Dec 03, 2007 23:06
Me encuentro sólo. Niño. Confuso.
No sufro pesadillas propiamente dichas desde hace muchos años. En algún punto de mi preadolescencia dejaron de invadir mis noches, como hacían tantas veces en mi infancia. Aquellas sesiones de sudor y lágrimas eran las más densas expresiones de terror extremo que he vivido. En especial aquella.
Empezó a sonar su voz. La mayor ira que pude haber imaginado se arremolina en unos gritos que parecían recorrer distancias incomprensibles para la mente. Los rasgos del grito eran temibles. Los rasgos del grito eran maternales.
Aquella sala blanca infinita. El sonido reverberado y lejano por todas partes. Nunca jamás olvidaré aquella sensación auditiva. Como tampoco olvidaré la voz de mi madre enfurecida conmigo sonar así. Dudo que pueda alcanzar a describir algún día el horror absoluto de aquella pesadilla. Se repitió más de una vez.