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Nov 02, 2009 03:24


Severus Snape y Sirius Black compartían un exquisito whisky (otra vez cortesía de Lucius Malfoy) delante del fuego en medio de un silencio muy poco beligerante. Sirius estaba agotado después de todo un día de dura práctica de animagia. Snape estaba hasta las narices de los estudiantes, tan peligrosos con una varita como con un caldero, siempre tan proclives al desastre.
-¡Panda de inútiles!- masculló.
-¿Quiénes?
-En concreto los Hufflepuff de segundo y en general todo el colegio, ¡cabezas de alcornoque todos ellos!
-Hay cosas peores.
-Lo sé.
Snape inclinó el rostro y Sirius no pudo confirmar si la expresión se había oscurecido o no, el cabello le ocultaba. De todas maneras, sus dedos en el vaso estaban tensos. “¿Qué estará pensando?” se preguntó el animago. Pero no le apremió. Este nuevo Black era más paciente que el anterior.
-Lo que hiciste el otro día fue una estupidez, Black, incluso para tus parámetros- dijo Snape aún con la vista en el fuego.
-¿El qué de todo?
-Lo de Grimmauld Place.
-Ahora tengo una varita, es una buena cosa.
-No seas imbécil, chucho sarnoso, ¿tienes una idea cabal de lo que has hecho?- ahora sí le miraba, con el ceño fruncido y una expresión que acojonaría a cualquiera. Pero a Sirius no pareció hacerle ningún efecto, puesto que contestó con divina ligereza:
-Por supuesto, lo hice yo, ¿recuerdas?
“Ayúdame, Merlín, o lo mataré. ¿Desde cuándo se mantiene imperturbable ante las provocaciones? Creo que lo prefería de hijo de mala bludger impulsivo, era más fácil y yo ganaba siempre. ¡Mierda! ¡Maldito resucitado!”
-¿Qué pretendías conseguir con semejante hechizo? Además de una varita, claro- agregó con sarcasmo.
-Exactamente lo que he conseguido. Responsabilidad sobre todos los Black.
-Tú estás zumbado. Tu cerebro perruno no ha podido soportarlo y se ha desintegrado. ¿De qué diablos estás hablando?
-Si tu ahijado cambia de idea, puedo ampararlo.
-¡¿...?! ¿Tú estás loco? Bah, no sé para qué pregunto, la respuesta evidente es que sí. Estás peor que Sybill, y tu “ojo interior” funciona igual de mal, vaya manera de ver el futuro. Además, si se diera el caso, ¿cómo piensas presentarte en el ministerio para reclamar su tutela? Te recuerdo que ahora que estás vivo vuelves a ser un proscrito. Te buscarán vivo o muerto.
-Y tú olvidas qué hechizo es, Snivellus- aunque su postura seguía siendo relajada, su voz se había vuelto dura- si quiero amparar a cualquier Black, sólo tengo que hacerlo. Este tipo de magia está por encima de cualquier tribunal. ¿Sabes cuántas familias en Europa pueden invocar un hechizo de sangre de semejante poder? Sólo dos. Los Black somos los únicos en Gran Bretaña. Hubo más, un par o tres, pero se extinguieron hace cien años. Si quiero reclamar a Draco, incluso sin su consentimiento ni el de sus padres, puedo hacerlo. El estaría obligado a obedecerme.
-¡Por los cuernos de Merlín! ¡Es una costumbre medieval! Yo no pienso decirle nada.
-Yo tampoco, pero es bueno que tú lo sepas- afirmó el animago.
Sirius estiró las piernas hacia la chimenea, sus pies todavía descalzos. Dejó el vaso en la mesita y empezó a juguetear con la varita que se había agenciado vía accio días atrás. Snape rumiaba en silencio estas insólitas revelaciones.
-Otra cosa...
-Dispara, Snape, hoy tengo el ciego parlanchín.
-¿A qué te referías con lo de responsabilidad?
