Título: Fantasías a la carta
Autora: Nagareboshi
Pareja: Jensen/Jared
Calificación: NC-17
Tema: RPS/AU
Extensión: 10.077 palabras.
Estado: Completo. Oneshot.
Resumen: Jensen esperaba que aquella fuera otra (tristemente) habitual noche de sábado para él: solo, sin planes a la vista y con la perspectiva de ver una película y hacerse una paja como sus momentos cúlmines de diversión. Eso, claro, hasta que de improviso alguien llama a su timbre y al otro lado de la puerta le recibe el que de seguro sería el protagonista de todos sus sueños húmedos a partir de ese momento y hasta el resto de sus días. Por supuesto, Jensen debería haber sabido que ese tipo de cosas siempre son demasiado bonitas para ser verdad. O no.
Notas: Las de siempre: bajo vuestra cuenta y riesgo xDD
Fantasías a la carta
No es que Jensen fuera asocial.
Tampoco, que después de tantos años hubiera comenzado a tener problemas a la hora de hacer amigos.
Era, sencillamente, que cuando había aceptado el ascenso que le separaría de su Texas natal para sumergirle de lleno en el frenético ritmo de vida de Los Ángeles, a Jensen no se le habría podido ocurrir ni en la más rebuscada de las situaciones que todos sus compañeros de trabajo fueran a ser, bueno… unos completos, totales y absolutos cretinos. Y cuando decía “todos,” quería decir absolutamente todos, sí.
No podía entender cómo la empresa podía soportar día sí y día también el ego desmesurado de Rosenbaum -del que Jensen sospechaba debía cobrar un cheque aparte como entidad propia-, los retrasos en cada fecha de entrega de Welling, y ya ni entrar a descifrar los motivos que podrían haber llevado a nadie en su sano juicio a contratar a Murray, cuyo único cometido parecía ser el que todos los demás perdieran su tiempo y los papeles. Jensen casi hubiera agradecido que ese último apartado se limitara a su parte más metafórica, pero desgraciadamente la literal también estaba en juego, como había tenido que comprobar muy a su pesar la semana pasada cuando Murray no había sabido responderle a dónde había dejado la carpeta con el proyecto que Jensen había tenido que enviarle.
En cuanto al apartado femenino, Jensen ya no sabía cómo decirle a Harris que no, de verdad, muchas gracias pero no estaba interesado, no comprendía por qué McCoy se empeñaba una y otra vez en intentar usarle de paño de lágrimas cuando discutía por millonésima vez esa semana con su novio - que a tener en cuenta lo poco a lo que Jensen había prestado atención debía ser el gemelo malvado de Chad y bueno… aquello era sencillamente perturbador-, y no entendía qué parte no captaba Cortese sobre que el ser gay no le obligaba ni a ir de compras con ella, ni a tomarse unos Cosmopolitan a la salida del trabajo, ni a recomendarle qué tono de pintalabios resaltaría más el color de sus ojos.
Así que sin comerlo ni beberlo, Jensen se había encontrado solo en una ciudad completamente desconocida por elección, pero aún sin amigos a dos meses de su llegada por fuerzas mayores.
Y en serio, el puesto que ocupaba en ese momento era más de lo que siempre había podido soñar, pero el pequeño, ligero y nimio detalle de ser un perdedor que lo único que podía hacer para consolarse mínimamente era llamar a su madre por teléfono cada noche o intentar hablar lo más a menudo posible con sus amigos de siempre para no sentirse tan jodidamente solo, apestaba bastante.
Así que Jensen había hecho lo que suponía que cualquier otro hubiera decidido hacer en su situación: se había centrado por completo en el trabajo y estaba esforzándose mucho más de lo que exigía su contrato sólo para mantenerse ocupado durante el mayor tiempo posible e intentar olvidarse de que, fuera de aquello, no había nada esperando por él. El apurar proyectos que tenían fechas de entrega absurdamente holgadas había pasado pronto a convertirse en llegar siempre el primero y marcharse el último, de ahí a que las horas extras pasaran a ser su pan de cada día, y el último paso, que había tardado poco en dar, había sido el ir a trabajar también todos los sábados, puntual y eficiente como el resto de los días como si en realidad fuera a haber alguien que pudiera apreciarlo.
Y sí, Jensen era consciente de lo lamentable de todo el asunto, pero al menos le quedaba saber que a pesar de su patética vida social, su trabajo seguiría ahí y que él seguía siendo tan jodidamente bueno como siempre lo había sido. Era su válvula de escape: le gustaba, se le daba bien y mientras tenía algún proyecto entre sus manos volvía a sentirse un poco más él - el Jensen seguro y confiado de Richardson- y un poco menos el Jensen patético, miserable y sin un solo amigo de Los Ángeles.
Por supuesto, aquello también tenía que tener su parte negativa, porque una cosa era lo entregado que pasaba las horas entre planos, diseños y presupuestos, y otra muy distinta llegar a casa un sábado por la noche después de haberse pasado la semana entera trabajando sin descanso, y darse cuenta de que debía ser el único treintañero soltero y sano de la ciudad que iba a quedarse en casa ahogando sus penas en cerveza mientras veía reposiciones cutres en la televisión.
Suspirando, Jensen posó su maletín junto a la entrada y se quitó los zapatos mientras comenzaba a deshacer el nudo de su corbata. Podía pensar rápidamente a qué restaurante encargar la cena de esa noche y aprovechar para darse una buena ducha y ponerse ropa de andar por casa mientras se la llevaban. Así con un poco de suerte podría apalancarse en el sofá sin pretensión alguna de levantarse en un buen rato.
