Presentaré a mi niña, que Merlín sabe que la quiero mucho. Dai, Denu, Lady y Nairo también, pero menos :P
Pero como no quiero ocupar mucho espacio con su ficha de personaje de rol de Harry Potter, os pongo un link para el foro y si os apetece quedaros por allí, ya sabéis, decid quién os envía ;)
Arissha Devora Dormiers
Y bueno, me apetecía escribir unas cuantas escenas sobre su vida, porque sí, ¡¡qué demonios!! Y ya no sólo para completar su info, sino también para participar en los retos literarios del foro. Así que, aquí van.
Hay momentos en la vida de las personas que es mejor olvidar. Que nadie quiere guardar en su corazón, ni siquiera en lo más oscuro de su alma para cuando necesite hacerse daño a sí mimo.
Y eso era exactamente lo que le ocurría a Ariadna Dormiers en esa época.
Recostada en una gran cama, teniendo a mano todo lo que necesitaba, todo lo que quería a tan solo un movimiento de varita; y sin embargo tan lejos de todo. Rodeada de sábanas, cortinas, peluches, libros, música se sentía protegida. Más aún cuando llegaban sus padres, o Narcissa Malfoy, que siempre había sido amiga de ellos y la cuidaba cuando éstos no estaban.
Excepto cuando cerraba los ojos. Cuando las imágenes del pasado acudían a su mente, a sus recuerdos. Cuando se alejaba de esa dimensión y se internaba en los fantasmas de su vida, de su historia, de su pasado.
Y entonces las lágrimas más amargas que un ser humano podría llorar inundaban sus ojos, sus pupilas se empequeñecían y su iris bailaba en una danza dramática y triste.
Pues aunque Arissha estuviera ya en Hogwarts, aunque ya no tocara el violín para ella haciendo resurgir sus pesadillas, aunque ya no le leyera los versos que una vez hicieron juntas cuando eran hermanas, a pesar de todo ello Ariadna seguía temblando de miedo cuando escuchaba su nombre.
Porque no había nada peor para ella que ver el rostro de su torturadora y no poder ver a nadie más excepto a su hermanita pequeña. Aquella a la que no quería volver a ver y sin embargo no podía dejar de perdonarla. Una y otra vez, porque para Ariadna ellas aún eran hermanas, y aunque ese amor fraternal acabara con ella, Ariadna nunca podría echarle la culpa a Arissha.
Todo había sido culpa suya, se decía constantemente. Tal y como le había indicado Arissha una y otra vez mientras blandía su varita apuntándola y Ariadna se retorcía de dolor. Y mientras Ariadna volvía a experimentar el dolor de cada crucio en su piel los recuerdos volvían a ella con más fuerza. Y como cada noche empezarían con su infancia y terminarían con el cumpleaños de Arissha.
Cuando Ariadna se fijó en que el chico de sus sueños le juraba amor eterno a su hermana. Y decidió actuar, firmando su sentencia fatal.
Pero aún faltaban muchos fantasmas que visitar aquella noche antes de llegar a ese en concreto.
Ariadna cerró los ojos, y se bebió la poción para no dormir que Narcissa le había preparado. Sabiendo que no serviría de nada, que sus recuerdos volverían a ella, y que a la mañana siguiente se despertaría -sí conseguía hacerlo- empapada de sudor, sangre, lágrimas y miedo.
Niñas, no hagáis ruido.
Ariadna miró a su madre, y después a su hermana. Estaban sentadas en la alfombra del salón, al lado de la chimenea. El fuego crepitaba e hipnotizaba sus sentidos. Afuera, la tormenta había comenzado. Un baile extraño de relámpagos y truenos inundaba el cielo.
Arissha lo miraba embelesada, pero a Ariadna le daba miedo. Su hermana quería pintar la tormenta, pero ella no. Si ya estaba fuera, para qué atormentarse metiéndola dentro.
-¡Quiero pintar un bosque!- chilló la mayor cabezota
-Pero las flores lo afean -se opuso su hermana.
Su madre no las hacía mucho caso. Estaba organizando la cena de esa noche. Cuando acostase a las niñas llegarían todos los invitados. Los Malfoy, los Parkinson, los Dark, los Black… Pero hasta entonces, las niñas podían quedarse ahí.
-Mamá -la llamó Arissha y ella miró a su hija pequeña. Nunca lo admitiría pero la daba un poco de miedo. - Queremos unos dulces de Persia.
Ópalo suspiró. ¿No podía contentarse con unas grageas como todos los magos? Cierto era que la había educado de manera exquisita, pero que a los cinco años ya tuviera un paladar así, era un poco exagerado. Quizás debiera hablar con Lorcan acerca de los gustos de su hija pequeña.
-Ahora te lo traerá Blued, se paciente que está ayudando a Alwen y Tisha con la cena.