-Pues eso, responsabilidad.
“¡Grrmñggff!”
-Black...- le amenazó Snape. Un pensamiento cruzó como un rayo por su mente- Espera, espera, has dicho que este hechizo está por encima de las leyes del ministerio, eso quiere decir que se rige por las leyes intrínsecas de la magia.
-Veo que escuchabas a Binns- observó Sirius con tono casual.
-¡Maldito insensato! ¿Sabes lo que has hecho? ¡Si la sádica de tu prima te pidiera ayuda, no podrías negarte! Al asumir la posición de primus inter pares has sellado un contrato mágico, vas a tener que velar por el bienestar de tus primas o esa misma magia te asará vivo.
-No exactamente. No me hago responsable de los mayores de edad, a menos que yo lo quiera o que ellos mismos me lo pidan. En el caso de tu ahijado, debería intervenir. Pero no voy a hacerlo.
-La magia te dará una patada en el culo.
-Qué va- el animago lanzó una carcajada como un ladrido que Snape había echado de menos, aunque no lo reconocería ni muerto- ya te lo he dicho, esta magia es antigua y compleja. Verá la intención de mi corazón. Eso es suficiente. Haz el favor de no insistir más, voy a pensar que realmente te preocupas por mí, eso no es bueno para tu imagen.
Snape apretó las mandíbulas con irritación.
-¿Qué harás, eh, qué haras si la lunática de Bellatrix te pide ayuda? ¿Has pensado en ello?
-Supongo que la encerraría una temporadita en Black Manor.
-¿Eso es todo? ¿Ya está?
-Una oportunidad de vivir es mejor que nada, Snivellus, ¿o acaso condenarías a tu ahijado sólo por joder a la zorra de Bella?
-¡Por las barbas de Merlín! Todos los Black estáis chiflados, ¿lo sabías? Lo que tenéis es un exceso de sangre podrida que os ha causado la locura a todos.
-Los borrachos y los niños no mienten- rió Sirius. Alzó su copa y brindó- por una larga y loca vida.
“¿Qué mierda ha hecho éste al otro lado del velo? Morir le ha sentado demasiado bien. Maldito Gryffindor imprevisible.” Snape se lamentó por dentro, sabiendo que estaba perdido. Sexy-Black había vuelto y él era incapaz de resistirse. Al fin y al cabo, la vida de espía no está sembrada de affaires. Cualquier flor es buena. Sobre todo, la flor más negra del Jardín de Inglaterra.

Los prefectos estaban a punto de terminar la ronda. El castillo estaba oscuro y silencioso, casi todos dormían. Draco Malfoy y Pansy Parkinson estaban a punto de entrar en la sala común de Slytherin cuando el rubio sintió un jalón en su túnica. Miró pero no había nadie. “Listillo.”
-Entra tú, Pansy, yo he quedado.
-Ooh Draco- la sly hizo un puchero- esta noche no quería dormir sola...
-Tú nunca duermes sola, Pansy.
-Malo- con una cachetada y una sonrisa la sly desapareció dejándolo solo. ¿Solo? No. Cuando Draco volteó a buscar al gry, ya lo tenía allí, bien visible sin la capa.
-¿Qué pasa, Potter?
-Tenemos que hablar.
-¿La cicatriz te ha reblandecido el cerebro, cara-rajada? Tú y yo no tenemos nada de que hablar.
-Claro que sí, capullo. Hasta te ofrezco territorio neutral. Las cocinas.
-¿Realmente quieres hablar?
-¿Qué pensabas, hurón, que venía a suplicarte una noche más?- se burló Harry.
-Soy irresistible, Potter.
-Púdrete, Malfoy.
El gry se dio media vuelta y caminó decidido hacia la salida de las mazmorras. Draco se quedó un momento pensativo y luego le siguió, sin apurar el paso, sólo yendo detrás del moreno. Cuando llegaron a la altura de un cuadro con un frutero, el moreno se detuvo dubitativo.
