¡Feliz San Viernes, queridos lectores! Os traemos la continuación de "Tener y conservar", la esperada continuación de la gran obra de Montana Daniels. Encontraréis un capítulo sorprendente en el que los personajes empiezan a revelar su verdadero yo y sus auténticas intenciones. ¡No os lo podéis perder! Esperamos que os guste y tengáis un eslasero fin de semana ^___^
Tener y conservar
Capítulo 11
Enfrentamientos
Traducido por Solmar.
Revisado por Silvara, Rowena y Heiko.
Ubicación original. ¿Te he mencionado últimamente cuán estúpido eres?
Esta vez Severus no era un estúpido. El plan de Lucius había salido mal: Harry estaba celoso, enfadado, y ahora tendría que admitir cuánto deseaba a Severus.
Su voz interior había aprendido a dar resoplidos.
Podrías estar en casa, arrancándole la ropa ahora mismo. En cambio, estás con David Delmeir, quien sin duda hablará por los codos y esperará que le hagas una mamada por el placer de oírle gemir.
Eso no importaba. Para mañana, Harry estaría aporreando su puerta, suplicando a Severus que le reclamara.
Creía que eso era tu trabajo actual, suplicar a Harry para que te acepte. Eres el que le hizo daño primero.
Severus aflojó el paso. ¿Qué había hecho?
Dejas que tu orgullo te haga olvidar que Harry es la víctima.
¿Lo hacía? David le miró de una manera extraña mientras se detenían en la parte externa del punto de aparición para el salón de banquetes. Severus le ignoró, su mente repasando su conversación con Harry.
¿Te has dado cuenta de lo decepcionado que parecía cuando le dijiste que no querías celebrarlo con él?
No era que Severus no deseara celebrarlo con él. Sólo había asumido que Harry saldría con sus amigos.
¿Quién? ¿Granger y Draco, que estuvieron pegados como una poción adhesiva toda la noche? ¿Los Weasley, que lograron marcharse todos con alguien más? ¿A quién nos deja eso? ¿El chucho y el lobo, que no se molestaron en venir? Incluso Lucius se marchó con un Weasley.
Montague.
Montgomery. Un hombre que Dobby dice que es falso y ha estado intentando meterle mano desde la fiesta de compromiso.
Harry intentaba conseguir que Severus admitiera que estaban saliendo juntos y él ni siquiera podía hacer eso. ¿Cómo iba a ser digno de Harry si no hacía todo lo que estuviera en su mano para estar con él?
¿Y deberíamos discutir el motivo por el que estamos aquí para estar con…?
La poción. Los dolores de cabeza de Harry… cuando está con cualquiera excepto…
¡TÚ!
Merlín, ¿qué había hecho?
El chasquido de aparición le sobresaltó y alzó la mirada hacia la zona para ver quién había llegado. Un Black jadeante estaba de pie delante de él con un Lupin sonriente, que lo agarraba del brazo.
-¿Lo conseguimos? -preguntó Black-. Llevamos a cabo la reunión lo más rápido posible para poder ver a Harry recoger su premio.
Severus adoptó un aire despectivo.
-Cuánta confianza, ¿eh?
Black parecía indeciso.
-G… ganó, ¿verdad?
-Sí -el rostro de Black se iluminó con orgullo y Severus frunció el ceño-. Pero llegáis casi una hora tarde. Típico. Tu ahijado recibe el premio de pociones más prestigioso de la Historia y estáis demasiado absortos en vosotros mismos para molestaros siquiera en asistir.
Oh, qué buen espectáculo. Mitigar tu culpa transfiriéndosela a Black.
Pero Severus sólo había empezado.
-Incluso el director se pasó a ver el premio final.
La cara de Black palideció.
-Le expliqué a Harry…
-Todos sus amigos más íntimos han estado allí para vitorearle mientras daba uno de los discursos de reconocimiento más humildes.
-Seguro que estuvo maravilloso -interpuso Lupin, pero la mirada fulminante de Severus tenía como objetivo a Black.
-La prensa lo devorará todo, anotando todos y cada uno de los éxitos de Potter y los nombres de aquellos que estuvieron allí para apoyarle en todo. ¿Adivinas qué nombre no aparecerá?
Black parecía que se hubiera tomado una poción laxante; después sus ojos se entrecerraron.
-Entonces, ¿dónde está?
-Ha salido a celebrarlo con sus amigos. Es evidente que vosotros no dais el perfil.
Lucius tenía agarrado a Black del brazo, ahora para impedirle que se lanzara hacia Severus. David agarró la manga de Severus.
-Deberíamos irnos, Severus.
-¿Y quién es éste? ¿Has dejado tirado a Harry otra vez? -gruñó Black.
-No es asunto tuyo. Diría que has perdido todo el derecho a preguntar por la vida amorosa de Potter.
-Tú…
Severus no escuchó la última opinión de Black. David había alejado a Severus del lugar y les hizo aparecerse a ambos.
Espero que te sientas mejor.
Pues Severus no. Iba a ser una noche larga.
Harry salió de la red Flu y entró en un salón. Con el dolor punzando en su cicatriz, Harry se alejó de Grant para examinar la habitación. No era un salón después de todo. La zona despejada contenía varias habitaciones combinadas, como si fuera una cabina. En un extremo, había un sofá acogedor delante de la chimenea, mientras que en el otro lado de la habitación, un comedor separaba el área de la cocina de la enorme cama que estaba en medio de la cabina.
Harry sonrió. Eso podría ser el refugio de un esquiador o un lugar de encuentro de amantes.
-Ése es el chalet de mi familia -le proporcionó Grant-. Echa un vistazo a la terraza mientras voy a por unas bebidas.
Harry pensó que no podría soportar más champán.
-Escocés -le dijo mientras atravesaba la habitación hacia otro juego de puertas -. Si tienes.
Oyó una risa entre dientes.
-El bar está bien abastecido. Estoy seguro de que tendremos algo.
