30 días // JunSeung // Capitulo 20

Apr 15, 2011 23:03

 20. En llamas

Ni tan siquiera nos habíamos percatado de donde estábamos ni quieres éramos… Dain y yo nos habíamos dejado llevar totalmente por los sentimientos… Aunque no fueran los mismos.

De nuevo me invadió el sentimiento de culpa. Ya era la segunda vez que intentaba desquitarme con otra persona de esa manera… y sinceramente, no había dado resultado alguno.
Me besó un par de veces con las mejillas sonrojadas y se marchó al interior de la casa para ir al baño y peinarse un poco. Yo me quedé ahí fuera, con la espalda apoyada en el árbol y los pantalones medio desabrochados.

Escuché risas y gritos dentro de casa y pude distinguir la que era la voz de DooJoon diciendo que había que preparar la cena y la mesa.
- ¿… no escuchas? -No me atreví a ladear la cabeza hacia mi izquierda para mirar a Jun, pero le noté inspeccionándome completamente.
- Esta noche prefiero escaquearme del trabajo sucio.
- Por lo visto… -Se puso frente a mí, lo suficientemente cerca como para poder oler su cuerpo a la perfección, pero lo suficientemente lejos como para que nuestros cuerpos no se rozaran.- Has desvirgado a la señorita camarera.
- No hables así de ella. -Y lejos de lo que yo pensaba que sentiría, la vergüenza me atacó. Como si le hubiera sido infiel. Como si el malo de la película fuera yo.
- Puedo hablar como quiera mientras no mienta… -Me sentía tan sucio. Intenté escapar por la izquierda, pero uno de sus brazos me cerró el paso.- El que calla, otorga, HyunSeung.

De nuevo mi nombre. Lo dijo de esa manera tan profunda que solía usar para manipular a la gente. Tragué saliva despacio y levanté la mirada para verle la cara. Error. Se me hizo un nudo en la garganta y empecé a notar como los ojos se me encharcaban. Perdí el control total de mi cuerpo.
- ¡¿Qué coño querías que hiciera, eh?! ¡Tú le abrazas a él como jamás me vas a abrazar a mí! ¡Estoy harto de ti! ¡De tus besos, de tus juegos! -No me di cuenta de que yo estaba llorando hasta que Jun bajó la mirada con dolor.- … Te odio… Te odio, JunHyung…

Me callé al instante, justo cuando pude ver el momento exacto en el que mis palabras le habían roto el corazón. Y entonces entendí algo que hasta entonces nunca se me había ocurrido pensar: “Había destrozado su coraza, había sido yo, la persona que más le quería en este mundo, quien se había encargado de romper su delicado corazón.”

Noté perfectamente como deslizó su mano izquierda por el tronco del árbol, sin levantar la vista del suelo. Dio un paso atrás y con la voz más trémula que le había escuchado en la vida, me susurró algo que no pude entender.

Me sentí la peor persona del mundo. Sentí que le había abandonado. Pero el poco amor propio que me quedaba hizo su aparición cuando se apoderó de mi, haciéndole a un lado con el hombro y escapando de allí con la cabeza bien alta.
No miré atrás para verle, no podía soportar el recuerdo de su dolor, así que me encaminé hasta el interior de la casa limpiando las lágrimas de mi cara.

Yo no lo vi entrar, pero YoSeob nos avisó durante la cena de que Jun se encontraba mal y había decidido quedarse en la habitación para descansar. Di gracias al cielo de eso porque no estaba seguro de si podría aguantar verle de nuevo.
Dain estaba más cariñosa que de costumbre y se servía de las estúpidas tonterías de Doojoon para acercarse a mí, en todos los sentidos.

Supongo que por el estrés de la situación algo debió de sentarme mal en la cena, porque noté como mi estómago se retorcía sobre sí mismo. Así que me disculpé con los demás, y con Dain especialmente, y con mucho miedo fui hasta la habitación.

No me atreví a encender la luz, así que a tientas me acerqué a la cama, pero no pude llegar, caía al suelo cuando me golpeé con algo. La luz se encendió y vi a Jun, con sus hinchados pómulos rojos, sentado sobre mi cama. El estómago de nuevo volvió a retorcerse.
Se acercó a mí y me ayudó a levantarme en completo silencio. Mi cuerpo se estremeció a su contacto.

Rodeó mi cintura con sus brazos y lentamente rozó mis labios con los suyos. Al principio no puse resistencia, pero en cuanto fui consciente de la situación me separé de él con brusquedad. No estaba dispuesto a volver a caer rendido ante él. Eso se había acabado para siempre. No iba a existir más una relación que no fuera la de compañeros.

Pero no conté con aquello.

Con la voz más dulce, tierna y sensual que le había escuchado en la vida, y mientras sujetaba con una de sus manos mi barbilla para hacer que le mirara, me susurró el “Te quiero” más especial de mi vida. El único que consiguió que mi cuerpo ardiera en llamas. No pasionales, ni sexuales… sino con las llamas del amor. Esas que servían para vencerlo todo y a todos.

Esas que daban esperanza pese a la terrible situación que teníamos.

Me dejé llevar por ese amor que le tenía y, con sutiles lágrimas en los ojos, rodeé su cuello con mis brazos para continuar besándole con dulzura.

junseung

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