Blued, Alwen y Tisha eran los tres elfos domésticos que servían a la familia Dormiers. Tisha era la elfina más joven, y Blued la más mayor. La pobre se encargaba de cuidar a las niñas pero a Arissha no le hacía ninguna gracia que la vigilara. Y menos un bicho que estaba muy por debajo de ella y de los de su raza.
La pequeña Arissha hizo una mueca de desprecio y volvió a concentrarse en el dibujo de su hermana no sin antes añadir un:
-Blued ya no sirve para nada. Deberíamos ahorcarla, como en casa de los Black.
Ópalo no dijo nada, pero interiormente decidió que la charla con Lorcan no pasaba de esa noche. No quería lamentar nada; pero su pequeña ya no estaba haciendo caso ni a la elfina ni al dibujo de Ariadna. Al menos en apariencia.
-¡Quiero tocar mi violín!
Ópalo respiró más tranquila, y con un accio le dio lo que quería. Así se mantendría quieta un rato y no armaría alboroto. Además, eso haría que estuviera distanciada de los invitados. Lorcan había dicho que podían presentarlas, pero Ópalo se había negado en redondo.
-Aún son muy jóvenes. Cuando Ariadna cumpla diez años lo haremos, y dos años después con Arissha.
Mientras Arissha tocaba una melodía triste para inspirar a su hermana, Ariadna perfilaba su obra. Al final, antes de irse a la cama, lo dejó sobre la mesa prohibiendo a los demás que lo vieran pues no estaba acabado.
-¿Y por qué no lo acabas?- le preguntó su hermana
-Porque se me han acabado las acuarelas -respondió Ariadna
-Mañana las repondremos y podrás acabar el dibujo. -le prometió Ópalo -Ahora, a dormir.
Horas más tardes cuando la noche había cubierto el cielo y los invitados degustaban la comida preparada por las elfinas y admiraban el buen gusto de Ópalo en la mantelería Arissha se despertó.
Sabía que debía mantenerse lejos del salón pero a ella no le gustaba pasar desapercibida. Aún así no se acercó hasta allí. Se había quedado con ganas de comer los dulces de Persia que su padre había comprado y la estúpida e inútil de Blued no se les había traído. Por lo que bajó a buscarlos.
Antes de llegar a las cocinas -lugar prohibido para las niñas, donde dormían las dos elfinas y el elfo de la familia- estaba la pequeña salita en la que habían estado antes de irse a dormir. Arissha entró y cogió el dibujo de su hermana, que descansaba sobre la mesa. Se fijó en el bosque que había dibujado Ariadna: con una luna de plata en el cielo, las aguas inquietas a un lado, y una manada de lobos acosando entre los árboles. Y un poco más allá, unas rosas. Blancas, rosas, y rojas. Todas teñidas excepto una. Aquella que afeaba el dibujo.
Arissha miró las acuarelas y se dio cuenta de que tendría que buscar un sustituto a la pintura para poder acabar aquel cuadro. Lo encontró fácilmente buscando en la cocina y lo coloreó con sumo cuidado. Después lo miró con satisfacción y se dirigió a la cama.
A la mañana siguiente, durante el desayuno Ariadna la abrazó, la achuchó y la adoró de mil y una maneras diferentes. Todas para mostrar su gratitud.
-Ves, no se porqué la tienes miedo -le recriminó Lorcan a su esposa.
Ópalo no dijo nada pues tenía hambre y quería desayunar.
-¡Blued! ¡Alwen! El desayuno -les ordenó a las elfinas y se sorprendió de ver aparecer únicamente a la segundo.
-Y ¿Blued?-preguntó comenzando a enfadarse.
La pobre Alwen intentó hablar pero el hipo se lo complicaba mucho y sus ojos rojos y llorosos tampoco la ayudaban. Al final Ópalo se levantó para ir a buscarla a la elfina.
Ariadna y Lorcan miraron por donde la sra. Dormiers se había ido pero Arissha ni se inmutó.
-No la va a encontrar -sentenció
-¿Por qué? -preguntó inocentemente Ariadna
-Bueno. Es por tu dibujo: necesitaba acuarela roja y la conseguí -se encogió de hombros Arissha.
Ariadna no lo entendió pero Lorcan sí; y más aún cuando le llegó el grito de su mujer en medio del pasillo. Corrió hacia ella y la sacó de la guarida de la elfina. Ópalo le miró con los ojos asustados y le preguntó, presa de la conmoción:
-¿Por qué?
Los dos sabían a qué se refería pero Lorcan evadió la respuesta:
-Acuarelas.
Creo que no supe ponerlo suficientemente claro así que
Como Arissha no sabía cómo sacarle la sangre (Acuarela roja) le arrancó los ojos y de ahí goteaba la sangre con la que pintó el cuadro. Ah, después ahorcó a la elfina tipo Familia Black.
En otra entrada pongo lo de los retos. ^^