Al atravesar las puertas deslizantes acristaladas de la terraza, Harry dio un grito ahogado. Tuvo la vista de unas montañas con crestas blancas, que resplandecían azules mientras se alzaba la luna menguante. La casita estaba enclavada contra una montaña, el paisaje se alejaba por debajo de ella, mientras un río serpenteaba silenciosamente valle abajo, en la lejanía. Las estrellas salpicaban el cielo con puntitos de luz que hacían que la oscuridad pareciera menos vacía.
-Es hermoso -Harry se relajó, mirando el pacifíco paisaje. Por la altura y la estación, Harry tendría que haber sentido el frío, incluso con su capa. Extendió la mano sobre la reja y sus dedos atravesaron la barrera de viento glacial que un muro de magia mantenía a raya.
Grant se unió a él y Harry retiró la mano para coger su copa.
-¿Un encantamiento de calefacción? -preguntó.
-Más bien como una protección -respondió Grant-. Eso protege la casa del tiempo, del desprendimiento de tierras y cosas por el estilo. -Respiró hondo mientras miraba en derredor-. Completamente ilocalizable, por supuesto.
-Por supuesto -dijo con una sonrisa amplia-. ¿Dónde estamos?
-¿Importa eso?
Harry volvió a alzar la mirada hacia la montaña.
-La verdad es que no.
Grant levantó su copa.
-Por una poción condenadamente buena.
Harry apenas sonrió y entrechocó sus copas.
-Bueno, ¿cómo te sientes?
-¿Qué quieres decir?
Grant se apoyó contra la barandilla, evaluando a Harry con una mirada de sospecha.
-Bueno, si soy sincero, he escuchado que nunca fuiste un alumno estelar en pociones -dijo-. Y ahora, eres el ganador del valioso premio Nicolas Flamel. Eso es curioso.
Harry suspiró.
-Sí -admitió-. Pero de eso se trataba, desde un principio. Todo el mundo tenía que creer que sólo era un estudiante del montón.
Eso recibió una mirada de duda.
-¿Oh?
-Sí. -Volvió a mirar la montaña, harto de tener que dar siempre explicaciones-. Tienes que entender que, mientras estuve en el colegio, era el objetivo de un loco. -Grant asintió en reconocimiento-. Si todos pensaban que era mediocre en el mejor de los casos, siempre me subestimarían, ¿no?
-Ah, ya veo.
-Así que practiqué y aprendí en secreto.
-Claro. -Grant se cruzó de brazos-. ¿Pociones de refuerzo?
Harry se encogió de hombros.
-Una tapadera mientras aprendía hechizos defensivos y contramaldiciones.
-Entonces, ¿Snape estaba metido en eso?
Una nube vagaba a la deriva a través de la luna, sumiendo a la montaña en sombras.
-Sí -murmuró-. Estaba metido en eso. -Harry no pudo evitar recordar algunas de las otras cosas que él y Severus hicieron durante Pociones de “refuerzo”. Ahora la oscuridad parecía más agobiante que pacifíca.
-Sabía que tenías que ser más fuerte, además nadie podía contarlo.
Con un encogimiento de hombros, Harry tomó otro sorbo de su bebida.
-¿Qué más puedes hacer? -se animó Grant-. ¿Puedes hacer magia sin varita?
-A veces -contestó Harry-. Descubrí hace poco que lo hago inconscientemente.
-¿Lo descubriste?
-Sí, desde que se jodió mi magia me sorprendo a mí mismo haciéndola, pero no ocurre nada -se rió, pero no con humor.
Los ojos de Grant se agrandaron con sorpresa.
-¿Todavía está jodida?
Harry asintió.
-Aunque está mejorando. El sanador dijo que sólo necesitaría tiempo para estabilizarse y alcanzar la normalidad.
Grant le contempló.
-Parece un poco grave para una reacción alérgica a un ingrediente.
Dile sólo lo que necesita saber. No deberías estar bebiendo tanto.
Harry hizo una mueca. Una alergia normal habría seguido su curso en un par de días, o eso tenía entendido.
-Nada me ocurre de una manera normal. -Esperaba que eso fuera suficiente explicación.
Así fue: Grant cambió de tema.
-Entremos para poder hablar.
Harry miró su vaso casi vacío.
-¿Qué hemos estado haciendo?
-Necesitamos otra copa. -Grant levantó su propio vaso-. Y hay algo que necesito contarte.
-Eso suena siniestro -Harry siguió a Grant a través de las puertas.
Grant cogió su vaso mientras Harry cerraba las puertas y se daba una vuelta sin prisas por la habitación. En la repisa de la chimenea había huecos entre las baratijas y las marcas de polvo sugerían que, probablemente, eran fotos que habían sido retiradas. Harry se preguntó por qué alguien habría cambiado de sitio unas fotos, pero no tuvo tiempo para analizarlo porque Grant volvió a su lado.
Grant le entregó una nueva bebida y se sentó en la cama. Harry se apoyó contra la parte trasera del sofá para mirarle.
-Tengo que sincerarme ahora. Necesito ser honesto, para que podamos tener un futuro.
Harry reprimió su estremecimiento. A pesar de que le gustaba de veras Grant, sabía que nunca podrían ser más que amigos. No sólo porque algo más sería doloroso, literalmente, sino también porque quería a Severus. Harry se preparó para la conversación inevitable e incómoda que estaba a punto de tener.
-He querido contártelo durante un tiempo -dijo Grant-. Pero fue el premio de pociones lo que me convenció de que era el momento.
¿El premio de pociones?
¿El momento para qué?
David divagaba, un parloteo peor que el de la mesa de Hufflepuff durante la comida en el Gran Comedor.
Te lo dije. Podrías estar con Harry ahora mismo.
Me reconciliaré con él. Me perdonará.
¿Y si no lo hace? ¿Y si Harry encuentra algo, o a alguien, mejor?
Entonces todo será como debería haber sido, como había planeado al principio, después de que derrotara al Señor Tenebroso, y le dejaré ir.
¿Quieres decir cuando le rompiste su corazón?
De verdad, Severus tenía que dejar de conversar con su voz interior.
Grant sostenía su copa entre las manos ahuecadas, mirándola fijamente.
-¿Recuerdas cuando te dije que el jurado verificaría la autenticidad de la elaboración? Te dije que me diste más crédito del que esperaba porque la receta mostró mi nombre… mi verdadero nombre.
