Jan 05, 2005 22:49
Todo queda atrás, oculto bajo un manto de esperanza y buenas intenciones renovadas, una lista de proyectos para el nuevo curso que emparedan las pendientes del anterior, una desmesurada felicidad obligada entre burbujas y campanadas, besos y abrazos, corbatas y trajes de una sola noche.
2004 me devolvió la vida a modo de resurrección física y es que los últimos coletazos de 2003 habían acabado con mis huesos sobre el quitamiedos de la M-30. A cambio solo reclamó para si 1 día al mes durante los próximos 5 años. Acepté.
Emplee demasiado tiempo en recorrer las diferentes muros de lamentos que nos ofrece la noche, siempre tan tentadora, cautivadora, enigmática, prometedora… Como un regreso deseado a la inmadurez, queriendo desempolvar todo aquello que me había llevado hasta aquí, hasta lo que soy. En un intento de recomponer mi camino, eliminando todos esos torpes movimientos en el tablero, suspendiendo las palabras en el tiempo, en busca de un hálito de esperanza de reconstrucción.
Solo era cuestión de tiempo salir del frío, esperar verter el contenido, dejar que aparezca, despacio, tras la luz de una vela, en penumbra. Pero era un veranillo de San Miguel, enseguida irrumpió el frío sobre mis ventanas, desempolvando sabanas de grueso olor a lavanda temblando al desencanto, cubriendo mi piel de un fino polvo cristalino, escondiendo cuerpos entre murallas de lana…
Derribé un mito casi al mismo tiempo que instauraba otro, sin una gota de sangre vertida, regresé a mi, sumergido en una mezcolanza de verdad y decepción. Que estupidez!.
¿Qué ha cambiado?
Me escondí de las uvas, del olor a burbujitas freixenet… sin esperanzas huecas, sin deberes ni promesas que exhalan su último aliento, carente de ilusión pasajera por la llegada de un nuevo periodo todavía sin abrir, resguardado aun en ese plástico de garantía. Quisiera devolver todos esos años que tengo sin abrir amontonados en el rincón de la habitación, bajo la nube de polvo, descoloridos por la luz del sol de soslayo. Es inútil, lo se. El tiempo pasa, inexorable, constante, seguro de si… risueño ante mi terquedad, mi infructuoso esfuerzo por recomponer mi ondulada existencia… No se puede, no.
Este tampoco lo abriré. Es tarde y no suenan campanas, ni chillan cohetes extasiados en el negro y helado cielo de enero…
No lo abriré.