Naruto sonreía. Abrazó a Sasuke con toda su diminuta fuerza. Por alguna razón desconocida para el mayor, ese abrazo fue especial. Le hizo sentir pequeño, muy pequeño, quizás por la tonta felicidad que le provocaba algo tan sencillo como ver a su dobe sonreír. La infantil satisfacción de haber logrado su objetivo. Eso lo hacía sentir muy “niño”.
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