-Por supuesto, muestra tu nombre, tu… -¿su verdadero nombre?-. Espera, ¿qué quieres decir, tu verdadero nombre? -¿Le habría mentido Grant?
-Ése es el motivo de que me interrogaran antes de que empezara la ceremonia. Respondí diligentemente que, por culpa de mi padre, estaba usando un nombre falso para poder conseguir un trabajo honrado, y que tú, por supuesto, estabas guardando mi secreto.
¿Su padre?
¿Un nombre falso? ¿Secreto? ¿Grant había mentido? La confusion se asentó sobre Harry.
-Y esos malditos jueces… fueron tan tolerantes. Por supuesto, si Harry Potter confiaba en mí, ¿quiénes eran ellos para ponerlo en duda? -Grant se rió.
Harry no estaba seguro de si estaba burlándose de él o de la ingenuidad de los jueces.
Grant hablaba sin parar, su voz autocomplaciente.
-Me felicitaron otra vez y se marcharon, hablando de la maravillosa y humanitaria persona que eras, tan amable y misericordioso por ayudar a un antiguo compañero de colegio.
¿Compañero de colegio? Harry frunció el ceño. ¿Grant era alguien del colegio? Eso no tenía sentido.
-¿No eres el primo de Knott?
Grant alzó la vista y sacudió la cabeza.
-Creía sinceramente que iban a decirte algo, pero fuiste tan condenadamente humilde que probablemente no quisieron avergonzarte.
Harry todavía estaba confundido. ¿No era Grant? Las insistencias de Dobby resonaron a voz en cuello en su cabeza. ¡Él es un falso!
¿Cómo había podido ser tan estúpido? Potter, ese elfo en particular discutiendo contigo es el equivalente a la primera señal del apocalipsis. ¿No se te ocurrió que podría haber tenido razón? Las palabras de Severus también hicieron eco, reafirmando sus pensamientos.
¿Pero cómo? ¿Por qué?
-No lo entiendo. -Harry exploró subrepticiamente la cabina, comprobando las salidas. De verdad que no le gustaban las sorpresas, y su intuición ya estaba diciéndole que corriera. Sus músculos se tensaron, preparados para luchar o huir.
Una lista de personas del colegio a las que podía haber cabreado pasó por su mente, y por primera vez se percató de lo larga que era. Crabbe, Goyle, Zabini, Parkinson… Merlín… todos de la casa Slytherin, por no mencionar otros muchos alumnos y jugadores de Quidditch.
Grant sólo sonrió. La sonrisa se desvaneció mientras el dolor crispaba sus rasgos hermosos.
Harry había visto y sentido desaparecer los efectos de la multijugos varias veces, así que reconoció fácilmente la transformación. La cara y forma de Grant se distorsionaron hasta que un hombre con cuerpo de musculatura más delicada y más alto estuvo delante de él. Se apartó el pelo oscuro de sus brillantes ojos azules.
Preparado, Harry se echó hacia atrás, rodó sobre el sofá y se puso de pie al otro lado, varita en mano.
-¿Zabini? ¿Qué demonios?
Imágenes de Zabini inclinándose sobre él con la lujuria en sus ojos aparecieron fugazmente en su mente. Y después el recuerdo del Agonis recorriendo su cuerpo. La ira estalló atravesándolo y levantó su varita.
Grant, no, Zabini levantó las manos vacías.
-Por favor, déjame explicártelo
El pecho de Harry se tensó, como si lo hubieran golpeado, y la ira se convirtió en dolor. ¿Grant le había mentido? ¡Traicionado otra vez! Por alguien… alguien que le odiaba.
-¡Confié en ti! -La mano en la que tenía la varita temblaba mientras los maleficios tomaban forma en su cabeza.
-¡Todavía soy Grant! -Zabini se levantó y se acercó más-. Por favor, déjame explicártelo.
El dolor aumentó de forma exponencial ante otro abuso más de su confianza. Severus, Lucius y ahora Grant. El dolor se convirtió otra vez en ira por su propia estupidez y apretó el agarre de su varita. Había confiado en Zabini, que había querido violarle y entregarle a Voldemort. Entrecerró los ojos.
-¿Por qué debería confiar en ti?
Harry quería maldecirle sólo por principios.
¡No lo hagas! Verá lo mal que está tu magia en realidad.
Oh, Dios. No tenía magia… no magia controlable. El miedo erizó el pelo de su nuca. Echó una ojeada a su alrededor, rápidamente para no apartar los ojos de Zabini durante más de un momento. No sabía dónde estaba y no podía contar con su magia… ni siquiera podría hacer un hechizo de levitación sin hacer estallar algo.
-Por favor.
Todo este tiempo, Grant había flirteado con él y le había ayudado con su poción, y lo que quería en realidad era… ¿qué quería? Zabini podría haberle atacado en cualquier momento mientras estaban solos. Harry había sido vulnerable varias veces en su compañía, y Blaise no había intentado aún nada. Aún.
Tenía que pensar, averiguar una forma de salir. No podía confiar en su magia así que tuvo que echar mano a lo que siempre le había funcionado para mantenerle vivo.
Que siga hablando.
Harry bajó su varita.
-De acuerdo. Te escucho.
Hermione y Draco aplaudieron cuando los músicos terminaron con su última canción. Era la única pareja que quedaba en la pista de baile y Hermione miró alrededor con un poco de bochorno.
-Supongo que deberíamos irnos -dijo Draco.
Hermione se rió. Aún quedaban unos cuantos invitados en el salón de banquetes, charlando con un café de por medio. La banda empezó a recoger sus instrumentos. Draco se fue a por sus capas y Hermione regresó a la mesa para coger su bolso de mano.
-Oh, a Harry se le ha olvidado el sobre del premio. -Lo cogió.
-¿Qué es eso? -dijo Draco mientras se acercaba por detrás y la cubría con su chal, echándoselo por encima de sus hombros.
-Es el sobre que dan al presentador para anunciar quién gana.
-¿Eso es importante?
Hermione se encogió de hombros.
-Sólo sentimental. Me gustaría conservarlo. -Sonrió mientras recordaba la expresión de sorpresa de Harry y sacó la tarjeta. Leyéndola, dio un grito ahogado-. ¡Oh, no!
