· Capítulo 3: En lo que me he convertido ·
Estaba siendo una lucha titanica, nos observábamos fijamente el uno al otro a la espera de que uno de los dos claudicara y se diera de una vez por todas por vencido. Por mucho que me costara no iba a dejarme vencer, iba a demostrar quién mandaba aquí. Si quería hacer algo lo conseguiría por mucho que me costara.
Con la confianza rebosando por mis venas, extendí las manos...
...y cogí las lentillas.
-Es ahora o nunca mis acérrimas enemigas, hoy pondré fin a nuestra eterna batalla.
Como si ese hubiera sido un grito de guerra que me diera la fuerza que necesitaba, traté de ponérmelas por sexta vez. Hacia años que no trataba de ponerme unas, no desde la primera vez que lo hice a los catorce años y en la que casi terminé tuerto. Desde entonces me había hecho la promesa de que no dejaría acercarse a mis ojos a esas armas sacadas del infierno.
Después de todo siempre me había gustado ir con gafas, eran mucho más practicas para mí, a pesar de que la gente creyera que eran horribles, pero Jared me había dejado bien claro que debía de ponérmelas.
“Es un cambio radical, Jensen - me dijo como si estuviera hablando alguien mentalmente incapaz que no entiende bien qué le dicen-. Así que dales una oportunidad antes de decirme que no”.
Y justo eso era lo que estaba haciendo.
Un par de blasfemias después, y un par de intentos fallidos, al fin conseguí ponérmelas bien.
-Solo yo soy capaz de hacer de algo tan fácil una cosa tan difícil - murmuré mientras que observaba mi reflejo en el espejo.
Llevaba uno de los pantalones vaqueros rotos que Jared me convenció en comprar y un jersey azul de pico que para mí era demasiado ajustado, pero que él me obligó a coger porque, según él, resaltaba mis ojos. Aunque me sintiera terriblemente extraño debía admitir que el cambio era más que considerable, gracias a esas ropas - las cuales ambos estuvimos más que de acuerdo en que irían a cargo de Chris -, y las lentillas, me había convertido en una persona diferente. Por lo menos por fuera. Por dentro seguía siendo el mismo chico tímido de siempre.
Sin detenerme a nada más me di la vuelta para ir directo a recoger las llaves e irme a la tienda. No esperaba que ese día fuera diferente en ningún sentido, ¿por qué iba a serlo? Quizás por eso todo lo que pasó me pilló con la guardia baja.
Por mucho que me doliera admitirlo estaba más que acostumbrado a casi no tener clientela, lo que me permitía leer, pensar o hacer cualquier cosa que quisiera, y la que solía tener era casi siempre la misma. Por eso mismo me sorprendió tanto ver como aquel chico entraba en la tienda. Alto, vestido como un gran ejecutivo, daba la impresión de ser una persona que sabía lo que quería e iba a por ello. Alguien que, obviamente, debía de haberse perdido porque de cualquier otra forma no entraría voluntariamente en mi tienda.
-¿Necesita algo? - le pregunté, seguro de que de un momento a otro iba a pedirme una dirección.
-En realidad sí - me respondió con una sonrisa cegadora -. Un compañero de trabajo me recomendó esta tienda porque era una de las pocas en las que se podían conseguir ejemplares raros.
Era estúpido que me sintiera tan orgulloso solo por el hecho de que alguien hubiera hablado de mi tienda, pero lo hacia. Para un establecimiento tan pequeño como el mío eso era oro.
-¡Por supuesto que sí! Solo tienes que decirme cuál es el libro que quieres y te ayudaré a encontrarlo- le aseguré saliendo del mostrador con una sonrisa de oreja a oreja.
-Buscaba una de las primeras ediciones bilingües de la Odisea, a poder ser encuadernada.
Había esperado que me dijera cualquier libro menos ese. No estaba bien por mi parte juzgar a ese chico por sus apariencias, pero todos estos años me habían demostrado que los chicos tan guapos no suelen estar demasiado interesados en la cultura.
Este chico debía de ser una joya en todos los sentidos.
-Sígueme - le contesté, apartando la mirada de su cuerpo y centrándome en el cometido que debía de hacer -, creo que es posible que todavía me quede alguno.
Él hizo lo que le decía en silencio, observándome mientras que yo rebuscaba sin descanso entre las estanterías. Cruzando los dedos mentalmente para que estuviera, por una vez que podía demostrar que sabía lo que hacía.