-Estoo Malfoy, quizá las cocinas no sean tan buena idea.
-¿Qué problema tienes ahora, cara-rajada?
-Pues que las cocinas están llenas de elfos domésticos, y a mí me gustaría tener una conversación privada, sin elfos ni cuadros ni nada por el estilo.
-¿Otra vez intentando engañar al viejo? Eres un león muy malo, Potty- le riñó como si tuviera dos años y el moreno se cabreó.
-No sé por qué me molesto- gruñó- olvídalo, Malfoy, vuelve a tus mazmorras.
-Ni lo sueñes, Potter, me has fastidiado así que ahora mismo me vas a decir a qué viene todo esto.
-Tú a mí no me das órdenes, Malfoy.
El sly cambió de táctica al ver el conocido gesto de terquedad del gry. Mudó el ceño por una sonrisa torcida, acercó su rostro al de Harry y le susurró con voz ronca
-No, pero puedo convencerte...- sus labios tan cerca...
-Inténtalo- apenas un suspiro, una chispa de desafío que se apagó en cuanto el rubio tomó sus labios, la punta de esa lengua perversa provocándole para entrar, jugando dentro de su boca, batallando contra su propia lengua, el placer de la guerra, el vértigo...
-Basta
Con esfuerzo el moreno se separó del sly, los dos jadeantes y con los ojos nublados por el deseo.
-Basta, rubio- Harry estaba empezando a recuperar el control- no podemos besarnos por los pasillos, ¿cuánto crees que tardaría en saberlo Voldemort?
-¡Mierda, Potter! ¿No puedes olvidarte de ese chiflado ni por un momento?
-Cuando lo olvido la gente muere- replicó con amargura. Ahora sí, se giró y caminó en dirección contraria, alejándose por el oscuro pasillo. Draco lo vio alejarse, reparó en los hombros caídos, derrotados.
-¡Eh, Potter!- le gritó. El moreno se detuvo pero no se volvió- vaya mierda de vida, ¿no?- el otro seguía de espaldas, no se había ido, aún. Draco intentó convencerlo, no sabía porqué le importaba- por esta vez, pero no te acostumbres, haré tu vida más fácil.
-¿Qué tú qué?
Bueno, al menos había conseguido que le mirara.
-Vamos a liberar tensiones a la manera tradicional.
-Malfoy...
-Para ser un león tienes una mente muy retorcida, Potty. Anda- le agarró de la manga de la túnica y lo llevó hacia el otro pasillo- vamos a relajarnos, seguro que luego hablamos mejor. Y antes de que te entre el telele, vamos al campo de quidditch. Unas cuantas piruetas nos sentarán de lujo.
Harry no pudo menos que sonreír. No se le ocurría nada mejor (salvo el sexo, y eso estaba descartado) para sacudirse las telarañas de la realidad.
Sigilosamente, con la sonrisa bailándoles en los labios, los dos enemigos llegaron hasta los vestuarios. Con un rápido gesto de su varita, Harry abrió el armario de las pelotas y cogió una snitch mientras el sly sacaba sus respectivas escobas del escobero. Bajo la luz de la luna, dos chicos volaban intentando escapar de su destino una noche más.

-Tenías razón, me siento mucho mejor.
-Ahora lo ideal sería un polvo y una ducha- divagó Malfoy mientras se acomodaba junto a Potter en la grada de Slytherin. Colgó los pies en el asiento de delante y se colocó la escoba entre las piernas. Más que nada por tener las manos ocupadas. “Un Malfoy nunca está nervioso. Un Malfoy nunca está nervioso. ¡A la mierda! Yo soy un Malfoy y estoy nervioso. Ay. Un Malfoy nunca demuestra que está nervioso. Mejor así.”- Mmm polvo y ducha... Entonces sí que me quedaría como nuevo.
