· Capítulo 4: Confia en ti ·
Conseguir una cita con Welling fue más fácil de lo que jamás hubiera imaginado. Tanto que en el mismo momento en el que me dijo que sí estuve a punto de decirle que si estaba seguro.
No lo hice. No quería dejarme en ridículo tan pronto. La parte difícil venía ahora, cuando tenía las piernas como gelatina y transpiraba sin cesar como un animal. Habíamos quedado para la noche del viernes, era miércoles y ya sentía el estómago revuelto.
Quería, no mejor dicho,necesitaba que esa cita saliera bien porque era la única forma que tendría de olvidarme de que me estaba comportando como un idiota integral. De ese extraño encogimiento de tripas que siempre se sucedía siempre que recordaba lo ocurrido con Jared y la conversación posterior de Chris.
Jared...
Yo era el primero que sabía que no era normal que me pudiera interesar él, había sido el tío al que odiara durante todo este tiempo y no debería de haberle dejado que me tocara como lo hizo, pero lo había hecho y ahora estaba pagando las consecuencias de ser un estúpido que no sabe diferenciar entre alguien que hace las cosas obligado, y alguien que lo hace porque quiere.
Suspiré con holgura antes de echarme sobre el sofá con un sonoro jadeo. El día en la tienda había sido demasiado largo y agotador.
“Debería de irme a dormir”, pensé a pesar de que ni siquiera eran las ocho.
Lo peor de todo es que era consciente de que a pesar de que me fuera a la cama, no iba a conseguir pegar ojo. No iba a dejar de pensar en todo lo que llevaba pasando por mi cabeza desde que empezara el día: Jared.
-Creo que empiezo a tener una jaqueca - murmuré, masajeandome las sienes en un vano intento de sosegar el dolor.
Fue justo en ese momento en el que el sonido del timbre se abrió paso por toda la casa, estridente e insistente, obligándome a levantarme e ir a abrir. No esperaba a nadie, quizás por eso mismo me sorprendí tanto al ver a Jared justo delante de mí.
-Hola, hola, vecinito - canturreó con esa voz juguetona suya y una caja de pizza a un lado y un envase de seis cervezas en la otra -. ¿Fiesta?
Me reí mientras que escuchaba como el corazón comenzaba a bombear con más fuerza en mi pecho. Nunca me había hecho tan feliz como ahora que alguien viniera por sorpresa a verme.
Aún con la sonrisa de oreja a oreja me señalé de arriba a bajo; llevaba una camiseta gris ajada y unos pantalones de cuadros de un antiguo pijama que hace tiempo que debería de haberse ido a la basura. Las gafas habían sustituido a las lentillas y el pelo lo tenía completamente revuelto. No tenía ninguna pinta de fiestas precisamente.
-Creo que no estoy vestido para ninguna fiesta.
-Pues yo pienso que estás perfecto para una fiesta intima - me guiñó un ojo juguetón, entrando dentro sin esperar a más invitaciones.
Mentiría si dijera que no me sentí más que contento con su actitud, con que viniera sin que le hubiera invitado por el simple hecho de que quería pasar algo de tiempo conmigo y es que yo también quería pasar más con él.
Cerré la puerta y fui directo a sentarme a su lado en el sofá. Jared ya estaba abriendo la caja de la pizza y sacando un par de cervezas.
-Una barbacoa, sin atún, con el doble de carne y con el borde de queso extra crujiente, tostado pero no quemado.
-Oh, ¿ a ti también te gusta así? - pregunté sorprendido. Normalmente cuando hacia yo los pedidos todo el mundo se echaba las manos a la cabeza por lo exigente que era.
-No, en realidad es la primera vez que la pruebo así- anunció, antes de darle un buen mordisco a su trozo.
-¿Entonces por qué lo has comprado?
-Porque sabía que era tu preferida.
Dijo sin más, como si fuera lo más normal del mundo. Como si que alguien hiciera algo por mí, sin yo habérselo pedido, fuera lo más normal del mundo.
-¿Cómo lo sabías?
-Soy tu vecino, Jensen, estoy acostumbrado a escuchar tus peleas con el repartidor de pizza casa vez que te trae mal el pedido.
Podía ser cierto que por ser vecinos pudieras conocer cosas acerca de mí, pero la realidad era que yo, siendo su vecino también, no conocía casi nada de él. En esos momentos me sentí como una persona rastrera.