Todo estaba normal hasta que una de las veces que me gire para asegurarme de que el chico en cuestión no se estaba desesperando demasiado debido a la espera, me di cuenta de que mucho no debía de importarle el tiempo que me estaba tomando ya que toda su atención estaba centrada en mi culo.
No di saltos de alegría como un estúpido porque aún no me creía que eso pudiera ser posible.
¿Un chico guapo me estaba mirando como si fuera una tarta de chocolate que se quisiera merendar? Pues aunque pareciera mentira era cierto.
-Tienes una tienda bonita.
Si en ese momento alguien me pinchara estaba convencido de que no sangraría. Primero le pillaba mirándome el culo, y ahora intentaba darme conversación...¡estaban ligando conmigo! En ese momento me arrepentí de no tener un buen sistema de cámaras de vigilancia, así podría haber grabado este momento y verlo de nuevo en casa como quien ve por segunda vez su película favorita.
-Sí, es pequeña pero a mí me resulta muy acogedora.
-¿La llevas tú solo?
No estaba seguro de si era mi imaginación o no, pero habría jurado que ese solo hacía referencia a algo más que ser dueño de una tienda. Por desgracia encontré el libro antes de lo que deseaba y aunque quise hacerme el tonto para que pudiéramos hablar más, mi conciencia no me dejo. Con un suspiro pugnando por salir de los labios me di la vuelta para ofrecerle el libro.
-Aquí tienes, ¿era este el que querías, verdad?
Él lo cogió y empezó a acariciar el libro casi con veneración. Sonreí casi sin quererlo al darme cuenta de que no era el único que cuidaba los libros como si estuvieran hechos de porcelana, o como si encerrarán parte de tu vida entre sus páginas.
-Sí, es este.
“Pues bien, aquí acaba todo Jensen”
Por una vez tendría que darle la razón a mi mente y ese gran momento que me acercaba casi a ligar como una persona normal se había terminado. Eso sí, ese chico había probado que Jared estaba en lo cierto y que solamente necesitaba un cambio de look para que el resto de hombres me mirara con otros ojos.
Ahora solo me faltaba arreglar mis problemas para entablar una conversación con un desconocido.
Le tendí el libro con una inmensa sonrisa, agradecido interiormente tanto por haber entrado a comprar como por su forma de mirarme.
-Muchísimas gracias por tu compra.
-Gracias a ti por haberme ayudado a encontrarlo, ya creía que nunca lo conseguiría - me explicó, con alivio en la voz.
-Puedes estar tranquilo, siempre que necesites ayuda con algún libro “raro”, ya sabes dónde acudir.
Esperaba que se fuera en ese mismo momento, después de todo ¿qué más podía querer? No me dejo preguntarle, sacó una tarjeta del bolsillo de su chaqueta y me la tendió con lo que me pareció un atisbo de esperanza.
-Lo tendré muy en cuenta, y si alguna vez tienes algún problema por el cual necesites un abogado no dudes en llamarme - se pasó la mano por el cuello, casi con cierta timidez -. O también si quieres que quedemos para tomar algo...
-Ermm...oh, sí, claro - balbuceé, recogiendo la tarjeta casi sin creerme lo que me estaba pasando.
-Hasta pronto...espero.
Y de la misma forma que había venido, desapareció, dejándome solo en la tienda con un millón de preguntas en la cabeza y la seguridad de que debía de golpearme para demostrarme a mí mismo que todo esto no era algún sueño.
Miré con detenimiento el nombre que ponía la tarjeta: Tom Welling. Ese iba a ser mi salvador, quien demostraría que aún quedaba algo de normalidad en mí.
Nunca hubiera pensado que llegaría el día en el que iría a casa de Jared por mi propio pie, pero según parecía el mundo estaba cambiando a una velocidad demasiado rápida para mí.
Ahora Jared no es que se hubiera convertido en mi mejor amigo, pero sí que empezaba - aunque jamás dijera nada - a caerme mejor. Además de que gracias a él era por quién había conseguido mi “pretendiente”. Si él no me hubiera cambiado seguramente Welling no se habría fijado en mí.
Llamé al timbre repetidas veces, mordiéndome los labios nervioso. Quería contárselo todo cuanto antes, tanto que ni siquiera se me pasó por la cabeza que podía llegar en un momento que no debía. Lo cual me quedo claro en cuanto me abrieron la puerta.
