Título: Ícaro jugaba a apostar.
Fandom: Kingdom Hearts
Pareja: Lea/Luxord (Ludor porque no se me ocurrió otro nombre) (I do what I want)
Summary: El azar es una cosa muy curiosa.
Notas: Hikaru debería dejar de darme ideas.
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La reencarnación es un oficio peligroso y enormemente azaroso. Lea lo confirma cada vez que le parece ver un rostro familiar entre la multitud, a veces mira unos segundos más de lo necesario sólo para corroborar que es quien cree que es y no está imaginando cosas, un poco de paranoia justificada se dice a si mismo cuando en la esquina de una calle ve de reojo a una mujer rubia y menuda calar un cigarro con aire de ninfa para luego besa a su acompañante que lleva el pelo rosado atado en una coleta. Juraría que el sujeto lo observa fugazmente de reojo y casi pareciera que sus miradas se cruzan. Si llega o no a pasar, ambos hacen como si no y Lea sigue su camino memorizando la dirección exacta del lugar para no volver a pasar por ahí. Cuantas personas existen con el pelo rosado siquiera.
La reencarnación es difícil, entiende cuando el que fue alguna vez su mejor amigo y ahora no tiene idea que es, decide irse en un viaje de retrospección, encuentro consigo mismo o algo así que pretende no entender pero sabe perfectamente que es necesario, aunque no esté de acuerdo, aunque no quiera. De todas formas hace años que Isa había dejado de considerar su opinión al a hora de tomar decisiones.
La reencarnación es como el destino, pero con un toque de humor. Eso lo descubre una noche en un bar cualquiera cuando los parlantes cargados de estática retumban haciendo temblar las paredes con el nombre de "Dyme" y una multitud alcoholizada aclama a un sujeto de pelo rubio opaco que toca la guitarra, para su sorpresa, como los mejores y toma botella tras botella de agua. Lea se queda hasta el final de la última canción y aplaude divertido. Se va antes que la multitud se disperse y no vuelve a ese bar.
Sucede que la vida, por más increíble que parezca, continúa. Incluso en tu tercera vida pareciera que jamás hubo un botón de pausa, todo sigue su curso. El mundo no se detiene cuando alguien deja de existir, ni cuando a esa misma persona, por alguna razón igualmente aleatoria, se le otorga una segunda, una tercera oportunidad.
Eso lo aprende en tardes quietas en Radiant Garden, se pasea por los jardines en reconstrucción, divisa a lo lejos a Ienzo y Aleus bajo un árbol, el primero con un libro que pareciera capaz de matar a alguien si le cae en la cabeza, mientras el segundo sólo se limita a hacerle compañía. El silencio cómodo que comparten le deja una sensación rara en el pecho, así que continúa con su camino. Even no sale mucho, así que se evita el momento incómodo de encontrarse de frente con alguien que asesinó a sangre fría, complicaciones innecesarias. Dylan le comenta que está centrado en sus investigaciones y continúa recogiendo bayas salvajes en los jardines que florecen de nuevo. Siempre es extraño volver a Radiant Garden y recuerda por qué no lo hace muy seguido.
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Lo bueno del azar es que entre ganar y perder no hay tanta distancia, la Keyblade es especialmente buena en esto. A veces lo arroja a un mundo tranquilo desde el cual la puesta de sol se ve casi tan bien como en Twlight Town, y otras veces lo arroja de cara a una tropa de heartless especialmente molestos con su presencia. En esta ocasión el escenario es un tanto distinto, las luces de neón brillan con más entusiasmo sobre su cabeza a como lo hacían allá en la Organización, el cielo a penas distinguible entre tanto edificio. El ambiente parece gritar alcohol y situaciones ilícitas, y es precisamente esto lo que le anima a aventurarse un poco más por las calles angostas de la ciudad, todas parecen dirigirse a la misma construcción edificada en el corazón mismo del lugar. Un casino de enormes proporciones le invita a entrar y ¿Por qué no? Es mayor de edad y ni Roxas ni Xion andan ya con él para todas partes.