-¿Por qué has venido? - inquirí con un susurro.
-¿Tengo que tener un motivo para venir a tu casa? Recuerda que soy tu profesor las veinticuatro horas del día y, debes saber, hay mucho que debes de aprender.
Fue una respuesta sencilla, sin ninguna pretensión, pero que no escondió ni por un momento su calidez. Agaché la cabeza y sonreí como un idiota, a la vez que intentaba convencerme de que si mi corazón latía más fuerte era porque estaba más cansado de lo habitual.
-¿Y qué tal tu día?
Con esa nimia pregunta nos sumergimos en una conversación relajante. No estaba acostumbrado a llegar a casa y tener a alguien con quien hablar, alguien que se preocupara de cómo estaba y por quien yo me preocupara; una persona atenta y con la que pudiera disfrutar tanto como lo hacia con Jared...
Era esto lo que me hacia tan difícil ahora odiarle . No le dije nada acerca de la cita que iba a tener, no porque no quisiera alardear de ello - después de todo para eso había sido él contratado y estaba seguro de que se alegraría de saber que su ayuda había sido más que útil -, sino porque ahora mismo no quería pensar en nadie que no fuéramos nosotros dos.
-Nunca pensé que estaríamos así.
-¿Así cómo? - le pregunté, sin saber bien de qué me estaba hablando.
-Oh, vamos Jensen - se rió con fuerza, limpiándose las manos de los restos de la pizza -, ¿ya no recuerdas la primera vez que nos conocimos? Pues te recuerdo que fuiste tremendamente...”cariñoso”, por así decirlo.
Claro que lo recordaba. Fue el primer día que llegué a mi piso, había sido un día agotador tras una mudanza desastrosa en la que todo lo que podía salir mal había salido. En ese momento, justo cuando me encontraba abriendo la puerta de mi piso por primera vez, era cuando Jared vino a saludarme y darme la bienvenida.
-¡Me confundiste con un chico de la mudanza! - se quejó risueño -. Me echaste la bronca, como nunca nadie lo había hecho en mi vida, y encima cuando te dije que estabas equivocado te enfadaste conmigo.
Me ruboricé sin quererlo. Nada más verle aquel día había pensado que era parte de los trabajadores de la mudanza; era alto, fuerte y, lo más importante, llevaba una camiseta del mismo color que los trabajadores. Eso fue todo lo que necesitó mi mente. Sí, lo cierto era que no comenzamos con muy buen pie.
Gruñí por lo bajo sin tener ninguna objeción objetiva con la que poder contraatacar.
-Aunque he de decir que gracias a eso llamaste mi atención.
Enarqué una ceja extrañado. ¿Qué yo había llamado su atención? Esa debía de ser la forma educada de decir que había tenido instintos asesinos contra mí, Jared pareció leer mis pensamientos porque antes de que pudiera preguntarle ya me estaba respondiendo.
-Tenías esa pasión refulgiendo en la mirada. Era como si fueras a comerte el mundo y a mí el primero - sonrió con dulzura -. Lo que más me sorprendió después fue que te volvieras tan tímido, quizás por eso mismo trataba tanto de sacarte de quicio. Quería ver a tu verdadero yo que me mostraste ese día.
Fue rápido, primero casi se detuvo para acto seguido sentir como mi corazón volvía a latir con más fuerza. Era absurdo y lo sabía, Jared solo era mi vecino, mi “profesor”, nada más. Chris me había dejado claro que todo era debido a su trabajo, pero aún con todo no era capaz de controlarme. Por una vez en mi vida quería darle la oportunidad a algo bueno.
No me había dado cuenta de que le estaba mirando fijamente hasta que me preguntó si estaba bien.
Por supuesto que lo estaba, estaba bien jodido, me acababa de enamorar de la única persona que hiciera lo que hiciera no iba a tener.
Negué suavemente con la cabeza, asumiendo lo imbécil que era.
-Nada. ¿Quieres ver una película?
No esperé a escuchar su aprobación, me levanté y empecé a buscar algo que ver. En realidad no leía lo que decían las caratulas, solamente había huido de su lado para poder respirar con normalidad.
-Por supuesto.
No podía verle en esos momentos, pero por el tono de su voz supe que estaba sonriendo. Sin darme cuenta hice lo mismo.