-¿Qué quieres? - me preguntó de malas maneras un tío moreno y un tanto regordete.
No es que fuera una persona fea, pero no tenía pinta de ser una persona que pudiera ligar con alguien como Jared. A no ser, claro, que pagara por ello. Fue una estupidez pero un extraño sentimiento ácido se instaló en mi estómago; algo que se podía definir como el peor dolor de estómago de toda la vida, o algo que no quería empezar a definir.
-Hey, chico, ¿qué es lo que quieres?
-He venido a hablar con Jared - contesté, cuando lo que en realidad quería decirle era que se apartara o le apartaría yo de una patada.
-Mira chico, ahora él está conmigo, así que vuelve más tarde si quieres algo - gruñó, antes de cerrarme la puerta en las narices.
Miles de sentimientos se entremezclaron unos a otros. Ese tío acababa de echarme sin ningún miramiento y lo único que quería hacer ahora era tirar la puerta abajo para poder cantarle las cuarenta a ese tipo de una vez por todas.
¡¿Quién narices se creía que era?! Él no podía decirme cuándo ver a Jared, podía ser cierto que ahora le hubiera contratado por unas horas, pero no lo había hecho de por vida.
-Espero que se te gaste de tanto usarla, merluzo.
Con la rabia buyéndome por las venas entré de nuevo en casa. Me sentía como un león enjaulado que deseaba destrozar gran parte del mundo que le rodeaba, pero al que no le dejaban ni rugir. Lo peor de todo esto es que no entendía la razón de por qué me pasaba esto. No debería de importarme con quien estuviera, pero lo hacía cuando debido a ello era incapaz de hablar con él.
“¿Qué narices me está pasando?” me pregunté, sin querer saber la verdad.
Tuvieron que pasar un par de horas para que todo el malestar que tenía se disipara lo suficiente como para poder mantenerme sentado viendo la televisión sin desear lanzar el mando para cambiar los canales. Siempre había sido una persona tranquila, pero ahora era como si hubiera un yo distinto en mi interior - uno completamente diferente a mí - que en lo único que pensaba era en destrozar todo lo que tenía ante sí.
Sonó el timbre repetidamente, evitando que me pusiera a pensar intentando analizar la razón de todo lo que estaba experimentando. Abrí y, sorprendido, vi que no era otro más que Jared, con una inmensa sonrisa impresa en la cara que no hizo otra cosa que obligarme a emularla.
-¿Puedo pasar?- me preguntó casi esperando a que dijera que no.
Debería de haberlo hecho, pero al final solo me aparté de la puerta para que pudiera pasar.
Escuché como entraba y cerraba la puerta tras de sí, yo me fui directamente hacia la cocina a hacer algo de cena. Con toda la rabia contenida no había sido capaz de acercarme al fuego, temía quemar la casa.
Ahora ese temor había sido reemplazado por el hambre. Mucha hambre. Tal vez por eso no fui consciente de que Jared estaba justo detrás de mí, observando atentamente, por encima de mi hombro, lo que estaba haciendo. Todo fue bien hasta que me di la vuelta y choqué contra él.
-Auch, Jared, maldita sea, eres como un muro humano - le maldije suavemente, tocándome la nariz con cuidado.
-Algo de eso me han dicho alguna vez.
No debería de haber sentido un hormigueo en el estómago y mucho menos mis pantalones tendrían que haber saltado debido a que mi miembro estuviera cantando sonatas en su honor. Pero ¿qué otra cosa se podía hacer cuando tenías a alguien como él casi pegado a ti diciendo frases que se podían interpretar de mil maneras diferentes?
Pues poco más que babear.
-¿Podrías...?- pedí suavemente cuando ya no aguanté que las mejillas me enrojecieran más.
Jared, como siempre, sonrió con vehemencia antes de dejarme algo de espacio. No el suficiente, obviamente, pero ya no podía decirle que se fuera más lejos.
Empecé a preparar la cena; unos macarrones. Tardarían un poco en hacerse, pero valdría la pena, después de todo solo de oler la salsa ya se me hacia la boca agua.
-Dios, eso huele genial.
-Por supuesto que lo hace, puede que no lo sepas Jared, pero yo soy un magnífico cocinero.
-Creo que empiezo a darme cuenta de ello. ¿Puedo....?
No tuvo que decir nada más, solo tuve que echarle una mirada y ver su rostro de cachorro desamparado para no poder decir otra cosa más que sí.
