Pairing: Kai/Ruki
Rating: R
Disclaimer: Not mine
La imagen que contemplo es extraña, alienígena. Para mi mente embotada y cuadrada, parece una bizarra pintura surrealista.
Hemos estado conversando hace un largo rato, pero sin encender las luces de la sala. En el claro que rodea a la casa hay un solo farol que proyecta una luz compacta en forma de círculo, es lo único que nos ilumina a través de la ventana. Cuando me concentro, puedo ver el movimiento oblicuo de la lluvia que cae, sin cesar, sin amainar, dentro de aquel cono de luz angosto.
Por algún motivo, esta lluvia me conforta.
‘Pareciera que el mundo se ha detenido, ¿no?'
Asiento simplemente, sin moverme del sillón. En efecto, creo que se trata de eso: cuando llueve de esta manera, no hay necesidad de salir afuera. Mientras dura el diluvio, la vida se ralentiza, como si el mundo esperara bajo un escaparate a que pare antes de seguir girando.
El tiempo pasa más lento, hasta dar la impresión de que no pasa. De repente, siento unas inmensas ganas de dormir.
Uruha se remueve en su sillón, mira hacia afuera, acomoda la cabeza. Luego, posa sus ojos en mí. Por el rabillo del ojo veo su inquieta forma recortada en la oscuridad. Sólo un lado de su rostro puede distinguirse apenas, y la pupila dilatada que llego a vislumbrar calcula todos mis gestos, mis reacciones.
‘¿Ruki?'
Cierro los ojos. Puedo sentir cómo mi enfermedad se revuelve por todos los rincones de mi cuerpo. Luego de cuatro años, pareciera que el dolor es un zumbido: cuando me distraigo, me olvido que está ahí, pero apenas la cabeza se me vacía, puedo percibirlo otra vez. Es que nunca se va del todo.
Solamente puedo paliarlo con otras sensaciones diferentes.
En la negrura, visualizo un millar de estrellas, parecidos a un montón de alfileres clavados en terciopelo. Una enorme esfera roja gira sobre su eje en medio de esas estrellas; me da la impresión de que se agranda a medida que me hundo más profundo en el sueño. El corazón me da un vuelco cuando noto que alrededor de esa enorme esfera (que brilla como si se incinerara), otra esfera más pequeña da vueltas. La esfera pequeña no emana luz, casi no se ve, y su color es plomizo. De no ser por su redonda perfección, la habría confundido con un asteroide.
Allí estamos, nuevamente. Él y yo. El universo se cierne sobre nosotros, los alfileres se desclavan y comienzan a apuntarnos...
‘¡Ruki!'
De nuevo en la habitación, las penumbras, el farol y la lluvia. Siento como si hubiese sido succionado y luego escupido otra vez. Frente a mis ojos oscila el rostro de Uruha, no preocupado, más bien concentrado en mis propios gestos.
‘¿Estás bien?'
‘Yo...' No sé qué contestar. No entiendo qué acaba de suceder. ‘No siento los pies.'
‘Está bien, ya volverán', me calma, y sonríe. Me asalta el pensamiento de que la gente normal sonríe mucho. ‘Justo hace un momento... estabas diciendo algo interesante.'
Lo miro. No recuerdo haber abierto la boca.
‘No comprendo.'
‘Ah, pero no creo que sea muy difícil. Hablas dormido, ¿no?' En este punto vuelve a sentarse, alargando la mano para tomar el vaso de whisky que se encuentra en la mesa ratona.
‘No recuerdo jamás haberlo hecho', respondo frunciendo el ceño en confusión. ‘Y de todas maneras, no estaba dormido.'
‘Entonces, es otra cosa', concede él. ‘Pero sí estabas hablando. Lo escuché perfectamente.' Sorbe de su vaso, claramente esperando mi reacción.
‘¿Y entonces? ¿Qué oyó?' No puedo evitar sonar algo exasperado.
Uruha sólo ríe, divertido. ‘Lo suficiente.'
‘¿Vas a dormir aquí?'
‘Sí, este es el lugar perfecto', dice en voz baja, acomodando las puntas del futón. Rebusca dentro de su bolso de cuero y extrae un cepillo de dientes, junto con un pomo de dentífrico.
‘El baño es aquél', indico con un gesto vago de la mano. No puedo sacudirme esta inquietud, necesito hablar con Uruha antes de que se duerma. Él asiente y se va, despreocupado.
Al verlo de espaldas noto que su porte es elegante, estilizado, pero aún así camina encorvándose un poco. Para dormir, se ha recogido el largo pelo y, si no fuera por sus hombros anchos y la falta de curvas, sería perfectamente confundible por una mujer.
Para matar el tiempo, tomo el vaso usado, el posavasos y los pañuelos de papel y los llevo a la cocina. Enjuago el trasto, lo seco, pongo cada cosa en su lugar. Por algún motivo que desconozco, me siento particularmente cansado. Aunque con el día que tuvimos no haya podido hacer mucho, igual me molesta estar de pie.