-Malfoy, no empieces, sexo no.
-¿De eso querías hablar? ¿De “sexo no”?
-Pues... más o menos.
-Vaya.
-Estooo paraaa para dejar las cosas uh claras.
-Ah.
-P-para que no hubiera estoo malentendidos... ¡Joder, Malfoy, así no ayudas!
-¿Qué quieres que te diga, Potter? Nos emborrachamos y tuvimos sexo. Punto.
-Ya- ahora era el turno del moreno de refugiarse en los monosílabos.
-No vamos a ser colegas a estas alturas, Potter.
-Claro.
-¿Quién te entiende, cara-rajada? Porque yo no. ¿No fuiste tú el que dijo el otro día- remedó con voz burlona- “cuando estemos aquí ya veremos, para todo lo demás no ha cambiado nada”?
-Y no ha cambiado- masculló Harry- sigues siendo un capullo.
-Y tú un llorón.
-Tú un cobarde
-¡Pues tú eres un jodido Gryffindor desconfiado!
Harry se quedó momentáneamente desconcertado, ¿eso era un insulto?
-¿Qué?
-Mira, Potty, eres tú el que me ha buscado esta noche, no yo, así que dime lo que sea y acabemos de una vez.
-Yo... estooo
El gry estaba nervioso por el nuevo rumbo de la conversación. Insultarse con Malfoy estaba chupado, llevaba años haciéndolo. Sin embargo, tener una conversación así tal cual, en frío, sin estímulos psicotrópicos uf... Harry no sabía por dónde empezar. “Demonios, ahora ni siquiera sé qué quería decirle.”
-Bueno... verás...
-¡Joder, Potter! Se me está helando el culo aquí fuera, date prisa.
“Como no hable de una vez, le voy a partir la escoba en la cabeza.” Sus nudillos ya estaban blancos apretando la Nimbus. Harry no podía apartar la vista del arrogante rubio, repantigado en el graderío como si fuera el rey del mundo, la túnica abierta, el faldón de la camisa por fuera mmm Malfoy desaliñado era la imagen misma de la sensualidad, sucio y sudoroso... con la escoba entre las piernas y las dos manos aferrando el mango mmm síiii así tan bien se veían esas manos... tan bien...
-¡Potter! ¿Además de tonto eres sordo o qué?
-...
-¡Potter! Merlín, dame pacienc...- Harry había enganchado al rubio por la nuca y le estaba besando como si Voldemort estuviera a la vuelta de la esquina, una pasión urgente... feroz... devorando esa boca que había tomado por sorpresa, asaltando sus defensas, lengua con lengua... el calor... tanto calor...
-Sexo ah ah no- jadeó Harry apoyando la frente en la de Malfoy, separando los labios apenas para que no se tocaran, las respiraciones aún entremezcladas...
-Te mato ah Potter ah ¿me besas para decirme que ya no más sexo?
-Creo que sí.
-No lo he entendido bien, explícamelo otra vez- el sly buscó sus labios para un beso ansioso, dejó resbalar las manos por el pecho del moreno, notando los estremecimientos que lo sacudían, cada escalofrío que bajaba directo de su boca a su entrepierna.
-Oh síi... ¡oh no! Espera, para.
-¿Qué te pasa ahora, Potty?
-No puedo.
-¿Sabes? Hay un nombre muy feo para la gente como tú.
-¿Ah, sí? ¿Cuál?
“¡Merlín! No puede ser tan inocente. Es imposible.”
-Calienta-pollas, Potter, se les llama calienta-pollas.
-Suena fatal.
-Es fatal- le remarcó el rubio.
-Si por mí fuera te follaba aquí mismo, Malfoy, lo sabes, pero no puedo.
“Vaya momento para que le vuelva la locuacidad. Potter hablando de follar es más de lo que puedo resistir.”
-Por el Señor Tenebroso- se lamentó el sly.
-Sip. ¡Puto Voldemort!
