¡Al fin! ¡Después de todo este tiempo pude escribir algo! ¡Soy feliz! *O*
Autor:
saki_riddleTítulo: No mires atrás.
Tabla: Tabla civil (05. Gris)
Fandom: Historia Original.
Claim: Naiara/Kasch (Black Holes and Diamonds).
Advertencias: Hay un párrafo en el que Nai insulta abiertamente a la vida (xD), pero nada más.
Summary: Hagas lo que hagas, por más doloroso que sea, no mires atrás.
No mires atrás
Segundo encuentro.
En mi vida he conocido a muchas personas, como es normal, pero no a todas ellas las conocí “físicamente hablando”, lo cual ya no es tan normal. Pero debo admitir que de las personas que conocí, las que más me cautivaron no fueron precisamente las más “cuerdas”.
No soy alguien muy complicado, a decir verdad. Busco pocas cosas en esta vida, no pido demasiado, aunque tal vez en otras circunstancias sí lo haría. Admito que soy codiciosa, pero siendo quien soy y estando en donde estoy, sólo hay una cosa que deseo más que nada en el mundo: ser normal. ¿Verdad que no es mucho pedir? Si la vida puede hacer que un niño pobre se vuelva un empresario millonario y poderoso en su adultez, entonces ¿por qué no me puede hacer a mí normal?
Cuando dicen que la vida no es justa, es totalmente cierto, la vida es una perra que le gusta cagar la existencia del noventa por ciento de la gente. Puta.
Lo triste es que mi anormalidad va más allá de “ese asuntito sobrenatural”. Sé que también algo falla en mi cabeza, aunque tal vez sea que lo que veo afecta mi cordura. Tal vez eso explique por qué me gusta tanto la gente loca.
¿Les digo una cosa? Conté a todas las personas locas que he conocido y han realmente quedado grabadas en fuego en mi memoria. Eran veintitrés, ahora veinticuatro.
La atracción que sentí hacia ellos en el momento en que los vi fue indescriptible, incluso si ni siquiera les hablé. Es algo que nunca he podido comprender del todo, pero sospecho que tal vez sea porque nuestros caminos se cruzarán en algún momento, aunque no estoy segura.
A algunos de ellos los vi en sueños, a decir verdad, y aunque nunca me los encontré aquí, en mi mundo, apostaría mi mano izquierda a que son reales. Más allá de dónde los haya visto, me cautivaron todos de la misma forma. Sólo podía prestarle atención a lo que decían, a sus gestos, sus voces, los matices de ésta, las expresiones, las sonrisas, las muecas, las miradas, y la forma en que todo esto me permitía ver sus almas, incluso aunque no fueran “transparentes”.
En esos sueños, los veía hablar con otras personas, y yo, aunque estaba allí, prácticamente formaba parte del aire. Muchas veces lo que me rodeaba no se parecía en lo más mínimo a mi mundo, e incluso aunque nada de eso era real, podía sentir en el aire algo extraño, algo diferente, más allá del aroma de la naturaleza o la lluvia, o el aire muchas veces más limpio que el de mi mundo, había algo más que nunca pude identificar. Desearía vivir allí, en los mundos de mis sueños.
A pesar de que esas veintitrés, ahora veinticuatro personas me fascinaron, hay uno que me hubiera gustado no conocer.
Pasó hace poco tiempo, y fue el segundo encuentro. Iba caminando por las calles abarrotadas de Trou Noir, en busca de un regalo para mi hermana. Había vuelto a la gran ciudad luego de haber concluido con sus estudios, y lo estaba celebrando conmigo y con todos sus amigos. Por supuesto, yo en realidad iba más por compromiso que por otra cosa, porque volver al lugar donde había vivido hasta hace unos años no era algo que me pusiera muy feliz que digamos.
Como de costumbre, iba mirando hacia el frente con una expresión amenazante, para evitar que alguien se atreviera hablarme aunque fuera sólo para preguntarme una dirección.
Y entonces lo vi, caminando en la acera de enfrente, justo donde estaba el local en el que acababa de fijarme.
Era alto, de aspecto desgarbado, con el cabello castaño, opaco y descuidado, y con esos ojos grises inescrutables. No llamaba la atención, más bien parecía casi invisible para los demás, pero no para mí. Ya saben, la atracción. Era del tipo de personas que me gustaban aunque no las conociera.
Pero yo lo había conocido. Lo había visto antes.
Fue un segundo, pero pude percibirlo con claridad. El primer encuentro fue en un sueño que había tenido hacía varios años, y aunque él hubiera cambiado, estaba segura de que era la misma persona.
Me quedé observándolo con atención, sabiendo que en cualquier momento lo perdería de vista. Pero cuando estaba por llegar a la esquina, se volteó, y nuestras miradas se cruzaron. Fue un instante, porque luego se volvió y continuó su camino. A mí me pareció ver una sonrisa burlona en su rostro, pero no estuve segura.
Después se perdió de vista, entre la marea de gente.
En ese momento, mi sexto sentido no me lo mostró, y no supe que aquello era el preludio de un futuro que preferiría no tener que vivir, pero para el cual estoy destinada.