Me encantan las comus, son geniales. Sobre todo las últimas que estoy encontrando, que no parten de los tópicos de siempre. Aix, nunca hubiera llegado a pensar que podría coger una tabla para mis personajes de Magic Words pero sí. Comunidad:
fraseoriginaly personajes: Erik Jacob Sunnishly
Como había que poner un fandom lo he llamado, El paciente a raíz del fic último -y primero- que hice sobre él, que me encantó. Y me muero de ganas por colgar esta tabla.
Ya sé que aquí debería colgar lo que ya está terminado pero como tengo planeado acabarla hoy mismo -esta noche, antes o después de hacer otro prólogo y parte de la primera viñeta para Dry- pues sólo tendré que editarla y ya está :)
Tabla Carnaval01. Luces02. Ilusión03. Colores04. Música05. Moneda06. Espectáculo07. Payaso08. Infancia09. Dulce10. Extravagancia11. Carpa12. Fantasma13. Animación14. Maquillaje15. Deseo16. Traje17. Sueño18. Mago19. Premio20. Marioneta21. Petición22. Inocencia23. Interrupción24. Medianoche
Y esa es la tabla ^^
Edito por tercera vez el mensaje para poner que si no tenéis una mente pervertida como para tener unos, supongo que 18 mejor no lo leáis, pero me vais a hacer poco caso. Eso sí, hay abajo *Señala con el dedo* hay de todo.
Y esta mi entrada editada:
Cuando el sanador le preguntó si veía las luces, esas que debían estar al final del túnel, le respondió lo mismo que al joven auror: aún no, no; definitivamente, todavía quedaba aquel rastro de resplandor verde.
Hay días que se despierta creyendo que la figura que duerme a su lado es su hermano Ryan, pero en cuanto el silencio invade la pregunta que le acaba de hacer y se gira hacia él, recuerda todo lo que pasó, y se da cuenta de que eso es sólo mera ilusión.
Las túnicas de gala les quedaban demasiado bien, las sonrisas de su madre eran demasiado orgullosas, y las medallas de premio anual brillaban con demasiada fuerza, emitiendo demasiados colores.
A Claire le gustaba sentarse en el piano y acariciar sus teclas; decía que aquella melodía era la misma que cantaban los fantasmas y los cuadros en su adorado colegio de magia, decía que aquella, era la música de Hogwarts.
Pronto Erik descubrió cuál era la moneda de cambio por la libertad, sólo tenía que comportarse como los adultos que vestían bata blanca para saber que los días en aquella habitación blanca menguaban considerablemente.
Según el psicólogo que se encargó de él en aquel momento eso había sido un escape; según los visitantes más morbosos, un auténtico espectáculo; según los sanadores de San Mungo, el día a día… aunque había demasiada sangre para pasarla por alto.
Un día vinieron un montón de payasos al hospital, sólo para hacerlos reír, para hacerlos olvidar lo que aún guardaban, pero en cuanto las carcajadas de los demás llenaron la sala Erik se sintió desfallecer, porque empezó a recordar las risas, esas risas.
Algunas veces sonríe, porque no todo fue malo, al menos tiene esos pequeños detalles que nadie podrá robarle; los viajes a Canadá, los cuentos de su madre, los juegos de infancia con Ryan, los días con su familia.
La piel de la ayudante del doctor estaba tersa bajo la suya, sus labios sabían mejor que cualquier dulce, y por un momento Erik dudó, no supo a qué deseo sucumbir.
Cada vez que se juntaban las cosas eran más extrañas; la sinceridad, la lealtad, el desparpajo, el humor, la extravagancia eran esos ingredientes básicos que se unían cada vez que se juntaba todos los miembros de aquel club.
-Y en este lago vive también el calamar gigante- les informó Hagrid mientras los botes los deslizaban sobre el Lago de Hogwarts hacia el castillo, después de asegurarle de mil maneras diferentes a Erik que las carpas no vivían abajo, que no tenían forma de piraña ni eran las mascotas de las sirenas.