-Tranquilo, ya iba a poner un plato más para ti. No soy tan cruel como para dejarte mirando mientras como.
Y era cierto, además sinceramente deseaba que pudiera quedarse un rato más conmigo y así los dos podríamos hablar, que eso era justo lo que había querido desde que fuera a llamar a su casa y ese estúpido me hubiera abierto la puerta.
Como en un círculo vicioso el solo recuerdo de ese hombre me revolvió el estómago e hizo que maldijera por lo bajo, a la vez que formulaba la pregunta que en realidad no quería que me respondiera:
-¿Qué tal tu día?
-Bien- respondió con tranquilidad.
-Oh, claro , el cliente debió de ser de los buenos - murmuré con sequedad, sin poderlo evitar.
No tenía ningún derecho a decir nada, ni siquiera sabía por qué narices me preocupaba, solamente lo hacia.
-Si te digo la verdad no es uno de los clientes que más me gusten...
-Yo no quería decir eso - murmuré nervioso-, lo que ocurre es que no me gustó demasiado que me cerrara la puerta en las narices.
-Lo sé y lo entiendo. Por eso mismo he venido a tu casa a disculparme por su actitud, la cual no creo que vuelva a repetirse. No por lo menos después de todo lo que le he dicho.
Mentiría si dijera que no me sentí bien al escucharlo. Quería que ese tío sufriera por haber sido tan desagradable conmigo.
-Me alegro - admití, con una inmensa sonrisa.
-Pero hay algo que no entiendo, Jensen. No es normal que decidas venir a hacerme una visita por tu propio pie; no cuando intentas poner toda la tierra que puedes de por medio entre nosotros. ¿Qué es lo que te ha pasado para que cambies de idea?
Aparté por un momento la atención de la comida para girarme y ponerle sonreír con toda la felicidad que llevaba dentro.
-Creo que he ligado- dije orgulloso de mí mismo.
Esperaba que Jared también lo estuviera, después de todo esto había sido gracias a su ayuda en todo esto del cambio de look, pero en lugar de sonreír, o saltar -como esperaba que lo hiciera-, me miró primero con sorpresa y después con lago que parecía tristeza o desaprobación.
Transcurrieron un par de minutos antes de que decidiera que había llegado el momento de romper el silencio.
-Eso está muy bien - respondió con un intento de sonrisa que no alcanzó sus ojos.
No le dije que no le creía, simplemente me di la vuelta para seguir cocinando. En el fondo sabía que tarde o temprano empezaría con el interrogatorio.
-¿Dónde le has conocido? ¿En la tienda?
-Sí, fue un cliente.
-¿Y simplemente entro en la tienda pidiéndote un libro para después pedirte el número de teléfono?
-No fue exactamente así, solo que él empezó a hablar sobre los clásicos, después me dijo que le gustaría que alguna vez quedáramos para hablar sobre libros y me dio su número. Nada más.
Jared hizo un extraño sonido con la lengua que dejaba bien claro que no estaba nada contento con lo que acababa de escuchar.
-No me gusta.
Fue un comentario inocente, algo que también podrían haberme dicho Steve y Chris, pero viniendo de él de alguna forma era completamente diferente. Solo con él mi maldito estomago reaccionaba como si estuviera en una montaña rusa.
-Sabes, si no fuera porque es imposible diría que estás más que un poquito celoso.
Solo tuve que verle para saber que si alguna vez se demostraba que alguien moría fulminado por una mirada, entonces yo sería el primero de la lista.
-Es una alegría que sepas que eso es imposible.
Si hubiéramos estado hablando de otro tema seguramente no le habría dejado marchar tan fácilmente, pero dos buenos motivos me echaron para atrás a la hora de seguir metiéndome con él:
Primero, que extrañamente me sentía más que contento con que, por un extraño motivo de la naturaleza, Jared pudiera estar celoso de ese chico.
Segundo, la cena se hubiera quemado si no le llego a prestar la mínima atención que requería en ese momento.
-Vamos a cenar - canturreé, orgulloso.
Algo que se incrementó en el mismo momento en que Jared se sentó a la mesa y probó el primer bocado.
-¡Dios, esto está delicioso, Jen!
Nunca me había sentido tan orgulloso de mí mismo como al ver esa expresión de puro júbilo en él. Si lo hubiera sabido con anterioridad que pasaría esto le habría invitado a cenar mucho antes.
Por primera vez que le conociera me quedé sin palabras, solo dejando que un sentimiento de puro gozo se apoderó de mí.