Ya de ser patético, Jensen al menos lo sería cómodamente, muchas gracias.
Dos horas después, con los restos de la pizza enfriándose en la cocina y su tercera botella de cerveza medio vacía, Jensen gruñó al comenzar a repasar una vez más y casi por inercia los 87 canales de televisión que la antena de su edificio era capaz de captar. Jensen ni siquiera sabía por qué se alardeaban de ello, porque lo único que significaba ese número era que él debía perder más tiempo buscando entre más mierda para tratar de encontrar algo que no lo fuera y terminar asumiendo nuevamente que no, más canales no significaban más variedad, sino mayor concentración de novelas insufribles, programas denigrantes y películas cuyos guionistas, en su humilde opinión, deberían ser asesinados para que no siguieran castigando al mundo con aquellas bazofias. O al menos, y si los directores no querían ponerse tan drásticos, que alguien se asegurara de que fueran despedidos no sin antes haber firmado un contrato prometiendo no volver a trabajar jamás en nada mínimamente relacionado durante el resto de sus vidas.
Dándose al fin por vencido, Jensen apagó finalmente el infernal aparato, se terminó de un par de tragos la cerveza y se quedó varios minutos sin moverse, mirando hacia la pantalla y pensando si llamar a su madre para que al menos le diera algo de conversación y le entretuviera un poco. Finalmente y suponiendo que su madre no querría saber que se encontraba en casa un sábado por la noche, Jensen desechó la idea muy a su pesar. ¿Cuántas opciones le quedaban? Mordiéndose el labio, dirigió su vista hacia los pequeños números que brillaban en el reproductor de DVD.
Las 22.39.
¿Cuán triste sería meterse ya a la cama y estrenar el vibrador que se había comprado la semana pasada?
Jensen suponía que mucho, pero tampoco es que tuviera nada mejor que hacer ni alguien aparte de él mismo que pudiera hacerle ver lo ridículo de toda la situación.
Orgasmos... Ser consciente de estar a punto de traspasar los límites de la palabra “pena” en toda su extensión…
Jensen y el pequeño Jensen decidieron al unísono que podrían sobrevivir con aquel estigma.
Ya decidido, Jensen hizo el amago de ir a levantarse, pero antes de poder llegar a hacerlo el sonido del timbre le sobresaltó.
Aunque significara retrasar sus planes un poco, Jensen se dirigió hacia la puerta poco menos que feliz. No tenía duda alguna de que sería la Sra. Miller (su vecina del número 18), que iba a verle casi cada noche para preguntarle si se estaba adaptando bien a la ciudad, si le seguían tratando de manera satisfactoria en el trabajo y si necesitaba ayuda con las labores del hogar.
Y si la Sra. Miller apenas le miraba a los ojos porque siempre parecía bastante más interesada en zonas más… sureñas de su cuerpo, a Jensen por un día ni siquiera le iba a importar. Estaba tan desesperado que hasta un poco de conversación banal le vendría bien, aunque tuviera que pasarse el rato carraspeando cada vez que la vista de la anciana se desviara hacia abajo.
Sin molestarse en mirar por la mirilla, Jensen abrió la puerta con una sonrisa, dispuesto hasta a ofrecerle un café a la buena señora. El único problema, al parecer, es que del otro lado no le esperaba tal, sino el que claramente debía ser algún tipo de dios que por algún tipo de accidente cósmico inexplicable había ido a parar frente a su puerta.
Sí, ya sabéis, como en la peli de Thor.
Quince segundos antes Jensen se hubiera reído de sus pensamientos y habría llegado a la conclusión de que finalmente toda la presión que tenía encima le había terminado pasando factura y aquella ciudad al final había conseguido volverle loco, pero es que lo que tenía delante no podía… sencillamente no podía ser humano. Así que pensamientos sobre enajenaciones mentales aparte y hasta que alguien le demostrara lo contrario, Jensen se quedaría con la teoría sobre dioses cabreados que expulsaban a sus hijos de su hogar y les enviaban a la Tierra para resarcirse de sus pecados.
- Hola - y si su pobre e inocente cerebro había pensado que aquel ser no podía ser más perfecto, Jensen tuvo que reconocer su evidente error al ver los hoyuelos que aparecieron en el rostro del desconocido cuando le sonrió. Hoyuelos. ¿Si se pellizcaba se notaría demasiado? ¿Sí? ¿Y si se daba un cabezazo contra la pared?-. Sé que no es una hora muy conveniente, pero si tuvieras levadura y pudieras darme un poco me salvarías la vida - antes de continuar, su sonrisa se ensanchó incluso más-. A mí y a las galletas que me puse a hacer antes de comprobar si tenía todos los ingredientes en casa, vamos.
- ¿Galletas?
Y de acuerdo, obviamente aquello no era lo más inteligente que podía haber dicho, pero Jensen estaba dándose palmaditas mentales en la espalda sólo por no haber perdido por completo la capacidad del habla como se había estado temiendo. Dándose palmaditas, y preguntándose por qué de pronto hornear galletas le parecía la cosa más erótica del mundo.
- Sí, galletas - la sonrisa del más alto pareció flaquear un poco, dubitativa, pero a los pocos segundos regresó con la misma fuerza que antes-. También sé que a tener en cuenta que estoy en el número 22 no eres la opción más lógica para abusar de los supuestos privilegios que tenemos entre vecinos, pero te vi un par de veces por aquí y bueno… pensé que seguramente me pondrías menos pegas por molestarte a esta hora que el resto, más aún por esta tontería.
¿Había dicho “en el número 22”? Jensen se aseguraría de preguntarles al día siguiente a los Sres. Roberts desde cuándo tenían un nieto así, desde cuándo vivía con ellos - o en el peor de los casos cuánto tiempo se quedaría de visita- y por qué jamás le habían hablado de él.
