Respuesta al reto "día del cabrón sexy y arrogante"

Feb 28, 2009 19:05



Título: Interesting Return

Autora:  tary_nagisa

Fandom: Bey Blade

Pareja: Tala/Kai.

Resumen: Kai regresó y lo esperaba. Tala estaba más que complacido. Y por eso, le hizo esa propuesta. Que la aceptara o no, realmente no importaba; él ya tenía su respuesta.

Clasificación: M.

Género: General.

Disclaimer: Bey Blade No me pertenece sino a Takao Aoki. Yo... no pretendo hacer lucro de su trabajo, solamente tomé prestados a sus personajes para hacer un pequeño y simple Fic.


Frases:

13. “Bueno, me voy a mi casa a tener un ataque al corazón” - Pulp Fiction.

16. “La última vez que estuve dentro de una mujer fue cuando visité la Estatua de la Libertad” - Woody Allen.

21. “Le voy a hacer una oferta que no podrá rechazar” - El Padrino.

Algunos meses habían pasado desde que Bega y Boris habían pasado a la historia.

Como era de esperarse del equipo ruso y de su peculiar líder, los Blitzkreigs Boys habían vuelto inmediatamente a su ciudad natal, olvidándose de aquel extraño suceso ocurrido en las instalaciones de la nueva sede del bey blade, e inclusive, de que hacía poco el pelirrojo había estado en coma.

Pero de aquello, apenas y quedaban los recuerdos, pues una vez estando en Rusia, la vida de los Blitzkreig había vuelto a ser prácticamente la misma; a excepción claro, de algunos “pequeños” y “molestos” detalles.

Por qué, participar en el campeonato mundial, y llegar hasta las finales, era algo que hasta al más insignificante e insulso ser le cambiaba la vida; y siendo ellos el equipo oficial de Rusia desde hace poco más de dos años, era algo que sin duda modificaba y cambiaba por completo el estilo de vida que habían llevado.

Y sí, como era de esperarse, la abadía Valkov había estado rodeaba por todo tipo de personas, esperando la menor oportunidad para verlos, saludarlos, entrevistarlos, invitarlos a salir, e inclusive, retarlos a una bey-batalla.

Claro que, los Blitzkreig Boys no podían aceptar éste tipo de tratos. No por nada eran el segundo mejor equipo a nivel mundial, mereciendo en todos los sentidos, lo mejor de lo mejor; razón por la cual, las actitudes de sus miembros se habían vuelto un poco más presuntuosas y quisquillosas, en especial la de su líder.

Sí Tala Ivanov ya era de por si altanero, arrogante, sarcástico y presuntuoso, aquello había crecido un tanto más, volviéndolo en ocasiones alguien insoportable y pesado; eso, más el hecho de que cada día se volvía más atractivo y fuerte, otra razón más, para  vanagloriarse e idolatrarse a sí mismo.

Y no se cansaba de verse, admirarse y escucharse; él era el mejor. Tenía todo lo que una persona podía querer. Belleza, intelecto, fuerza,  dones y salud.

¿Por qué se volvía cada día más perfecto?

No lo sabía, pero así estaba bien.

Dejando a un lado sus reflexiones de egocentrismo y grandeza, detuvo sus pasos retorno a la abadía, viendo fijamente a la persona que permanecía recargada sobre la barda principal, dándole la clara imprevisión de que lo esperaba.

Sí, a él, al gran Tala Ivanov.

¡Qué predecible!

Resoplando por lo bajo en un gesto entre divertido y presuntuoso, el pelirrojo reanudo su marcha; caminando con sus manos en sus bolsillo, adornando su rostro una pequeña y burlesca sonrisa al sentirse observados por aquellos ojos.

“¡Eso es! Mírame y deléitate conmigo.” -al pensar en eso entrecerró sus ojos, sintiendo como su ego y autoestima se disparaban rápidamente hasta los cielos.- “Sólo a mí”. -y pasó a su lado, fingiendo que no le veía, sonriendo para sus adentros al jugar con su compañero.

Semblante serio, actitud imponente; así de presuntuoso y altanero era el ruso. Actitud que no cambiaba en lo más mínimo, así fuera quien fuera, y mucho menos, si se trataba de él.

- ¿Se te ofrece algo, o...? -hizo una pausa al detener sus pasos, mirándole de reojo presuntuoso.- ¿O has vuelto con el único propósito de ser el nuevo adorno permanente de la abadía? -sonrió con burla, acentuándose con descaro su sonrisa.

- ¡Hmf! -ante sus palabras, el bicolor no tuvo sino más que sonreí, comprobando con aquello un pequeño rumor.- Igual de sarcástico y altanero que siempre. -dijo.- No cambias en nada, Ivanov... -entrecerró sus ojos por algunos segundos, mostrando aquella sonrisa muy común en el equipo ruso.

- Te equivocas. -contestó serio, Tala.- He cambiado en muchas cosas, pero... -sus ojos le vieron de reojo, volviendo a entrecerrarlos con orgullo.- No tengo por qué mostrártelas, Kai... -su sonrisa aumentaba con cada palabra intercambiada entre ambos, girándose entonces, para quedar frente a frente con su visitante.

