Hola de nuevo, lectores de Mérope y Tom. Os dejo con dos capítulos algo tétricos, si se puede decir así. Son del mismo tema y su título puede inducir a error. No digo más.
11. Luz
Mérope nunca ha sabido cómo ocurriría su fin. Como todo ser humano que se precie de tener instinto, sabía que moriría. Sabía que debía evitar una u otra cosa para no morirse. Sabía, por ejemplo, que cuando Sorvolo tiraba de su guardapelo y la ahogaba, moriría; a menos que lo soltase. Son cosas instintivas, anuncian la muerte.
Sabe, ahora lo tiene claro, que va a morir. Lo único que no sabe es cómo ocurrirá. Tampoco sabía nada cuando le llegó la regla. No tenía ni idea de lo que era eso. Sorvolo se las arregló, más mal que bien, para quitárle el problema de la cabeza lo antes posible, pero siemrpe piensa que si hubiese estado su madre la habría ayudado. Siempre piensa que de haber estado su madre, su vida habría sido más buena.
Pobre, pobre hijo suyo. Ella no tenía fuerzas más que para hacer lo que decía la mujer que la atendía. Empuja un poco más, respira calmadamente, tener hijos es natural. Quizás su hijo la necesita, quizás necesite también una madre que ella no tuvo. Se lo ha planteado. Muchas veces ha pensado que conseguiría vivir por él. Pero ya sabe de sobra que no puede. Sabe que la muerte viene.
-Ya está, mujer, tranquilícese, que salió.
Mérope solo atina a oir al niño. Sabe que está bien, aunque llore. El llanto es al salvación de todo ser humano.
Respira tranquila, su labor en la tierra acabó. Hace ya meses que no saca su varita, debe de haberse podrido en el sitio en el que la dejó. Si la tuviese ahora, ¿podría salvarse? Se siente con fuerzas, parece que puede...
Pero la señora le pone al niño en brazos y sujetarle se vuelve su prioridad más grande.
-No llores, niño - dice la señora.
-Déjele. Está bien, existes, amor. Tom, mi Tom... Llámele Tom. Tom Riddle como su padre. Y padre... Tom Sorvolo Riddle. Sorvolo como su abuelo. Llámele así, mujer.
-Está bien, está bien, no se preocupe que así se hará.
La señora Cole sabe que la madre está moribunda y que va a morir o ya o en dos segundos. Pero le sorprrende la fuerza con la que le agarra el brazo.
-Llámele Tom Sorvolo Riddle. Es vital, ¿entiende? Júremelo.
-Lo... lo juro-está asustada. Pero no es nada. No tiene que estar asustada.
Mérope no le va a hacer nada, sólo le aferra el brazo con toda la fuerza acumulada y la libera contra ella. Si no se llama Tom, su amor estará perdido. Llámele Tom.
Ya solo atina a ver al niño, la mujer ha sido eclipsada por una luz desconocida. La luz avanza, haciendo un círculo alrededor de su amor. El niño es su amor, su amor personificado. Él vivirá. El amor vivirá por siempre en la tierra que ella despide.
La luz es cálida, es envolvente, es negra, porque no es nada.
La señora Cole siente que el brazo que la aferraba está sin vida.
17. Concierto
Tom ha salido por la puerta. Huye de ese demonio. Ya sabe que es la hija del pobre viejo, la hermana del joven loco. Está mancillada por su familia. Ya sabe quién es, cómo es. Qué más da su nombre, qué más da su amor, es una bruja, le ha hechizado. Es fea, greñosa, bizca, y está gorda. "Estoy embarazada". No, no y no, es fea y está gorda, y está bizca, y está harapienta y lo único que ha hecho ha sido borrar de su mente todo sentimiento y meterse entera. Tom no puede más que estar asqueado por la conducta de la joven. Y por su propia conducta. Le compró fresas, le compró ropa, la alimentó, la acogió y la tuvo. La tuvo en esa pobra cama sin dosel, tan propia de pobres, que él veía estupenda y sin embargo no lo era. La tuvo y le dejó parte de él en su vientre. No lo podía creer. No lo podía soportar. Volvía corriendo a Little Hangleton. En realidad, solo era un niño de papá. Necesitaba a sus padres para sobrevivir. Mérope le había encandilado y había finjido que él llevaba las riendas cuando ella lo controlaba todo. Todo, todo, todo, todo. Nada se le había escapado. Pero él había sido fuerte, oh, sí, lo había sido. Había logrado librarse de la maldición.
Cuando llega todo es caos y confusión. Se explic, se hace la victima y el héroe. Pero Cecilia, que se ha muerto de pena, o se ha casado con otro, ya no está. Pero en el pueblo, los unos y los otros, le miran como si tuviese la peste. Pero hasta sus padres intercambian miradas extrañadas sin hacerle partícipe. Esa bruja le ha lamido la vida, y hasta a los que no ha visto los ha manipulado contra él. Egoísmo en estado puro. Para ella o nadie más.
Meses, años después, las miradas de los pueblerinos ya no le temen y sólo una de ellas, una joven supersticiosa que se había relacionado con el hermano de ELLA, le mira con mirada que quema. Pero, ¿qué importa una mujer contra todos esos años? Ya sólo le queda disfrutar. Y ha disfrutado. Sus padres le traen conciertos de cámara a casa. Invitan al pueblo entero y hacen un baila. La mujer de la mirada ardiente nunca va. El viejo - antes joven - loco de SU hermano, tampoco.
Una tarde, después de despedir a los dos violines, la viola y el contrabajo que han tocado para ellos solos - sus padres y él mismo - el Cannon de Pachelbel, entra un joven en la casa. Su madre se levanta espantada y su padre se queda blanco como la cera.
-¿Quién eres?-pregunta Tom, algo asustado. Esa cara... Es su vivo reflejo, y no puede más que pensar en ELLA.
-Me presento, soy Tom Sorvolo Riddle, para servirle, padre.
Tom se asusta. No puede ser. No es posible. ELLA dijo la verdad y ahora ese niño es su hijo. No, no es cierto. Oye voces en su cabeza. Mérope grita una y otra vez, hasta la saciedad. Grita que no la deje, que lo ama, que está embarazada. Y el Canon de Pachelbel resuena en sus tímpanos acelerado, formando el Concierto de voces más horripilante que han oído sus ojos. Y sólo atina a ver la luz verde, la luz verde y esa cara de satisfacción plena. Y muere, muere en su salón, con ropas de gala y cara de espanto, ante los ojos de sus padres que le seguirán hasta la nada.