La película que terminé eligiendo fue una estúpida de lucha que en realidad no recordaba haber comprado, con la que esperaba que terminaran muriendo algunas neuronas y eso me permitiera no volver a pensar en lo que quedaba de año. Mi decisión original era sentarme lo más alejado posible en el sofá de Jared, pero en cuanto lo intenté él me agarró del brazo y tiró de mí para que me sentara justo a su lado.
-Ni se te ocurra - no dijo nada más, pero no hizo falta. Ya me había atado completamente a él, pasando el brazo por encima de mis hombros.
-Te tengo.
“Oh, dios, no sabes cuanto”.
No me enteré absolutamente de nada, todos mis sentidos se reducían a él. A como se reía - echando la cabeza hacia atrás - de las escenas más estúpidas; como pasaba su mano por mi brazo y mi cuello enviando calambres por todo mi cuerpo.
Maldito fuera él y lo fantástico que era. En ese momento maldecí a Chris por haber tenido que elegir a Jared para esto. Si todo esto no hubiera empezado yo no le habría conocido como era de verdad, seguiría pensando en que era una persona desagradable con la que no tenía nada que ver.
Ahora sabía que todo eso era mentira, que él era una persona con quien me encantaría estar. Le miré de reojo buscando algo malo, cualquier cosa que hiciera más fácil todo esto. No lo encontré, por lo que opté por hacer lo que debía de hacer: decirle que ya no necesitaba su ayuda porque ya tenía una cita.
Tenía todo el discurso enhebrado en mi cerebro listo para decírselo, pero en cuanto nuestros ojos se encontraron todo desapareció de mi mente. Nunca me había dejado llevar por un impulso; siempre había sido una persona que piensa concienzudamente lo que iba a hacer, pero en ese preciso momento pensar me pareció la cosa más estúpida que podía hacer.
-¿Qué pas...?
Me comí su pregunta. Suavemente, lamiendo sus labios con mi lengua y abriéndome paso justo a donde quería ir. Esto era justo lo que quería. Sentí como Jared daba un pequeño bote movido por la sorpresa; una parte de mí esperaba que me apartara de un empujón, pero lo único que hizo fue agarrar mi rostro con ambas manos, profundizando más el beso. Suspiré, cerré los ojos y me deje llevar teniendo por una vez todo lo que quería.
Él era todo fuego, no solo por la pasión que subyacía en su beso, sino por el calor que irradiaba su cuerpo. Era como si fuera un sol, uno que conseguía iluminarlo todo a su paso.
Me aferré con fuerza a su cintura, pidiendo en silencio que no se fuera. Que se quedara conmigo. Nunca había tomado la iniciativa para liarme con alguien, no solo porque fuera bueno o demasiado tímido, sino porque no tenía suficiente experiencia y me daba miedo fastidiarlo todo...pero con él no me importaba parecer un estúpido sin experiencia, lo único en lo que pensaba era en que necesitaba tocarle más, sentir su piel bajo mis labios. Recorrí su mandíbula con los labios para después descender por su cuello, sonriendo ligeramente según como iba recorriendo su piel.
Dios...como quería seguir adelante.
-Jensen...- suspiró, intentando echarse para atrás para darnos algo más de espacio -. ¿Qué estás haciendo?
Alcé la vista tratando de verle y razonar un poco, pero lo único en lo que podía pensar era en que quería más de esto, más de Jared.
-Yo solo quiero...quiero tu...
Abrí la boca como un pez fuera de agua tratando de decir todo lo que era incapaz de hacer. Me temblaban las manos.
Sonrió antes de volver a besarme con la misma fuerza que antes. Era fácil dejarse llevar con él, desear más de lo que me estaba permitido. Le abracé con ansias , quería que me tocara como la otra vez, y no solo eso, deseaba tocarle yo también. Busqué pedazos de su piel debajo de su ropa.
-Jensen, ¿sabes lo que estás haciendo? - gruñó justo sobre mi oreja.
-Sí - suspiré pegándome más a él.
-Pero esta vez las cosas serán totalmente diferentes.
No hizo falta que me explicara nada más, su erección pegada a la mía hablaba por él.
-Lo sé - y sin dejarle que me intentara convencer volví a besarle.
Después de ese beso todo se volvió un caos de manos que viajan a todos lados. Las manos de Jared, grandes y fuertes, recorrían gran parte de mi cuerpo con un solo toque, mientras que sus labios daban buena cuenta de toda la piel que encontraban a su paso.