El tiempo que se quedó dándole vueltas al asunto debió ser el suficiente para que el silencio se volviera incómodo, porque el dios reencarnado en nieto de los Roberts cambió un par de veces el peso de su cuerpo de un pie a otro antes de volver a hablar.
- ¿Entonces…?
Sólo eso hizo que Jensen reaccionara al fin.
- Oh, ¡Sí! Sí, sí, levadura, por supuesto…. Pasa, por favor.
- Gracias.
Cuando escuchó con claridad cómo la puerta se cerraba a su espalda mientras ya iba camino de la cocina, rezó mentalmente para tener algo de levadura en alguna parte - porque de ningún modo le diría a aquel dios que no podía satisfacerle aunque fuera en el menor de los aspectos-, lo cual se reducía básicamente a rezar por que su madre se hubiera dejado algo allí la vez que había ido a visitarle y se había pasado el fin de semana cebándole con el alegato de que ambos sabían de sobra que en cuanto ella se fuera Jensen no volvería a comer nada casero y nutritivo hasta que seguramente fuera él quien fuera de visita. Así que era eso, o tener que explicarle al otro por qué había estado más de diez minutos en la cocina cuando en realidad habría estado corriendo hacia la primera tienda que encontrara abierta para comprar el dichoso ingrediente.
Por suerte, el plan alternativo no fue finalmente necesario porque como había esperado, Jensen encontró varios sobres de levadura que estaba seguro de no haber comprado jamás. Y menos mal, porque no quería haberse imaginado qué podría haberle dicho al otro si éste le hubiera pillado saltando por la ventana.
Regresando al fin al salón, se encontró a su vecino mirando hacia los pocos marcos que había tenido tiempo de colocar en aquella casa: unas cuantas fotos de sus padres, sus hermanos y de Chris y Steve. Sin embargo, en cuanto notó su presencia, se giró con una expresión casi culpable en el rostro.
- Lo siento, siempre me fijo en las fotografías cada vez que voy a alguna casa, no puedo evitarlo.
- No hay problema, para eso están - sonriéndole, Jensen se acercó para tenderle el par de sobres y comenzó a pensar frenéticamente en algo con lo que poder retenerle aunque fuera unos minutos más, porque suponía que la opción de para siempre estaba descartada.
- Así que... ¿llevas poco tiempo en el edificio?
El joven pareció tensarse ligeramente ante la pregunta, pero una vez más sus labios tardaron poco en volver a mostrar una radiante sonrisa.
- Una semana.
- Claro - ¿y por casualidad no serás gay, estarás soltero y te resultaré remotamente atractivo, verdad?-. Me alegra saber que ya no soy el único inquilino menor de sesenta años.
Jensen se rió de su propia broma y cuando el otro le siguió, se sintió sólo un poquito orgulloso.
- ¿No te preocupa dejar de ser el niño mimado, entonces?
- ¿Bromeas? - Jensen no pudo contener una mueca entre divertida e incrédula-. La Sra. Miller llama a mi puerta cada dos días para hacerme un chequeo completo, y estoy absolutamente convencido de que el Sr. White sigue pensando que soy un criminal. Cada vez que me cruzo con él en el pasillo juro que me mira como si quisiera hacerme ver que conoce claramente cuáles son mis intenciones y que tenga mucho cuidado con él. Y a tener en cuenta que no me extrañaría nada que el hombre sea una de esas personas que guardan una escopeta en cada habitación de su casa, créeme que pretendo seguir haciéndole caso en lo que al cuidado se refiere.
Cuando escuchó por primera vez la carcajada del otro - profunda, natural, de esas que hacen que tengas que echar la cabeza hacia atrás- Jensen no pudo evitar que su propia sonrisa creciera aún más.
Si por algún tipo de casualidad había terminado en una realidad alternativa, podían dejarle allí.
- Por cierto, soy Jensen - extendiendo su mano, esperó a que el más alto la aceptara.
- Jared - y si el castaño pareció repentinamente incómodo por algún motivo, Jensen lo dejó pasar por completo cuando la enorme y cálida mano se cerró sobre la suya, a pesar de que el gesto hubiera sido demasiado breve para su gusto.
- Estupendo, Jared - dando un paso hacia atrás para evitar la tentación de volver a estirar el brazo y tocar cualquier parte de aquel enorme cuerpo que no fuera necesariamente la mano, Jensen intentó aparentar la mayor calma posible-. Ahora ya sé por quién preguntarles a los Sres. Roberts cuando les vea.
- Sí, claro.
Sin saber exactamente en qué momento el ambiente parecía haberse vuelto un poco tenso, pero Jensen suponía muy a su pesar que seguramente no importara demasiado porque ahora sería cuando el dios/nieto de los Roberts/Jared se marcharía a seguir haciendo galletas - ¡si es que encima cocinaba!- y Jensen se quedaría nuevamente solo y un poco más hundido que antes sabiendo lo que estaba a meras puertas de distancia.
Bueno, por lo menos ya sabía cómo llamar a su consolador.
- ¿Qué hacías?
La pregunta le pilló tan de improviso, que Jensen no pudo evitar sonrojarse un poco. ¿Acaso había dicho lo del consolador en alto?
- ¿C-cómo?
- Sí, antes de que llegara… ¿qué estabas haciendo?
Bueno, si por algún tipo de horrible casualidad había dicho lo del juguete en voz alta Jared no debía haberlo escuchado, porque sólo seguía allí de pie, mirándole mientras se mordía adorablemente el labio.
Oh Dios.
