The Disir, to be continued...
Título: Sin título.
Disclaimer: Merlin no me pertenece.
Advertencias: Este fic se sitúa después del capítulo The Disir (5x05). Necesitaba escribirlo como terapia, porque vaya tela.
Merlin subió las escaleras de Camelot a toda prisa, cruzó un pasillo y se encerró en un viejo escobero que acumulaba polvo como tantas otras cosas en el viejo castillo. Se sentó en el suelo, se retorció las mangas de la chaqueta y entonces le entraron las ganas de llorar. Las había tenido durante toda la mañana, burbujeando en su garganta dolorosamente, impidiéndole apenas hablar. Pero ya no podía más... Es que... simplemente no podía.
Se puso a llorar en silencio, dejando que las lágrimas recorriesen sus elevados pómulos a placer. Ni siquiera se molestó en limpiárselas, ¿para qué? Tenía más, tenía de sobra.
Estaba tan cansado... Ocultar su magia a Arthur le estaba angustiando. Al principio no fue tan malo, no fue tan difícil. Con Uther vivo era lo mejor, desvelar sus poderes sólo le hubiera causado problemas a Arthur y probablemente él habría acabado en la hoguera o perseguido de por vida, siendo más optimistas. Pero Uther ya no estaba, ahora reinaba su hijo, que era bueno y justo y no permitiría que nadie le hiciera daño por ser un mago... aunque quizá lo desterraría.
¿Lo haría? ¿Sería capaz de mandarle lejos después de todo, después de tanto?
Reprimió un sollozo con la manga porque no lo sabía. La magia no estaba permitida en Camelot. En Camelot no hay lugar para la magia, había dicho él mismo. Creía que era lo correcto, lo que tenía que decir para mantener a Arthur con vida y por tanto el futuro de Camelot, pero sólo había conseguido empeorarlo... Mordred estaba vivo y Arthur seguía sin entender lo buena, lo sabia, lo importante, lo increíble y vital que era la magia. Continuaba sin saber que él era pura magia, sin tener ni idea de cuántas veces lo había salvado con su magia...
Se limpió los mocos con la camiseta e intentó tranquilizarse mientras un último pensamiento emergía en su mente como el vaho en un cristal. ¿Lo sabrá alguna vez? Tiene que saberlo...
-Merlin -Merlin tragó saliva, se limpió la cara mojada con rapidez y suspiró. Arthur volvió a tocar a la puerta-. Sé que estás ahí, te he visto entrar.
Merlin abrió la puerta y salió rápidamente con una escoba en la mano.
-Estaba buscando una, Gaius ha perdido la suya -sonrió de manera vacilante y empezó a andar en dirección contraria evitando cualquier tipo de conversación que empezase así:
-¿Has llorado? -preguntó Arthur con el ceño fruncido. Merlin se detuvo pero no se giró para mirarle. Oyó cómo Arthur avanzaba hacia él y quiso salir corriendo pero en vez de eso apretó el mango de la escoba con fuerza y se preparó para mentir otra vez-. ¿Has estado llorando?
-Es que hay mucho polvo ahí dentro -sonrió otra vez y se frotó un ojo.
Arthur torció la boca.
-Claro.
Los dos se quedaron allí sin decir nada, en medio del pasillo, sintiendo que había algo que se les escapaba a ambos.
Merlin se encogió de hombros y le echó una última mirada a Arthur, que continuaba analizándole con el ceño fruncido. Se puso a andar hacia la habitación de Gaius conteniendo las lágrimas otra vez.
-Merlin -Merlin miró hacia atrás con esa horrible sensación opresiva en el estómago-. ¿Estás bien?
No, no estoy bien. ¿Me das un abrazo? Un abrazo no estaría mal.
-Sí, estoy bien. Ha sido el polvo.
Le salió una risita nerviosa y Arthur sonrió un poco, dio media vuelta y se alejó. Merlin se fue por el lado opuesto tragándose las lágrimas, que dolían.
