La firma de calificaciones del grupo de 60 salió a pedir de boca; como dije, llegué en modo demonio de Tazmania a pedirles su cooperación. Lo hicieron muy bien. Tuvieron sus momentos (querían ir al baño, regañé a un par por comer, tuve que secuestrar teléfonos, le grité a un niño que no jugara con la luz -¡benditas clases de uso de voz!-, a otro
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