- Y más odioso... -señaló éste, sonriendo de igual forma en la que el oji-violeta lo hacía. Después de todo, ése era el saludo -a su estilo-, en el que ambos decían, “Bienvenido”.-

Dándose la vuelta, y quedando de nueva cuenta de espaldas, el pelirrojo le preguntó tranquilamente.

- ¿Y a qué se debe tu visita? -indagó sonriendo, brillando de extraña forma sus ojos.- ¿Acaso has abandonado de nuevo al BBA Revolution? -por aquel tono y expresión de su rostro, no había duda de la ironía y burla en sus palabras.

- No tiene nada que ver con eso. -dijo serio Hiwatari caminando así él, deteniendo sus pasos, y dándole ahora la espalda.

- ¿Y entonces? -el ruso reanudó su marcha para igualar su distancia, quedando justamente a su lado.- No me digas que has vuelto porque me extrañas, ¿o si? -invadiendo su espacio personal se acercó tanto a su rostro, que podía verse reflejado en esos profundos y brillantes ojos violetas.

- ¡Ja!, ¡No te creas la gran cosa, Tala! -rió, entrecerrando sus ojos.

- Bien. -pestañó el aludido, ante divertida respuesta.- ¿Entonces me dirás por qué veniste, o... tendré que echarte? -le advirtió inmutable, analizando cada expresión y mínimo movimiento que el otro hacía.

- ¿Me echarás aunque, esto sea parte de mi propiedad? -tanteó con su pequeña sonrisa, mirando aquellos ojos.

- Si no me contestas... sí. -confirmó Ivanov, al cruzar sus brazos.

- ¡Hmf! -Kai, simplemente suspiró.- Sólo vine porque quería... -imitó la última acción del ruso, cruzando sus brazos y entrecerrando tranquilamente sus ojos.- No hay ninguna razón en especial... -aseguró, restándole importancia al asunto.

- ¡Mhmm!, ¡Pues no te creo!, pero... tampoco me importa. -avanzó unos pasos, pisando el suelo de la abadía.

- Aunque también... -continuó el bicolor, encontrándose con la mirada de Tala, al detenerse y girarse éste.- Estaba un poco aburrido... -reveló, encogiéndose de hombros y mirando hacia otra parte.

- Entonces ya somos dos... -le confirmó con su sonrisa, haciéndole un gesto con la cabeza para que entraran de una vez por todas a la abadía. La nieve, comenzaba a caer con más fuerza.

Caminando en completo silencio por los pasillos; se dirigieron al despacho que alguna vez había pertenecido al malvado abad, entrando en éste y cerrando la puerta tras de sí.

El pelirrojo caminó hasta el escritorio, tomando y revolviendo algunas cosas como distraimiento.

- ¿Y... tienes algún plan para combatir el aburrimiento? -preguntó Kai, al verle sentarse sobre la silla giratoria, mirándole fijamente desde su puesto.

- Pues... -sus ojos se entrecerraron, apareciendo aquella mordaz e irónica sonrisa.- ‘Le voy a hacer una oferta que no podrá rechazar’... -dijo el pelirrojo, imitando aquel tono y pose de aquel gran actor.

- ¡Hmf! -el otro, rió divertido.- Sí que estás mal, ¿eh? -lentamente, caminó hacia la pared aun costado, recargándose en ésta mientras cruzaba sus brazos.

- ¡Oh!, ¿Quieres escuchar mi oferta, o mejor te vas? -amenazó serio, reclinándose sobre la silla.

- ¡Bien, bien! -aceptó divertido el ruso-japonés. Tala perdía fácilmente los estribos.- Pero nada de actuaciones extrañas sobre películas pasadas... -comentó, mirándole fijamente después de su imitación.

- De acuerdo. -asintió.- ¿Qué te parece si tú y yo...? -hizo una pausa, cambiando su tono y expresión por unas más... provocativas y seductoras.

- Si tú y yo, ¿qué? -repitió confundido, notando claramente el cambio de actitud y... sus intenciones.

- Tú sabes... -inclinó un poco la cabeza provocativamente.- Si tú y yo... ¡Oh, vamos, Kai! ¡Si tú y yo lo hacemos! -reveló por fin y un tanto molesto, fastidiándose por la lentitud para comprender su mensaje.

- ¿Si tú y yo...? -volvió a repetir Kai, descifrando poco a pocos las ideas.- ¡¿E-esa es tu idea para matar el aburrimiento?! -demandó inconcebible, frunciendo el ceño al aparecer algunas imágenes en su cabeza.

- Sí, ya no somos unos niños, sabemos lo que hacemos. ¿Acaso no te agrada la idea? -preguntó, viendo la expresión de desconcierto que mostraba.

De acuerdo, no es que él supiera mucho de aquel tema, pero... entre ellos siempre había habido algo “más”.

Eso no podían negarlo.