Draco se puso tenso a su lado.
-¿Qué es eso?
-Mira esto -le mostró la tarjeta, poniéndola delante de él.
Draco leyó en voz baja.
-… derivada de una base creada por el profesor Severus Snape y con la asistencia de… Oh, joder. -Alzó la vista hacia Hermione-. Tenemos que buscar a Severus. ¡Ahora!
-No tienes ni idea de la humillación por la que me hiciste pasar -dijo Zabini-. Cómo tuve que enfrentarme a mi padre, un mortífago, después de que hubieras… hubieras, bueno…
¿Tenía el descaro de quejarse de su castigo? Harry se quedó boquiabierto durante un segundo.
-¡Intentaste violarme!
-No he dicho que no me lo mereciera -contestó Zabini, bastante gentilmente-. En aquel entonces, no estaba tan lúcido y desde luego mi padre no fue indulgente al respecto.
Sirvió a ambos un nuevo escocés (de la misma botella, notó Harry) y le tendió el vaso desde la parte trasera del sofá. Harry sacudió la cabeza, y Blaise se alejó otra vez. No había manera de que Harry le permitiera acercarse; tal vez suponía que más licor le ayudaría. Reafirmó su agarre en la varita.
Él también tiene una varita. Y, de hecho, la suya funciona.
Pero Zabini no conocía todos los detalles sobre las limitaciones de Harry. Intentó recordar cuánto le había contado a Grant, especialmente esta noche. Maldito fuese por ser tan condenadamente confiado.
Volviendo a sentarse sobre la cama, Zabini puso la bebida de Harry sobre la mesa y después se tomó un sorbo de la suya. Se encontró con la mirada de Harry.
-¿Alguna vez te había vuelto a crecer un hueso?
Harry se estremeció y asintió. No fue la mejor noche de su vida.
-¿Puedes imaginarte cómo es tener eso creciendo de nuevo? -Harry se estremeció con compasión-. Tal vez creas que fue merecido y un castigo apropiado, lo cual puede que lo fuera, pero aun así dolía de una forma que no puedes imaginar. Por no mencionar el castigo por parte de mi padre.
Harry podía imaginarse mucho dolor, de hecho, podía recordar que muchas veces había sobrevivido a un dolor inimaginable.
La cara de Harry debía de haber mostrado su carencia de compasión, porque Zabini no se explayó.
-Todo lo que quería era estar cerca de ti.
-¿De verdad? Como recordarás, querías “hacer tu voluntad conmigo” y después entregarme a Voldemort.
Blaise se encogió ante el nombre y apartó su cara enrojecida.
-En realidad, eso fue antes de que me reuniera con él.
Harry recordó que Severus le había contado lo de la “recompensa” de Voldemort a Zabini después del ataque, y se estremeció. A pesar de lo furioso que estaba con el Slytherin por intentar violarle, no estaba seguro de desear la atención de Voldemort sobre nadie.
-Hay… había… mejores formas de ocuparse de eso, ¿sabes? -Harry no estaba seguro de adónde iba esto, pero Zabini aún parecía tranquilo y relajado. Seguramente Zabini todavía culpaba a Harry de todos los castigos que había recibido. ¿Cómo no iba a hacerlo?
-Eso es lo que he estado haciendo, como Grant -dijo Zabini-. He intentado acercarme a ti. ¿Crees que si, durante el Colegio, te hubiera ofrecido pasar el rato discutiendo los resultados de Quidditch habrías aceptado?
¡Qué va!
Vale, de acuerdo. Pero…
-¿Por qué el subterfugio?
Aún notablemente calmado, Zabini le contestó.
-Te lo dije, por venganza.
¡Así que todavía te culpa!
Pero Zabini aún estaba tranquilo, tomando a sorbos su bebida, y no había sacado su varita.
-Cómo te odié después de la humillación de… nuestro último encuentro. Y como nunca hubieras permitido que Blaise Zabini se te acercara, me convertí en Grant Montgomery. Necesitaba que confiaras en mí para estar a solas contigo.
Harry tuvo de repente un flashback de las numerosas veces que Voldemort, cómo el bastardo con cara de serpiente, empezaba a monologar y después intentaba matarle. Necesitaba de veras pensar en un plan de fuga.
-Hemos estado juntos a solas muchas veces -dijo Harry. Severus le hubiera dicho que se callara ya, pero Harry necesitaba tiempo-. Una vez, estaba tan pedo que podrías haberme matado fácilmente. Incluso me quedé dormido en tu sofá, por el amor de Merlín. Y estuve inconsciente después de aquel incidente en la red Flu.
Blaise apartó la mirada.
-No estaba preparado y…
-¿Y qué? -Harry podía estar cabreando a Blaise a propósito, pero quería toda la verdad.
La mirada de Zabini se alzó hasta encontrarse con la suya.
-Y me gustabas. Ya no quería hacerte daño. Habías sido tan condenadamente decente conmigo. Nos habríamos convertido en amigos y después en pareja. Eres tan honesto y noble y confiado.
Condenadamente confiado como diría Severus.
Harry podía sentir el calor mientras su cara se sonrojaba por el recuerdo. El peso de su estupidez se desplomó otra vez sobre él. Esta vez lo más seguro era que le matara.
-Quería ser sincero contigo, para que pudiera gustarte por mí mismo… como yo. Creo que he pagado por mis errores y quería que lo supieras. Ni siquiera puedo ser ya Blaise Zabini en público pero, por lo menos, tú sabrás quién es Grant Montgomery y ya no te sorprenderás cuando sepa cosas del colegio.
Harry contempló al hombre sentado al otro lado de la pequeña habitación. ¿Era posible que fuera sincero? ¿Qué sólo quisiera ser honesto? Se frotó la cara. Era demasiado increíble.
-Eh, ¿entonces quién es Grant Montgomery? Es evidente que tienes un suministro ilimitado de pelo suyo. ¿Cómo lo conseguiste?
El hombre se encogió de hombros.
-En realidad es un familiar de Theo -dijo-. Pero es un squib y no es el más listo; ya sabes qué quiero decir. Le, eh, pago.
