Fandom: Harry Potter
Pairing: Ginny/Luna
Rating:PG
Notas: Otra más de las viñetas para
30vicios, tabla que tengo un poco abandonada pero que pienso completar, no cunda el pánico.
Chupar. Lamer. Pasarlo entre los dientes y tocarlo con la lengua una y otra vez. Sentirlo derretirse en la boca y paladearlo continuamente. Pasar la lengua por los labios en busca de más y volverla a meter en la boca. Recorrerla entera y sentir el sabor contra ella.
-Me encanta el chocolate.
-Ahá.
Luna no sabe qué más decir. La lleva mirando un rato comerlo y está un tanto desorientada.
Dobby les ha traído chocolate a escondidas. Lo necesitan después de los entrenamientos.
Últimamente pelean como si les fuera la vida en ello. Quizás porque cada vez ven más claro que realmente les va. Entrenan hasta desfallecer a pesar de venir de un castigo en el que han recibido Cruciatus hasta que la garganta arde y los huesos quieren quebrarse y no encuentran cómo.
Llegan a la Sala de los Menesteres con el alma un poco rota y los ánimos arrastrados, como los pies al andar. Aun así, siguen yendo religiosamente y una vez empieza el entrenamiento parecen erguirse un poco y el cuerpo parece pesar menos.
Pero cuando acaba, cuando el cansancio sustituye los gritos de aliento y las extremidades están hechas de plomo, entonces se sientan en el suelo y es difícil levantarse.
Es entonces cuando echan de menos el chocolate.
Revitalizar el espíritu, descansar un poco, sentir el sabor dulce y familiar del chocolate en la boca.
Pero los Carrow no dejan que haya chocolate. Requisan los paquetes y revisan el correo en busca de onzas escondidas entre cartas familiares.
Últimamente así es todo. A escondidas.
Las noticias se dan de forma encriptada (Ginny ha recibido muchas noticias de su inexistente tía Ophelia y sus allegados), las palabras de afecto se esconden entre los pasillos y grietas de Hogwarts, temerosas de ser dichas en voz alta y no volver a sonar nunca más.
Y así se besan Ginny y Luna.
A escondidas.
Solas.
Lo hacen cuando creen que nadie las ve. Se quedan las dos en la Sala de los Menesteres tras los entrenamientos, con el sudor aún calándoles los huesos y la sensación de que la cabeza pesa demasiado. Se quedan en silencio una junta a la otra y se cogen de la mano, esperando encontrar en la otra un poco de la fortaleza que les falta.
Extrañamente, parecen encontrarla.
Se apoyan una en la otra y a veces sus labios se buscan casi como sin querer. Como si fuera así como debe ser.
Se besan suave, como si tuvieran miedo de hacerse aún más daño, como lamiéndose las heridas. Lo hacen poco a poco, como buscando un tiempo que en realidad no tienen, recorriéndose con los labios más que con la lengua y tocándose con la punta de los dedos, como si tuvieran miedo a que la otra desapareciera.
A veces, cuando el día es largo y oscuro y las paredes se les vienen encima se encuentran por los pasillos y se besan con rapidez y algo de ansiedad. Mordiéndose un poco y tratando de decirse que están bien, que siguen vivas, que aún se tienen una a la otra, pase lo que pase.
Pero hoy Ginny come chocolate y Luna la mira hacerlo y el chocolate parece menos reconfortante y familiar y cobra un significado diferente en la mente de Luna.
-¿Sabías que los antiguos magos del Este de Asia pensaban que el chocolate debía ser compartido porque si no se atraería la mala fortuna y haría que los hechizos salieran mal?
-¿No te estarás inventado eso? ¿Chocolate en el este de Asia?
En la voz de Ginny hay algo de suspicacia pero Luna asiente con seguridad y tiene una sonrisa inocente en su cara y la mira a los ojos. Azul tan claro que a veces a Ginny le da un poco miedo.
La cree.
-Tú ya te has comido tu chocolate y mira- se mete la onza que le queda en la boca,- ahora yo también. Ya no podemos compartir- dice con la boca llena.
-Precisamente.
Luna se abalanza sobre Ginny y cuela su lengua en su boca. Nota el sabor familiar de Ginny contra ella y un sabor dulce pero amargo colarse entre sus lenguas.
Chupar. Lamer. Pasarlo entre los dientes y tocarlo con la lengua una y otra vez. Sentirlo derretirse en la boca y paladearlo continuamente. Pasar la lengua por los labios en busca de más y volverla a meter en la boca. Recorrerla entera y sentir el sabor contra ella.
Y no sabe si lo que saborea es el chocolate o es Ginny.