- En ese caso... -se puso serio.- ‘Mejor me voy a mi casa a tener un ataque al corazón’. -dijo mecánico, tratando de disipar el leve sonrojo que se había formado en su rostro.- ¡Eso es más... razonable, que tu propuesta absurda! -reclamó molesto, desviando su mirada ante algo que lo había afectado.

- ¿Absurda? -repitió con incredulidad el ruso.- ¿Esto te parece absurdo? -de un rápido movimiento se levantó de la silla, caminando con pasos rápidos y ligeros hasta donde se encontraba Hiwatari, llevándolo con fuerza y brusquedad contra la pared, besándolo frenéticamente y algo desesperado.

Aquella no había sido su intención. Pero sus palabras le habían dado directo en su orgullo. Tenía que cobrársela y demostrarle que aquello no era absurdo.

- ¡Idiota! -reclamó un Kai molesto después de finalizar el beso.- ¡¿Pero qué... haces?! ¡Eso me dolió! -su mano fue directo tras su cabeza, tratando de aminorar el golpe que recibió al ser empujado de repente y con tanta fuerza.

- ¿Qué? ¿No te gustó? -la mirada penetrante y fija del ruso le analizaba a cada segundo.

- ¡Por supuesto que No! ¿Quién te crees que soy, eh? -sus ojos contrarrestaban la penetrante mirada que le dirigía.

- ¡Ah! No lo sé. ¿Quizás, Kai Hiwatari? -respondió con ironía.

- Sabes que no me refiero a eso... -apuntó serio.

- Lo sé. Pero tampoco es la gran cosa, no lo tomes a mal... -indicó el pelirrojo, sin mucha importancia.

- ¡Sí, claro!. ¿Qué no lo tome a mal? ¿Entonces cómo quieres que lo tome? -preguntó molesto.

- Ya te lo dije, no fue la gran cosa. Además, no sé por qué haces tanto alboroto, si te gustó... -dándole la espalda, el ruso se dispuso a regresar de nueva cuenta hacia el escritorio.

- ¿Qué me gustó, dices? -una fuerte mano lo retuvo del brazo para que se detuviera, y si era posible, que incluso se retractara de sus palabras.- ¡Estas más que equivocado, Tala! -sus ojos le reprochaban tanto las palabras como la acción.

Lo que decía, era mentira.

- ¡Entonces respóndeme, Kai! -liberándose del agarre del menor, lo tomó del brazo, obligándolo a verle fijamente. Quería respuestas.- Tú viniste hasta Rusia sin ninguna razón aparente... Te encuentro afuera de la abadía, esperándome, a mí. Te invitó a pasar. Terminamos en el despacho de Boris, solos, y te propongo un plan para que no te aburras. Y tú... -su mirada centelló-. Tú lo mandas a la borda sin pensar en el, sólo porque te parece absurdo que tengamos sexo; aún, cuando nos consume a ambos toda esta pasión y deseo, y sabemos que entre ambos hay algo más allá que el compañerismo, la rivalidad o la indiferencia. -el bicolor trató de aprovechar su pausa para decir algo, pero ninguna palabra salió de su boca.

No sabía que decir u objetar.

- ¡Te da miedo y te acobardas! -continuó.- ¡Porque sabes que te va a gustar!. ¡Pero óyeme bien Kai Hiwatari!, ¡Yo no te estoy pidiendo algo formal ni serio, simplemente te pido sexo!. El mismo que tu cuerpo y tu mente quieren, ¡Nada más! -su agarre cedió un poco.- Y si no quieres eso... ¡Bien!, me parece y lo respeto, a fin de cuentas, ‘La última vez que estuve dentro de una mujer fue cuando visité la Estatua de la Libertad’  y eso... ¡Créeme!, ¡Fue hace tanto tiempo que ni siquiera había nacido! ¡Pero está bien! -calló, haciendo una pausa para tratar de controlarse y tomar un poco de aire.

- Así que... tú eliges, Kai... -entrecerró sus ojos, totalmente calmado.- En la abadía no hay muchas cosas por hacer, pero... ya sabes lo que yo te ofrezco, y sin ningún compromiso. Si estás interesado, ¿ya sabes dónde está mi habitación, verdad? -avanzó algunos pasos hacia la puerta, alejándose del confundido ruso-japonés.- Sólo espero que no me decepciones. -sonrió, abriendo ésta.- Yo... tengo muchas “esperanzas” en ti. -sus ojos se entrecerraron, caminando por el marco de la puerta, con un porte y semblante tan altanero, que aquella sonrisita maliciosa resaltaba más su sexy figura.

Y lo sabía. Ante alguien como él, ni siquiera Hiwatari Kai se podría resistir a sus encantos; era por eso, que había dejado la puerta abierta del despacho, pues estaba seguro de que el bicolor le alcanzaría en cualquier momento.

Y cuando escuchó como unos pasos comenzaron a seguirle, no pudo evitar reprimir esa sonrisa de satisfacción y soberbia que adornaba su rostro, pues una vez más, estaba confirmado lo bueno que él era.

El mejor, el más atractivo, Tala Ivanov.

Fin. 

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