-¿Le pagas?
Con razón necesita dinero.
-Sí, por el pelo. Nadie admitiría que se relacionara con su familia, ya que eran mortífagos y él es un squib.
Bueno, ¿y ahora qué?
Harry todavía quería irse lo más lejos posible, pero Zabini le lanzaría un maleficio antes de que llegara a la puerta.
-Grant… eh, Blaise, ¿qué quieres de mí?
-Quiero que seamos más que amigos.
Genial. Su intuición había estado en lo cierto… había sabido que ese “Grant” tenía sentimientos por él, y los había ignorado o eludido estúpidamente hasta que, manipulado, había llegado a esta situación. La verdad, Harry no tenía elección excepto decirle la cruda verdad.
-No puedo.
Ahora, tendría cuidado con lo que digo.
-¿Por qué no? Te he contado la verdad. Sé que te atraigo de alguna manera… como Grant. ¿Necesitas más…?
-No, no es eso -Harry retrocedió un poco por el aumento en el tono de voz de Blaise-. Es sólo…
-¿Sólo qué? -preguntó Blaise, parecía dolido, o a lo mejor herido-. Ahora podemos estar juntos.
Aunque Harry pudiera olvidarse del hecho de que Grant era Zabini, no había forma de que Harry iniciara una relación con cualquiera que no fuera de Severus.
-No podemos estar juntos así.
Mala elección de palabras.
Blaise se levantó de un salto, enrojeciéndose su cara.
-¿Por qué no?
Te lo advertí. Este hombre es inestable.
Harry estaba de acuerdo y se alejó otro paso. Se lamió los labios, ajustando su agarre sobre su varita.
-De verdad me gustas, sinceramente. Pero amo a otro.
-No puedes amar a otro. -Los ojos de Blaise brillaron con un destello cruel-. Tienes que amarme a mí. Toda la mierda que he aguantado, todos los sacrificios que he hecho. ¡No puedes amar a nadie más!
El temperamento de Harry se desató. Estaba harto de que la gente le dijera qué podía hacer o qué no podía hacer.
-No puedo controlar a quién amo.
Probablemente no haya sido la mejor respuesta.
Blaise buscó en un bolsillo de su túnica y sacó un puñal de plata con grabados intrincados.
Harry maldijo su mal genio. Había estado haciéndolo tan bien, manteniendo tranquilo a Zabini y haciéndole hablar. Ahora el otro hombre estaba furioso y Harry volvía a estar a la defensiva.
¡IDIOTA!
-Tienes que ser mío -Blaise se encontró con la mirada de Harry, su expresión se distorsionó con una combinación de ira y convicción.
Oh, mierda.
Capaz por fin de quitarse de en medio a David, Severus volvió a sus habitaciones en Hogwarts y se quitó la túnica. Gracias a Merlín que no había llevado a David a casa. El hombre nunca se callaba.
Parecía gustarle la idea de que vosotros volvieráis a ser pareja otra vez.
Sí, su interés en Severus parecía despertarse, y aunque hubiera sido muy fácil sucumbir a los placeres de la carne, Severus no podía encontrar satisfacción en algo tan superficial.
Deberías haberle dicho que amas a Harry.
Pero de ninguna manera Severus iba a discutir el tema con David. Simplemente no era asunto suyo.
Tu incapacidad para aceptar una relación es una de las cosas que molesta a Harry. Piensa que estás avergonzado de él.
Severus arreglaría eso. Tan pronto como…
-¿Profesor Snape? -una asustada voz femenina cruzó la red Flu, por el pasillo.
Severus entró en su despacho, dando la vuelta al sofá para ver la chimenea.
El sofá estaría mejor si Harry estuviera durmiendo en él.
Severus la ignoró, y se dirigió hacia el fuego.
-¿Quién es?
-Hermione Granger.
Severus lanzó el hechizo para dejar pasar la llamada por la chimenea.
-¿Qué puedo hacer…?
-Harry podría estar en un lío -soltó Granger-. Acabamos de descubrir que Grant Montgomery es Blaise Zabini.
-¿Qué? -a Severus se le apretó el pecho. ¿Montgomery era Zabini? La habitación chamuscada en las profundidades del territorio Slytherin apareció fugazmente en su mente, trayéndole a la memoria el terror de la noche en la que Harry había sido capturado y después atacado. Unos zarcillos glaciales de miedo se extendieron sobre su piel y volvió a la chimenea. Quería actuar, pero necesitaba detalles-. No importa. Cruzaré yo.
La cabeza de Granger desapareció y Severus cogió su túnica y atravesó el fuego, apareciendo en lo que parecía ser un piso muy acogedor. Alzó una ceja al ver a Draco cerca, andando de un lado a otro, pero no hizo comentarios. Se dirigió hacia la amiga de Harry.
-Cuéntemelo.
Ella le entregó un sobre con un sello oficial roto. Sacó la tarjeta que nombraba a Harry como el ganador del premio Flamel junto con los nombres de los elaboradores de apoyo.
-Joder -masculló.
Puede que no tengas una oportunidad para arreglar las cosas.
-Harry no responde en su red Flu -dijo Granger.
El miedo y la ira invadieron su pecho y su estómago se retorció mientras la miraba durante un momento. Tenía que encontrarle. ¿Cómo…?
-¡Dobby!
El elfo apareció en la habitación con una reverencia.
-¿Sí, amo profesor, señor?
-¿Harry está en casa? -Severus contuvo el aliento.
-El amo Harry no ha vuelto aún del banquete del premio.
-Pensamos que el amo Harry está en un apuro -dijo Granger.
Dobby volvió a mirar a Severus.
-Oh, no, profesor, señor. Dobby sabría si el amo Harry está herido. Dobby está enlazado a Harry Potter. Dobby lo sabría.
Harry estaba a salvo. Severus dejó salir el aliento y compartió una mirada de alivio con la pareja. No creía que su corazón pudiera aguantar más de esos episodios emocionalmente extenuantes.
Por ahora.
Harry había sido amigo de Montgomery durante meses. Pero Zabini era el que atacó a Harry, casi le violó, con la intención de llevarlo ante el Señor Tenebroso.
