Nidos destruidos
Koi razona sobre su alejamiento con Fox y lo mucho que esto le duele.
-NIDOS DESTRUIDOS-
Ya estaba avanzada la mañana cuando Koi llegó al departamento. Le costó mucho poner la llave en la cerradura para entrar. Hace varias horas que había salido del bar, pero aún se sentía mareado. Y cansado, muy cansado. El nunca había hecho tal cosa, pero prefería estar así, con la cabeza dando vueltas dolorosa y pesadamente; con la mente ensombrecida para no pensar. Era tan duro pensar, sacar conclusiones... no quería hacerlo, porque aún intoxicado, adormecido como estaba, la conclusión era una sola: lo estaba perdiendo.
Giró la llave y entró, miró los muebles y de repente no reconoció en ellos su hogar. No había nadie. Había salido poco después que Fox se acostó y llegaba ahora que ya se había ido. En otro tiempo él se habría dado cuenta de su ausencia. En otro tiempo, Fox abría salido a buscarlo por cielo y tierra tan sólo por que se hubiera demorado un poco más de la cuenta; pero ahora... tal vez sí lo escuchó salir, pero ya ni siquiera le importó saber donde iba.
Había muchas cosas que habían dejado de importarle: Sonreír, darle un beso, ya incluso saludarle. ¿Cuándo fue que se convirtieron en un par de extraños?, pensó; y otra vez le atacó la tristeza y otra vez sintió el vacío.
Se dirigió a su cuarto y cerró la puerta. En el estado en que se encontraba sólo había una cosa más que podía hacer para intentar sacarse esa amargura que parecía rabia. Puso un caballete frente a él y sobre éste un lienzo. Se sentó en su silla y se puso a pinta desenfrenadamente... un nido... lleno de huevos rotos y polluelos muertos. Un nido destruido como su propio corazón, como esa ilusión de ser amado y protegido que había sido esa mitad de toda su vida, con Fox. Destruido.
Se detuvo un momento a contemplar el cuadro casi terminado, luego cerró los ojos y apretó los dientes al sentir una punzada lastimándole el alma.
- Fox, así es como me siento.
Y las lágrimas ya no le permitieron seguir pintando.