Esperaba que su intento de poner una cara que gritara a los cuatro vientos “cualquier cosa menos planeando masturbarme” fuera lo suficiente creíble.
- Ver la tele - y muy bien, aquello hubiera sido una grandísima salida si el estúpido aparato, bueno… estuviera encendido-. Yo… uhmm… la apagué en cuanto llamaste al timbre.
Y si a esas alturas Jared todavía no creía que tenía algún tipo de tara mental, Jensen no podría culparle si lo pensaba después de aquello.
- ¿Algo interesante?
- Oh, sí - el de ojos verdes ni siquiera se molestó en ocultar su bufido-. De hecho estaba volviéndome loco por no poder ver a la vez el concurso en el que los participantes debían comer insectos para pasar a la siguiente ronda, el talk show en el que perjuraban tener en primicia la lista completa de amantes de Angelina Jolie o el documental sobre las drogas que están más de moda entre los jóvenes de hoy en día.
- Así de interesante, ¿eh?
Jared le miró sonriente y Jensen se encogió de hombros.
- En cuanto al canal de deportes, debería hacerles llegar mi opinión sobre que retransmitir campeonatos de ping- pong es absurdo e innecesario.
Esa vez, los hoyuelos del chico volvieron a hacer nuevamente aparición y Jensen se sintió casi mal por haberlos echado tanto de menos.
- Seguro que a los millones de espectadores a los que les apasiona el ping-pong opinan lo mismo sobre el fútbol.
- Sí claro, cómo no… -Jensen rodó los ojos ante la broma y le sonrió de vuelta. Y ya de perdidos… Total, si no tienes nada tampoco tienes nada que perder, ¿verdad?-. Te… mmm… ¿apetecería tomar una cerveza? ¿O las galletas saldrán corriendo si las haces esperar?
No supo cómo tomarse exactamente que Jared le mirara durante unos instantes antes de dirigir la vista hacia la puerta y morderse el labio una vez más, como si no supiera qué hacer. Sin embargo, segundos después su mirada regresó a él y el chico le sonrió flojito.
- Claro, me encantaría.
¿Había dicho que le encantaría? Eso era un sí, ¿cierto? Jensen jamás había estado más agradecido de no haber hecho ni un solo amigo que pudiera haberle sacado de casa aquella noche.
Y tampoco iba a preocuparse por haberse tomado ya tres cervezas, porque en cuanto vio cómo Jared se quitaba la cazadora y se dirigía hacia el sofá haciéndole una seña como pidiéndole permiso para sentarse, su boca se secó por completo. Definitivamente necesitaba al menos una más.
A esa primera pronto le siguió una segunda y la tercera no tardó mucho más en llegar, pero Jensen no era consciente de las botellas vacías que se iban acumulando en la mesa junto a las que ya se encontraban allí antes de que el otro llegara. Sólo lo era del calor que le recorría todo el cuerpo y que parecía acumularse exageradamente en sus mejillas, de su propia risa, que se dejaba oír mucho más a menudo y de forma cada vez más escandalosa, y de que el chico que se encontraba sentado a su lado era el hombre de su vida.
No hacía ni un par de horas que le conocía, pero Jensen ya podía asegurar sin temor a equivocarse que, además de ser todas sus fantasías hechas carne, Jared era inteligente, gracioso y dulce. A veces se reía con ganas, llenando sus oídos de las profundas carcajadas a las que Jensen se había vuelto ya adicto, otras le hacía reír a él contándole cualquier anécdota que estuviera -o no- relacionada con la conversación que mantenían, y otras simplemente se le quedaba mirando sin decir nada, fijando sus brillantes ojos en los suyos y haciendo que Jensen se sintiera nervioso, inquieto, y como si de pronto fuera el centro del universo.
Así que unos minutos después, cuando Jared vuelve a callarse y a mirarle de aquella manera, Jensen no duda. No sabe si lo que le envalentona es el alcohol o lo cómodo que se siente por primera vez desde que llegó a esa ciudad y en mucho más tiempo del que puede recordar antes de eso… Lo único que sabe es que antes de pararse a pensar que seguramente sea una de las mayores estupideces que haya podido cometer en su vida, se inclina hacia el otro y posa sus labios sobre los suyos.
Sólo entonces, cuando Jensen nota la tensión que se apodera del castaño ante su gesto, es repentinamente consciente de que tal vez hubiera bebido más de lo recomendado. Ni siquiera sabía si a Jared le interesaban los hombres - el chico prácticamente no había dado ningún dato sobre él mientras habían permanecido en el sofá y Jensen se había dado cuenta porque había estado pendiente de cada detalle que pudiera dejar caer-, y aparte de eso, que suponía que no era poco, también imaginaba que ir a pedir inocentemente levadura a una casa y terminar siendo asaltado sexualmente, bueno… no debía ser muy agradable.
Sintiéndose repentinamente sobrio y culpable a partes iguales, Jensen se separó del otro cuerpo casi sin atreverse a mirar a Jared a la cara.
- Lo siento, yo… No quería incomodarte y ni siquiera sé si… Dios, perdona, yo sólo…
Pero lo que fuera a decir a continuación murió en sus labios cuando sintió cómo las enormes manos de Jared le tomaban con firmeza del rostro y le dirigían una vez más hacia sí y su boca, donde Jensen suspiró sin poder evitarlo mientras cerraba los ojos. Primero casi con temor y más tarde con un poco más de seguridad, cuando sintió cómo los finos labios de Jared se movían casi tentativamente bajo los suyos, Jensen decidió tirarlo todo por la borda.