Severus apretó los puños, su corazón latía con fuerza.
No debiste haberle dejado.
-¿Puedes decirnos dónde está? -preguntó Granger.
Dobby apartó la mirada.
-El amo dijo a Dobby que no le siguiera más.
Severus hizo rechinar los dientes. Cuando encontrara a Harry, nunca más le dejaría fuera de su vista.
Harry levantó su varita otra vez, alejándose. Zabini estaba loco. Tenía que ser eso. ¿Tranquilo un momento y furioso al siguiente? Ahora mismo parecía petulante. Un Slytherin petulante era de lo más aterrador.
Blaise levantó el puñal.
-¿Te gusta esto?
La hoja le parecía conocida.
-¿Dónde conseguiste eso?
-De tu laboratiorio de pociones. Es una hoja hermosa, ¿verdad?
¿El cuchillo que hiciste después de que Severus te dejara tirado la primera vez?
Había sido confeccionada con la magia de Harry. Tragó saliva.
-¿P… por qué cogiste eso?
-Es plata pura -Zabini sonrió, enviando estremecimientos por la espalda de Harry-. Me servirá para demostrar que estamos predestinados.
¿Eh?
Zabini sacó un frasco de su bolsillo y lo levantó. Una sustancia rosa llenaba la mitad del pequeño recipiente.
-Esto es una poción detectora de amor verdadero. -La ira se había convertido en excitación-. Cada uno pone una gota de sangre, la poción se vuelve roja, y en menos que canta un gallo, estamos emparejados.
Harry pestañeó. Nunca había oído nada sobre una poción semejante. Era ridículo.
-¿Dónde la conseguiste? -Si era auténtica, costaría una fortuna.
-Mi compañía la vende. -Zabini pinchó su dedo con el puñal y dejó que cayera una gota de sangre dentro del frasco-. Esto es lo último.
Ahí lo tienes. Es una poción ineficaz.
-Za… eh… Blaise, esas cosas nunca funcionan.
-Claro que funciona -dijo Zabini con brusquedad-. Han hecho pruebas e investigaciones, como con cualquier poción -dio un paso hacia Harry-. Sólo dame tu mano y te lo demostraré.
Es hora de irse.
Harry intentó aparecerse pero no ocurrió nada, retrocedió otra vez. Zabini había mencionado las protecciones. Y que el lugar era indetectable.
-Esto es una locura. No te daré mi sangre.
Zabini se puso tenso.
-¿No quieres saber si estamos emparejados?
-No podemos estarlo. Amo a…
-¡NO! -Zabini se abalanzó y Harry saltó hacia atrás pero la hoja que tenía Zabini en la mano se hundió entre dos costillas y, cuando fue extraída, la sangre salió a borbotones. Harry bajó la mano libre para presionar contra la herida, respirando con esfuerzo. ¡Joder, eso dolía!
-Lo siento, Harry -Zabini sonaba triste, pero levantó el puñal y dejó que una gota de sangre goteara dentro de su frasco. La sustancia se volvió roja y Zabini levantó la mirada feliz-. ¡Lo ves! -Sonaba estático… hasta que el fluido se volvió negro. Zabini lo miró fijamente-. ¡Esto no puede ser!
Harry retrocedió medio metro, se dobló, una mano apretada contra su herida, intentando detener la sangre. Una sensación de mareo le hizo tambalearse.
La mirada fija de Zabini le atravesó como si Harry hubiera hecho algo, y dio un paso hacia él.
Harry extendió la mano que no cubría sus costillas.
-¡Espera!
Zabini se detuvo, el puñal ensangrentado firmemente agarrado en su mano, aunque su varita no estaba a la vista en ningún sitio.
-Nuestra poción hará una fortuna. Te daré todos los derechos. Serás rico y aún seremos amigos -Harry se aferraba desesperadamente a su consciencia, deseando que no se le doblaran las rodillas.
-¡Esto no tiene nada que ver con el dinero! -gritó Zabini, furioso, cambiando aparentemente sus emociones como una moneda.
Se abalanzó otra vez, pero esta vez Harry consiguió agarrar su muñeca y contenerle. Siguieron forcejeando y su impulso les lanzó contra la puerta. Un cuadro cayó de la pared, al lado de ellos.
Terminaron apretándose desde el estómago hasta las rodillas, contra la pared. Blaise miraba hacia abajo, a Harry, con los ojos desorbitados. Entonces se inclinó y besó con fuerza en la boca. La cicatriz de Harry dolía.
-Blaise -dijo Harry, sin aliento, el dolor fluía atravesándolo al ritmo de los latidos del corazón. Escrudiñó brevemente el suelo, buscando su varita. La había soltado durante la lucha-. Aún somos amigos… compañeros. Esto es una estupidez. ¿Cómo puedes amarme y querer matarme? ¿No quieres que sea feliz?
Blaise también estaba respirando con fuerza.
-Sólo puedes ser feliz conmigo. Si no estás conmigo, entonces estarás mejor muerto.
ESTÁ loco. Haz que siga hablando.
Harry le dio un empujón.
-Sólo quiero un minuto.
Blaise retrocedió, bajando el puñal, y los pasos de Harry flaquearon mientras apretaba de nuevo una mano contra su herida.
-¿Qué?
Harry tomó una gran bocanada de aire.
-Vale -dijo, intentando pensar-. La gente sabrá que me mataste.
-Yo no, Grant. También tendré que matarle. No podría irme de rositas tras matar al Niño-Que-Vivió a menos que crean que estoy muerto.
Maravilloso. Se ha estudiado esto.
Pero tenía que haber un fallo. Algo…
-Pero dijiste que los jueces sabían quién eras.
Estupendo.
Blaise pareció dudar, pero fue breve. Se encogió de hombros.
-Encontraré a alguien más para suplantar.
Unas manchas blancas llenaron la visión de Harry.
-Pero, ¿por qué molestarse? Tienes un buen trabajo y tenemos que comercializar la poción.
-¿No estabas escuchando? -gritó, dando otra vez un paso hacia Harry con el cuchillo-. Te amo. ¡Todo esto fue para conseguirte! A los Slytherin no les gusta perder.
