.
-Sesión de fotos para GQ. Toda la tarde y parte de la noche. Pueden verificarlo.
Alguien más se encargaría en Scotland Yard. Ya habían confirmado igual que Penny Smith había estado en una reunión en su agencia de representación. También parecía ser cierto que Elizabeth McKinnon había estado reunida con la mentada agente de su esposo, Nina Roberts, en su casa de habitación. James McKinnon había estado filmando en exteriores ese día. El asistente de Clayworth había tenido la tarde libre. Todavía estaban comprobando al personal que trabajaba en la zona de camerinos.
John seguía sin encontrarle ni pies ni cabeza al caso.
Parte 2