No sabía si Jared estaba realmente interesado en él, si el alcohol también había hecho estragos en su raciocinio o sencillamente estaba utilizando a Jensen como el típico experimento gay, pero fuera como fuera no iba a desaprovechar su oportunidad.
Llevando una de sus manos hacia la nuca de Jared y posando la otra sobre su amplio pecho simplemente para convencerse un poco más de que aquello estaba ocurriendo de verdad, Jensen le atrajo aún más hacia él para poder profundizar el beso. Y si tener aquellos suaves labios con sabor a cerveza contra los suyos había sido maravilloso, cuando la lengua de Jared paseó por su labio inferior y Jensen abrió la boca complaciente para dejarle paso, aquello sencillamente se había convertido en perfección. Sus lenguas se acariciaban, se buscaban y rehuían en un juego que ninguno pretendía ganar, y cuando los dientes del joven se cerraron con fuerza sobre su labio inferior, Jensen jadeó, apretando la camiseta que tenía entre sus dedos y atrayendo aún más hacia él el otro cuerpo.
Y Jared pareció captar el mensaje, porque sin dejar de besarle se las ingenió para empujar a Jensen hasta que éste terminó completamente tumbado en el sofá con él encima.
¿Jensen había pensado antes que aquello había sido la perfección? Bien, eso era porque desconocía por completo que algo pudiera sentirse ni remotamente parecido a tener a Jared - fuerte, alto, imponente, pesado, caliente Jared- sobre él.
Al mayor le faltaban manos y lenguas para hacer todo lo que quería, y cuando la boca del otro se alejó finalmente de la suya con un último mordisco a su labio, quiso llorar de impotencia hasta que tardó meros segundos en sentirla sobre su cuello.
Allí, sintió cómo Jared suspiraba contra su piel, y eso sólo hizo que llevara sus manos hacia la espalda del chico para poder aferrarse a lo que pudiera mientras echaba la cabeza hacia atrás, dándoles más acceso a aquellos labios y aquella lengua que no dudaron en aprovechar el ofrecimiento.
Dios. Y Jensen no sabía todavía a cuál de todos tenía que estarle agradecido de por vida, pero si aquello salía aunque fuera mínimamente bien, se encargaría de poner una velita a todos y cada uno de los cabecillas de cada religión y cultura que se le pasaran por la cabeza.
El castaño continuó recorriendo su cuello, besando, lamiendo y mordisqueando cada trozo de piel que tenía a su alcance, y cuando llegó al punto donde su pulso latía disparado y sus labios se cerraron sobre él chupando con ansia, Jensen pensó que le pondría una vela extra a cada dios si conseguían que no se corriera antes de que aquello hubiera pasado de los simples preliminares.
Incapaz de estar más tiempo sin hacer nada, tiró del cabello de Jared sólo para volver a besarle incluso con más fuerza que antes a la vez que arqueaba su cuerpo para poder hacer la mayor cantidad de contacto posible con el que estaba sobre él, y cuando sintió cómo su erección chocaba contra la también evidente del chico, fue recompensado con un gemido que bebió gustoso.
Llevando una vez más sus manos hacia la espalda de Jared, en esa ocasión no se detuvo y continuó el recorrido hasta llegar hasta las nalgas, que apretó un par de veces sin poder contenerse antes de volver a subir las manos hasta el borde de la camiseta y comenzar a tirar de la prenda para deshacerse de ella.
El problema era que al parecer para algunas cosas - como la coordinación- y aunque casi toda la borrachera se le hubiera pasado de golpe porque no podía permitirse perderse nada de lo que pudiera ocurrir, seis cervezas parecían haber sobrepasado el límite, porque entre que Jared no estaba colaborando nada porque seguía devorando su boca y apoyando su cuerpo cada vez más contra el suyo y que Jensen se estaba poniendo nervioso por momentos porque el material parecía no querer hacerle caso y permanecía obstinadamente en su sitio, no sabía si echarse a reír o a llorar.
Finalmente optó por la opción que le pareció más lógica, que fue empujar a Jared - muy a regañadientes- hasta que éste se separó de él, pero casi se arrepintió al ver la expresión del chico, que parecía no comprender por qué Jensen le había alejado de su cuerpo y en ese momento le miraba como si fuera un cachorro apaleado.
¿Pedirle a alguien matrimonio a los cinco minutos de estar intimando se consideraría excesivamente pronto?
- La camiseta - Jensen optó por esa opción en vez de por la de la pedida de mano… de momento-. Tu camiseta, fuera, vamos.
- ¡Oh! - Jared pareció comprender al fin por qué Jensen le había empujado, y poniéndose momentáneamente de rodillas sobre el sofá se quitó rápidamente la camiseta, dejando al descubierto un pecho que hizo que la lengua de Jensen picara en su boca de las ganas que tenía de recorrerlo de arriba abajo-. La tuya - y si el mayor no pudo descifrar en aquel momento el complicado galimatías de Jared no podían culparle porque… porque bueno, ¿quién podía pensar en nada más con aquel cuerpo moreno y medio desnudo a medio metro de distancia? Sin embargo, cuando Jared comenzó a tirar de su camiseta con una impaciencia que bien podía haberse asemejado a la suya, Jensen puso al fin de su parte, y una vez que ambos estuvieron en igualdad de condiciones Jared se lanzó nuevamente sobre él sin darle tiempo a mucho más. Desde luego, no sería Jensen quien protestara, porque sentir aquellos firmes músculos contra los suyos y poder acariciar al fin toda la extensión de piel que tenía a su alcance sin ningún tipo de impedimento hicieron que casi se derritiera en el acto.
El problema era que aquello ya no le parecía suficiente, y cuando Jared apoyó mejor el peso de su cuerpo sobre el suyo y sus erecciones volvieron a hacer contacto para permanecer de esa manera, Jensen supuso que los dos pensaban lo mismo.
