#14 Hasta que la muerte nos separe (cont.)

Feb 27, 2014 09:00

Continuando...




Jensen estaba molesto. No lo esperaba. El no debería estar allí con ellos. No era de su círculo. Jeffrey no tenía derecho.

Se paró y encaminó hasta su tío y sin disimulo lo tomo del codo para llevarlo a un lugar apartado y reclamarle por haberlo traído. No tenía por qué haber invitado a Jared para asistir a la pequeña reunión. Si apenas cruzaba palabra con él y solo temas de índole laboral, que para eso era que Jeffrey se lo había presentado. Bastante cargoso se ponía cada vez que iba a su laboratorio con cualquier mala excusa.

No entendía que tenía que hacer Jared allí, justo el único día que se tomaba sin trabajar solo para disfrutar de la compañía de Jeffrey y Pam celebrando su cumpleaños.

Jeffrey no paraba de decirle que dejara de comportarse como niño, que disfrutara la compañía del día ya que no volvería a ocurrir hasta dentro de otros trescientos sesenta y cinco días. Además Jared estaba ahí en calidad de amigo y no necesitaba que hiciera un drama por tan poca cosa.

Amigo mis pelotas, pensó Jensen.

No necesitaba a alguien nuevo en su vida, no en el sentido en que la mirada de Jared transmitía. Si, sabía que era lo que buscaba Jared, él no era tonto; pero eso no quiere decir que fuera a aceptar que forme parte de su vida en ese sentido ni en ningún otro, hasta el grado de conocer a alguien tan profundamente como para resultar mal herido en cuerpo y alma. No quería pasar por eso de nuevo.

No había tenido problemas en hacerse amigo de Pamela, la chica era un encanto de persona y congeniaba con el humor que su tío tenia. Por fuera era toda dulzura, pero no se iba con vueltas si algo debía decirse, no tendría reparos en expresarlo. Le encantaba verlos juntos, como se complementaban y el brillo de sus ojos cuando alguno miraba al otro y él podía pescarlos en ese momento. Era un brillo distinto, magnifico. Además tenía una risa contagiosa, obviando el hecho de que era mujer.

Sentía cierto cariño por todas las mujeres, las respetaba mas no lograba profundizar nada con ninguna de ellas. No había feeling ni conexión que significara la existencia de algún tipo de deseo por ellas.

No sucedía así cuando se trataba de hombres. No era algo que gritara a pleno pulmón, pero era un asunto que Jeff había sabido descubrir casi al mismo tiempo que el mismo. No hubo reproches ni escándalo, todo lo contrario; Jeffrey le ayudo mucho a aceptarse y no sentirse una inmundicia.

Jensen nunca le dijo a Jeff lo que sucedió aquella noche, era algo que se guardaba para sí mismo. Era una cosa que nunca iba a aceptar, pese a que había ciertas actitudes que a veces no podía manejar.

Se tragó su bronca y acepto a regañadientes la presencia del detective en su casa, los invitó a pasar y ofreció educadamente a Jared algo para tomar y comer. Jeffrey y Pam ya conocían la casa así que con ellos no debía preocuparse por que se perdieran o no encontraran algo.

Estaba incómodo con que el detective estuviera en la intimidad de su hogar, tenía muchas ganas de esquivarlo o ignorarlo; pero como buen anfitrión no podía hacerlo.

Luego de algunas horas cuando ya habían comido la torta y brindado, Pamela le pidió cierto libro que alguna vez le prometió prestarle y cuando volvió a la sala se encontró con que tanto ella como Jeffrey habían desaparecido, y a un Jared medio ebrio saliendo del baño. Maldijo en su mente a Jeff y su descendencia y a la idea de traer a Jared en su coche para cuidar el medio ambiente. Ahora lo tenía de clavo en su casa.

Fue un largo minuto de silencio. Jensen estaba bien con eso, esperando que se diera cuenta que debía irse incluso hizo como que no estaba y se dirigió a una estantería donde estaba su colección de música para elegir uno y ponerlo. Dejo el bendito libro sobre el recibidor para elegir que música poner.

