Era la particular calma que precede a la tempestad...
En una oficina de alguno de aquellos edificios perdidos en la selva de asfalto, tres hombres reunidos alrededor de una mesa pensaban taciturnos, como si estuvieran esperando una señal para hablar o reaccionar. Los minutos transcurrían y nadie articulaba una sola palabra ni despegaban sus vistas
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