Harry se perdió en sus pensamientos. Malfoy, pese a su máscara impenetrable, estaba desconcertado. No entendía al moreno. “¿Realmente le importo? ¿De verdad intentaría tener algo conmigo si no fuera porque mi jefe quiere matarlo? Pues que putada, yo no quiero esperar. Mi amiguito no quiere esperar. ¡Demonios! Tengo que dejar de empalmarme en cuanto veo a Potter. Aaaay, no es mi culpa. Es él. Si habla de sexo, ¿cómo no me la va a poner dura? Tengo dieciseis años, me empalmo mirando al techo. ¡Joder! Esto es raro.”
-¿Cómo va tu plan para matar a Dumbledore?
“Muuuuy raro.”
-¿Malfoy? ¿Te molesta que te lo pregunte?
“Definitivo, al Chico Maravilla se le fue la pinza.”
-Menudo cambio de tema, Potter, con lo bien que me habías empalmado...- gimió el sly.
-Capullo- pero estaba sonriendo. “¿Qué tiene este maldito mortífago que me gusta tanto?”
-Dijimos que seríamos honestos, ¿no?- le picó el rubio- ahora dime que tu serpiente no se ha despertado.
Harry se ruborizó. Aún no se acostumbraba a que fuera Malfoy, precisamente Malfoy, el que supiera su secreto. Bueno, ahora también lo sabían Sirius y Snape. “¡Merlín, qué vergüenza! Ni siquiera Ron lo sabe.” Malfoy lo miraba sorprendido, el color sonrosado en el rostro del moreno había subido a un rojo furioso. “¿Qué estará pensando Potty para ponerse así? Mmm lo que sea, espero que no se corte...”
-¿Honestidad?- preguntó Harry intentando concentrarse en otra cosa que no fuera su serpiente, sus serpientes, la que tenía enfrente y la que tenía entre las piernas.
-Sí, Potter, honestidad. ¡Qué cansino eres! ¿Cada vez tenemos que volver a lo mismo?- rezongó- Tú ya sabes que yo no soy de fiar y que te traicionaré si me conviene y yo ya sé que tú no eres de fiar porque estás como una puta cabra. Los dos estamos cómodos porque no nos hacemos falsas ilusiones.
-¿Estamos cómodos?
-Estamos hablando y no vamos drogados, ¿necesitas más pruebas? Joder, qué espeso estás esta noche, Potter.
-Lo estoy, tienes razón.
-Siempre tengo razón, no lo olvides.
-La inconfundible modestia Malfoy- se burló Harry.
-Menos coña, león. Anda, escupe ya de una vez lo que sea que quieras decirme.
-En realidad era eso. El otro día en el despacho de Snape fui muy brusco y no te dejé decir nada. Sólo quería aclararte que si no hay más sexo es porque no puedo, no porque no quiera. Ni contigo ni con nadie. Preferiría contigo, la verdad, pero mi uh experimento demostró que da igual con quien lo haga, a él le duele. Y si le duele, tortura a Snape. Eso no me ayuda, como comprenderás, a dejarme llevar por uh estoo la carne. Así que, lo mire como lo mire, en cuestión de sexo Voldemort 1- Potter 0.
-¡Uuggh! Más realidad no, Potter, ¿es que no puedes olvidarla ni un segundo?
-¡NO! ¡No puedo!- estalló el moreno- Desde que recuperamos la memoria no hago más que pensar en el sexo y no puedo, no puedo, no puedo. ¡No puedo follar! ¿No te parece suficiente para estar desquiciado? No es sólo que el puto cabrón intente matarme cada dos por tres, ahora encima controla también mi vida sexual. ¡Pues claro que estoy de los nervios! Y encima con todas esas imágenes en la cabeza de lo que hicimos, en la torre de Astronomía, en la Voldy-polvera... no puedo dormir, cada noche sueño algo peor.
