Está en 'probation' por ahora, si la persona que tenia en mente cuando lo escribi no le gusta, no lo pondré en ninguna otra parte D:
Era un hecho innegable que Zelo estaba perdidamente, irrevocablemente, innegablemente enamorado de Bang.
No se trataba de un sentimiento maduro, eso el menor lo tenía claro, se trataba de ese tipo de enamoramiento tonto de un niño de primaria hacia la maestra bonita que lo trata mejor que su madre, en el que haría lo que fuera que se le pidiera con una sonrisa, y lo haría del mejor modo posible para sentirse importante cuando la maestra (en este caso, su hyung) hablara de lo orgullosa que estaba de que hubiera hecho un buen trabajo, y que todos sus compañeritos debían aprender de él y ser buenos niños también.
Despertaba por las mañanas pensando en hacer lo que fuera por hyung ese día, y se iba a dormir por las noches pensando en qué podía hacer al día siguiente para obtener la atención de hyung. Así era su vida.
Aquel día su mañana no comenzó en nada diferente, se levantó con el cabello desordenado y avanzó cual zombi al baño, estaba ocupado y maldijo internamente (porque Himchan le dijo que no estaba bien maldecir en voz alta a su edad) y esperó, pero la espera era horrible porque era urgente para él vaciar su vejiga (por eso había despertada y nada más), por fin la puerta se abrió y el victimario de su sufrimiento diario apareció tras ella. Himchan se acercó con una gran sonrisa a él, le apretó los cachetes con la mano y su trompita quedó levantada, haciendo que Zelo no pudiera gritarle que dejara de pasar tanto tiempo en el baño. Himchan se rió y se fue después de revolverle aún más el cabello y darle un sonoro y baboso beso en la mejilla, que Zelo se limpió vigorosamente en el baño hasta con jabón. Odiaba las babas.
Cuando emergió del baño, despierto y con la vejiga vacía, Himchan estaba despertando gente. Era una costumbre suya que a la mayoría le molestaba despertarlos con besos, se sentía con orgullo de decir que los había besado a todos. Menos a Zelo, no quería, según él, traumarlo a tan corta edad. Todos los demás ya estaban mayores y podía traumarlos si quería.
Pero ese día los despertó a todos de modo diferente, ese día no besó a nadie... Ese día fue el peor día de la corta vida de Zelo.
Aquel día, escuchar ese anuncio durante el desayuno fue como cuando la maestra de pronto habla de su esposo en clase, y el niño se da cuenta de que no importa lo que haga, nunca va a tener ESE lugar en el corazón de la maestra. De ese mismo y cruel modo, Zelo supo que nunca tendría ese mismo lugar en el corazón de hyung, porque ya estaba ocupado por alguien más.
Himchan ya no robó besos de nadie, ni hoy ni mañana ni ningún otro día. Y Zelo no volvió a sonreír de verdad. Se dormía por las noches, aferrado a la esperanza de que todo fuera una horrible pesadilla y de que al día siguiente, se daría cuenta con alegría de que no, su hyung y Himchan no estaban juntos. Pero la siguiente mañana le llevaba la realización de que todo era verdad y de que no podía hacer nada, y por ratos quería llorar, y otras veces se hacía el fuerte, porque no le quedaban más opciones.
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Ren sonrió falsamente, como si tratara, con su sonrisa falsa, de aminorar el dolor del otro. Estaban en aquella cafetería que solo los turistas y los fans de los dramas frecuentaban. El otro rubio miraba hacia la ventana, con la cabeza en la mesa y el cuerpo encorvado de forma extraña, y sus lágrimas estaban haciendo ya un charquito en la mesa. Ren ladeó la cabeza, suspiró y vio a Zelo con tristeza, de pronto sentía ganas de ir a golpear a ese hyung, pero se contuvo, ¿qué culpa tendría él de no saber de los sentimientos del otro?
“Yah... Creí que yo te gustaba...” Ren le dio una patada y luego hizo un puchero fingido, Zelo levantó la cabeza, se limpió los mocos y las lágrimas con una servilleta rasposa y vio al hyung al que llamaba de ese modo incómodamente porque lucía como una noona y porque se veía menor que él.
“Eres lindo, hyung, pero no eres mi estilo.”
“Me ofendes, ahora no tengo a nadie más que me admire.” Ren se llevó una mano al pecho y la otra a la frente, haciendo una pose fingida de sufrimiento, Zelo rió largo rato y Ren volvió a ser el de antes. “Lo logré.”
“¡Me siento mal, hyung! ¿Qué tiene Himchan que yo no tenga?”
“Mayoria de edad...”
“Mierda...”
“Tienes que darte cuenta de tu lugar. A veces no importa que la persona que quieras no te quiera, con verla feliz basta.” Ren suspiró largamente de nuevo. “Y tampoco puedes pensar ‘yo podría hacerlo más feliz’ o cosas por el estilo, ya no está en tus manos, trata de ser feliz por tu cuenta.”
Zelo volvió a casa y cuando entró lo primero que vio fue a Himchan acurrucado como un gato buscando cariños en brazos de su hyung. Lo sentía todo tan falso, tan incómodo, como si fuera una gran mentira, como si a Bang no le gustara aquel intercambio. Frunció el ceño, sentía que Himchan exigía demasiado.
El no le exigiría que lo tratara con fingido cariño, el no pediría mucho.
Pero Ren tenía razón, ya no estaba en sus manos, nunca lo estuvo, porque hyung nunca fue suyo.
El era como el niño que se enamora de la maestra, y de pronto descubre con horror que la maestra no siente lo mismo porque ya hay alguien en su corazón, y porque el niño no es más que eso a los ojos de la maestra.
Zelo espera que le pase lo mismo que a los niños con las maestras. Pasará el tiempo y esos sentimientos se irán con las estaciones, morirán como las hojas de los árboles en otoño y se congelarán en el corazón como el lago en el invierno.
Pero para eso, quien sabe cuántas estaciones faltaban.