Aun así, fue incapaz de separarse del otro el tiempo suficiente como para hacerle saber lo que pensaba, y dejó que Jared se restregara contra él con firmeza por varios minutos mientras volvía a apoderarse de su boca una vez más y Jensen se moría un poco más entre sus brazos. Sólo cuando pensó que se volvería loco de pura frustración, el rubio volvió a empujar el pecho del otro hasta que pudo volver a hablar, a pesar de que Jared siguiera moviéndose sobre él haciéndole perder la poca cordura que le quedaba.
- Mi mmm habitación… - Jensen se arqueó una vez más cuando el otro volvió a empujarse contra él, y Jared aprovechó el momento para llevar sus labios a la oreja que tenía más cerca y morder fugazmente el lóbulo antes de comenzar a chuparlo como si fuera un caramelo-. Mierda, Jared nnnnhhhh mi… joder, habitación. ¡Ya!
La última palabra pareció sonar con la suficiente convicción, porque el castaño se separó finalmente de él y asintiendo rápidamente, tiró del cuerpo de Jensen hasta que ambos estuvieron de pie.
- ¿Dónde…?
- Allí.
Jensen hizo una vaga señal con la mano hacia un extremo de la casa, y fue todo lo que Jared necesitó antes de volver a asentir, rodearle la cintura con los brazos y comenzar a besarle una vez más mientras le empujaba hacia el pasillo que conducía hacia la zona señalada.
Ni siquiera supo cómo se las arreglaron ambos para no tropezar con ningún mueble por el camino - dado que para más inri fueron descalzándose mientras se movían- ni para separarse de la pared el par de veces que Jared decidió que estaba aburrido de caminar y le empujó contra ellas para seguir besándole hasta dejarle sin aire, pero finalmente ambos entraron en su habitación y Jensen tardó menos de dos segundos en decidir que un Jared semidesnudo en su cuarto definitivamente era algo a lo que podría acostumbrarse.
Fue todo en lo que pudo pensar antes de que Jared le empujara una última vez hasta que se encontró tirado cuan largo era en la cama, viendo cómo el castaño le observaba de pie frente a él, recorriendo su cuerpo con una mirada que había dejado de ser dulce por completo. Cuando a los pocos segundos Jared llevó las manos hacia su propio pantalón y comenzó a desabrochárselo sin despegar sus ojos de los suyos, Jensen tragó saliva y no pudo contener el escalofrío que le recorrió de arriba abajo. Casi por inercia y para evitar ponerse a temblar, llevó sus propias manos hasta el pequeño cordón que sujetaba sus pantalones de deporte y tiró de él, deshaciéndolo y comenzando a bajarse la prenda a la vez que veía cómo Jared hacía lo mismo con los vaqueros que llevaba puestos, dejando a la vista unos bóxers grises que dejaban más bien poco a la imaginación y unas piernas kilométricas entre las que Jensen quería perderse.
Dudando, inseguro por primera vez en su vida ante la idea de estar desnudo ante otra persona y parecer poca cosa, Jensen dirigió sus manos una vez hacia su cintura para tirar del elástico de la única prenda que seguía cubriendo su cuerpo, y cuando consiguió lanzar sus propios bóxers en la misma dirección en la que había enviado sus pantalones, miró dubitativo hacia Jared.
Éste parecía haberse quedado completamente estático, y Jensen comenzó a preocuparse seriamente de que hubiera podido cambiar de opinión, hasta que el chico se subió a la cama sin dejar de mirarle y gateó hasta quedar arrodillado sobre él, paseando una vez más su vista por la ahora completa extensión de su cuerpo desnudo hasta que sus ojos regresaron a los verdes una vez más.
- Dios… eres tan sexy.
- Ja… - Jensen quiso reírse irónico ante la afirmación, pero sintió cómo una oleada de alivio se llevaba toda la inseguridad de su cuerpo al escuchar esas palabras-. ¿Acaso te has visto?
- Sí, pero… joder… jamás podría haberme imaginado que serías…
Jensen quiso preguntarle qué no podría haberse imaginado, pero sus pensamientos se fueron volando cuando Jared le besó un par de veces la mandíbula antes de dirigir sus labios una vez más hacia los suyos y hundir su lengua en la boca del rubio como si fuera lo único que en ese momento podía calmar su sed.
Y en ese instante Jensen volvió a dudar seriamente si no sería físicamente posible que pudiera derretirse por completo y de repente - algo así como la combustión espontánea- porque sentir el largo cuerpo de Jared sobre el suyo, sin apenas nada que los separara, se sentía tan jodidamente bien que debería ser ilegal.
Cayendo en la cuenta de que efectivamente todavía había algo que impedía que sintiera por completo el cuerpo del castaño, Jensen bajó sus manos hasta los bóxers grises acariciando todo su pecho durante el recorrido, y tiró de ellos hacia abajo en cuanto los tuvo a mano, dejando que fuera el propio Jared quien terminara de quitárselos y regresara una vez más a situarse sobre él, cubriéndole por completo con su cuerpo.
Y en el momento en que esa vez sí, Jensen sintió la polla desnuda de Jared contra la suya, creyó ir a morirse. Escuchó el gemido del chico contra sus labios, y Jensen no pudo evitar lamerlos casi con pleitesía antes de lanzarse a devorarlos una vez más, llevando a su vez su mano hacia donde más lo estaba deseando, rodeando la dureza de Jared para comenzar a acariciarla de arriba abajo, disfrutando de su calidez y de lo pesada que se sentía entre sus dedos.