No recordó que detrás estaban las pilas de comics que tantas veces quiso tirar pero que nunca tuvo el valor de hacerlo; cuando Jared las descubrió fue como si su casa se viera de repente invadida por una enorme cantidad de infantes. De la nada y sin permiso alguno, y tan rápidamente que su vista no pudo alcanzar a ver dejaron de estar en el mueble para encontrarse sobre el piso apiladas según héroe y orden de aparición. Algo se cruzó de repente por su pensamiento, una actitud que de niño alguna vez tuvo, algo que Jared de haberlo estado mirando lo habría visto, pero que desapareció inmediatamente.

Jensen sacudió la cabeza quitándose esa sensación que consideraba mala para él, dejándolo allí hablando solo. Necesitaba algo fuerte para pasar el rato.

Llamaba a Jeff al celular pero este no lo atendía, intentó con el de Pam pero estaba apagado. Arrojó con bronca el aparato al sillón.

- ¿Te molesto? - Se escuchó a su espalda, palabras que lo hicieron girar sorpresivamente porque no se lo esperaba - Puedo pedirme un taxi si te incordio.

Jensen miro el espacio ahora vacío donde momentos antes ocupaba Jared y los comics, pero estos ya estaban de nuevo en su lugar.

- ¿Quieres que te ayude a limpiar primero? No es la cosa favorita del mundo, pero puedo hacer una excepción solo para ti - dijo con una pequeña sonrisa.

Jared no dejaba de moverse descoordinadamente, tambaleándose por todo lo que había tomado y eso ponía nervioso a Jensen, que lo tomo de los hombros y lo condujo hasta el sillón haciendo que se sentara.

- Gracias hombre. La verdad es que estoy nervioso, Jeffrey me trajo engañado aquí y no dejaba de decirme que me callara y llenara mi gran estómago, que disfrutara. Él y Pamela son tan agradables conmigo pero se cuando molesto y que este aquí, en tu cumpleaños, en tu casa, debes sentirte invadido, Y si le agregas que este tocando tus cosas sin permiso, me disculpo. Lo siento, hablo mucho cuando estoy nervioso. Quisiera pedirte disculpas por eso también. Creo que si camino para buscar un taxi, me despejare un poco mientras tanto.

Jared hizo ademán de ir a buscar su abrigo, pero Jensen sujeto su mano para evitar que lo tomara.

- Puedo notar que no te callas nunca. Creo que no moriré si permito que te quedes hasta mañana. Me agradas… - fue lo último que le dijo.

“Y tus ojos ya no me miran raro”, pensó para sí mismo Jensen.

Desde ese día desaparecieron los monólogos de Jared. Jensen ya dejó de sentirse incómodo con Jared y las charlas contemplaban temas más diversos a “si ya estaban los resultados de laboratorio”




Sentía el rostro muy caliente y la boca seca como si estuviera durmiendo en mitad del desierto, sin la desventaja de sentir como la arena erosiona su piel. Lleva su mano a sus ojos para tapar esa intensa luz que se filtraba quien sabe desde que lugar pero que le molestaba y no le dejaba seguir durmiendo. Se preocupa un poco al descubrir que su cara está expuesta a un calor demasiado profundo de inmediato se imagina con un rostro completamente rojo, casi como un tomate. No recuerda dónde es que se acostó la noche anterior, estaba agotadísimo y ni siquiera atinó a sacarse el abrigo ni los zapatos, que constató seguían puestos al sentirlos envuelto en transpiración y no poder doblar los dedos de sus pies. Era agobiante el solo sentirlos encerrados.

Gruñó como si fuera un oso, se sentía todo pegajoso y acalorado; aún no tenía fuerzas para pensar siquiera en intentar moverse, saber dónde estaba, que día era o que tan tarde era. Sin abrir los ojos intento hablar, pudiendo hacerlo luego de dos intentos y carraspear previamente. Pregunto al aire que hora era y obtuvo su respuesta del celular de última generación que se encontraba cerca de él.