Por un momento Erik sintió unas ganas increíbles de abrazar al Fraile Gordo pero se contuvo, ¿Cómo reaccionaría el fantasma al notar que ya no podía hacer algo tan sencillo? Simplemente estalló en carcajadas y le pidió que no se preocupara por eso, que ningún Hufflepuff debería estar mal por algo así.
La primera vez que Erik vio un televisor creyó que la animación era similar a lo que les pasaba a las fotos en el mundo mágico ¡Lástima que fuera el reportaje de un asesinato! Probablemente eso fue lo que le inclinara a defender a los muggles contra todo mal, porque ni en su mundo ni en ninguno se libraban de la muerte.
Y es entonces cuando Erik cree distinguir una mirada de cariño, de profundidad, de algo que no sabe definir en esos ojos cargados de maquillaje que, como su dueña, se cuelan a escondidas de los sanadores en su blanca habitación y le muestra que la magia no lo es todo.
Porque Erik está completamente seguro que ese anhelo que siente cuando llega el día de la revisión, el día en que estarán los dos solos -ella desnudándolo para examinar un cuerpo que conoce ya como si fuera el suyo propio, él ansiando perder el control para no recuperarlo durante un tiempo-, sólo puede llamarse deseo.
Fue nada más ver a aquel pequeño personaje vestido con un traje que no le pegaba nada con su rostro y sus ojos divertidos y sinceros, para que Erik se diera cuenta de que esa persona era de fiar ¡Bendito finlandés! El único que conoce de verdad al paciente.
-Aún no sabe distinguir realidad de sueño- explicaron los sanadores al matrimonio Erisoon, algo que estos no compartían, tras el último ataque del paciente, en el que Erik había atemorizado a todos con que el señor Tenebroso pronto regresaría, algo que Albus y muchas otras personas -como los Erisoon- siempre habían creído que pasaría.
Fue convertirse en muggle lo que le llevó a Erik a descubrir que ser mago no soluciona todos los problemas; fue descubrir que era mago para que supiera, con certeza, que la felicidad parecía estar del lado de los muggles.
Ese era el premio -después de tanto tiempo portándose como alguien cuerdo-, un trofeo vestido de rojo, con unos tacones de poca altura y unos labios pintados de carmín ¡Bastó un sencillo beso en el cuello! Y Erik sintió que se volvía loco.
A veces se siente como una marioneta; como si fuera un personaje en una película de mala calidad, cuyo guión no estuviera bien escrito; un títere sin cabeza, sin hilos que él pueda controlar.
-Por favor…- la petición se perdió en otra ráfaga de besos, de caricias más allá de los lugares permitidos, de mordiscos desatados, de lenguas que buscaban algo en una expedición frenética.
No está seguro del todo sobre cuándo perdió la inocencia -sabe que es algo distinto a la virginidad, eso está claro- pero es que… Quizás fue aquella vez, cuando descubrió que sólo quería vengarse, cuando se escapó del hospital -en plena noche- y asesinó a aquel vagabundo con sus propias manos; nadie reparó en él, a nadie le importó, sólo a Erik, a quien sigue visitando cuando cree que se ha olvidado de él.
-“Tenía que hacerlo”- se repite una y otra vez, tratando de convencerse así mismo de que esa interrupción contaba con una razón coherente -“Tenía que evitar que nos separaran, tenemos que seguir juntos; somos los únicos Sunnishly que quedamos, y no, no me van a quitar a mí hermana” -aprieta los puños en un grito sordo- “No me van a quitar lo que es mío”
La hora de las brujas ha llegado y tres magos y dos brujas se dirigen a su casa, tan felices como sólo una familia unida puede serlo, para encontrarse de golpe con su destino, su crepúsculo, su medianoche, su final.
P.D. Laura, ya he terminado tu regalo de Navidad, y no me ha salido tan cutre como pensaba que saldría. Es más, me lo he pasado genial haciéndolo así que... ^^ (por cierto, no es el que tiene que ver con Jake y Embry, así que... sorpresita :P)