La cura y su arrebato

Dec 25, 2011 22:25

Titulo: La cura y su arrebato
Fandom: Soul Eater
Pairing: Stein/Marie
Rated: T
Summary: Ella era su cura pero él, su arrebato.
Nota: Para esciam como regalo de Navidad ♥ Ojalá te guste, Ciam :3
Advertencia: Lime (?)



Ella era su cura pero él, su arrebato.

Marie se detuvo frente a la puerta y soltó un suspiro imperceptible antes de que su mano fuera a golpear la puerta, terminando por apoyarse en ella sin hacer ruido alguno, abriendo la palma y palpando la madera con sus dedos como si estuviera acariciando el contorno. Volvió a soltar otro suspiro y alzó el rostro dándose fuerza mentalmente para tocar con los nudillos.

No hubo respuesta. Y Marie volvió a suspirar una tercera vez, esta vez de alivio. Giró el pomo con cuidado y se introdujo en la habitación sin mirar siquiera a la cama que tenía frente a ella, donde Stein estaba tendido con el pecho descubierto entre las sábanas reliadas entre sus piernas. Entraba un poco de luz por la persiana, pero ni siquiera ello había podido hacer despertar a Stein, que dormitaba en lo que parecía ser un inestable sueño.

Marie se acercó lentamente y cogió la manta echa un lío que había en el suelo para cubrir a Stein y protegerle del frío. Pese a los movimientos bruscos y repentinos del científico, sus facciones descansaban en gloriosa paz y sin sus gafas suavemente colocadas en la mesilla de noche, el aspecto de Stein no parecía, ni de lejos, tan amenazador como cuando esbozaba aquella sonrisa siniestra y la luz impactaba directamente en sus lentes provocando que no se le vieran los ojos.

Marie se echaba a temblar cada vez que imaginaba aquella expresión, pero no estaba segura de si lo hacía de miedo o de placer.

En algún momento de sus recuerdos de la noche anterior en aquella misma habitación de la enfermería, Stein sostuvo del brazo a Marie y ésta pegó un pequeño gritito, sorprendida por tan fuerte agarre. Para cuando se quiso dar cuenta, ya estaba tumbada junto al científico en la cama mientras él la sostenía con fuerza entre sus brazos; Marie se tensó al instante, pero en cuanto abrió los ojos lentamente y se dio cuenta de que Stein sólo la había abrazado en sueños, se relajó notablemente, obligándose a recuperar el ritmo de respiración normal y regular los latidos de su corazón acelerado.

Stein todavía sufría ataques de locura de vez en cuando y estos eran cada vez más frecuentes últimamente, lo que significaba que o bien la locura en el interior de Stein se estaba propagando a velocidad inusitadas o bien la sangre negra no se hubiera erradicado totalmente después de todo. Marie era la encargada de cuidarle y tratar de curarle desde hacía un par de semanas, semanas que estaban acabando físicamente con ella.

Los brazos de Stein la apretaron con mayor fuerza contra su cuerpo sin llegar a asfixiarla, como si le estuvieran recompensando por todo lo que le estaba haciendo pasar. En algún punto, acurrucada sobre el pecho del científico que le robaba la vida segundo a segundo, Marie fue sumiéndose en un profundo sueño…

Y, al poco de hacerlo, Stein despertó. Para su sorpresa, no fue con un movimiento brusco o un grito producido por sus propias pesadillas, sino el pelo de Marie haciéndole cosquillas en la barbilla. En su rostro se formó una sonrisa imperceptible e, inconscientemente, se acercó más a ella, su cura, su luz, queriendo borrar todo espacio que pudiera haber entre ellos.

Tenía una de las mangas de la bata caída, dejando al descubierto su hombro desnudo, el cual Stein no tardó en acariciar con la punta de los dedos, como si la piel de Marie fuera todo lo que aquel científico obsesionado con la regeneración una vez fue hubiera querido... Le gustaban las mañanas, cuando la luz todavía iluminaba parte de la habitación y él sentía que no había un solo resquicio de locura en su interior, cuando sentía cosas bonitas, cuando Marie le inspiraba ternura y no sexo.

Stein encontró la forma de colocarse de costado para abrazar mejor a Marie sin hacerla despertar y la refugió entre sus brazos tras haberse percatado de sus visibles ojeras, del cansancio que su rostro y cuerpo acusaba. Recordó lo que venía repitiéndose cada noche desde hacía un par de semanas, cuando Marie se colaba en la enfermería pese a la prohibición de Shinigami-sama por el peligro que Stein suponía cuando el sol se escondía entre las colinas… Marie no sólo se colaba en la estancia, sino que permitía que el científico le llevara a la cama, le entregaba su cuerpo para que Stein pudiera desquiciarse con él y dejar de sufrir como lo hacía cada noche.

Marie era una masoquista, solía pensar Stein cuando conservaba algo de cordura, o quizá incluso le gustara aquella sensación de pérdida de control y oscuridad que se le escapaba a Stein por los poros mientras mantenían relaciones sexuales. O quizá Marie simplemente le quería mucho más de lo que nadie le había querido jamás… Y, cuando Stein estaba cuerdo, solía pensar que él también la quería, que era su salvación en mucho más sentidos que aportar un poco de coherencia a su locura.

Stein juntó sus frentes y cerró los ojos mientras le acariciaba el cabello, bebiendo de aquella sensación de paz infinita en la que Marie le bañaba. Ella despertó entonces, sumida en la serenidad que aquel momento le inspiraba… hasta que abrió los ojos y se encontró con los de Stein, lo que le hizo pegar un pequeño bote y alejarse de él por inercia.

El científico se dio cuenta entonces de que no sólo era de cansancio de lo que estaba llenando la vida de Marie, sino también de miedo, de tensión, de nervios. Se dio cuenta entonces de que quizá precisamente con aquella expresión de terror y resignación era como Marie le recibía cada noche antes de hundirse en sus muslos… y Stein se sintió la peor persona del mundo.

-Tranquila… soy yo -trató de reconfortarla de alguna forma, como si así fuera suficiente.

Y, al parecer, lo fue, porque Marie relajó todos sus músculos y se abrazó con fuerza a él sintiendo la adrenalina fluir por sus venas al pensar que Stein podía encontrarse en otro de sus periodos de locura.

-Marie, respecto a lo que pasa por las noches…

-No tiene importancia -le sonrió Marie, apartándose lo justo de él para poder mirarle. Pero su sonrisa no le llegaba a los ojos, no era más que una hipócrita mueca en el rostro.

Stein sonrió con resignación y pensó en que, de alguna forma u otra y con cierto toque de siniestralidad, al menos había algo bonito en su vida. Estaba Marie, quizá no de la forma en la que debía o quería tenerla, pero estaba ahí, a su lado, abrazándole y acudiendo a su llamada cada noche sólo para hacerle sentir mejor…

Le acarició la mejilla con la palma de la mano y hundió sus dedos en su cabello antes de acercar su rostro al suyo y besarla con toda la dulzura que siempre le había pasado. Su primer beso, el primero que le daba siendo él plenamente consciente de lo que hacía, el primer beso que no estaba bañado ni en una gota de locura. El beso que significaba un ‘te quiero’ en silencio, miles de promesas que en voz alta resultaban imposibles de formular, miles de secretos que se escondían bajo aquellas sábanas…

Y Marie le devolvió toda aquella ternura multiplicada por mil, respondiendo a sus silenciosas confesiones, diciéndole que estaría allí pasara lo que pasase, porque ella era su cura, pero él su arrebato.

ext: oneshoot, fandom: soul eater, pairing: marie/stein, adv: lime

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