Disclaimer: Merlin no me pertenece.
Advertencias: Este fic se sitúa después del capítulo The Disir (5x05). Necesitaba escribirlo como terapia, porque vaya tela.
Merlin subió las escaleras de Camelot a toda prisa, cruzó un pasillo y se encerró en un viejo escobero que acumulaba polvo como tantas otras cosas en el viejo castillo. Se sentó en el suelo, se retorció las mangas de la chaqueta y entonces le entraron las ganas de llorar. Las había tenido durante toda la mañana, burbujeando en su garganta dolorosamente, impidiéndole apenas hablar. Pero ya no podía más... Es que... simplemente no podía.
Se puso a llorar en silencio, dejando que las lágrimas recorriesen sus elevados pómulos a placer. Ni siquiera se molestó en limpiárselas, ¿para qué? Tenía más, tenía de sobra.
Estaba tan cansado... Ocultar su magia a Arthur le estaba angustiando. Al principio no fue tan malo, no fue tan difícil. Con Uther vivo era lo mejor, desvelar sus poderes sólo le hubiera causado problemas a Arthur y probablemente él habría acabado en la hoguera o perseguido de por vida, siendo más optimistas. Pero Uther ya no estaba, ahora reinaba su hijo, que era bueno y justo y no permitiría que nadie le hiciera daño por ser un mago... aunque quizá lo desterraría.
¿Lo haría? ¿Sería capaz de mandarle lejos después de todo, después de tanto?
Reprimió un sollozo con la manga porque no lo sabía. La magia no estaba permitida en Camelot. En Camelot no hay lugar para la magia, había dicho él mismo. Creía que era lo correcto, lo que tenía que decir para mantener a Arthur con vida y por tanto el futuro de Camelot, pero sólo había conseguido empeorarlo... Mordred estaba vivo y Arthur seguía sin entender lo buena, lo sabia, lo importante, lo increíble y vital que era la magia. Continuaba sin saber que él era pura magia, sin tener ni idea de cuántas veces lo había salvado con su magia...
Se limpió los mocos con la camiseta e intentó tranquilizarse mientras un último pensamiento emergía en su mente como el vaho en un cristal. ¿Lo sabrá alguna vez? Tiene que saberlo...
-Merlin -Merlin tragó saliva, se limpió la cara mojada con rapidez y suspiró. Arthur volvió a tocar a la puerta-. Sé que estás ahí, te he visto entrar.
Merlin abrió la puerta y salió rápidamente con una escoba en la mano.
-Estaba buscando una, Gaius ha perdido la suya -sonrió de manera vacilante y empezó a andar en dirección contraria evitando cualquier tipo de conversación que empezase así:
-¿Has llorado? -preguntó Arthur con el ceño fruncido. Merlin se detuvo pero no se giró para mirarle. Oyó cómo Arthur avanzaba hacia él y quiso salir corriendo pero en vez de eso apretó el mango de la escoba con fuerza y se preparó para mentir otra vez-. ¿Has estado llorando?
-Es que hay mucho polvo ahí dentro -sonrió otra vez y se frotó un ojo.
Arthur torció la boca.
-Claro.
Los dos se quedaron allí sin decir nada, en medio del pasillo, sintiendo que había algo que se les escapaba a ambos.
Merlin se encogió de hombros y le echó una última mirada a Arthur, que continuaba analizándole con el ceño fruncido. Se puso a andar hacia la habitación de Gaius conteniendo las lágrimas otra vez.
-Merlin -Merlin miró hacia atrás con esa horrible sensación opresiva en el estómago-. ¿Estás bien?
No, no estoy bien. ¿Me das un abrazo? Un abrazo no estaría mal.
-Sí, estoy bien. Ha sido el polvo.
Le salió una risita nerviosa y Arthur sonrió un poco, dio media vuelta y se alejó. Merlin se fue por el lado opuesto tragándose las lágrimas, que dolían.