La información no tarda en hacerlo saltar de la cama, se maldijo por ser tan dormilón. No le importaba en absoluto que apenas dos horas y media atrás se había acostado, si no se hubiera atrasado el vuelo esas interminables cuatro horas y media él hubiera podido aprovechar muy bien las horas de sueño. Pero los asientos de espera de los aeropuertos no eran de su comodidad para dormitar sobre ellos. No le gustaba amanecer al mediodía, ni siquiera los fines de semana. Aunque su cuerpo le pesara una tonelada se levantó de la cama como si fuera un gran atleta y en su camino hasta el baño se fue quitando toda la ropa que llevaba puesta, por último se quitó los zapatos en la puerta antes de ingresar a una pequeña habitación que era de la mitad del tamaño que el cuarto. Allí podía verse un armario empotrado hecho a medida, de color caoba con toallas y toallones de varios tamaños y colores, también algunas batas y pantuflas para usar luego de la ducha.

Un botiquín donde guardaba lo mínimo e indispensable y alrededor de la bañera podía verse los productos para el cabello. Se dio una rápida pero relajante ducha que le termino de despejar la somnolencia que por el poco descanso aún tenía.

Luego de la ducha, se vistió con algunas prendas deportivas que aún guardaba de la universidad y se decidió a bajar para ir a desayunar. Era hora de ir por un café extremadamente cargado para empezar el día, y desarmar las valijas luego de ventilar un poco la casa. Fue bajando tranquilamente las escaleras tarareando una melodía que durante su viaje no dejaba de sonar desde su celular, podría decirse que estaba distraído, pero nada en la actitud de Jensen era descuidada; él tenía un alto poder de observación y memoria. Y esas manchitas en el piso del pasillo que salían de la cocina e iban directo al baño de la planta baja no formaban parte de las baldosas de su piso, se acercó hasta la puerta de la entrada donde se encontraba el paragüero, tomo el más grande y se encaminó hasta donde se encontraba el rastro, fue lento y silencioso; tomando fuertemente el paraguas posicionándolo para golpear al intruso. Al llegar hasta allí, oyó un gemido de dolor que provenía del otro lado. Pero no era el gemido que podría emitir una persona, sino el de un animal, inmediatamente escucho un ladrido y sonrió para sus adentros. Bajo el paraguas y abrió la puerta sabiendo con seguridad que quien se encontraba detrás de esa puerta no representaba peligro alguno. En su rostro se podía ver la curiosidad de la presencia del sujeto, que el recordara no habían quedado en verse.

- Hola - fue lo único que dijo mientras abría completamente la puerta.

- ¡Por el amor de Dios! - Exclamo Jared completamente asustado al tiempo que retrocedía bruscamente contra el vanitory, golpeándose fuertemente por la sorpresa.

El brinco que dio fue tan exagerado que asustó hasta al perro que los acompañaba, que en respuesta le ladro a Jensen como si estuviera retándolo por asustar a su dueño. Jared pasó por alto la mueca interrogante de Jensen al ver a Sadie dentro de la casa y se abalanzo encima de su pareja para darle la bienvenida por regresar sano y salvo.

- ¡Deja de ser tan sigiloso! Bienvenido de vuelta, le decía mientras lo encerraba en un abrazo.

No le importaba que Jensen apenas le respondiera el abrazo y luego de un par de palmadas en la espalda, rompiera el gesto, le había costado un buen par de años poder ir rompiendo ese muro, frialdad y rechazo a cualquier tipo de demostración afectiva. Pero no por eso él había dejado de perseverar lentamente, día a día en su empresa que era ganarse un lugar especial en la vida de Jensen.

Se separó un poco para darle un suave beso sobre los labios que tanto había extrañado, era como volver a beber agua luego de una larga estadía en el desierto.



