Nunca he sido una admiradora de divas entaconadas súper sexys y súper perfectas. Siempre me ha parecido absurdo que el prototipo de mujer ideal sea un maniquí y si me lo preguntan voto fervientemente en contra de que las ídolos de hoy en día se aproximen más a una muñeca hinchable que a una verdadera cantante. Por eso, al pillar por casualidad el
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