Un nuevo gemido murió en su boca, y cuando Jensen paseó su pulgar sobre la sensible cabeza, esparciendo con cuidado las gotas de líquido preseminal que sintió bajo su piel, Jared le mordió el labio hasta el punto de hacerle sangre. Sin embargo, el mayor sólo lo notó cuando la lengua del castaño adquirió un regusto metálico, porque estaba demasiado distraído con la forma en la que el otro había comenzado a embestir suavemente su puño mientras dirigía su propia mano hasta la polla de Jensen, que tuvo que echar la cabeza hacia atrás para intentar tomar algo de aire cuando sintió cómo los largos y fuertes dedos se cerraban sobre él.
- Mierda, Jared…
Gimiendo, Jensen brincó levemente cuando aprovechando la situación, la boca del castaño se desplazó por su cuello, recorriendo un camino invisible con su lengua hasta que llegó a su pecho y rápidamente se desplazó hacia uno de sus pezones, que lamió un par de veces antes de cerrar sus labios sobre él y chupar con gula. Cuando pareció satisfecho, Jared movió su boca hasta su gemelo, con el que jugó con la misma intensidad antes de que Jensen sintiera cómo los finos dientes se hundían ligeramente sobre la sensible piel, haciendo que jadeara y que su mano perdiera momentáneamente el ritmo.
Sin embargo, eso no pareció importarle demasiado al otro, que siguió descendiendo por su cuerpo lamiendo y besando cada rincón que tenía a su alcance como si estuviera dispuesto a que no se le escapara ninguno. Cuando llegó a su ombligo, Jensen ya se había transformado en una masa indefinida y temblorosa, y cuando Jared metió la lengua en el pequeño orificio y el de ojos verdes no pudo evitar dar un nuevo y particularmente alto gemido, el castaño le miró desde su situación con intensidad: puro fuego en sus ojos cambiantes.
- Dios, eres perfecto… no tienes ni idea, Jensen…
Éste ni siquiera tuvo tiempo a procesar las palabras antes de sentir cómo la lengua de Jared descendía un poco más, recorriendo la oscura línea que bajaba desde su ombligo, pasando por los hirsutos vellos que pareció lamer golosamente y llegando finalmente hasta su erección, que se metió sin más preámbulos y casi en su totalidad en la boca, gimiendo alrededor de su carne como si fuera él a quien le estuvieran proporcionando todo el placer.
Las caderas de Jensen se elevaron por inercia, queriendo ir aún más al encuentro de aquella cálida cavidad, pero las fuertes manos de Jared le empujaron hacia abajo, manteniéndole firmemente pegado al colchón mientras el castaño seguía su propio ritmo, chupando su polla hasta el fondo, llevando sus labios hasta rodear solamente la cabeza o pasando su lengua una y otra vez por la gruesa vena del inferior, haciendo que Jensen se debatiera entre jadeos si querer morirse o querer vivir en aquella boca para siempre.
- Jared…nnnnhgg…
Y el chico no debería tener un cabello en el que uno pudiera enredar los dedos tan jodidamente bien, porque Jensen no dudó en llevar sus manos hasta su cabeza y tirar de los mechones cada vez que sentía estaba bordeando el límite de la frustración o el placer.
Cuando Jared lamió nuevamente su hendidura recogiendo todas las gotas ofrecidas antes de volver a lamer toda la extensión hasta dirigir su boca hasta sus pelotas y comenzar a jugar con ellas, Jensen casi lloriqueó, y cuando el chico se metió primero una y después la otra en la boca, lamiéndolas al terminar sólo para volver a hacerlo una vez más, de la boca de Jensen salió un sonido mitad chillido, mitad gemido, del que se hubiera sentido absolutamente mortificado si no le estuvieran haciendo la mejor mamada de su vida.
- Jared…
Jensen esperó que el tono casi agónico que utilizó para decir su nombre y el firme tirón que le dio a su pelo, más brusco que las anteriores ocasiones, fueran suficiente aviso para que el otro captara el mensaje, porque como Jared paseara su lengua una sola vez más por cualquier parte de su entrepierna, Jensen se correría al instante.
Sin embargo, el castaño le dio un último lametazo de arriba abajo antes de subir una vez más por su cuerpo y ponerse a la altura del mayor, que no dudó un segundo en besarle de nuevo. Esperaba que Jared comenzara a prepararle rápido, porque no creía ir a durar mucho más con…
- Fóllame - el susurró del más alto se dejó oír perfectamente entre sus agitadas respiraciones.
¿Qué?
- ¿Qué? - ¿lo veis? Nada de filtro cerebro-boca: metía a Jensen en más líos de los que le sacaba-. ¿Quieres que te folle?
El joven se le quedó mirando un momento antes de fruncir ligeramente el ceño, pareciendo algo preocupado.
- ¿No quieres tú?
Y Jensen tenía que reconocer que había estado contando con que fuera al contrario desde que había visto que la palabra “grande” definía a la perfección a Jared en todos los aspectos, ¿pero tener la oportunidad de poseer a alguien así? ¿Bromeas? Que alguien le dijera dónde había que firmar.
Además, siempre podían intercambiar los papeles en la siguiente ronda.
Volviendo a besarle con ganas, Jensen llevó sus dedos hasta la boca del castaño negándose a separarse de él, así que se limitó a meter dos de ellos entre sus labios, haciendo que el otro los lamiera con entusiasmo a la vez que su propia lengua los recorría intentando alcanzar la de Jared. Cuando tras varios e interminables segundos consideró que estaban lo suficientemente lubricados, Jensen volvió a sellar por completo los perfectos labios del castaño mientras dirigía su mano hacia su espalda, acariciándola casi con reverencia hasta llegar a las firmes nalgas, donde dibujó un par de círculos sobre la suave piel antes de maniobrar lo suficiente con el otro cuerpo para obligar a Jared a que separara más sus piernas, consiguiendo que pasara de estar tumbado a que estuviera sentado a horcajas sobre él, dándole a Jensen el espacio que necesitaba.
