[Shot] Supernatural - Olor a Lluvia

Sep 26, 2008 12:06

Olor a lluvia.

Cuando los tiempos eran mejores (cuando Mary solo había muerto, cuando John había dado su alma y el Ojos Amarillos era su único gran problema), Sam miraba a Dean y casi podía verlo con un gran mohicano, la cara pintada de rojo y escasas ropas de cuero de bisonte.

Oteaba el horizonte, aspirando con fuerza el aire cargado de agua, antes de anunciar con voz grave: “Va a llover”.

Cuando los tiempos eran mejores (cuando solo Meg era el único otro demonio, cuando la gente moría por culpa de las bestias y la Colt todo lo arreglaba), Sam pensaba que era posible acabar alguna vez con toda esa vida enfermiza y que lograría que él y su hermano fueran felices en alguna parte.

Una casa con árbol, sin la cerca blanca, pero sí con un par de perros y un garage amplio.

Cuando los tiempos comenzaron a empeorar (cuando él no era el único psíquico del país, cuando supo la verdad tras ellos y Jake le asesinó por la espalda), Sam creía que la odisea de acabar con el Demonio podía ser muy difícil, pero aún se podía lograr.

Ya sabía, en alguna parte de su corazón, que cuando tuviera su casa con árbol y sin cerca, la habitación de Dean estaría vacía la mayor parte del tiempo, pero confiaba en que al menos dos veces al mes escucharía el ronroneo del Impala y la voz de su hermano luego de girar la llave de la chapa: “Volví, Sam”

Cuando los tiempos se pusieron definitivamente malos (cuando Dean vendió su alma, cuando el año comenzó a correr y no había forma de detener la cobranza), Sam supo que la casa con árbol y sin cerca no sería para su hermano, ni para él. Supo que sus destinos estaban sellados a fuego y que la maldición que cargaban debía acabar con ellos, porque tener hijos solo suponía posponer el final.

Aún así, no podía evitarlo. A veces miraba a Dean y podía imaginarlo como un fuerte Apache, en una colina desnuda de civilización y cemento, mirando el cielo con sus ojos verde esmeralda y decir “Vienen las nubes”.

Hoy, (cuando Dean estuvo en el infierno, cuando alguien que no era él lo sacó y colocó otro misterio sobre sus espaldas), Sam ya no piensa en casas con árbol y sin cerca. Tiene una rabia perenne en el pecho que le quema la lengua y que suda por los ojos, y es tanta -acumulada a presión en alguna parte de él -que a veces culpa a su hermano y disfruta en desmedida ver como los cuerpos vomitan demonios.

Ya no recuerda los días en que imaginaba que su habitación tendría muchos libros, y la de Dean un enorme equipo de sonido.

Hoy Sam mira a Dean y la visión del guerrero indígena no llega a su mente, aunque él continúe mirando el cielo encapotado de nubes anunciando una lluvia inminente.

Por más que intenta, simplemente no puede imaginarlo.

~+~

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