Colocó los audífonos en la salida de audio y se tendió cómodamente sobre el diván de la sala.
La suave voz que cantaba llenaba sus sentidos con cada palabra en latín. Su emotividad alejaba el dolor que sentía, y la aislaba de todo el mal del mundo.
Subió el volumen cuando la sirena de los bomberos sonó en el frente de su casa.
Tocaron insistentemente, pero no les abrió. Que la casa entera estuviera en llamas no le importaba.
No había mejor manera de morir que arrullada por la voz de la única mujer que había amado en el mundo.
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