Sin perder más tiempo, acarició un par de veces la rugosa entrada antes de introducir lentamente uno de sus dedos, a lo que Jared reaccionó emitiendo un suave suspiro que Jensen sintió vibrar en su cuerpo. Despacio, intentando ir lo más seguro posible sin hacerle daño, comenzó a girar el dedo en su interior, procurando hacer cada vez círculos más amplios y acariciar la mayor cantidad de terminaciones que podía. Al notar que Jared le aceptaba por completo, acompañó el primero con el segundo dedo que habían preparado entre ambos, y la resistencia fue tan nula que a los pocos segundos Jensen ya estaba rodando ambos en aquel cálido interior, haciendo movimientos de tijera y besando a Jared con más ansia que nunca sólo de imaginarse enterrado en aquel apretado pasaje. Cuando tras unos cuantos movimientos más, Jensen giró ligeramente la punta de sus dedos y notó con claridad la pequeña congregación de nervios, Jared embistió contra él a la vez que dejaba de besarle sólo para apoyar la cabeza en el pecho de Jensen, tratando de tomar aire más fuertemente que nunca. Un nuevo movimiento, y Jared gimió con fuerza mientras sus caderas volvían a botar, haciendo que Jensen notara a la perfección la dureza del chico restregándose contra su estómago antes de que el propio Jared reculara buscando sus dedos, a lo que Jensen respondió añadiendo un tercero y comenzando a moverlos con más ritmo que antes, alentado por los intermitentes sonidos que salían de la garganta del castaño y los movimientos espasmódicos de su cuerpo, que parecía no poder evitar.
- Jensen, Jensen, por favor…. Por favor...
No hacía falta que se lo repitieran dos veces.
Acariciando una última vez su próstata y ganándose un nuevo y ronco gemido del más alto, Jensen al fin sacó sus dedos de su interior y se preguntó cómo debía tomarle. No tuvo que pensarlo demasiado, porque fue el mismo Jared quien se situó mejor sobre él, y tomando con una temblorosa mano la polla de Jensen la acarició un par de veces antes de dirigirla hacia su entrada.
- Oh, Dios…
Cuando la cabeza comenzó a abrirse paso en el dispuesto cuerpo, Jensen gimió con fuerza intentando mantener todo el control posible y no correrse antes de poder haber hecho nada. Unos centímetros más, y fue un nuevo gemido de Jared el que llenó la habitación, haciendo eco con los que dejó escapar Jensen cuando sin mucha más dilación, el castaño se dejó caer de golpe, sentándose por completo en el miembro de Jensen y haciendo que éste sintiera cómo sus pelotas hacían contacto con la piel de Jared.
- Mierda… Jen… Jensen…
El problema era que Jensen estaba demasiado ocupado aferrando las caderas de Jared y tratando de recuperar el ritmo de su respiración, intentando ignorar momentáneamente la repentina y exquisita presión que se había tragado su polla.
- Joder… mmm... joder, Jared.
En cuanto escuchó su nombre, el castaño fijó sus ojos en los de Jensen, de un verde oscurecido y turbio, y fue todo lo que necesitó antes de moverse ligeramente, rotando de manera tentativa las caderas un par de veces antes de elevarse apenas y volver a caer sobre el otro cuerpo, arrancando un nuevo gemido de ambos.
A partir de ese momento, los movimientos del más joven fueron ganando confianza y precisión, elevándose cada vez más y dejándose caer con más fuerza, girando las caderas cuando lo creía conveniente y apretando sus músculos internos sólo para arrancar más de esos roncos jadeos de Jensen que le estaban volviendo loco. Por su parte, Jensen ya no sólo sujetaba las caderas de Jared, sino que utilizaba el agarre para poder mover el cuerpo del otro sobre el suyo y también el propio bajó él, yendo a su encuentro con fuerza y haciendo que Jared le cabalgara más y mejor.
Cuando tras varios minutos el castaño rotó una vez más las caderas y volvió a apretar los músculos de su cuerpo alrededor de su polla de aquella deliciosa manera cuando Jensen volvió a empalarse en él una vez más, éste supo que no aguantaría demasiado.
Llevando una de sus manos hasta el miembro desatendido de Jared y manteniendo la otra donde la tenía para poder seguir ayudando en los movimientos, Jensen aumentó la velocidad de sus embestidas a la vez que sus dedos imitaban el mismo ritmo sobre la carne de Jared, que comenzó a gemir su nombre sin descanso y a moverse de forma casi errática sobre él hasta que finalmente y con un último grito se dejó llevar, haciendo que Jensen sintiera al instante el semen del castaño esparciéndose sobre su puño y cayendo sobre su estómago.
Y si Jared con los ojos cerrados, la cabeza - con todos los mechones pegados a su frente debido al sudor- echada hacia atrás y aún moviéndose ligeramente sobre su cuerpo mientras seguía corriéndose sobre él no era lo más erótico que había visto jamás, Jensen no sabía qué más podía haber.
Llevando una vez más su mano ahora pegajosa hasta la cintura de Jared para poder sostener mejor el cuerpo que comenzaba a sentir sin fuerza sobre el suyo, Jensen dio media docena de embestidas más antes de que su propio orgasmo le golpeara con fuerza, arrastrándole consigo entre gemidos y palabras incoherentes.
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