Antes de que me diera cuenta Jared y yo nos encontrábamos hablando, animadamente en el sofá, de lo que estaba siendo una de las conversaciones más agradables que tuve con alguien en mucho tiempo. Aunque me costara reconocerlo, en el fondo él era una persona con un magnífico sentido del humor. Alguien con quien podría mantener una relación de amistad.
O por lo menos eso creí hasta que la conversación pasó de una selección de películas favoritas al chico que me había dado el teléfono.
-¿Y qué harás? ¿Le llamarás? - inquirió, como quien no quiere la cosa.
Parpadeé confundido. No estaba muy familiarizado con esto de las citas, pero en mis nociones básicas se encontraba la idea de que si quieres algo con otra persona debes llamarla, ¿no?
-Ermm...sí, claro, ¿no? Eso es lo que hay que hacer, ¿verdad?
-Bueno sí, aunque solo si sabes a lo que te enfrentas.
Un escalofrío de puro terror me recorrió la columna vertebral de punta a punta. No me espera que tener una cita pudiera ser tan terrorífico.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Fácil, que si vas a ser tú quien llames deberás de estar preparado. Piensa que es como invitarle a tu cama, y, aunque eso no sea algo malo, en tu caso podría ser algo problemático...
-¿Ah sí? ¿Por qué? ¿Porque soy virgen?
-Principalmente - suspiró -. Jensen, nadie esperaría a que alguien de tu edad fuera virgen y...
No pude aguantar más, una cólera desconocida se apoderó de mí, la cual hizo que me levantara de un salto y empezara a gritarle como un loco.
-¡¿Qué quieres decirme, eh?! ¿Qué soy raro? ¿Que es algo anormal no haber estado con alguien durante todos estos años?
>>Eso yo ya lo sé desde hace mucho. Sé que soy alguien que debería de avergonzarse de sí mismo, pero es todo lo que soy.
La voz me temblaba y sentía como las mejillas me hervían. Jared solo me miraba con calma, quizás esperando el momento justo para volver a hablar.
-No has entendido nada de lo que he querido decir. Tú no eres esa clase de persona Jensen, te lo dije en su momento en el probador: eres mucho más de lo que crees.
>>Lo que ocurre es que eres inexperto, necesitas algo de ayuda antes de salir con ese chico.
-¿Y qué vas a hacer, darme clases de sexo?
-No me importaría nada hacerlo - me dijo, lanzándome la primera mirada hambrienta que me habían echado en toda mi vida.
-¿Qué...? Ermm...yo...
Di un par de pasos hacia atrás, sintiendo el corazón palpitarme en la misma garganta. Él no podía acabar de decir lo que había dicho. No podía querer hacer nada conmigo, eso no era lógico.
-Soy tu profesor, Jensen, para esto me contrató tu amigo.
-Chris no te contrató para que me hicieras una versión en vivo y directo del Kamasutra.
De la nada echó la cabeza hacia atrás y se rió con tanta fuerza que creí que se ahogaría por las carcajadas.
-No es justamente eso en lo que estaba pensando, solo hablaba de ayudarte en algunas cosas...como por ejemplo los besos.
-¿Besos? - inquirí sorprendido -. Puede que sea virgen, pero eso no significa que no haya besado antes.
-¿De verdad?
-¡Por supuesto que sí! - aseguré con vehemencia -. Con algunos compañeros de la universidad, y antes de que lo preguntes, sí, hubo lengua.
-¿Y desde entonces nada? - preguntó lamiéndose los labios- .Eso no es mucho que digamos, en realidad debería de decir que no es casi nada Jensen.
No fui capaz de responderle, toda mi atención estaba centrada en el movimiento de sus labios. En como se curvaban hacia arriba, como se los mordía... era algo casi hipnótico. Algo que podría haber estado haciendo durante todo el día.
Le vi levantarse del sillón y acercarse a mí, pero nunca hubiera imaginado lo que tenía pensado hacer: besarme.
Siempre me había parecido curioso ver cómo las leonas cazaban, cómo se movían de manera majestuosa acechando a su presa y atacando sin miramientos. Lo que nunca llegué a pensar fue que yo alguna vez me convertiría en la presa de nadie, pero para Jared ahora mismo yo era eso, una gacela a la que quería devorar de arriba a bajo.