Cuando oigo al psicólogo salir del baño, vuelvo a la sala, junto a su provisorio campamento. Veo que en vez de recostarse, se arrodilla sobre el colchón y da unas palmaditas al espacio que queda a su lado. Interpreto que quiere que me siente y así lo hago, con prolijidad. Siento su mirada expectante sobre mí, y es lógico: los psicólogos siempre esperan que uno hable por su propia cuenta. Decido, sin más, ir al grano.
‘¿Le sucede algo malo a Ruki?'
‘No es necesariamente malo', responde en voz queda. ‘Es normal.'
‘¿De qué se trata?'
‘Al parecer, es algo típico de los pacientes que lidian con una enfermedad debilitante y dolorosa como la suya', explica, acomodándose en el futón y extendiendo las puntas de los pies sobre la alfombra. ‘Algo así como una forma de combatir el malestar.'
‘Pero Ruki tiene medicinas para el dolor', retruco yo, impaciente. ‘Sedantes fuertes que afectan mucho a su cuerpo, pero lo mantienen al margen de ese sufrimiento...'
‘Si Ruki no tuviera esos sedantes, entraría en shock por el dolor y moriría. Eso has de saberlo. Sus sedantes vuelven el dolor manejable, básico. En pocas palabras, el dolor es un mensaje del cuerpo hacia el cerebro. No se puede eliminar ese mensaje porque pone en peligro al sistema nervioso, pero se puede disminuir la señal al mínimo. ¿Comprendes?'
‘Comprendo.'
‘Lo que es de vital importancia es que la manera de lidiar con la situación de Ruki se está yendo de nuestras manos. Y antes de que no podamos hacer nada para arreglarlo, debemos comenzar a experimentar un poco.'
‘¿Experimentar?'
‘Claro, y para eso, necesito de tu ayuda y comprensión.'
‘Mi ayuda siempre está disponible cuando se trata de la salud de Ruki.'
‘¿Le quieres mucho, cierto?'
En este punto, entorno los ojos. No me parece apropiada la pregunta. Pero tampoco sé cómo contestarla, si lo pienso. Quizá en eso radica el dilema: nunca me había puesto a pensarlo.
‘Sí, le quiero', respondo finalmente. ‘Quiero ayudarlo.'
‘Con eso bastará. Primero necesito explicarte lo que creo que está sucediendo. Puede ser un poco largo, ¿escucharás con atención?'
‘Por supuesto.'
‘Bien. Trataré de hacerlo breve. He observado que Ruki tiene marcadas tendencias a desvanecerse de la realidad. Cuando se encuentra tranquilo, y está normalmente medicado, su consciencia lo abandona momentáneamente. ¿Verdad que sufre desmayos frecuentes?'
‘Ciertamente.'
‘Bueno... Me preocupa profundamente que, a pesar de lucir bien la mayor parte del tiempo, se esté recluyendo mentalmente. Como si se cerrara al mundo.'
‘Pensé que hizo eso hace cuatro años...'
‘No. Una cura geográfica, o simplemente mudarse para seguir un tratamiento, no tienen que ver con esto. Un ser social no deja de serlo por reducir su contacto con otras personas. Lo que le sucede a Ruki es más sutil: de a poco empieza a distraerse, a fantasear, sumiéndose en una especie de letargo. Le estás hablando claramente, pero no te oye. Y comienza a delirar en silencio. Confunde las realidades.'
‘Nunca pensé que pudiera estar pasándole algo así. Siempre fue una persona serena.'
‘Hay gente naturalmente serena, y otra que se vuelve dócil a la fuerza. Como un durazno magullado. Me da la impresión de que, antes de enfermar, Ruki era una persona muy diferente.'
Me quedo reflexionando estas palabras.
‘Pues la verdad, no lo sé.'
‘No te preocupes, yo lo descubriré todo. Es mi deber. Pero hay cosas que no puedo hacer solo, y quisiera poner en práctica un sencillo tratamiento para comenzar a darle una mano a Ruki. Puede ser un poco arriesgado. Pero te aseguro que en ningún momento peligrará.'
‘Si puede asegurarme eso, estará bien.'
‘Maravilloso, entonces. Para la próxima semana, necesito que te prepares un buen atuendo y ganas de divertirte. Haremos una expedición nocturna a la ciudad...'
Una vez que Uruha duerme, decido que ya es mi hora de descansar. Sigo sintiéndome tenso, como si hubiera cosas anudadas en mi cuerpo.
Antes de irme a mi cuarto, no puedo evitar echar una ojeada al de Ruki. Su cuerpo pequeño apenas abulta las mantas, y la respiración es tan débil que no resuena en el vacío de la habitación.
Me pregunto si estaré tomando la decisión correcta.