-¿Sueños?- Draco estaba flipado con el arrebato del gry, pero por el rubor del moreno, lo mejor estaba por venir.
-Sí, sueños. Cada vez es peor. Anoche... anoche soñé...
El morbo estaba haciendo que Draco empezara a sentir algo muy caliente corriendo por sus venas, se humedeció los labios, repentinamente secos, con la punta de la lengua. Harry perdió el hilo de la conversación con la visión tan lujuriosa... mmm él quería ser esa lengua, quería...
-¿Qué soñaste?- la voz del rubio un susurro provocativo.
-Soñé.. en la Voldy-polvera... que yo era la serpiente, en mi sueño yo era la serpiente y todo mi cuerpo te rodeaba, y tenía una lengua bífida para lamerte y...
-¡Para, Potter!
-Aaah- gimió el moreno insatisfecho, todos los detalles del sueño en primer plano en su cabeza.
-¿Tus amigos no te pueden ayudar?- gruñó Malfoy intentando sacudirse el hechizo sensual en el que el gry le había metido- no me digas que te da vergüenza decírselo. ¿O es miedo? ¿El León de Gryffindor tiene miedo?
-Claro que no, pero no han sido de ninguna ayuda. Hermione me mandó a la mierda y Ron me dijo que me matara a pajas como todo el mundo.
-Ja ja ja bravo por la comadreja, es un buen consejo.
Hubo un momento de silencio que rompió Malfoy con una afirmación inesperada.
-Yo también quería hablar contigo, león.
-¿...?
-Es por lo de la magia.
-Ah.
-Me gustaría probar una cosa- Harry pensó que nunca había visto al sly tan cauteloso, ¿preocupado por si él se negaba?, ¿qué le iba a pedir?- Yo estoy limpio, ¿y tú?- asentimiento del moreno- vale, lo que me gustaría probar es cómo se comportan nuestras magias de manera normal.
-¿Normal?
-Bueno, sí, no estamos discutiendo ni peleando y no vamos drogados- escupió Malfoy.
-Vale- aceptó el gry- ¿Cómo lo hacemos?
-Ni idea, el rey de la improvisación eres tú. ¿Tú cómo lo harías?
“¿Malfoy me está pidiendo mi opinión? ¿Va a hacer caso de lo que yo diga? Ahora entiendo a Sirius, yo también creo que he caído en un mundo paralelo.”
-No sé, hagamos como la otra vez. Cierra los ojos, concéntrate en respirar y deja la magia flotando, no pienses en nada- “Merlín, parezco Snape en las clases de Oclumencia.”
Se acomodaron mejor en las gradas, los dos mirando al frente, a los aros de gol, el estadio vacío, el silencio, la quietud... cerraron los ojos, sin darse cuenta acompasaron sus respiraciones, la extraña tranquilidad de estar junto a tu peor enemigo. Al cabo de un rato Harry abrió los ojos. Malfoy le estaba mirando intensamente. Nunca había visto una expresión tan auténtica en su rostro frío. Era... ¿qué era? Era algo como... como... ¿anhelo?, ¿deseo?, ¿maravilla? ¿El rubio estaba maravillado? ¿Por qué?
-¿Qué pasa, Malfoy?
-Tú primero, Potter, ¿qué has sentido?
-Te vas a reír- el sly le miró con cara de “pruébame”- bueno, pues me ha parecido que mi magia estaba uh estoo bailando.
-¿Y la mía?
-¿Qué quieres decir?
-¿Has notado mi magia además de la tuya?
-Sí- contestó Harry- la tuya me daba como golpecitos, hacía toc toc, no sé cómo decirlo. ¿Qué has sentido tú, rubio?
-Exactamente lo mismo que tú.
Harry juraría que Malfoy se había ruborizado, pero las malditas nubes taparon la luna en ese instante.
-¿Eh? ¿Eso que quiere decir?
-Si no lo entiendes es que no mereces saberlo.
