Título: De tal palo, tal astilla.
Reto: #6
Pairing: Albus/Scorpius, Draco. Drarry super implícito.
Rating: PG
Género: Pre-slash.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, no gano nada con esto, es todo de Rowling.
- ¡El niño es igualito a su padre! ¡Felicitaciones, Draco, Astoria, es un bebé hermoso!
Todo el mundo decía que Scorpius era igual a su padre. Cuando lo miraba, Draco no podía evitar pensar que tenían razón, por lo menos en lo que a la apariencia respectaba. Scorpius tenía el cabello rubio y lacio, tan característico de los Malfoy. Sus ojos eran grises, como los de su padre y abuelo, y cuando se encaprichaba con algo Narcissa juraba que hacía los mismos gestos que Draco cuando era chico.
Pero Draco sabía que Scorpius era diferente a él. O tal vez, eran parecidos, pero para nada iguales.
Cuando sonreía, por ejemplo, a Draco le hacía acordar a Astoria. Los hoyuelos que se formaban en las mejillas del niño eran definitivamente heredados de su madre, y Draco estaba encantado con la idea. Amaba ver a Astoria reír, y cuando veía a Scorpius hacerlo, no podía evitar acordarse de ella.
Scorpius era mucho mejor que él. Esa era la conclusión a la que había llegado Draco cuando sostuvo en brazos al pequeño bebé dormido. Draco haría que fuera mucho mejor que él. Había cometido muchos errores en el pasado, y, si era honesto consigo mismo, sabía que no había sido una buena persona en su juventud.
Pero Scorpius no sería uno de sus errores. Draco sería el mejor padre que Scorpius pudiera tener, y sería mucho mejor que él y que Astoria, y que toda su familia. Era suyo, su pequeño Scorpius, y no iba a permitir que nada ni nadie lo hiriera jamás.
Por eso, cuando Scorpius creció, Draco se alegró de que la gente ya no lo comparara tanto consigo mismo. En Hogwarts, Scorpius había demostrado ser un niño bueno, correcto, educado e inteligente. Por supuesto, había ido a Slytherin, pero eso no tenía nada de malo, después de todo.
Tampoco era el único niño que había sorprendido a más de un profesor en Hogwarts.
Albus Severus Potter había ido a Slytherin, también, para sorpresa de toda su familia y amigos. El único que no parecía haberse sorprendido era el propio Potter, y eso ya era de por sí bastante extraño.
Cuando la primera carta de Scorpius llegó, desde Hogwarts, diciendo que se había hecho amigo de un chico que iba a Slytherin como él, Draco no sospechó nada.
Cuando en las siguientes cartas el nombre, Al, aparecía por lo menos tres veces, Draco pensó que debería empezar a preocuparse.
Y un día de vacaciones, en el que Albus Potter había venido de visita a la mansión, Draco se dio cuenta de todo.
Se había acercado a la habitación de su hijo porque había llegado una carta de alguno de sus amigos. Cuando fue a tocar la puerta, esta se hallaba entreabierta.
Del otro lado podía verse claramente a su hijo recostado en la falda de Potter, y este acariciándole el cabello con suavidad.
Draco, pasmado, dio media vuelta y se dirigió hacia su propia habitación, pensando que, después de todo, Scorpius sí era más parecido a él de lo que había creído en un primer momento.