Jared aprovecho que su pareja se mostraba interesado en saber quién había resultado lastimado para sacar a luz ese lado de Jensen de satisfacer su curiosidad y le mostró el tajo que el mismo Jared se había hecho. Le contó que se le había resbalado la mano cuando quiso despegar dos bolsas de tocino que había olvidado bajar del frízer y que quería utilizar para prepararle el desayuno.

Trato de poner la mejor cara de lastima posible, pero nunca pudo encubrir siquiera una mentira piadosa ante esa profunda mirada verde.

Antes de que cualquier palabra que Jensen pudiera decir o lo acusara de lo inconsciente que había sido, Jared ya podía estar oyéndolo en su cabeza. Pero no había sido a propósito, si la había puesto debajo del chorro caliente de la canilla para que se separaran y no le había significado un peligro el usar el cuchillo para darle el toque final, claro que no contó con el entusiasmo de Harley jugando con una polilla y que accidentalmente lo chocara.

Había intentado evitar mencionar a Harley para no tener que llevarla al patio trasero, Jensen aún no se acostumbraba a tener que verla por cualquier lugar de la casa, así que trataba de evitar que estuviera dentro mientras Jensen se encontrara en casa.

- Si no fueras un excelente cocinero, te juro que te pondría una orden de alejamiento de este sitio Jared. Jared oía en la voz de Jensen un profundo cariño y cuidado, era muy distinto a ese tono profesional con el que lo conoció, llena de términos técnicos y fríos como el témpano. Jensen acarició la mano de Jared y la acercó para ver la profundidad de la herida, constatando que era superficial. Termino de vendarla y con un gesto indicó a Harley que saliera al patio.

Jared recordó la primera vez que pudo oír ese tono, fue cuando hablaba con Jeffrey y que pudo oír de polizonte pues el rubio lo creía demasiado lejos de su entorno.

Para ese momento ya venía fracasando con su plan de llenarlo de cafeína, y Jeffrey le decía a Jensen casi el mismo discurso que tiempo atrás le había dicho a él; que no iba a impedir que Jared se acercara a él pero que si no sentía interés en tener algo con “la sonrisa con patas” como lo había apodado secretamente, era el mismo el que debía poner fin al continuo acoso.

Demás está decir que Jensen nunca le dijo a Jared que dejara de acosarlo, pero extrañamente para Jensen, desde ese momento Jared fue menos invasivo… por espacio de dos semanas.

El castaño esbozo una sonrisa ante la pequeña reprimenda de su pareja, porque era la forma en la que este le demostraba cuanto lo que quería.

Estar al lado de Jensen Ackles le significo muchos años de sumo esfuerzo y paciencia. Lograr entrar en su vida no fue producto de algunas citas, palabras bonitas o regalos presuntuosos. De nada le servía aparecerse en su oficina miles de veces con un café distinto en cada ocasión y recorrerse todas las cadenas que vendían ese producto para descubrir un día que a Jensen le gustaba el té helado. O pasar por alto ese extraño hábito que Jensen tenía y que era el llevar puesto alrededor de su cuello un pañuelo, cada vez que salía a la calle. No importaba la temperatura de hiciera afuera, siempre se ponía ese accesorio alrededor de su cuello cada vez que se preparaba para salir.

Se había contrariado cuando Jeffrey se negó a prestar su ayuda para conseguir el corazón del Doctor Ackles y aunque no compartía en absoluto las justificaciones que le diera, le parecía razonable.

Pero todo eso ya había quedado atrás. Desde que supo que tampoco iba a actuar en su contra se tranquilizó muchísimo y empezó a actuar más calmado y meditando cada paso. Quería a Jensen, lo amaba cada vez más cuando descubría algo nuevo sobre él, sea como pensaba hasta como se comportaba cuando creía estar solo.

Como aquella vez que lo vio de casualidad en la calle, y pudo ser testigo de cómo había cruzado de vereda únicamente para alcanzarle a una mujer mayor el pañuelo que se le había caído cuando ésta pagaba a un vendedor un globo para el niño que la acompañaba.

Esos gestos pequeños que le decían que su corazón no se equivocó al elegirlo como depositario de todo su amor.

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