No se siente con suficiente suerte como para apostar, pero no rechaza las copas que le ofrecen. Camina con una en la mano entre la filas de máquinas, más curioso que nada entre tanto humo de cigarro y olor a derrota inminente. Sus pasos lo llevan al centro del salón, lo que debería ser algo así como el sector VIP. Espacioso con un escenario bien iluminado, vacío por el momento. Y en el centro, lo que parece ser la máxima atracción del momento, una mesa repleta de cartas, dados y gente que mira anonadada al anfitrión del espectáculo. "Cuales eran las posibilidades" Resopla Lea más divertido que fastidiado a esta altura, a la cabeza de la mesa un rubio de pelo corto y barba incipiente le devuelve la mirada en el mismo segundo en que saca una carta del manojo y la multitud aplaude sorprendida. Sin la capa de la Organización se ve incluso más joven, Lea no puede negar que la camisa oscura y el chaleco burdeo a juego le favorecen.
Lea espera en vano que Luxord aparte la mirada y siga con sus cartas, pero el ex-nobody parece acabar de ganar alguno de sus juegos y la gente empieza a dispersarse. Casi podría jurar que se ve entretenido con el avistamiento mientras revuelve con destreza el mazo, las cartas se despliegan como un abanico frente a sus ojos, rojo-negro-rojo negro y ni siquiera nota cuando atrapa por reflejo la que se dirigía directo hacía a él. La misma precisión que antaño, Lea se sigue sorprendiendo con como algunas cosas continúan igual por más veces que uno muera y vuelva a vivir.
"Pero miren que tenemos acá, el azar es realmente una cosa grandiosa... ¿Cómo es que debería llamarte?" El sujeto que solía llamarse Luxord deja sus cartas sobre la mesa y le invita a acercarse con la mirada, ahora moviendo entre sus dedos unos dados con demasiadas caras.
"El nombre es Lea, vaya, por fin alguien considerado que se molesta en preguntar ¿Que hay de ti?" No es costumbre quedarse a charlar con los ex compañeros de trabajo, pero que va a perder. Incluso entre lo cuestionable que eran los miembros de la Organización, Luxord parecía el más centrado y aunque jamás le importó ni llegó a conversar largamente con él, quizás podía aprovechar su tercera vida para cambiar ese detalle. Total no es como si fuera Braig o alguien así de poco confiable.
"Ludor ¿Qué te trae por estas tierras? ¿Probar tu suerte quizás?"
"Nada de eso, no para mi. Simplemente curiosidad o ¿cómo es que le llamas tú? Azar."
"El azar y el destino están siempre ligados, de eso no cabe duda. Déjame invitarte a una copa, ocasiones como esta no pueden dejarse pasar así como así"
"¿Y cuál es la ocasión?"
"Celebrar al destino siempre es una buena ocasión, además ¿No es este acaso un mejor escenario para conocerse?" Y eso era algo que ni Lea podía discutir. A veces pensaba en sus días de infancia en Radiant Garden y como tal vez todos habían estado en el lugar incorrecto en el momento incorrecto, quizás en otras circunstancias más de alguno de los sujetos que no dudó en asesinar podrían haberle agradado. Una suerte que Luxord no hubiese estado entre su lista de muertos, o esta instancia no hubiese sido tan agradable. No todos son Ienzo que prefieren ignorar los eventos desagradables del pasado.
Lea tomó asiento mientras Ludor llamaba a las meseras con un gesto elegante de mano, parecía ser una persona importante para el casino y luego de su demostración con público incluído no le cabía duda que debía de ganar sus buenos gils en una actividad de la cual no estaba seguro su legalidad, ni le importaba realmente.
"Y dime Lea ¿Qué fue de tu buen amigo Roxas? Tengo buenos recuerdos de las misiones junto a él"
"Ahí está, grande y ya se manda solo. Como pasa el tiempo eh--" Con un suspiro y un sorbo de la copa que le acaban de servir tuvo tiempo en fijarse más en el sujeto frente a él "Eso se ve realmente cool" dijo señalando los diversos piercing en la oreja, cejas y labio. En una persona como Ludor se veían casi elegantes --Por un segundo pensó en la voz de Isa diciéndole lo delincuencial que él se vería con uno, pero apartó el pensamiento con un movimiento de cabeza--.