-Levanta los brazos.
Hice lo que me decía como un autómata movido por sus palabras. Suspiré con suavidad al sentir el frío sobre mi piel, para después ser reemplazado por la calidad de su cuerpo. Después de eso todo empezó a hacerse borroso en mi cabeza. Vi como Jared también se quitaba la camiseta; como me empujaba en el sofá para así tener un mejor acceso a mi cuerpo.
Él siempre en secreto me había parecido alguien tremendamente atractivo, pero es que ahora con los ojos entrecerrados, lamiéndome los pezones como si le fuera la vida en ello, no había palabras para describirle.
Quería más, y lo quería ya.
-Jared...cama. Vamos a la cama.
Se incorporó de mi pecho para mirarme fijamente, quizás buscando algún indicio de que lo que decía no iba en serio, pero no lo encontró. Todo lo que había en el fondo de mis ojos era férrea determinación y deseo incontrolable. Ya era hora de dejar la virginidad a un lado, de hacer algo porque verdaderamente lo quisiera. Mentiría si dijera que no quería más que una noche de sexo con él, pero entre eso y nada, me quedaba con esto.
Pasé ambos brazos por su cuello, empujándole de nuevo a que nos besáramos. Quería ahogarme en él y olvidarme de una vez por todas de todo lo que sentía.
Jared pareció sorprendido al principio, pero después de pasarle un par de veces la lengua por encima de los labios no necesitó de ninguna otra palabra para hacer lo que le pedía.
Nunca había pensado que hubiera tanta distancia del salón hasta el dormitorio, pero ahora me parecían dos abismos separados por kilómetros de distancia. Todo lo que hacíamos era chocar contra los muebles, gruñir según la excitación se hacia más y más palpable. Ahora empezaba a entender la expresión de restregarse como animales en celo, porque justamente era eso lo que estábamos haciendo. Buscando fricción que nos aliviara un poco.
-Cama. Tu. Cama. Ya.
Las palabras de Jared eran solo gruñidos desesperados. Aparté una mano de su trasero para indicar la puerta que estaba detrás de mí. No necesitó que le dijera nada - algo que agradecí porque me sería algo imposible cuando su lengua viajaba arriba y abajo por mi cuello -, me empujó dentro hasta que encontramos la cama. Caímos en ella produciendo un leve quejido en los muelles.
-Jensen...Jensen... - murmuraba mientras que dibujaba el contorno de mi pecho con la lengua - maldita sea, sabes tan bien. Eres tan adictivo.
No pude creerle, no cuando era él el que me estaba volviendo loco. Suavemente escuché como mis pantalones y ropa interior descendían por mis caderas. Cerré los ojos con fuerza movido por la vergüenza, por miedo a que en el último momento fuera a darse cuenta de que no era eso lo que quería...
Cualquier miedo se evaporó en cuanto noté como su lengua recorría mi miembro de la base a la punta, tomando buena cuenta del líquido preseminal que ya rezumaba; lamiéndolo como si se tratara del mayor de los dulces.
-Jared...¿qué haces?
Sonrió con una picardía que le iluminó los ojos.
-Hacerte disfrutar.
Después de eso su boca se convirtió en un paraíso. Verle succionar sin descanso era la cosa más sensual que había visto en mi vida. Era incapaz de apartar los ojos de él, de sus labios y las maravillas que hacía su boca. Aunque era la primera vez que me hacían una mamada, dudaba mucho que todo el mundo tuviera la capacidad en esto que Jared.
Con los ojos en blanco y aferrándome con fuerza a las sabanas intenté apartarle si no quería terminar ya con todo esto.
-Dios, Jared...por favor para, no puedo...
Por una vez me hizo caso soltando mi pene con un sonoro “pop”, se lamió los labios para luego lamerse un par de dedos con profusión. No tenía ni idea de qué era lo que iba a hacer, quizás por eso salté cuando noté como sus dedos buscaban abrirse paso a mi interior.
-Tranquilo, te gustará.
Y vaya si llevaba razón, al principio sentí cierta quemazón, una especie de intrusión en mí contra la que mi cuerpo deseaba luchar, pero en cuanto sus dedos dieron con mi próstata todo dolor desapareció gradualmente hasta lo que quedó fue el deseo. Lo único que importaba era como sus dedos entraban y salían de mí sin parar.