Gemí sorprendido, tratando de dar un par de pasos hacia atrás. No me dio tiempo. Antes de que siquiera pudiera abrir la boca ya tenía sus labios sobre los míos; hurgando en mí, abriéndose paso incluso aunque yo no quisiera que lo hiciera.
La manera de besar de Jared era justo como él, un huracán que lo arrastraba todo a su paso. Todo era fuego primitivo y lengua danzando dentro y fuera, mordiendo. Saboreando lo que creía que era suyo.
No se lo diría nunca, pero tenía razón en que esos besos anteriores no significaban nada, porque este...este era el jodido paraíso en comparación. Este estaba haciendo que mi cuerpo temblara y que las manos se me movieran solas, buscando sin descanso tocar cualquier parte de su cuerpo. Y en cuanto a mi miembro...
...bien, él ya empezaba a estar tan duro que peligraba mi salud mental ya que dudaba que algo de sangre llegara hasta allí. Todo rastro de razón se encontraba encerrada en esa parte de mi cerebro que solo quería restregarse contra él.
“Jensen, piensa, no te dejes llevar”, me intentó gritar una parte de mí que aún no quería dejarse llevar tan fácilmente.
Era sencillo pensarlo, pero no tanto hacerlo. ¿Cómo narices uno se soltaba de alguien que le hacía sentir tan jodidamente bien? No había forma y mucho menos cuando este te agarraba del trasero como si le fuera la vida en ello.
-Jared...Jared...- suspiré cuando este se apartó de mis labios para ir directamente a por mi cuello. Mordiendo y succionando en lo que seguramente luego me dejaría marca.
-Sabes tan bien, Jensen...ostia con tus labios - susurró sobre mi oído, antes de empujarme suavemente para que pasara mis piernas sobre él y me sentara en su regazo.
Lo hice, casi sin ser consciente de ello simplemente me dejé caer. Él lo había dicho antes, ¿no? Esto era parte de su trabajo; enseñarme todo lo que fuera necesario para que luego la cita fuera bien. Solo esa era la razón por la que estaba dejando que me besara de esa forma, que me tocara e hiciera temblar como una colegiala.
La respiración se me aceleró en el mismo momento que sentí como una de sus manos descendía hasta mi pantalón y se introducía en su interior.
Di un salto y me aparté de sus labios mirándole sorprendido.
-¿Qué...qué haces?
Enarcó una ceja divertido, mientras que metía más adentro la mano y me apretaba ligeramente el miembro por encima del boxer.
-¿De verdad necesitas que te haga un croquis?
-No me refería a eso...- murmuré casi más para mí que para él -, sino a por qué lo haces. No es necesario...
-Lo sé - suspiró, lamiéndome el cuello de arriba a bajo -, pero quiero hacerlo.
-¿Por qué?
-Porque quiero hacerlo. Porque ni tú mismo eres consciente de lo apetecible que resultas en estos momentos.
Obviamente no le creí, era más que imposible que yo le pudiera parecer atractivo, pero aún con todo le dejé hacer porque en el fondo no quería desaprovechar un momento como este. Él se tomó mi silencio como un sí y prosiguió con su invasión, desabrochándome por completo los pantalones para tener un mejor acceso.
No me había dado cuenta hasta ese instante de lo grandes que eran las manos de Jared y, sobre todo, de lo que podría llegar a hacer con ellas, pero ahora le daba las gracias a dios por ese don que le habían otorgado.
Su mano era capaz de rodear por completo mi miembro y de pasearse con holgura desde la base hasta la punta en la cual parecía gustarle juguetear con ella; exparcir el líquido preseminal para facilitar que su mano se moviera con mayor holgura.
Me hubiera gustado poder decir algo, poder hacer algo, pero era incapaz. Lo único que podía hacer era gemir sin descanso mientras que le agarraba por los hombros con fuerza, en busca de un punto de apoyo.
-Dios mío Jensen, no te das cuenta de nada, ¿verdad? No te das cuenta de lo sexy que eres - me mordió el cuello como si fuera un pedazo de carne -. Si tan solo te vieras ahora mismo...
Por mucho que me lo repitiera una y otra vez no era capaz de creerle, ahora mismo estaba envuelto en una neblina de placer que se reducía a cómo me tocaba. El orgasmo me pilló de improviso, solo me dio tiempo a echar la cabeza hacia atrás y gemir de placer, mientras que sentía como todo mi ser se rompía poco a poco llenando la mano de Jared y parte de mi estómago con su líquido.
