Jul 10, 2009 00:32
Así que, al fin y al cabo, esto era todo.
Sentarse y esperar a que la propia carne fluya al derretirse entre los dedos.
Escuchar el ruido sordo
de la válvula al parar.
Así que era cierto.
En esto consistía.
Dormir las horas precisas,
ingerir las calorías que al sumarse
ofrecen el número perfecto.
Poner un pie, y luego el otro,
balancear los brazos,
mantenerse en equilibrio.
Sin más.
Y el sillón es cómodo,
de polipiel y de diseño.
A un precio merecido y soberanamente justo.
Y las piernas rectas,
la espalda erguida,
el corazón en silencio
y las palabras sin incógnitas.
En ecuación resuelta.
Es una pena que lo que más me gustara de las matemáticas fuera el proceso
y no la solución.