El Conde Alois Trancy sentía una obsesión por las cosas rotas, desde que heredo todo del anciano, Alois disfrutaba romper los jarrones, bien lanzándolos al suelo o lanzándoselos a Hannah, de todas maneras él tenía a sus demonios-mayordomos que se lo recogían sin recriminarles nada.
Recuerda claramente cuando rompió el espejo de su cuarto, su puño sangraba y Claude llegó inmediatamente a ayudarle y a curarle las heridas.
Las cosas rotas le recordaban claramente a él, cuando era Jim McCain, un niño roto, sin inspiraciones, sin futuro, sin nada ni nadie.
Por suerte, él ahora era Alois Trancy y si se rompía, Claude siempre le arreglaría, porque él es su amo.