Suena condenadamente familiar.
Lo era.
-Entonces pelea por mí -le provocó Harry.
-¿Qué?
Harry había conseguido sorprenderle.
-El hombre a quien amo… es decir, nunca quiere que le vean conmigo en público. Ni siquiera admitirá que estamos saliendo juntos.
Blaise lo consideró.
-Entonces, ¿puedes aprender a amarme?
-Eh, claro. A lo mejor. Quiero decir, a lo mejor él no me corresponde de verdad. -Harry frunció el ceño, recordando la escena en la que Severus se alejaba de él… otra vez.
¡Concéntrate!
Vale.
-Puede que ni siquiera me ame en absoluto. ¿Verdad? Tú podrías ser la mejor opción. A lo mejor deberíamos intentarlo otra vez con esa poción tuya.
Blaise le miró fijamente. Harry se tambaleó e intentó aparecerse otra vez pero la magia no reaccionaba.
Necesitas salir de la casa.
La sangre empapaba su camisa, desparramándose sobre su mano. Dios, eso dolía. Se apoyó contra la puerta, deslizando suavemente su mano alrededor del picaporte. Giró y la esperanza creció en su interior.
Alzó la mirada. Su visión estaba empezando a hacerse borrosa.
-Podemos resolverlo. Sé que podemos.
-Oh, joder. -Los ojos de Blaise se agrandaron cuando se percató de la sangre que goteaba del costado de Harry. Tiró el cuchillo sobre la rinconera-. Túmbate. Conozco algunos hechizos de curación.
Mientras Blaise se movía hacia él, Harry abrió rápidamente la puerta y se lanzó a través de la abertura sólo para ser empujado por la barrera mágica y arrojado hacia atrás, dentro de la cabaña. Eso le dejó sin aliento y el dolor bajó con rapidez por su costado.
Cuando alzó la mirada, Zabini estaba vigilándole, con los brazos cruzados.
-Muy Slytherin, Harry.
Tiró de Harry hacia el sofá y éste se deslizó hacia un asiento cuando sus piernas ya no le sostuvieron. El cuchillo estaba aún sobre la mesa.
¡Haz algo! Vas a morir desangrado.
-No puedes huir de mí, Harry.
Harry hizo una mueca.
-Puedo maldecir otra vez tus pelotas.
De hecho, Blaise se rió entre dientes.
-Lo dudo. No con la droga tranquilizante que te puse en tu bebida. Además, si no te has dado cuenta, ahora tengo tu varita -sacó las dos varitas de su bolsillo.
¿Droga tranquilizante?
Harry no estaba preocupado por su varita. Su magia era incontrolable de todas formas.
-¿Droga tranquilizante? Pero hemos estado bebiendo de la misma condenada botella.
-Estaba embardunada sobre el vaso -dijo con aire engreído.
Harry estaba hasta los cojones de lidiar con Slytherins. Forzó una sonrisa.
-Vale, Blaise. Tú ganas.
El Slytherin dejó de sonreír.
-Qué.
-Arregla esta herida, y podremos estar juntos.
-¿De verdad?
-Sí -la expresión Harry Potter estándar número cinco debería valer. Se puso tenso. El puñal estaba al alcance de los dos.
No es tan estúpido.
Zabini frunció el ceño.
-Nunca te rendirías así.
Joder. Harry se lanzó a por el cuchillo pero Blaise tenía su varita.
Harry chocó contra el suelo mientras el hechizo de Blaise le ataba como si fuera un saco de harina. Dejándose llevar por el pánico, rodó, echando mano otra vez de su magia. El Expelliarmus hizo volar a Blaise contra la pared mientras la magia residual recorría el cuerpo de Harry. Incapaz de detenerla, se relajó mientras su cuerpo cambiaba. La pantera recorrió con bastante facilidad las limitaciones pero la herida dificultaba su velocidad.
Asustado pero decidido, Zabini bajó otra vez el puñal, abriendo un corte profundo en el costado izquierdo del felino. Harry intentó golpear al atacante. En realidad no quería herir a Blaise, pero ahora estaba siguiendo sus instintos y el instinto de la pantera le decía que matara.
La hoja brilló otra vez y Harry se abalanzó contra la garganta. Cuando el cuerpo yació inmóvil debajo de él, Harry se balanceó un par de pasos y se desplomó en el suelo. Tenía dificultad para respirar y escupía sangre.
Necesitaba volver a cambiar para poder pedir ayuda pero la magia de Harry estaba fuera de su alcance.
Esperemos que Severus sea capaz de otro rescate.
Miedo… no poder decirle nunca a Severus cómo se sentía. Tristeza… no tener una familia. Arrepentimiento… perderse la boda de Sirius.
Dobby se despertó de un sueño profundo, el terror apoderándose de su corazón. El miedo y la tristeza fluían desde su vínculo sumados al dolor y la debilidad. El amo Harry estaba en apuros; su mismisíma vida estaba en peligro.
Cerrando los ojos, siguió el vínculo y apareció en el centro de la casita. Dos magos caídos estaban tumbados en el suelo, la sangre humana se encharcaba alrededor de los dos. El olor a muerte se extendía por la habitación y Dobby tuvo arcadas mientras daba traspiés hacia el cuerpo de su amo.
Había fallado. Fallado a Dumbledore y al profesor, pero a sí mismo más que nada. Era su deber sagrado proteger a su amo y había dejado…
Una respiración dificultosa hizo un ruido áspero en el silencio.
-¿Amo? -dijo, temblando. Se acercó tanto al gran felino como se atrevió, escuchando. Otro ruido áspero, más débil. Su amo necesitaba ayuda… ahora.
El profesor aún estaba con el heredero malfoy y la amiga del amo cuando Dobby se apareció dentro. Daba saltitos con impaciencia.
-El amo Harry está muriéndose. Dobby no puede ayudarle.
Los magos se sobresaltaron. El profesor se puso de pie de un salto, rebosando angustia.
Las preguntas llegaron desde dos direcciones.
-¿Dónde está?
-¿Con quién está?
-Dobby no le conoce.
-Llévame con él.