"El tiempo nunca pasa en vano de la misma forma en que ningún camino está ahí porque si"
"Si que sabes ser críptico eh, pero está bien. Creo que entiendo... en parte"
Una sonrisa y un sorbo más, champaña de la costosa, nada mal para un ex miembro de la Organización 13. Algunos se convertían en Rock stars, otros desaparecían de la faz de la tierras, otros eran estrellas en el equivalente en este mundo de las Vegas, algunos con una suerte distinta se dedicaban a acompañar a un grupo de adolescentes a salvar al mundo de las fuerzas del mal, repetidas veces. El mundo está repartido de una forma extraña.
"Hay algo que siempre quise preguntarte, pero nunca tuve la oportunidad"
"Adelante, este es el momento"
"Cuando todo llegó a su fin ¿Obtuviste aquello que buscabas? ¿Hubo satisfacción en el desenlace?" De todas las preguntas que un sujeto como el que había sido Luxord, con quien intercambió palabras contadas veces, podría preguntarle esa era la última que esperaba. Y él que pensaba que ya nada lo sorprendía se encontró riendo ante la idea de que esta persona hubiese entendido sus motivaciones mejor que muchos otros.
"¿La verdad? Si, valió cada segundo"
"Eso imaginé, cuando encuentras algo lo suficientemente importante como para poner tu vida en la línea de fuego rara vez es por nada" Ludor movió la copa entre sus dedos como pensando en la siguiente frase y Lea se sintió un tanto más liviano luego de escuchar aquello. Rara vez es por nada, y pensó en la Keyblade, en todas las batallas, en todas la pérdidas antes de la gran y final victoria.
"La tuya es la historia de Ícaro. Nunca te arrepientas de la caída, porque la peor tragedia de todas es nunca haber sentido la luz quemando" Movió la mano como quitándole importancia a la frase para luego añadir "Sólo estoy parafraseando algo que leí una vez, pero creo que es adecuado"
Demasiado adecuado.
Sucede que a veces el destino y el azar se ponen de acuerdo, y el oficio de reencarnar resulta peligroso, aleatorio, pero también sorprendentemente gratificante. Sucede que en algunos momentos la vida te sorprende gratamente con una copa de champaña y juegos de cartas. La vida se trata de apostar, le dijo hora después. Cuando apuestas todo por alguien puedes ganar o perder, pero el haber hecho la apuesta es de por si una victoria. Lea jamás se imaginó que jugar a las cartas llevara tras de si toda una filosofía de vida. Al parecer aún no lo había visto todo, y entre el humo, el gusto a champaña y el olor a derrota encontró sin buscar algo que le quitara el aburrimiento por un rato. Un rato.
O ese era el plan original.
Porque sucede a veces que la vida juega una mano que supera con creces a la tuya y por más planes de retirada que tengas, simplemente sus cartas valen más. O algo así--Lea aún no lograba emular el arte de hacer metáfora con los juegos de apuesta. Pero luego de la quinta copa, luego de Ludor ganándole en el póquer por quinta vez consecutiva, luego incluso de que el casino cerrara (¿Cierran en algún momento acaso los casinos?) decidió no haber usado su técnica especial de "no te conozco" había sido una inteligente decisión. Porque si bien, ver amanecer en la azotea de un casino con champaña en vez de helado en la mano era distinto a ver atardecer desde la torre del reloj, tenía su propio encanto.
Desde entonces que contrario a toda predicción siguió frecuentando el casino y desde entonces que a veces, cuando el deber llama y salvar al mundo es requerido una vez más, Sora juraría que puede distinguir una carta en el bolsillo del pantalón de Lea, a lo que este responde, con una sonrisa de lado:
"Para la suerte"