Título: “Los trozos de una existencia”
Personajes: Temperance Brennan
Extensión: 975 palabras (5772 caracteres)
Spoilers: Ninguno
Sumario: Temperance Brennan intenta poner en orden las partes de su todo personal. Lo intenta, pero conseguirlo en este momento de su vida es muy difícil…
Los trozos de una existencia.
Primera parte.
A veces todas las partes de nuestra existencia quieren ser la más importante. Y luchan por ello, encarnizadamente, y provocan revuelos en todo nuestro ser y nuestra vida.
Pero tras la pugna violenta que vuelve al revés nuestra vida durante un tiempo, siempre acaban ocupando su lugar justo, su espacio único, ese que hace que todo se mantenga en el precario equilibrio que rige toda existencia humana.
Eso era precisamente lo que le estaba ocurriendo a Temperance Brennan.
Su vida estaba perfectamente estructurada como en un gráfico de sectores, de esos que parecen una caja de quesitos en porciones.
Un sector lo ocupaba su trabajo. Un gran sector, habría que puntualizar, porque el trabajo era su vida, a lo que se había dedicado desde casi antes de salir de la universidad, y cada día esa parte le demandaba perfección, aprendizaje, reciclaje, sentidos abiertos...Un sector muy exigente y egoísta pero altamente gratificante.
Otra parte la ocupaba su familia. Desde que Max y Russ habían aparecido de nuevo en su vida, no se había planteado dejarlos de lado por nada del mundo. Ya había perdido muchísimo tiempo y no deseaba perder más, así que se obligaba a mantener contacto con ellos y a interesarse por sus vidas y por lo que hacían. Era un sector difícil de mantener en cuanto a porcentaje, pero procuraba que no hubiera muchas oscilaciones. Porque hay muchas clases de familia, y la suya no era de las corrientes, pero sí muy especial.
Luego estaba ella misma y sus circunstancias. Porque era una persona humana con sentimientos e inquietudes, que también tenía deseos y sueños, aunque no fueran muy usuales. Deseaba fervientemente seguir siendo la mejor en su trabajo. Deseaba ser mejor persona con los demás. Buscaba la manera de llegar a comunicarse con el resto del mundo para que la conocieran de verdad. Deseaba secretamente hacer un hueco en su vida para ser madre, aunque había intentado detener ese deseo por todos los medios. Este sector era muy complicado, porque Brennan no sabía cuál era el canal para sacar al exterior todos estos sentimientos o si quería realmente sacarlos. Siempre que lo había intentando o se lo había planteado, un miedo irracional la embargaba, así que cada vez era más difícil que algo de sí misma se escapara por una rendija de su férrea personalidad.
Y finalmente estaba Booth. El agente y amigo tenía un sector propio, lleno de incógnitas, de miedos, de decisiones cobardes y de anhelos sin cumplir...Era el espacio más difícil cuando debía ser el más bonito e importante de todos, y ahora que el lugar de la esperanza lo había ocupado el de la resignación, lo dejaba estar sin ocuparse demasiado de él.
Precisamente ahora la parte de Booth y la de Brennan estaban manteniendo una lucha casi a muerte desde hacía semanas, meses incluso. Y ella no sabía cómo poner fin a su contienda sin sufrir de nuevo, sin desengañarse de nuevo, sin llevarse a una tercera persona por delante en el intento o sin caer ella misma en el combate.
Ahora que Hannah había aparecido en escena, podía comprender a Booth, todo lo que él había sentido en los meses anteriores a su separación. Ahora podía vivir en primera persona lo que es querer a alguien más de lo que te permite tu parte racional y conformarse con las migajas de amistad y compañerismo que esa persona, la más importante para tí, te ofrece.
Nunca, por ejemplo, había encontrado un momento para regalar a Booth ese teléfono que tanto le gustaba en todo el tiempo que habían trabajado juntos, y sin embargo cuando Hannah le preguntó sobre un regalo de agradecimiento, no dudó en confesarle cuál era uno de sus deseos con tal de que él tuviera aquello que tanto había buscado. Incluso cuando Hannah se lo entregó, reaccionó como si hubiera sido ella misma la autora del regalo, inconscientemente, y estaba segura de que tanto Booth como Hannah se habían dado cuenta de ese detalle aunque no hicieran mención del mismo.
No quería sentirse mal por la felicidad de Booth. No quería odiar a Hannah porque él la había escogido a ella. Pero no podía dejar de sentir un regusto amargo cuando les veía juntos, cuando Booth hablaba con ella por teléfono y sonreía de forma bobalicona, cuando ella se tiraba a sus brazos y le besaba hasta dejarle sin respiración sin ningún tipo de pudor o reparo. No quería ni imaginar lo que había pasado durante la noche cuando Booth aparecía por la mañana como suspendido en una nube. Porque hasta un agente rudo como él podía parecer recién bajado del cielo por mucho que intentara disimularlo.
Quería hacerlo bien. No quería comportarse irracionalmente, pero a veces sentía que sus sentimientos se le escapaban de las manos. Hacía gestos, decía cosas...era completamente involuntario, pero ocurría. A veces acababa completamente agotada de esas lucha entre sectores porque pasaba días enteros con Booth como si nada hubiera pasado, disfrutando de lo que era tan de ellos y sólo de ellos, pero en todos esos días siempre, invariablemente, surgía Hannah para romper ese frágil encanto. Y entonces Brennan se sentía muy mal. Reconocía en ella misma todos los sentimientos de cualquier protagonista de las novelas negras que leía de jovencita, su única referencia en cuanto a actitudes ficticias de personajes irreales. Pero ella era muy real, y por primera vez sentía que quien escribió todo aquello lo hizo por algo, movido su autor por sentimientos fuera del alcance de ella misma, sentimientos que incluían sin lugar a dudas el amor.
Se sentía confundida, peleada consigo misma. Como partida en dos mitades que no se entendían de ninguna manera. Booth era el único que sabía reconciliar ambas, pero ya no podía contar con él. Y no había nadie que pudiera ayudarla...