El viento y el frío golpearon a Severus mientras se aparecían a corta distancia de una pequeña cabaña en la ladera de una montaña. Estaba en el culo del mundo. ¿Dónde estaba Harry?
-¿Dónde…?
-Dobby no podría pasar por las protecciones con el profesor Snape. El profesor Snape debe darse prisa -dijo el elfo y después desapareció.
Severus podía sentir las protecciones desde donde estaba y las examinó con rapidez: protecciones Slytherin estándar pero no demasiado fuertes. Podría abrirse paso entre ellas dormido. Hizo saltar la puerta de sus bisagras mientras atravesaba la entrada, acelerado.
El horror paralizó sus pasos y el miedo apretó su corazón. La sangre se encharcaba alrededor de Harry, extendiéndose más con cada milisegundo, humedeciendo el suelo de madera pulida. El olor penetrante a cobre impregnaba su paladar y se le revolvió el estómago, lo que le hizo querer escupir.
Esto es culpa tuya.
No había tiempo para la culpa, Severus lo sabía, mientras caía de rodillas al lado de Harry. Frunció el ceño, lanzando un hechizo para quitar un poco del pelaje y así poder buscar las heridas.
Dobby daba brincos sobre sus talones a medio metro de la escena.
Mientras examinaba al felino, cerraba todas las heridas abiertas que encontraba; después lanzó un hechizo de diagnóstico que le mostró poca cosa ya que el hechizo no explicaba la fisiología animal. Harry estaba inconsciente. ¿Por qué se había transformado? Agarrando firmemente el pelaje alrededor de la garganta del felino, Severus luchó por encontrarle pulso. ¡Tenía que encontrarlo!
Por favor, por favor.
Un estremecimiento recorrió al felino, haciendo temblar al animal del hocico a la cola y contuvo el aliento por la nariz.
Gracias a Merlín.
-El amo Harry ha perdido demasiada sangre.
Severus examinó el charco alrededor de ellos. Sabía que toda no era de Harry pero sabía que debía confiar en el vínculo del elfo con Harry. Revolvió entre los frascos de su bolsillo, eligió una poción reabastecedora de sangre y miró la gran cabeza del felino. ¿Cómo diablos conseguiría que Harry se la bebiera?
Cambiándose de sitio, acunó la cabeza del felino en su regazo, y separó los labios, dirigiendo la entrada del frasco entre los dientes afilados.
-Vamos, Potter -dijo-. Bebételo. -Un hechizo de contracción obligó a la bestia a tragar pero Severus temia que ingieriera poca cantidad si no conseguía que el felino “bebiera a lengüetazos” el fluido para bajarlo por su lengua.
-Ayúdame, Dobby. Necesitamos meter suficiente poción en la boca del felino para que trague.
-D… Dobby tiene mucho miedo.
Severus fulminó al elfo con la mirada.
-Éste es HARRY. No quieres que muera, ¿verdad?
-N… no.
-No tienes que tocarle. Sólo vierte la poción dentro de su boca. ¿Puedes hacer eso?
El elfo asintió y dio un paso adelante para coger el frasco de Severus. Con las dos manos libres ahora, separó las mandíbulas, con los dientes haciéndole heridas en sus dedos, mientras Dobby volcaba el frasco en la lengua con manos temblorosas.
Cuando estuvo seguro de que había tragado suficiente, Severus soltó las poderosas mandíbulas y acarició el pelaje del felino.
-Todo irá bien -dijo, sin estar seguro de a quién estaba intentando convencer. Lanzó un encantamiento de peso pluma sobre la pantera y se levantó, maniobrando hasta que obtuvo un control firme. Era incómodo mantener el equilibrio mientras salía tambaleándose de la habitación. La longitud y circunferencia de Harry eran un obstáculo aplastante aún.
No se molestó en echar un vistazo atrás hacia su antiguo alumno. El hombre estaba muerto y aún estaría ahí para que los aurores lo encontraran una vez que Harry estuviera a salvo.
-Dobby, ¿puedes llevarnos a Hogwarts?
-No a través de las protecciones.
-Desmantelé las protecciones, idiota -gruñó.
La expresión de Dobby se volvió desagradable.
-Las protecciones del castillo no me dejan pasar con magos.
¡Idiota!
Severus tuvo la gentileza de ruborizarse.
-¿Pues a San Mungo? -preguntó con más respeto.
El elfo cerró los ojos un momento. Después se agarró a la túnica manchada de Severus y un momento después se aparecieron en el concurrido punto de aparición del Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas. Alguien gritó pero Severus lo ignoró, transportando torpemente su carga hacia la medimaga de traje.
-Necesito ver inmediatamente a un medimago.
La bruja miró a la pantera.
-¿Es humano?
-Animago.
Parecía escéptica.
-Está inconsciente. Normalmente…
-Es una historia larga. Tiene algunos problemas con su magia.
-De acuerdo, tome asiento.
-¿Ve la sangre, mujer? Este mago ha perdido una cantidad muy grande. Necesita que lo devuelvan a su forma humana y…
-Tranquilo, nosotros llevamos más tiempo esperando.
Severus dirigió al hombre una mirada temblorosa.
-Estoy segura de que si toma asiento…
-Señora…
La magia le inundó mientras el peso volvía al cuerpo de la pantera. Severus cayó de rodillas cuando la carga se volvió excesiva. El cuerpo cambió otra vez, con un reflujo de magia tangible para los que estaban cerca.
Mientras la pantera se transformaba, Severus escuchó varios gritos ahogados pero su atención permanecía fija en la cara de su amante, anormalmente pálida e inmóvil. Su pecho se tensó, provocando que su respiración se dificultara.
La transformación anuló los hechizos de coagulación de Severus y las heridas de Harry empezaron a sangrar otra vez. Levantó unos ojos aterrados hacia la medimaga.
-¿Puede ayudarme ahora?
La bruja podía ver ahora la ropa rasgada y las heridas abiertas ensangrentadas; un hechizo de diagnóstico confirmó la condición grave de Harry. No parecía afectada por el hermoso rostro o la reveladora cicatriz; su única preocupación parecía centrada en los signos vitales del paciente, que estaban fallando.
Aliviado, Severus le cedió el control mientras se llevaban a Harry.
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