-Eres tan jodidamente hermoso.
No le creí. Era solo sexo y debía de permanecer así, si no quería luego quedar peor de lo que ya estaba. Negué repetidamente con la cabeza aguantando las ganas de gritar.
-Por favor, no aguanto más.
Me miró directamente a los ojos, dictaminando si realmente estaba preparado. Lo estaba. Se apartó de mí lentamente, sacando los dedos con suavidad y quitándose la ropa que aún le quedaba puesta. Decir que me dejo sin palabras sería poco. Si hubiera que usar algún sinónimo para describir a Jared ese era el de tío de portada de calzoncillos Calvin Klein. Todos esos abdominales juntos, esa piel broncínea que daban ganas de saborearla. Para él todo esto debía de resultar fácil y normal, pero en mi caso yo no podía hacer otra cosa más que pensar en lo que vendría después...
...en cómo introduciría su miembro en un lugar en el que estaba convencido de que no estaba hecho para él.
¿Algo de ese tamaño ahí dentro? Me entraron ganas de reírme sarcásticamente. Esto iba a doler y mucho.
-Tranquilizate.
-Estoy muy tranquilo, en mi vida he estado más tranquilo. Ahora mismo mi segundo nombre es tranquilo, incluso he alcanzado mi momento Zen y...- puso sus dedos sobre mis labios.
-No va a pasar nada. Te dolerá al principio, sí, pero te prometo que vas a disfrutar.
Tragué saliva y asentí, mientras que veía como sacaba un condón de uno de los bolsillos de su pantalón y se lo ponía con soberana destreza.
-Iré despacio, solo tienes que respirar profundamente - me dijo mirándome fijamente a los ojos.
Cogió mis dos piernas y las colocó sobre sus hombros, obligándome a elevar el trasero con lo que supuse esperaba tener un mejor acceso. Se agarró el pene con la mano derecha y comenzó a guiarlo hacia dentro. Eché la cabeza hacia atrás en el mismo momento en que noté como la cabeza de su pene intentaba abrirse paso, algo que era humana mente imposible por lo estrecho que era.
Escuché como Jared maldecía mientras que su piel se llenaba de perlas de sudor, me hubiera gustado decirle que aquí el único que podía maldecir era yo, pero ni siquiera tenía fuerzas para balbucear.
-Joder...eres tan estrecho....respira Jensen, relajate.
A pesar de que veía imposible que eso pudiera pasar, lo hice. Inspiré con fuerza y espiré todo el aire, él aprovechó ese momento para embestir un poco más contra mí. La quemazón se hizo más fuerte, haciéndome pensar que aquello nunca terminaría.
-Ya estoy completamentee dentro -me aseguró, deteniéndose al fin.
Suspiré con fuerza deseando casi gritar de júbilo porque esa tortura hubiera acabado. Le miré a los ojos enarcando una ceja a la espera de que lo que continuara; no había llegado hasta allí para que ahora se quedara parado. Si había aguantado el dolor ahora merecía recibir ese supuesto placer del que todo el mundo hablaba.
Contoneé las caderas hacia los lados para indicarle que se moviera, que necesitaba que continuara de una vez. Jared lo entendió a la primera porque con una sonrisa casi diabólica se echó para atrás para luego volver a envestir contra mí. Las dos primeras veces la quemazón siguió ahí, a la tercera el placer de sentirle golpeando mi próstata la cegó por completo.
Lo único que se escuchaba en la habitación eran mis gemidos y el sonido que hacían nuestros cuerpos en el choque continuo. Me aferré con fuerza a sus hombros buscando un punto de apoyo para impulsarme yo también y así salir al encuentro de todas y cada una de sus acometidas.
Quería más, mucho más. Deseaba alcanzar ese orgasmo que pugnaba por salir de mí. Jared pareció leer en mi rostro lo que necesitaba porque agarró mi miembro con fuerza. Solo necesité un par de sacudidas para correrme sobre mi pecho como hacia años que no lo hacía.
Él tampoco tardó mucho más, arqueando la espalda hacia atrás y lanzando un gruñido casi salvaje.
Dicen que después de un momento magnífico en la vida siempre llega un instante de lucidez mental, algo así como una iluminación casi divina...
...lo único que pensé yo fue: “¿y ahora cuánto hay que esperar para un segundo round?”
segunda parte capítulo 4