-¡Malfoy!- Harry estaba ya completamente intrigado.
-Mira, Potter, eres un mago, ya es hora de que empieces a interesarte por tu mundo.
-¿Ein?
-Ser un mago no es sólo lanzar hechizos con una varita, león, hay más cosas. Existe una sociedad, unas tradiciones, una manera de pensar... no, no me mires así, cabrón desconfiado, no me refiero a la pureza de sangre si no a... ¿cómo te lo explico? Mírate- le dijo, Harry estaba arrebujado en su túnica- tienes frío, ¿por qué no haces algo?
-¿El qué?
-Gryffindor idiota- con un movimiento de su varita, Malfoy hizo caer un edredón sobre su cabeza. Harry se tapó agradecido.
-Entiendo tu punto, rubio, ¿pero eso no te hace muy dependiente de la magia?
-Potter, la magia está en todas partes pero es un privilegio poder usarla.
-Es raro que tú precisamente digas eso, tú actúas como si la magia fuera un derecho, no un privilegio.
-Soy un Malfoy, para mí es un derecho.
-Snob.
-Claro que sí- se rió el rubio- Bueno, visto que no vamos a tener sexo, me vuelvo a mis mazmorras. Tengo una cama calentita esperando y no, Potty, no es una invitación.
-Bien, es mejor no poner a prueba mi fuerza de voluntad. Andando, rubio.
Con movimientos perezosos se levantaron y emprendieron el camino de vuelta al castillo, después de dejar las escobas y la snitch en los vestuarios, como si no hubiese pasado nada. Harry arrastraba el edredón como una capa medieval. Caminaban despacio, sin cruzar palabra, cada uno absorto en sus pensamientos.
-Gracias- le dijo Harry tendiéndole el edredón cuando llegaron al vestíbulo. El rubio lo hizo desparecer.- ¿No me vas a decir...?
-No- le cortó Malfoy.
-Capullo.
-Hasta la próxima, león... y hasta mañana, Potter.
Harry no pudo menos que sonreír. Con un gesto de la mano se despidió y se fue hacia la Torre Gryffindor, tan despistado que ni se le ocurrió taparse con la capa invisible. Menos mal que, por una vez, la suerte no puso a Filch en su camino.

-¿Qué tal hoy, pulgoso?
-Mal.
Sirius bebía de su inseparable copa. Snape, por esta vez, le acompañaba. El espía pensaba que convivir con Black había resultado extrañamente agradable. Y eso que todas las noches se le iban en puro beber. Y los días también. Era un goteo constante de alcohol. Snape no comprendía cómo Black no había caído ya desmayado o enfermo, al contrario, parecía que no le hacía ningún efecto. Llevaba a cabo sus prácticas de animagia con la varita en una mano y la copa en la otra. Sorprendentemente, lo estaba consiguiendo. “¡Odio que Potter tenga razón!”
-¿Mal por qué?
-Las putas plumas del ala derecha se me resisten.
-Casi no te queda tiempo.
-Lo sé.
Aún así, Snape notó que el otro no parecía ni un poquito preocupado. “¿Será el alcohol? Es una calma antinatural.”
-¿Has pensado qué harás luego? Porque supongo que todo este esfuerzo no es para seguir encerrado como un cobarde en tu casa.
-No, es para seguirte como un cobarde sin hacer nada más.
-¿Qué?
-No me fío de ti, Sev, y no pienso perderte de vista.
-¿Vas a convertirte en mi pajarraco particular?
-Exacto.
-Definitivamente, tu cerebro se está haciendo del tamaño del de un gorrión. Esta guerra puede durar años, Black, ¿vas a decirme que vas a pasarte todo ese tiempo con plumas?
-Bueno, quizá le haga alguna visitilla a Harry de vez en cuando, pero sí, esa es la idea.
-Haz lo que te de la gana, Black, si quieres volver a desperdiciar tu vida es cosa tuya. Me alegraré viendo cómo te vas embruteciendo siendo un bicho tanto tiempo.