Me costó calmarme y darme cuenta de nuevo de cual era el mundo que me rodeaba, y en lo único que podía pensar era en qué había pasado aquí. Jared me había masturbado y yo...yo solo esperaba que volviera a ocurrir.
-No llames a ese chico, Jensen - murmuró casi como una suplica contra mi pecho.
No supe bien por qué, pero asentí.
Al día siguiente no llamé a ese chico, no ya porque Jared me lo hubiera pedido, sino más bien porque ni siquiera me acordé de él, ya que en esos momentos lo único que ocupaba mi mente era lo ocurrido la noche anterior, cómo me había tocado...
Era una suerte que la clientela de mi tienda no necesitara que les prestara mucha atención, ya que dudaba mucho que pudiera servirles de ayuda. El móvil comenzó a vibrar en el bolsillo del pantalón, lo cogí y la voz de Chris me saludó con felicidad.
-¿Qué es lo que quieres? - pregunté cansado. Estaba demasiado bien como para querer salir de mi pequeño mundo de paz.
-Ey, Jenny, solo te llamaba para ver qué tal. ¿Tus clases ya han surtido efecto? ¿Ya tienes a un chico que te empotra contra la pared? ¿O quizás ya vas por algo mucho más fuerte y tienes dos que hacen sandwich contigo? Empieza a hablar, he pagado por detalles.
Debería de haberme escandalizado como siempre hacia cada vez que él decidía decir alguna de sus barbaridades, pero lo único que hice fue tener una imagen demasiado viva de como Jared podría llegar a interpretar ese papel mejor que bien.
Era absurdo creer que eso podría llegar a pasar, pero hoy mi mente no entraba en razón.
-Chris, si solo has llamado para eso te aviso que te colgaré en cuestión de segundos.
-Vaya nene, no me esperaba que estuvieras tan borde, ¿es que no te la has sacudido nada más levantarte? Te tengo dicho que tienes que hacerlo, guardar todo eso ahí solo va a hacer que los huevos se te pudrán.
-¿Nunca te has planteado ser novelista? La literatura está perdiendo un tesoro contigo? Y, lo siento, no es eso - gruñí-. Solamente es que tengo mucho en lo que pensar.
No le dije en qué porque no quería que hiciera especulaciones, le conocía demasiado bien como para saber la que armaría cuando supiera todo lo que había pasado anoche.
-Bueno, ¿pero ya tienes una cita? - siguió pinchando en el mismo tema que de verdad le importaba.
-No, aún no...
-¿Y algún rollo con alguien?
Solo tardé un par de segundos en contestar, pero eso fue suficiente como para responder a su pregunta.
-¡Tú has hecho algo Jensen! Lo sé nene. Dime, ¿has cumplido tus expectativas? ¿Necesitas que te regale algún cojín para sentarte? He visto unos cuantos que pueden llegar a gustarte...
Todo mi rostro se tornó rojo como un tomate. No había llegado a pasar todo lo que él insinuaba, pero una parte de mí quería que hubiera ocurrido. Quizás por eso pregunté lo que no debía.
-¿Crees que algo que ocurre en el trabajo puede contar como otra cosa?
-No entiendo qué es lo que quieres decirme, Jen.
-Imaginate que para ayudar a alguien debes de hacer cosas que solo se hacen con personas que te interesan.
-¿Has follado con Jared?
Era en estos momentos cuando odiaba el sexto sentido de Jared.
-¡No! Bueno...no... técnicamente, solo fueron unos besos y tocamientos.
Suspiró al otro lado de la línea y supe que las cosas no iban a ir bien.
-No me gusta tomar el puesto de Steve en estas cosas, pero alguien debe de guiarte. No te confundas ese chico solo te está enseñando todas esas cosas porque es su trabajo, no porque sienta nada por ti...
Yo lo sabía, era consciente de todo ello, pero escucharlo de boca de otra persona no hizo más que destrozarme más de lo que estaba.
-Jensen, ¿sigues ahí? - murmuró preocupado.
-Sí, sí, oye tengo que recoger esto un poco. Luego te llamo.
No le di tiempo a que dijera nada más, colgué, cerrando el móvil con fuerza sin querer saber nada más de nadie. Con todo lo que acababa de decirme Chris dando vueltas una y otra vez en mi cabeza hice lo que tenía que haber hecho desde un primer momento: llamar a ese chico sin importarme qué fuera lo que Jared me hubiera pedido.