-Ya sabía yo que no me llorarías- Sirius suspiró teatralmente.
-¿Cuándo piensas dar el cambiazo? ¿Lo has pensado? ¿O tu cerebro de pajarito no da para tanto?
-El domingo volveré a Grimmauld Place y un par de días después me largaré. Me dejaré ver por algún sitio y luego vendré aquí, a Hogwarts.
-¿Te dejarás ver? ¿Por algún sitio? Te recuerdo que estás muerto, quien te vea creerá que eres un inferi y si se dan cuenta de que estás vivo, te llevarán a Azkaban.
-Bien, entonces me iré a La Riviera, dudo que allí llegue ninguna guerra.
-¿La Riviera?- ahora sí que pensaba Snape que Sirius había perdido el juicio.
-¿Sabes? Durante una temporada, cuando estaba de moda hacer un viaje al continente para pulirse, fue costumbre que los primogénitos Black se estrenaran matando un croupier en Montecarlo.
-Claro- ironizó Snape- y de ahí pasaron a decapitar elfos domésticos para utilizarlos como decoración.
-El estilo Black se manifiesta de muchas maneras- contemporizó el animago- pero te aseguro que eso es lo más demodé que hay en la familia. Aunque mi tío Alphard insistía en que tenían un punto kistch encantador.
“Todos zumbados” pensó Snape.

A la mañana siguiente, en el desayuno, un Harry muy impaciente abordó a su amiga, ignorando los quejidos y bostezos de Ron.
-Necesito tu ayuda, Herm.
-¿Qué ha pasado?
-Anoche se fue de marcha- le informó el pelirrojo abalanzándose sobre las tostadas.
-No me fui de marcha, sólo me fui a volar un rato...
-¿Qué más?- exigió la castaña.
-... con Malfoy.
-¿Qué?
-¿Cómo?
-El caso es que decidimos probar...
-¡NO quiero saberlo!- gritó Ron.
-Malpensado- Harry le dio una colleja al pelirrojo- El caso es que probamos a ver qué pasaba con nuestras magias. La mía bailaba y la suya me daba como toques, y luego Malfoy me dijo que si no sabía lo que quería decir eso es que no me merecía saberlo.
-¿En serio pasó eso?- Hermione tenía los ojos completamente abiertos de la sorpresa.
-Pues sí. ¿Qué pasa?
-Ay, Harry- la chica se rió- no deja de tener su gracia.
-¡Ya basta tú también! ¡Que alguien me lo explique de una puta vez!
-Verás, Harry, cuando dos magias de la misma clase se encuentran, siempre intentan juntarse, por eso la magia de Malfoy te llamaba.
-No lo pillo- dijo Ron.
-Yo tampoco.
-A ver, par de tarugos, imagináos que las magias de Harry y Malfoy son, no sé, azules. Pero Harry tiene más azul que Malfoy, así que es Malfoy, que quiere ser azul, es lo que le pide su magia, el que tiene que hacer todo lo posible por juntarse contigo, para hacer un azul más grande. Ya sabéis, la Teoría de Agrupación de la magia.
-¿Yo soy más poderoso que Malfoy?
- ¿Los dos son azules?
-Sí, son iguales, y sí, eres más poderoso- explicó Hermione- Su magia no puede juntarse así sin más con la tuya porque podrías electrocutarlo... luego te lo explico, Ron... así que intenta convencerte, seducirte.
-¿Quieres decir que Malfoy... ESTA INTENTANDO LIGARME??
-Bueno, su magia sí.
A Harry, la sonrisa irónica del rubio desde la mesa de Slytherin le hizo comprender que sabía de que iba la conversación de los leones.

Y por una vez, ¡en exclusiva! tendremos un post 9c (y espero que nunca más, ¡maldito Lj!

maldito lj, potter, fic

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